Cancionero (Petrarca)/Mal me arrastró y Amor do no debiera

Mal me arrastró y Amor do no debiera
la lengua habituada a lamentarse
a hablar (de quien en mí supo inflamarse)
lo que, de ser verdad, tuerto me hiciera;

que harto mi triste ser templar debiera
la bendita, y mi pecho consolarse
con verla tanto ya domesticarse
de Aquel que al pecho aquí siempre tuviera.

Y bien me quieto, y yo mismo consuelo;
que más no anhelo verla en este infierno,
antes morir y vivir solo anhelo:

porque, bella más que nunca, el ojo interno
entre ángeles la ve alzada en vuelo,
a pies de su Señor, y el mío, eterno.