Diferencia entre revisiones de «Boletín Oficial de El Salvador/Tomo 1/Número 98»

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{{brecha|1em}}{{serif|Imájen dolorosa de las obras perecederas del humano linaje, San Salvador solo representa hoi el esqueleto de una poblacion animada i vigorosa en otro tiempo; ¿pero què decimos? representa algo mas lúgubre todavia:—}}
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{{serif|representa los miembros desconcertados de ese esqueleto, i el valor del trabajo de largos años perdido en un momento infausto.}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|No es posible recordar aquel momento de tribulacion, sin que la cabeza se sienta conturbada con la presencia de otras imájenes desgarradoras que han desaparecido ya del horroroso cuadro que venimos bosquejando.}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|No es posible recordar el nefasto 19, sin ver en la memoria aquel flujo i reflujo de jentes despavoridas en cuyo semblante estaban pontados el terror, la desesperacion i la tristeza.}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|Terror, desesperacion i tristeza que estrecharon todos los rangos con el vìnculo poderoso del infortunio comun.—Por eso se veian, en aquella fecha de funesto recuerdo, á millares de personas de todas las condiciones sociales marchar á pié ó en centenares de vehículos iguales, buscando, en las vecinas poblaciones ó en los campos, una tierra firme i un techo hospitalario donde poner á cubierto su amenazada existencia ì sus intereses salvados.}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|Carecemos de datos para estimar el valor de la pérdidas materiales que han tenido lugar por consecuencia del cataclismo á que nos venimos refiriendo, i no queremos formular un juicio aventurado.—A pesar de esto, no vacilamos en afirmar que han sido de mucha consideracion, aun solamente atendiendo á los edificios destruidos i deteriorados.—Ellas se hallan comprendidas en las 20 poblaciones siguientes:—}}<br>
{{brecha|3em}}{{serif|“San Salvador,}}<br>
{{brecha|3em}}{{serif|“San Jacinto,}}<br>
{{brecha|3em}}{{serif|“San Marcos,}}<br>
{{brecha|3em}}{{serif|“Santo Tomas,}}<br>
{{brecha|3em}}{{serif|“Santiago Texacuango,}}<br>
{{brecha|3em}}{{serif|“Chinameca,}}<br>
{{brecha|3em}}{{serif|“Olocuilta,}}<br>
{{brecha|3em}}{{serif|“Mejicanos,}}<br>
{{brecha|3em}}{{serif|“Tuxtepeque,}}<br>
{{brecha|3em}}{{serif|“San Sebastian,}}<br>
{{brecha|3em}}{{serif|“Paleca,}}<br>
{{brecha|3em}}{{serif|“Aculhuaca,}}<br>
{{brecha|3em}}{{serif|“Cuscatancingo,}}<br>
{{brecha|3em}}{{serif|“Apopa,}}<br>
{{brecha|3em}}{{serif|“Soyapango,}}<br>
{{brecha|3em}}{{serif|“Ilopango,}}<br>
{{brecha|3em}}{{serif|“Tonacatepeque,}}<br>
{{brecha|3em}}{{serif|“San Martin,}}<br>
{{brecha|3em}}{{serif|“El Guayabal,}}<br>
{{brecha|3em}}{{serif|“Santa Tecla”.}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|De estas, unas han sido arruinadas en su totalidad, otras parcialmente i alguna, como la última de las mencionadas, solo ha sufrido el deterioro de muchos de sus edificios.}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|El área en que se han sentido los estragos del terremoto se calcula en un cuadrilátero de veinticinco leguas, i bien se puede concebir la magnitud de los daños causados al pais por tan terrible acontecimiento.}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|Mas á pesar de esto, debemos cobrar una completa resignacion, i aun aumentar lisonjeras esperanzas sobre el ''porvenir'' de este pais, si tomamos en cuenta los hechos consoladores que han pasado á nuestra vista i hacemos las justas reflexiones que sujieren.}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|Atendida la gran poblacion de San Salvador, han sido relativamente mui pocos los muertos á causa del derrumbamiento de la ciudad.—No podemos señalar la cifra exacta de las víctimas, pero es cierto que la mayor parte de los habitantes se salvaron por la accion protectora de la Providencia, que parece haber querido someter á dura prueba las virtudes de este pueblo, haciéndole ver el horror de un gran peligro i la necesidad que tiene de mostrarse, de ahora en adelante, tan previsor i disciplinado como ha sido i será siempre desinteresado i magnánimo.}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|En tan doloroso trance, los salvadoreños han revelado una moralidad que los ha puesto mui por encima del infortunio que ha venido á sorprenderlos.}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|No solo debemos lisonjearnos de que no haya tenido lugar ningun trastorno social ni un solo crímen de trascendencia, debido á la conducta vijilante i enérjica de la autoridad, sinó tambien de los mil i mil rasgos de valor, de hidalguía i caridad que han resplandecido á la vista de la muerte por la accion espontánea de los buenos sentimientos que caracterizan á la sociedad salvadoreña.}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|I pasado el riesgo inminente, asombra i á la vez alienta ver el espíritu resignado i sereno con que todos los que han sufrido tan graves quebrantos despliegan una pasmosa actividad, ya para reconstruir sus perdidos hogares, sea para reponer el menoscabo de sus fortunas.—Con tal proceder i con tan relevantes dotes como las que distinguen á los hijos de este pais, pronto, mui pronto brotará una nueva capital mejor dispuesta, mas digna de ese título i, si cabe, con mayores elementos de prosperidad i civilizacion que cuantos encerraba en su seno la que acaba de perderse.}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|Robustecen esta conjetura las circunstancias de ser el Salvador un pueblo jóven, ventajosamente situado sobre un territorio fértil que podemos considerar como litoral ó rivereño, abundante en variados i valiosos productos i poblado por una raza intelijente i laboriosa que se multiplica asombrosamente.}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|¿Qué valen, pues, en vista de esto las pérdidas que se han sufrido, si la vida de esta Nacion viril tiende, por una lei natural irresistible, á dilatarse i crecer cada dia mas i mas i de ningun modo á la decadencia?}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|El Ecuador i el Perú son un ejemplo viviente que corrobora nuestro juicio.—El gran terremoto de 1868 les causó daños inmensamente mayores que el del 19 de Marzo del corriente año á San Salvador; i, sim embargo, aquellas dos Repúblicas, merced á condicciones semejantes á las que reune esta, se encuentran hoi mucho mas florecientes que en aquella fecha memorable.}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|La mayor actividad i mas intensa enerjía que el sufrimiento comunica á los hombres i á los pueblos, es otra razon que confirma nuestro pensamiento, i que prácticamente la estamos viendo en estos momentos.}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|La empresa del ferro-carril, que nada ha sufrido en sus obras, continúa imperturbable sus trabajos; el comercio se afana sin cesar por establecerse en las diferentes poblaciones de importancia que cuenta la República, i los agricultores, que son tantos y tan poderosos obreros de la riqueza nacional, prosiguen sin desmayo sus labores bienhechoras.}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|Todo lo que dejamos expuesto nos consuela, i fortalece nuestra fe en el futuro engrandecimiento de esta Nacion hospitalaria i jenerosa que nos abrigó en su seno cuando proscritos llegamos á sus playas.}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|Sinò poseemos la pluma-pincel de Volney para pintar las ruinas de San Salvador como aquel pintó las de Palmira; sinó poseemos la entonacion elejiáca de Jeremías para lamentar el infortunio de nuestros hermanos, llorando con lágrimas del alma sus dolores; sí poseemos inagotable fe en la justicia de la Providencia i en las leyes del Progreso,—gran confianza en el valor, la rectitud i el patriotismo del Mariscal Gonzalez i en las bellas prendas del Pueblo salvadoreño, que pronto habrá borrado las huellas de la gran calamidad que ahora se halla soportando.}}
{{derecha|{{x-menor|ALVARO}} CONTRERAS.|serif}}
{{c|———}}
{{brecha|1em}}{{serif|Los Señors Licenciados Don Manuel Ubico, (hijo), y Don Juan Barberena han recorrido toda la cordillera conmovida y tomado todas las alturas barométricas, midiendo matemáticamente el área que comprende los estragos que ha causado el terremoto.}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|En el próximo nùmero daremos el plano y las correspondientes esplicaciones de ese gran fenómeno, segun las observaciones practicadas por los Señores Licenciados que acabamos de mencionar.—Esto servirá en gran manera para los hombres científicos, para lo que concierne á los habitantes del Salvador y para la histoira del Pais.}}
{{Línea adornada|sp|20|tl|20|c|6|el|15|c|6|tr|20|sp|20}}
== Poder Lejislativo ==
{{c|'''Poder Lejislativo.'''|serif}}
{{c|—}}
{{c|ministerio de hacienda i guerra|serif|may}}
{{c|—}}
{{brecha|1em}}{{serif|El Presidente de la República del Salvador, á sus habitantes, sabed: que el Congreso Nacional Constituyente ha decretado lo que sigue:—}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|El Congreso Nacional Constituyente de la República del Salvador,}}
{{c|''Considerando:''|serif}}
{{brecha|1em}}{{serif|Que los actos del Ejecutivo de que se ha dado cuenta el Secretario de Estado en los ramos de Hacienda, Guerra i Marina ha sido examinados por esta convencion con la escrupulosidad i detenimiento debidos, i que de su exámen resulta, que el Ejecutivo Supremo se ha conducido en el manejo é inversion de las rentas públicas con la pureza, integridad i rectitud que corresponden al Jefe de una nacion respetuoso á la lei}}
{{c|''Decreta:''|serif}}
{{brecha|1em}}{{serif|Art. 1º—Apruébanse todos los actos del Ejecutivo de que ha dado cuenta el Secretario de Estado en los ramos de Hacienda, Guerra i Marina.}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|Art. 2º—El Congreso Nacional Constituyente de la República del Salvador apreciando debidamente el mérito del primer Jefe de la Nacion salvadoreña, emite un voto de confianza al Mariscal Presidente Don Santiago Gonzalez.}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|Al Poder Ejecutivo.}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|Dado en el Palacio Nacional de San Salvador á los seis dias del mes de Marzo de mil ochocientos setenta i tres.}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|''José Larreynaga'', Presidente.—''Dositeo Fiallos'', Secretario.—''Antonio G. Valdés'', Pro-Secretario.}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|Por tanto: publíquese.}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|San Salvador, Marzo 31 de 1873.}}<br>
{{brecha|1em}}{{serif|''S. Gonzalez.''}}
{{bloque derecha|El Secretario de Estado en el Despacho de Hacienda i Guerra;|serif|x-menor|ancho=13em}}
{{derecha|''J. J. Samayoa.''|1em|serif}}
{{c|———}}