Diferencia entre revisiones de «El fascismo redentor»

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Línea 12:
"Respecto a Italia, ya no es cuestión de entrar en pleno socialismo, porque en él estamos. Ahora lo que se trata es salir de él. Es preciso restarle al Estado unas atribuciones para las cuales no tiene competencia y que desempeña mal." En cuanto al elemento obrero, lejos de adularle con miras electorales o puramente revolucionarias, le hace oír, claro, la voz de la razón: "Nadie puede soñar con reducir a la masa obrera a condiciones de trabajo y de existencia menos buenas que las de hoy. Nosotros (los fascistas) seríamos los primeros en oponernos a semejante intento. ''Pero, al mismo tiempo, declaramos y sostenemos que en la forma aún parcial y rudimentaria de sus organizaciones y de su cultura, el proletariado no puede pretender substituir, ni siquiera parcialmente, a la organización capitalista.''<br />
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{{brecha}}¿Reacción? Desde luego, si se entiende por esto un rudo frenazo a las teorías democráticas que han imperado en el mundo antes y después de la guerra. Como hace notar muy bien el publicista francés Jacques Bainville en su prefacio a la traducción francesa del ya famoso libro de Gorgolini (''Le fascisme'', traducido por Eugène Marsan, ''Nouvelle Librairie Nationale''), aunque Mussolini y sus partidarios rechacen el mote de "reaccionario", ?qué ha sido el "fascismo" sino una reacción y no otra cosa? En efecto, fué el instinto de conservación de Italia resistiéndose a la ola de disolución y de anarquía que la invadió tras de la sangría de la guerra y del desencanto de la paz. Y podíamos añadir que el fascismo es también la reacción contra el sistema parlamentario y la vieja política electoral de caciques, partidos y agrupaciones. Para darse cuentecuenta de los orígenes del fascismo, de sus luchas y por fin de su triunfo arrollador, es necesario leer el sombrío cuadro que de la Italia de la post-guerra traza Gorgolini en su intenso libro ''El fascismo''. Estas páginas bien merecen leerse y meditarse, porque recuerdan las etapas de anarquía por la cual han atravesado o atraviesan otros países. Oigamos al propio autor:
{{brecha}}"Jamás la situación financiera, económica, política, social y moral había sido más crítica. La Corona, ante los males que afligían al país, guardaba una extraña impasibilidad (que muchos juzgaban señal de impotencia).
El Estado parecía ausente; el Gobierno, rebasado; la ley, inefectiva, y la magustratura, temerosa de aplicarla. En la disolución de la anarquía burocrática, en la disolución de los más delicados sevicios, los funcionarios brindaban su servilidad al monstruo bolchevique. El ejértico era impunemente vilipendiado lo mismo en la Prensa subversiva que entre la turba callejera. La Policía, despreciada y descontenta, mostraba una inercia completa. La burguesía, lo mismo la de la gente honrada que la de los acaparadores, cada día más inquieta, miraba a su alrededor con la actitud penosa y ridícula de alguien que implora piedad... Y sobre ese fondo desolador de ruinas materiales y morales era la risa y el sarcasmo de la horda leninista entregada a su propia bestialidad, desencadenada contra la Patria. Unicas luces en la noche: Gabriele d'Annunzio y Benito Mussolini. El primero despliega en Fiume la bandera tricolor italiana, seguro de interpretar el sentimiento de la raza heredera de Roma. El segundo, en el Milán "rojo", vigila sobre los destinos de la Patria, buscando la ocasión propicia para arrojarse sobre el bolcheviquismo y aniquilarlo, aun a riesgo de la muerte."<br /><br />