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{{guion|ban|represent}} á las Sibilas: estas, aunque no eran de la nobleza, ni de facultades, iban tan ricamente vestidas, que parecían las primeras de la República: cubríanlas preciosas telas, puntas de Milán de oro y plata, que esmaltaban joyas y preséas de sumo valor, y algunas de ellas se pusieron distintas ropas las cuatro tardes: todas estaban vestidas á la española; pero se procuró imitar, cuanto se pudo, la diversidad en número, tiempo y nación de las Sibilas. Dispusieron este sarao los PP. Nicolás de Vejarano, Coadjutor de la parroquia de San Sebastian, y Antonio Rogel.
—560—

ban á las Sibilas: estas, aunque no eran de la nobleza, ni
{{brecha}}Entrada la noche se veia la plaza mayor ocupada de inmenso pueblo, iluminada con teas, y prevenidas las piezas que habian de arder, y esto se observó en las siete noches. En unas hubo cinco árboles de fuego, en otras menos, y muchas piezas ya manuales, ya fijas, cuya descripción por menor se omite por evitar prolijidad: los referidos árboles, que algunos solevantaban hasta quince varas, ya representaban torres, ya el juego del volador muy usado entre los indios, ya una fuente, ya una palma, ya un campanario. Estos regocijos se costearon la primera noche por la iglesia, la segunda por los curas de la Ciudad, la tercera por los curas de la provincia de Suchiltepequez, la cuarta y quinta por los de otras provincias del Obispado, la sesta por seis clérigos de la Ciudad, y la sétima por el M. N. Ayuntamiento de esta Ciudad.
de facultades, iban tan ricamente vestidas, que parecían

las primeras de la República: cubríanlas preciosas telas,
{{brecha}}Acabados los fuegos artificiales, se oscureció un tanto la noche, (hablo de la del primer dia del octavario) para volver á lucir con nuevos esplendores: porque el M. N. Ayuntamiento de esta Ciudad, queriendo por su parte celebrar la dedicación de la Matriz, dispuso para esta noche una lucida encamisada, en que salieron veinte caballeros de la primera nobleza, con el correspondiente número de lacayos, copia de hachas de cera y multitud de clarines. Iban todos suntuosamente vestidos, adornados de preciosa pedrería, telas, lamas y plumas, sentados en briosos y bien enjaezados caballos. Mas para que se haga juicio de la pompa y brillantez, con que ihan ataviados estos nobles republicanos, haremos una suscinta relación de como estaban vestidos algunos de ellos. El maestre de campo D.
puntas de Milán de oro y plata, que esmaltaban joyas
y
preseas de sumo valor, y algunas de ellas se pusieron
distintas ropas las cuatro tardes: todas estaban vestidas
ala española; pero se procuró imitar, cuanto se pudo, la
diversidad en número, tiempo y nación de las Sibilas.
Dispusieron este sarao los Pl Nicolás de Vejarano, Coadjutor de la parroquia de San Sebastian, y Antonio Kogel.
Entrada la noebe se veia la plaza mayor ocupada de
inmenso pueblo, iluminada con teas, y prevenidas las
piezas que hahian de arder, y esto se observó en las siete noebes. En unas hubo cinco árboles de fuego, en otras
menos, y muchas piezas ya manuales, ya Ojas, cuya descripción por menor se omite por evitar prolijidad: los
referidos arboles, que algunos solevantaban hasta quince varas, ya representaban torres, ya el juego del volador muy usado entre los indios, ya una fuente, ya una
palma, ya un campanario. Estos regocijos se costearon
la primera noche por la iglesia, la segunda por los curas do la Ciudad, la tercera por los curas de la provincia de Suchiltepequez, la cuarta
y quinta por los de otras
provincias del Obispado, la sesta por seis clérigos de la
Ciudad, y la sétima por el M. N. Ayuntamiento de esta Ciudad.
Acabados los fuegos artificiales, se oscureció un tanto
la noche, (hablo de la del primer dia del octavario) para
volver á lucir con nuevos esplendores: porque el M. N.
Ayuntamiento de esta Ciudad, queriendo por su parte celehrar la dedicación de la Matriz, dispuso para esta noche
una lucida encamisada, en que salieron veinte caballeros
de la primera nobleza, con el correspondiente número de
lacayos, copia de hachas de cera y multitud de clarines.
Iban todos suntuosamente vestidos, adornados de preciosa pedrería, telas, lamas y plumas, sentados en briosos y
bien enjaezados caballos. Mas para que se haga juicio de
la pompa y brillantez, con que ihan ataviados estos nobles
republicanos, haremos una suscinla relación de como estaban vestidos algunos de ellos. El maestre de campo D.