Diferencia entre revisiones de «Patriótico discurso de D. Víctor Pradera»
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{{Bloque centro|{{x-grande|'''Patriótico discurso de D. Víctor Pradera'''<br>}}}}
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{{Bloque centro|{{x-grande|'''DIPUTADO A CORTES POR PAMPLONA, PRONUNCIADO EN LA'''<br>'''SESION DEL CONGRESO DEL DIA 5 DE NOVIEMBRE DE 1918.'''<br>}}}}
{{Bloque centro|'''———'''}}
{{Bloque centro|{{xxx-grande|'''⚜'''<br>}}}}
{{Bloque centro|'''La actuación del Sr. Alba.'''}}
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{{brecha}}Porque es indudable, Sres. Diputados —es preciso que hablemos con absoluta y completa sinceridad—, es indudable que en la doctrina catalanista existen contradicciones, ó confusiones, ó frases inexplicables, por lo menos para nosotros.<br><br>
{{brecha}}Sin llegar á recoger todo aquello que pudiera calificarse de estridencia, es indudable que es dogma de fe para la escuela catalanista que los catalanes deben ser catalanes y nada más que catalanes; y si bien es verdad que el catalanismo ha afirmado que siente, que quiere la unión fraternal con todos los demás pueblos ibéricos, dentro de una organización federativa, ha confesado también que ha recibido siempre con alegría desbordante las palabras imperialistas de Emmerson y ha hecho votos porque llegue el momento supremo de la plenitud dela vida catalana, merced
{{brecha}}A mí me han preocupado profundamente estas contradicciones, estos equívocos, estas confusiones,estas frases inexplicables, si queréis, del catalanismo.<br><br>
{{brecha}}Me han preocupado muchísimo más, porque sin su savia científica, sin su aspecto de reflexión, las ha utilizado con un fanatismo agresivo ese selvático y agreste nacionalismo vasco. (El Sr. Epalza pidela palabra.—Rumores.)<br><br>
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{{brecha}}Pero más que la palabra, más que los dichos,más que las afirmaciones, son los hechos.<br><br>
{{brecha}}De aquí que cuando yo viera al señor ministro de Fomento actual, en el banco del Gobierno, siquiera con verdadero interés su actuación para ver si en ella encontraba yo la clave de la explicación de esas contradicciones. Par fortuna, he de decirlo con la misma claridad con que en otras ocasiones he expuesto mi pensamiento respecto á este particular, en la actuación del señor ministro de Fomento he encontrado la clave de aquéllas.<br><br>
{{brecha}}Fué, primero, aquella actuación intensa, viva, incansable, en pro de intereses que no eran puramente catalanes, sino que eran españoles; fué después aquel grito de admiración ante una España grande, desconocida quizá hasta entonces del señor ministro de Fomento; grito que tuvo un eco vibrante en el día de ayer en la fiesta celebrada por el ilustre Cuerpo de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos; y, finalmente, encontré esa clave en aquel grito de ira que todos vosotros escuchasteis lanzar al señor ministro de Fomento cuando reprochaba á fracciones de esta Cámara el dirigir memoriales interesados
{{brecha}}Esto, Sr. Alba, no lo hubiera hecho jamás aquella eminente personalidad catalana para la cual le era lo mismo ser español que francés, que alemán, con tal de que se diera á Cataluña su autonomía.<br><br>
{{brecha}}Pero, entre los dos primeros hechos y este último
{{brecha}}Esta inquietud desapareció de mi ánimo en el momento, no en que le escuché al señor ministro de Fomento, porque por razón de mi cargo no pude asistir aquel día
{{brecha}}Cuando le leí, mi alma se abrió
{{brecha}}Y para que se vea cómo efectivamente,
{{Bloque centro|'''Cataluña no es una nación oprimida.'''}}
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{{brecha}}Primera pregunta. Decía el Sr. Alba: “¿Es que su señoría, como los escritores citados, como muchos de los que colaboran
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{{brecha}}En esta pregunta, el punto interesante es si la opresión es como nación; es decir, si la opresión venía de fuera á dentro, no si era una opresión interior, porque puede darse el caso de que regiones de una misma nación, por circunstancias especiales, sientan opresión en sus intereses.
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{{brecha}}No era este el alcance de la pregunta del Sr. Alba. El alcance era si, siendo Cataluña, por derecho propio, una nación independiente de España, estaba oprimida por España. Pues
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{{brecha}}“Y á un Poder que reivindique para sí ejercer de verdad las grandes misiones que al Estado atribuyen las nuevas corrientes del mundo, ¿por qué ha de preocuparle que un trozo de España hable su propio idioma, desenvuelva su propio derecho, y por qué ha de mirar con recelo esas manifestaciones de vida, que debe mirar con cariño? Yo digo, señores diputados, que se acerca el momento en que, imprescindiblemente, si queremos que España sea un gran pueblo, hemos de ir á la solución de ese problema, dándola completa, sin regateos ni medias tintas; á las aspiraciones autonomistas de Cataluña, y
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{{brecha}}Cataluña, por lo tanto, según esta contestación, no es una nación oprimida, según manifestación del señor ministro de Fomento. Es una región española que quiere desenvolver su propio derecho y su propia lengua y no quiere más derechos que los que pueda tener cualquiera otra región española.
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{{Bloque centro|'''Cataluña no quiere que ninguna nación extraña intervenga en España.'''}}
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{{brecha}}Segunda pregunta. “Sin declamaciones patrióticas, asistiendo
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{{brecha}}No era esto exactamente lo que se decía en el folleto. Se decía que era indiferente ser francés ó alemán. Contestación:
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{{brecha}}“Si otra cosa no me aoonsejara el callarlo, me lo impediría el rubor que produce en mis mejillas el espectáculo tristísimo que estamos presenciando en España de memoriales inéditos para servicios desconocidos que se están presentando
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{{brecha}}Si esto es así, Cataluña no puede querer ser lo mismo francesa que alemana, porque no quiere que ninguna potencia extranjera intervenga en el régimen interior de España.
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{{brecha}}Si España puede y debe tener un ideal nacional, España es la nación, no Cataluña ni ninguna otra de las regiones españolas.
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{{brecha}}Cuarta pregunta: “Si es que su señoría, como parece desprenderse de su discurso del teatro del Bosque, aunque no de su interview en la Revista que he leído, á lo que aspira es meramente
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{{brecha}}Respuesta:
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{{brecha}}“En todos mis ensueños, en todos mis deseos, nunca he querido ni quiero yo que España, que el Estado español, sea un ente de razón, sea una cosa fría, sea meramente un poder federal. No; yo he declarado y repito aquí que España es una cosa viva; que siglos de convivencia, de disfrutar y de sentir las mismas bienandanzas y los mismos desastres, más desastres que bienandanzas; que la situación geográfica que nos manda
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{{brecha}}Es cierto que el Ministro de Fomento, en el discurso pronunciado en esta misma Cámara en el año 1916, dijo que España era una cosa viva. Lo que no había dicho jamás es que esa cosa viva tuviese una sustancia patriótica; y precisamente toda mi lucha en la primera etapa de estas Cortes fué con los nacionalistas vascos y con los nacionalistas catalanes en lo referente
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{{Bloque centro|'''Un telegrama de los antipatriotas.'''}}
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{{brecha}}Pero, señores, en estos momentos, que pudiéramos llamar momentos de efusión (aquellos momentos por cuyo advenimiento hizo tantos votos en su discurso contestando al mío el Sr. Cambó); en estos mismos momentos, cuando se estaba pronunciando por el Sr. Cambó este discurso, del Norte de España, de mi tierra misma, surgió una estridencia brutal, que yo no encuentro comparación más que con el relincho de un caballo salvaje que no siente sobre sus lomos el látigo del domador. (Fuertes rumores.) Será muy feo, pero es la verdad. Los señores diputados y senadores nacionalistas vascos se permitieron dirigir al Presidente de una República extranjera, con la fecha de 25 de Octubre pasado, el siguiente telegrama:
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{{brecha}}“Al cumplirse el 79.° aniversario de la anulación por el Gobierno español de la independencia del pueblo vasco, los que suscriben, diputados y senadores de las Cortes españolas, en nombre de todos los vascos que, conscientes de su nacionalidad, desean laborar por verla desenvolverse libremente, saludan al Presidente de los Estados Unidos de América que, al establecer las bases de la futura paz mundial, las ha fundamentado en el derecho de toda nacionalidad, grande
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{{Bloque centro|'''Antecedente y consiguiente del telegrama.'''}}
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{{brecha}}Este telegrama tiene un antecedente y tiene un consiguiente: el antecedente es un discurso pronunciado en Baracaldo por uno de los compañeros en las Cortes españolas, según ellos dicen, en las Cortes nacionales, según digo yo, el Sr. Epalza. Este señor, en su discurso de Baracaldo á que me refiero, dijo lo siguiente: “Hoy necesito servirme de la lengua invasora (llama lengua invasora á la lengua castellana; á la lengua en que están dados los Fueros de la provincia de Vizcaya), aunque mis palabras, pronunciadas en tierra vasca, abrasen mis labios. Debo utilizar aquí el verbo que la fuerza de los dominadores apoyada en nuestra inconsciencia, ha venido extendiendo y profundizando en “Euzkadi”. Y luego añade: “No queda, pues,
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{{brecha}}Ya está visto dónde buscan los aliados, en el presidente de la República de los Estados Unidos. Y el consiguiente de este telegrama está en el comentario que mereció
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{{brecha}}Vascos: no desmayéis. Vuestra hora sonará y ¡hay de quien entonces se oponga! ¡Saltará en pedazos! Todos los signos son en el mundo de que la hora de los oprimidos ha llegado.
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{{Bloque centro|'''Españoles que abominan de sus madres.'''}}
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{{brecha}}Pero, señores, ¿qué representación tienen los firmantes de este cablegrama para pedir, como si representasen el sentir popular, el sentir total vasco,
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{{brecha}}Pero es más; dirán que ellos tienen mandato de la raza. ¡Ah, señores, la raza! ¿No habéis oído los nombres que acabo de leer? ¡Si entre ellos existe sangre de todos los beligerantes! ¡Si en ellos hay un alemán!... (El Sr. Azqueta: Su señoría es francés. Fuertes protestas y rumores.) Yo no he dicho jamás que no tenga ascendencia francesa; pero lo que dice su señoría es la media verdad, porque mi ascendencia francesa es vasca. Y, sobre todo, lo que se está discutiendo es vuestra doctrina y no la mía. Yo he sostenido que la raza no es elemento de nacionalidad, y vosotros sostenéis todo lo contrario; y con vuestro argumento, yo os pregunto: ¿dónde está vuestra raza? Italianos, no vascos; franceses, no vascos; alemanes, no vascos; españoles que habéis abominado de vuestras madres y aun de vuestros padres (Grandes aplausos), ¿cómo podéis representar esa raza vasca que decís vosotros que existe? Lo que no tenéis es la representación de la raza vasca para pedir
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{{Bloque centro|'''El sentir de Vasconia.'''}}
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{{brecha}}Pero además, señores, podéis ser de raza vasca y no ser vascos; podéis tener la materialidad de la sangre y no tener los sentimientos vascos, y esto es lo que voy
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{{Bloque centro|'''Recuerdos históricos.'''}}
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{{brecha}}Señores: el último pueblo vasco que se unió á España, en frase de sus grandes documentos, en feliz incorporación, fué Navarra. Los demás pueblos estaban ya unidos á España, pertenecían á la Corona española. Pero Navarra tenía el sentimiento de esa unión, y prueba de ello es que los ejércitos del Rey católico penetraron sin lucha en la capital de Navarra, en Pamplona. En este momento, don Juan de Labrit, vino con parciales franceses
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{{brecha}}El señor PRESIDENTE: ¡Señor Barriobero, en mejor ocasión no podía haber su señoría interrumpido!
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{{brecha}}El Sr. BARRIOBERO: Yo quiero salvar mi opinión.
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{{brecha}}El Sr. PRESIDENTE: Pero no se salvará su señoría de la condenación de toda la Cámara. Sírvase su señoría escuchar en silencio, que bien se queja cuando
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{{brecha}}El Sr. PRADERA: “Sitiaron y batieron fuertemente la ciudad de Pamplona, defendiéndola con extremo valor el Duque de Alba, primer Virrey de Navarra, y desauciados (ortografía antigua) también de esta empresa, comenzaron
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{{brecha}}“Hallávase á la sazón el Rey Católico en Logroño disponiendo con su grande providencia todo lo necesario para la defensa y seguridad de sus Reynos. Tenía bien pesado el valor y grande fidelidad de los Guypuzcanos con largas experiencias, y noticioso de la retirada de los Franceses, escribió
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{{Bloque centro|'''Los nacionalistas vascos y el escudo de Guipúzcoa.'''}}
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{{brecha}}Es decir, que la provincia de Guipúzcoa ostenta en su blasón, como un timbre de gloria, esos doce cañones, que representan aquella artillería que iba
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{{brecha}}Verdad es, señores diputados, que los nacionalistas vascos, tan amantes de la historia, para que no se recuerde este hecho, en el blasón que ellos han formado de las provincias, en vez de poner en perspectiva los cañones —que es como están en el escudo de Guipúzcoa— los han puesto en proyección vertical, y así no se ven más que unos círculos que nada dicen
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{{Bloque centro|'''La unión de Guipúzcoa con la Corona española.'''}}
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{{brecha}}El segundo fuero es el referente
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{{brecha}}“Por algunas causas et razones que á ello me mueven, cumplideras á servicio de Dios e mío, e al bien comun de mis Reynos, por la presente quiero e mando e es mi merced e voluntad: LO QUAL QUIERO QUE AYA FUERZA E VIGOR DE LEY IRREVOCABLE PARA SIEMPRE JAMAS, BIEN ASSI COMO SI FUESSE FECHA E PROMULGADA EN CORTES, que la mi muy Noble e muy Leal Provincia de Guipúzcoa e todas las Villas e Lugares e Valles e Puertos e Antiglesias e Solares, e justicia e jurisdiccion civil e criminal e todas las otras cosas de la dicha Provincia, pertenecientes al Señorío Real, SEAN MIAS E DE LOS REYES QUE DESPUES DE MI FUEREN EN ESTOS REYNOS E DE LA CORONA REAL DE ELLOS, PARA SIEMPRE JAMAS, E QUE NON PUEDA SER, NIN SEA, ENAJENADA NIN APARTADA POR MI, nin por los Reyes que despues de mi fueren en mis Reynos, DE LA CORONA REAL DE ELLOS.”
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{{brecha}}Esto lo dictó el Rey Enrique IV, no de su propia voluntad, sino á petición de la provincia de Guipúzcoa, que quería una prenda del Rey de no enajenar, ni apartar jamás de la Corona española esa provincia; y
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{{brecha}}Decidme ahora, señores diputados, si representan el sentimiento vasco los que piden
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{{Bloque centro|'''El programa nacionalista vasco.'''}}
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{{brecha}}Tengo que recordar en este trance algo de lo que pasó aquí en la primera parte de esta legislatura. Recordaréis, señores, que al exponerse el programa nacionalista vasco se dijo por el Sr. Aranzadi que todo el programa nacionalista vasco era nada más que la derogación de la ley de 25 de Octubre del año 1839. En aquel momento, todos los Diputados vascos, de todas las fracciones que fueren, elevaron aquí su voz para decir al Congreso que eso lo pedíamos todos, pero con diverso sentido, porque para nosotros eso era el regionalismo, y, en cambio, para. los nacionalistas vascos era la independencia. Y para deshacer este equívoco, me dirigí yo entonces
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{{brecha}}No tuve contestación, como recordarán los señores Diputados. Pues bien: ahora está la contestación en este cablegrama: es la independencia lo que ellos desean; no es simplemente la derogación de la ley de 25 de Octubre de 1839. Ya veis, pues, cómo entonces no tuvieron valor para expresar aquí cuáles eran sus sentimientos, y fuera de aquí, con escándalo y vergüenza de España entera, con escándalo y vergüenza de los buenos vascos, han proclamado lo que yo deseaba que proclamasen; no porque yo tenga deseos de que ellos se declaren independientes de España, sino para conocer cuál es el verdadero pensamiento, cuál es la verdadera realidad de esa maldita doctrina que establece la guerra civil en España y establece la guerra civil en Vasconia. (Aprobación.)
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{{Bloque centro|'''El programa regionalista y el Tradicionalismo.'''}}
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{{brecha}}Conste, pues, que nosotros, en la doctrina regionalista, tenemos un programa bien definido: nosotros queremos el regionalismo con todos los derechos que el principio regionalista concede
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{{Bloque centro|'''La neutralidad española y los jaimistas.'''}}
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{{brecha}}Y terminado este punto, voy á entrar, señores diputados, en lo referente
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{{brecha}}Yo he escuchado con asombro, con verdaderoasombro, á políticos eminentes de esta Cámara que la neutralidad española fué una neutralidad casi forzada, porque no hubiera existido si no hubiera habido peligro de guerra civil en España.
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{{brecha}}Yo tengo que protestar contra eso. La neutralidad es un acto de soberanía, y nadie tiene derecho
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{{Bloque centro|'''Los pueblos maniobrados'''}}
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{{brecha}}He aquí por qué España, en buenos principios de justicia y de derecho, no podía intervenir en la contienda de pueblos extraños. De esto no debemos decir ni una palabra más, y no debemos decirla porque estas cuestiones no son para tratadas en la plaza pública,
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{{brecha}}Pero además de no poderse hablar de esto, es, señores, que físicamente tampoco cabe hablar de ello. Y no cabe hablar de ello, porque aquí se está tratando, en estos momentos solemnes, de optar ó por un lado ó por otro, y se olvidan todos los señores diputados de que no hay opción; y no hay opción, porque si es verdad que el mundo va á seguir regido en adelante por principios que hasta ahora no regían, el mundo no constituirá más que una sociedad de naciones. Y si constituye una sociedad de naciones, donde expresamente no puede haber Ligas entre los pueblos que formen esa sociedad de naciones, ¿a qué hablar de si vamos
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{{Bloque centro|'''Los fervores de los neófitos'''}}
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{{brecha}}Lo que pasa es que los fervores de neófito de muchos que son partidarios de estas doctrinas, no son excesivamente firmes;
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{{Bloque centro|'''La filia y la fobia del orador'''}}
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{{brecha}}Es preciso, por desgracia, en esta Cámara, acudir á testimonios casi notariales, sobre todo en estos momentos en que el mundo ha evolucionado en forma distinta de la que se creía (por lo menos de la que creían muchos), y por eso me voy
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{{brecha}}Pues yo, que dije eso hace más de un año, puedo hablar hoy con absoluta libertad en nombre de la minoría tradicionalista respecto de esta cuestión.
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{{Bloque centro|'''Los jaimistas en la cuestión internacional.'''}}
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{{brecha}}La minoría tradicionalista, el partido tradicionalista, en general, no hay que negarlo, ha sido, en su mayoría, germanófilo; pero también es verdad que los aliadófilos de ese partido no se han contentado con hacer negocios
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{{brecha}}Digo que el partido tradicionalista, en su mayoría, ha sido germanófilo, porque entendía que los tres dogmas nacionales, que como tales los tiene el partido tradicionalista, podían tener su realización dentro de esa tendencia germanófila; y hoy nosotros sostenemos esos mismos tres dogmas. Pero no tenemos por qué optar, al menos por ahora, porque nosotros nos creemos con el mismo derecho que los socialistas, y los socialistas no han optado.
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{{Bloque centro|'''La actitud de los socialistas.'''}}
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{{brecha}}Los socialistas se dicen aliadófilos; pero recordaréis, señores diputados, que el señor Besteiro declaró que, si la revolución de clases se producía en Alemania, entonces los socialistas serían germanófilos, y lo dijo en tales términos, que añadía: aunque con ello el partido socialista español se destrozase, como se destrozó Bélgica. Pues si los socialistas, por interés de clase tienen derecho
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{{Bloque centro|'''¿Besteiro, plagiario?'''}}
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{{brecha}}En este debate ha habido una novedad; en este debate el partido socialista ha expuesto su programa. Cuando el Sr. Besteiro desarrollaba en la última parte de su discurso todo lo referente
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{{brecha}}Poco á poco, de entre la penumbra del semiolvido, fueron precisándose mis recuerdos. Alrededor del año 1907, todo eso que el señor Besteiro nos dijo, lo dijo Jaurés en la Cámara francesa; y Clemenceau, después de un largo discurso, lo resumió con estas palabras, que encierran una profunda verdad filosófica: “Muéstreme el Sr. Jaurés el plano de la futura ciudad socialista.” Jaurés, menos cauto que Marx, que después de haber establecido la teoría del valor, la teoría de la “plus valía”, la crítica de la producción capitalista y la evolución de los diversos modos de producción, se detuvo en su obra “El capital” ante profecías de tiempos futuros, manifestando que él no estaba dispuesto
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{{brecha}}Ruego á los señores de la extrema izquierda que tengan conmigo aquellas consideraciones que yo tuve días pasados, cuando escuché al Sr. Besteiro; porque no es posible que la atención siga en estas materias su línea recta si por todos lados se la distrae.
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{{Bloque centro|'''Contradicciones económicas de la ciudad socialista'''}}
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{{brecha}}Pero debemos conocer cuál es el camino que conduce
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{{brecha}}Y además, en esa distribución lo que hace es agravar el salariado, porque ahora no todos somos asalariados, pero entonces, en esa ciudad socialista, todos lo serán, y lo serán del patrono más cruel, del patrono más duro, del Estado socialista. (El Sr. Besteiro: ¿Y el manifiesto comunista?) El manifiesto comunista se puede leer cuando su señoría quiera. Por cierto que allí se dice una cosa que vosotros no practicáis: que la religión es cosa del dominio privado, y vosotros, lo primero que hacéis es combatir la religión. (Rumores.)
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{{Bloque centro|'''Los socialistas partidarios del absolutismo'''}}
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{{brecha}}Llegamos ya, señores, al último punto; y el último punto del programa socialista es que, para obtener esta finalidad, es preciso apoderarse del Poder, es preciso conquistar el Poder. Yo quiero que os fijéis bien en estas palabras, señores diputados; no dicen los socialistas “conquistar la sociedad”, porque la sociedad se conquista con la verdad y con la persuasión, como la conquistó Cristo; los socialistas van
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{{brecha}}De todas maneras, esto es mucho más fácil que conquistar la sociedad. Y observad que ese Poder socialista ha de ser un Poder absoluto, de clase. Y aquí yo no tengo más que formular una pregunta. Al Sr. Cambó, el señor Besteiro lo llamó reaccionario; el señor Cambó es hombre de suficientes energías para saber rechazar ese calificativo; pero yo, que represento una minoría llamada reaccionaria, digo á su señoría, Sr. Besteiro, que si tiene derecho á pedir un Poder absoluto, no tiene derecho á usar de los términos del diccionario á su guisa; ¿por qué á nosotros, por suponernos absolutistas, se nos llama reaccionarios, y sus señorías se llaman modestamente avanzados, siendo partidarios de un Poder absoluto? Ahí queda también esa pregunta. (Sensación.)
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{{brecha}}Voy á resumir, señores. La nueva bandera que se presenta en estas Cortes tiene como aspiración política —lo habéis oído— un Poder absoluto, y tiene como aspiración de orden social el triunfo internacional de clase, el interés internacional de clase. Nosotros (nosotros, no, tengo que rectificar), la Patria, tiene una bandera distinta: opone al interés internacional de clase el interés nacional, que es la síntesis armónica de todos los intereses, religiosos, espirituales, morales y de clase, y al despotismo de un Poder absoluto opone la autarquía de todos esos organismos nacionales que promueven aquellos intereses
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{{Bloque centro|'''El pensamiento de los jaimistas'''}}
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{{brecha}}Señores diputados, nosotros pensamos que en estos momentos críticos, ante esta bandera de la Patria, deben abatirse las banderas de todas las parcialidades. (Muy bien, muy bien.) Nosotros pensamos que en estos momentos lo único que ha de ser para nosotros enseña de unión tiene que ser la bandera que nos diga cuál es el interés nacional y dónde están las autarquías de esos organismos regionalies. Y yo me dirijo
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{{Bloque centro|'''RECTIFICACION'''}}
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{{brecha}}Yo, Sr. Epalza, no he buscado nunca la lucha con el nacionalismo; el nacionalismo es el que ha buscado la lucha conmigo. En la anterior etapa de estas Cortes (y voy á otro testimonio, al de mi particular amigo el ilustre señor Conde de Romanones), recordará su señoría perfectamente que yo le pregunté si el Gobierno tenía opinión respecto de la cuestión nacionalista, y me contestó: como Gobierno, no. Entonces dije: como yo no voy á discutir con diputados, sino con el Gobierno, yo no planteo esta cuestión. En cambio, el señor Aranzadi fué el que la planteó.
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{{brecha}}¿Es que sus señorías querían que, planteando uno de sus señorías la cuestión nacionalista, yo me callase? No; yo acudo
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{{brecha}}Yo no he injuriado jamás
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{{brecha}}“arrojar la cara importa,<br>
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== Fuente ==
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