Diferencia entre revisiones de «La revolución proletaria y el renegado Kautsky»

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El folleto de Kautsky La dictadura del proletariado, aparecido hace poco en Viena (Wien, 1918, Ignaz Brand, 63 págs.), constituye un ejemplo evidentísimo de la más completa y vergonzosa bancarrota de la II Internacional, de esa bancarrota de que hace tiempo hablan todos los socialistas honrados de todas las naciones. El problema de la revolución proletaria pasa ahora prácticamente al orden del día en bastantes países. De ahí que sea imprescindible analizar los sofismas de Kautsky, propios de un renegado, y ver cómo abjura por completo del marxismo.
 
Pero ante todo hay que subrayar que quien escribe estas líneas, desde el mismo principio de la guerra, ha tenido que indicar muchas veces que Kautsky había roto con el marxismo. A ello estuvo consagrada una serie de artículos, publicados de 1914 a 1916 en Sotsial-Demokrat [1] y Kommunist [2], que apare cían en el extranjero. El Soviet de Petrogrado ha reunido estos artículos y los ha editado: G. Zinóviev y N. Lenin, Contra la corriente, Petrogrado, 1918 (550 págs.). En un folleto publicado en Ginebra en 1915, y traducido también entonces al alemán y al francés[3], decía yo del "kautskismo":
 
"Kautsky, autoridad suprema de la II Internacional, constituye un ejemplo sumamente típico y claro de cómo el reconocer el marxismo de palabra condujo, de hecho, a transformarlo en 'struvismo' o en 'brentanismo' (es decir, en la doctrina liberal burguesa que admite una lucha de 'clase' no revolucionaria del proletariado, lo que han expresado con especial claridad el escritor ruso Struve y el economista alemán Brentano). Lo vemos también en el ejemplo de Plejánov. Con manifiestos sofismas se castra en el marxismo su alma revolucionaria viva, se reconoce en él todo, menos los medios revolucionarios de lucha, la propaganda y la preparación de estos medios, la educación de las masas en este sentido. Kautsky, prescindiendo de ideologías, 'concilia' el pensamiento fundamental del socialchovinismo, es decir, el reconocimiento de la defensa de la patria en la guerra actual, con una concesión diplomática y ostensible a la izquierda, absteniéndose al votarse los créditos, declarando verbalmente su oposición, etc. Kautsky, que en 1909 escribió todo un libro sobre la proximidad de una época de revoluciones y sobre la relación entre la guerra y la revolución; Kautsky, que en 1912 firmó el manifiesto de Basilea[4] sobre la utilización revolucionaria de la guerra que se avecinaba, se desvive ahora por justificar y cohonestar el socialchovinismo y, como Plejánov, se une a la burguesía para mofarse de toda idea de revolución, de toda acción dirigida a una lucha efectivamente revolucionaria.
Línea 46:
Veamos la "palabreja" de Marx:
 
"Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media el período de la transformación revolucionaria de la primera en la segunda. A este período corresponde también un período político de transición, cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado"[5].
 
En primer lugar, decir que es "una sola palabra", y hasta una "palabreja", este famoso razonamiento de Marx, que resume toda su doctrina revolucionaria, es burlarse del marxismo, es renegar de él plenamente. No hay que olvidar que Kautsky se sabe a Marx casi de memoria y que, a juzgar por todos sus escritos, tiene en su mesa de trabajo o en su cabeza una serie de ficheros donde todo lo que Marx escribió está distribuido con el máximo orden y comodidad para las citas. Kautsky no puede ignorar que, tanto Marx como Engels, tanto en sus cartas como en las obras impresas, han hablado muchas veces de la dictadura del proletariado, antes de la Comuna y, sobre todo, después de ella. Kautsky no puede ignorar que la fórmula "dictadura del proletariado" no es sino un enunciado históricamente más concreto y científicamente más exacto de la misión del proletariado consistente en "destruir" la máquina estatal burguesa, misión de la que tanto Marx como Engels, teniendo en cuenta la experiencia de las revoluciones de 1848 y aún más de la de 1871, hablan de 1852 a 1891, durante cuarenta años.
Línea 100:
En fin, hablar de formas de gobierno es falsificar a Marx de manera no sólo necia, sino torpe, porque Marx, bien claramente, se refiere aquí a la forma o tipo de Estado, y no a la forma de gobierno.
 
La revolución proletaria es imposible sin destruir violentamente la máquina del Estado burgués y sin sustituirla por otra nueva, que, según las palabras de Engels, "no es ya un Estado en el sentido propio de la palabra"[6].
 
Kautsky tiene que encubrir y tergiversar todo esto; lo exige su posición de renegado.
Línea 128:
Este argumento de Kautsky es tan divertido, que se ve uno en un verdadero embarras des richesses (dificultad nacida de la abundancia . . . de objeciones). En primer lugar, es cosa sabida que la flor, el Estado Mayor, las capas altas de la burguesía huyeron de París a Versalles. En Versalles estaba el "socialista" Luis Blanc, lo cual demuestra, por cierto, que es falsa la afirmación de Kautsky cuando dice que en la Comuna participaron "todas las tendencias" del socialismo. ¿No es ridículo presentar como "democracia pura" con "sufragio universal" la división de los habitantes de París en dos campos beligerantes, en uno de los cuales estaba concentrada toda la burguesía de espíritu belicoso, políticamente activa?
 
En segundo lugar, la Comuna luchó contra Versalles, como gobierno obrero de Francia contra el gobierno burgués. ¿A qué viene aquí eso de "democracia pura" y de "sufragio universal", cuando París decidía la suerte de Francia? Cuando Marx consideraba que la Comuna había cometido un error por no haberse incautado del Banco, que pertenecía a toda Francia[7], ¿¿partía acaso de los principios y la práctica de la "democracia pura"??
 
Bien se ve que Kautsky escribe en un país donde la policía prohibe a la gente reirse "en grupo", porque de otro modo la risa le hubiera ya matado.
Línea 134:
En tercer lugar, me permitiré recordar respetuosamente al señor Kautsky, que se sabe de memoria a Marx y a Engels, el siguiente juicio de Engels sobre la Comuna desde el punto de vista . . . de la "democracia pura":
 
"¿No han visto nunca una revolución estos señores" (los antiautoritarios)? "Una revolución es, indudablemente, la cosa más autoritaria que existe; es el acto por medio del cual una parte de la población impone su voluntad a la otra parte por medio de fusiles, bayonetas y cañones, medios autoritarios si los hay; y el partido victorioso, si no quiere haber luchado en vano, tiene que mantener este dominio por el terror que sus armas inspiran a los reaccionarios. ¿La Comuna de París habría durado acaso un solo día, de no haber empleado esta autoridad de pueblo armado frente a los burgueses? ¿No podemos, por el contrario, reprocharle el no haberse servido lo bastante de ella?"[8]
 
¡Ahí tenéis la "democracia pura"! ¡Cómo se hubiera mofado Engels del vulgar pequeñoburgués, del "socialdemócrata" (en el sentido que se daba en Francia a estas palabras en la década del 40, y en el que se les da en toda Europa en 1914-1918) al que se le hubiera ocurrido hablar en general de "democracia pura" en una sociedad dividida en clases!
Línea 140:
Pero basta. Es imposible enumerar todos los absurdos a que llega Kautsky, porque cada una de sus frases es un abismo sin fondo de apostasía.
 
Marx y Engels han analizado con todo detalle la Comuna de París, demostrando que su mérito consistió en la tentativa de destruir, de romper "la máquina del Estado existente". Tal importancia atribuían Marx y Engels a esta conclusión, que en 1872 s ó l o introdujeron esa enmienda en el programa, "anticuado" (en parte) del Manifiesto Comunista [9] Marx y Engels han demostrado que la Comuna suprimía el ejército y la burocracia, suprimía el parlamentarismo, destruía "la excrecencia parasitaria que es el Estado", etc., pero el sapientísimo Kautsky se cala el gorro de dormir y repite lo que mil veces han dicho los profesores liberales, los cuentos de la "democracia pura".
 
No sin razón dijo Rosa Luxemburgo el 4 de agosto de 1914 que la socialdemocracia alemana es ahora un cadáver hediondo.
Línea 166:
Comencemos por recordar al doctísimo señor Kautsky las declaraciones teóricas de Marx y Engels que nuestro exégeta, para verguenza suya, "ha olvidado" (con objeto de complacer a la burguesía), y después explicaremos las cosas del modo más popular.
 
No sólo el Estado antiguo y feudal, sino también "el moderno Estado representativo es instrumento de que se sirve el capital para explotar el trabajo asalariado" (Engels, en su obra sobre el Estado)[10]. "Siendo el Estado una institución meramente transitoria, que se utiliza en la lucha, en la revolución, para someter por la violencia a los adversarios, es un absurdo hablar de un Estado libre del pueblo: mientras el proletariado necesite todavía del Estado, no lo necesitará en interés de la libertad, sino para someter a sus adversarios, y tan pronto como pueda hablarse de libertad, el Estado como tal dejará de existir" (Engels, en su carta a Bebel del 28 de marzo de 1875). "El Estado no es más que una máquina para la opresión de una clase por otra, lo mismo en la república democrática que bajo la monarquía" (Engels, en el prólogo a La guerra civil de Marx)[11]. El sufragio universal es "el índice de la madurez de la clase obrera. No puede llegar ni llegará nunca a más en el Estado actual " (Engels, en su obra sobre el Estado[12]. El señor Kautsky rumia en forma extraordinariamente aburrida la primera parte de esta tesis, admisible para la burguesía. ¡En cambio la segunda, que hemos subrayado y que no es admisible para la burguesía, el renegado Kautsky la pasa por alto!) "La Comuna no había de ser un organismo parlamentario, sino una corporación de trabajo, ejecutiva y legislativa al mismo tiempo. . . En vez de decidir una vez cada tres o seis años qué miembros de la clase dominante han de representar y aplastar (ver- und zertreten ) al pueblo en el parlamento, el sufragio universal había de servir al pueblo organizado en comunas, como el sufragio individual sirve a los patronos que buscan obreros y administradores para sus negocios" (Marx, en su obra sobre la Comuna de París La guerra civil en Francia )[13].
 
Cada una de estas tesis, que conoce perfectamente el doctísimo señor Kautsky, es para él una bofetada y descubre toda su traición. En todo el folleto de Kautsky no hay ni una sola gota de comprensión de estas verdades. ¡Todo él es una burla del marxismo!
Línea 176:
¡Oh erudición! ¡Oh refinado servilismo ante la burguesía! ¡Oh civilizada manera de reptar ante los capitalistas y lamerles las botas! Si yo fuera Krupp, Scheidemann, Clemenceau o Renaudel, le pagaría al señor Kautsky millones, le recompensaría con besos de Judas, lo elogiaría ante los obreros, recomendaría "la unidad socialista" con gentes tan "respetables" como él. ¿No es prestar lacayunos servicios a la burguesía eso de escribir folletos contra la dictadura del proletariado, traer a colación a los whigs y tories del siglo XVIII en Inglaterra, afirmar que democracia significa "defensa de la minoría" y guardar silencio sobre los pogroms desencadenados contra los internacionalistas en la "democrática" República de los Estados Unidos?
 
El sabio señor Kautsky "ha olvidado" -- probablemente por casualidad... -- una "pequeñez": el partido dominante de una democracia burguesa sólo cede la defensa de la minoría a otro partido burgués, mientras que al proletariado, en todo problema serio, profundo y fundamental, en lugar de "defensa de la minoría" le tocan en suerte estados de guerra o pogroms. Cuanto más desarrollada está la democracia, tanto más cerca se encuentra en toda divergencia política profunda, peligrosa para la burguesía, del pogrom o de la guerra civil. El sabio señor Kautsky podía haber advertido esta "ley" de la democracia burguesa en el asunto Dreyfus en la Francia republicana, en el linchamiento de negros e internacionalistas en la democrática República de los Estados Unidos, en el ejemplo de Irlanda y de Ulster en la democrática Inglaterra[14], en la persecución de los bolcheviques y en la organización de pogroms contra ellos en abril de 1917, en la democrática República de Rusia. Intencionadamente cito ejemplos que no corresponden sólo al período de guerra, sino también al período prebélico, al tiempo de paz. El melifluo señor Kautsky estima oportuno cerrar los ojos ante estos hechos del siglo XX, y contar, en cambio, a los obreros cosas admirablemente nuevas, de extraordinario interés, inusitadamente instructivas e increíblemente enjundiosas sobre los whigs y los tories del siglo XVIII.
 
Considerad el parlamento burgués. ¿Puede admitirse que el sabio Kautsky no haya oído decir nunca que los parlamentos burgueses están tanto más sometidos a la Bolsa y a los banqueros cuanto más desarrollada está la democracia? Esto no quiere decir que no deba utilizarse el parlamentarismo burgués (y los bolcheviques lo han utilizado quizá con mayor éxito que ningún otro partido del mundo, porque en 1912-1914 habíamos conquistado toda la curia obrera de la cuarta Duma). Pero sí quiere decir que sólo un liberal puede olvidar, como lo hace Kautsky, el carácter históricamente limitado y condicional que tiene el parlamentarismo burgués. En el más democrático Estado burgués, las masas oprimidas tropiezan a cada paso con una contradicción flagrante entre la igualdad formal, proclamada por la "democracia" de los capitalistas, y las mil limitaciones y tretas reales que convierten a los proletarios en esclavos asalariados. Esta contradicción es lo que abre a las masas los ojos ante la podredumbre, la falsedad y la hipocresía del capitalismo. ¡Esta contradicción es la que los agitadores y los propagandistas del socialismo denuncian siempre ante las masas a fin de prepararlas para la revolución! Y cuando ha comenzado una era de revoluciones, Kautsky le vuelve la espalda y se dedica a ensalzar los encantos de la democracia burguesa agonizante.
Línea 229:
¡Obsérvese que esto se dice a propósito de la Comuna de París ! Para mayor evidencia, veamos lo que decían Marx y Engels de la dictadura a propósito de la Comuna :
 
Marx : ... "Si los obreros sustituyen la dictadura de la clase burguesa con su dictadura revolucionaria... para vencer la resistencia de la burguesía. . ., dan al Estado una forma revolucionaria y transitoria"...[15]
 
Engels : ... "El partido victorioso" (en la revolución) "si no quiere haber luchado en vano, tiene que mantener este dominio por el terror que sus armas inspiran a los reaccionarios. ¿La Comuna de París habría durado acaso un solo día, de no haber empleado esta autoridad de pueblo armado frente a los burgueses? ¿No podemos, por el contrario, reprocharle el no haberse servido lo bastante de ella?"...
Línea 333:
Sea que Kautsky renuncia en absoluto a que el Poder del Estado pase a manos de la clase obrera, sea que admite que la clase obrera se adueñe de la vieja máquina estatal, de la máquina burguesa, pero de ningún modo consiente que la rompa y la destruya, sustituyéndola por una nueva, por la máquina proletaria. Que se "interprete" o se "explique" de uno u otro modo el razonamiento de Kautsky, en ambos casos resulta evidente su ruptura con el marxismo y su paso al lado de la burguesía.
 
Ya en el Manifiesto Comunista, al hablar del Estado que necesita la clase obrera triunfante, escribía Marx: "El Estado, es decir, el proletariado organizado como clase dominante"[16]. Y ahora un hombre que pretende seguir siendo marxista, declara que el proletariado totalmente organizado y que sos tiene "una lucha decisiva" contra el capital, no debe hacer de su organización de clase una organización de Estado. La "fe supersticiosa en el Estado", que según escribía Engels en 1891 "en Alemania se ha trasplantado a la consciencia general de la burguesía e incíuso a la de muchos obreros"[17], es lo que en este caso ha puesto de manifiesto Kautsky. Luchad, obreros, "autoriza" nuestro filisteo (también lo "autoriza" el burgués porque de todos modos los obreros luchan, y lo único que hace falta es buscar el modo de embotar el filo de su espada). ¡Luchad, pero no tratéis de vencer! ¡No destruyáis la máquina del Estado burgués, no sustituyáis la "organización estatal" burguesa por la "organi zación estatal" proletaria!
 
Una persona que compartiera en serio la idea de Marx de que el Estado no es más que una máquina para el aplastamiento de una clase por otra, que se hubiera parado a meditar sobre esta verdad, no habría podido llegar nunca al absurdo de decir que las organizaciones proletarias, capaces de vencer al capital financiero, no deben transformarse en organizaciones de Estado. Eso es lo que revela al pequeñoburgués, para el que el Estado es, "a pesar de todo", una entidad al margen de las clases, o situada por encima de las clases. En efecto, ¿por qué puede el proletariado, "una sola clase ", hacer una guerra decisiva al capital, que no sólo domina sobre el proletariado, sino sobre el pueblo entero, sobre toda la pequeña burguesía, sobre todos los campesinos, y no puede, siendo "una sola clase ", transformar su organización en organización de Estado? Porque el pequeñoburgués teme la lucha de clases y no la lleva a término, a lo más importante.
Línea 363:
¡Una verdadera perla! ¡¡Sólo un sicofante al servicio de la burguesía puede falsear tanto los hechos, para dar al lector la impresión de que los discursos de los bolcheviques sobre un tipo superior de Estado son una invención, a la que sólo han recurrido después de haberse visto en minoria en la Asamblea Constituyente!! Una mentira tan vil sólo pudo decirla un canalla vendido a la burguesia, o, lo que es absolutamente igual, que se ha fiado de P. Axelrod y encubre a sus informadores.
 
Porque todo el mundo sabe que el mismo dia de mi llegada a Rusia, el 4 de abril de 1917, leí públicamente las tesis en que proclamaba la superioridad de un Estado del tipo de la Comuna sobre la república parlamentaria burguesa. Después lo he vuelto a manifestar repetidamente en la prensa, por ejemplo, en un folleto sobre los partidos políticos que se tradujo al inglés[18] y fue publicado en Norteamérica en enero de 1918, en el Evening Post [19] de Nueva York. Es más, la Conferencia del Partido Bolchevique, celebrada a fines de abril de 1917, adoptó una resolución diciendo que la república de proletarios y campesinos es superior a la república parlamentaria burguesa, que nuestro Partido no se conformaba con esta última y que el programa del Partido debia modificarse en este sentido.
 
¿Cómo calificar después de esto la ocurrencia de Kautsky, que afirma a los lectores alemanes que yo exigia con el mayor empeño la convocatoria de la Asamblea Constituyente y que sólo al quedar los bolcheviques en minoría dentro de ella empecé a "mancillar" el honor y la dignidad de esa Asamblea? ¿Cómo puede justificarse esta ocurrencia?<ref>A propósito: ¡hay muchos de estos embustes mencheviques en el folleto de Kautsky! Es un libelo de un menchevique enfurecido.</ref> ¿No estaba Kautsky al corriente de los hechos? ¿Para qué, pues, se ha puesto a escribir sobre ellos? ¿Por qué no ha declarado lealmente: Yo, Kautsky, escribo apoyándome en datos de los mencheviques Stein, P. Axelrod y compañía? Con su pretensión de objetividad, quiere disimular su papel de criado de los mencheviques, a quienes la derrota ha puesto furiosos.
Línea 483:
Con profunda indignación moral refiere nuestro doctísimo Judas Golovliov a los obreros alemanes que el 14 de junio de 1918, el Comité Ejecutivo Central de los Soviets de toda Rusia acordó expulsar de los Soviets a los representantes del partido eserista de derecha y de los mencheviques. "Esta medida -- escribe el Judas Kautsky, ardiendo de noble indignación -- no va dirigida contra personas determinadas, que hayan cometido determinados actos punibles... La Constitución de la República Soviética no dice ni una palabra de la inmunidad de los diputados a los Soviets. No son determinadas personas, sino determinados partidos a los que en este caso se expulsa de los Soviets" (pág. 37).
 
Sí, esto es en efecto horrible, es apartarse de un modo intolerable de la democracia pura, con arreglo a cuyas normas hará la revolución nuestro revolucionario Judas Kautsky. Nosotros, los bolcheviques rusos, debimos haber empezado por prometer la inmunidad a los Sávinkov y compañía, a los Líberdan[20], Pótresov (los "activistas") y compañía y después redactar un código penal por el que se declarara "punible" la participación en la guerra contrarrevolucionaria de los checoslovacos, o la alianza con los imperialistas alemanes en Ucrania o en Georgia contra los obreros de su país; sólo después, en virtud de este código penal, hubiéramos estado facultados según la "democracia pura", para expulsar de los Soviets a "determinadas personas". Se sobreentiende que los checoslovacos, que recibían dinero de los capitalistas anglo-franceses por mediación de los Sávinkov, Pótresov y Líberdan (o gracias a su propaganda), lo mismo que los Krasnov, que han recibido proyectiles de los alemanes por mediación de los mencheviques de Ucrania y de Tiflís, se habrían estado quietos hasta que nosotros hubiésemos redactado nuestro código penal en la forma debida y, como los más puros demócratas, habríanse limitado a un papel de "oposición"...
 
La misma indignación moral siente Kautsky ante el hecho de que la Constitución soviética priva de los derechos electorales a los que "emplean obreros asalariados con fines de lucro". "Un trabajador a domicilio o un pequeño patrono con un oficial -- escribe Kautsky --, pueden vivir y sentir como verdaderos proletarios y no tienen derecho a votar" (pág. 36).
 
¡Qué desviación de la "democracia pura"! ¡Qué injusticia! Bien es verdad que hasta ahora todos los marxistas suponían, y miles de hechos lo confirmaban, que los peque ños patronos son los más crueles y mezquinos explotadores de los obreros asalariados; pero el Judas Kautsky no habla, naturalmente, de la clase de los pequeños patronos (¿quién habrá imaginado la funesta teoría de la lucha de clases?), sino de individuos, de explotadores, que "viven y sienten como verdaderos proletarios". La famosa Agnes la hacendosa, a la que se creía muerta hace tiempo, ha resucitado bajo la pluma de Kautsky. Esta Agnes la hacendosa la inventó hace algunos decenios y puso en boga en la literatura alemana un demócrata "puro", el burgués Eugenio Richter. Este predijo indecibles males como consecuencia de la dictadura del proletariado, de la confiscación del capital de los explotadores, y preguntó con candor qué significaba un capitalista en sentido jurídico. Como ejemplo, citaba a una costurera pobre y hacendosa (Agnes la hacendosa ), a la que los malos "dictadores del proletariado" arrebataban hasta el último céntimo. Hubo un tiempo en que toda la socialdemocracia alemana se rió de esta Agnes la hacendosa del demócrata puro Eugenio Richter. Pero esa época está ya lejos, tan lejos que se refiere a los tiempos en que aún vivía Bebel y decía francamente esta verdad: en nuestro partido hay muchos nacional-liberales[21]. Tanto tiempo hace, que Kautsky aún no era renegado.
 
Y ahora Agnes la hacendosa ha resucitado en la persona del "pequeño patrono con un solo oficial, que vive y siente como un verdadero proletario". Los malvados bolcheviques se portan mal con él, le privan del derecho a votar. Verdad es que "cada asamblea de electores", según dice el mismo Kautsky, puede en la República Soviética admitir a un pobre artesano relacionado, por ejemplo, con una fábrica, si por excepción no es un explotador, si en realidad "vive y siente como un verdadero proletario". ¿Pero puede uno fiarse del conocimiento de la vida, del sentido de justicia de una asamblea de simples obreros de una fábrica, mal organizados y que proceden (¡horror!) sin estatutos? ¿No está claro acaso que vale más conceder derechos electorales a todos los explotadores, a todos los que emptean obreros asalariados, que correr el riesgo de que los trabajadores traten mal a Agnes la hacendosa y al "artesano que vive y siente como un proletario"?
Línea 533:
Los mencheviques engañaban miserablemente al pueblo diciendo que se trataba de una guerra defensiva o revolucionaria, y Kautsky, al aprobar la política de los mencheviques, aprueba que se engañe al pueblo, aprueba el papel de los pequeños burgueses, que para servir al capital embaucan a los obreros y los atan al carro del imperialismo. Kautsky mantiene una política típicamente pequeñoburguesa, filistea, imaginándose (e inculcando a las masas esa idea absurda) que con lanzar una consigna cambian las cosas. Toda la historia de la democracia burguesa pone al desnudo esta ilusión: para engañar al pueblo, los demócratas burgueses han lanzado y lanzan siempre todas las "consignas" imaginables. El problema consiste en comprobar su sinceridad, en comparar las palabras con los hechos, en no contentarse con frases idealistas o charlatanescas, sino en ver la realidad de clase. La guerra imperialista no deja de serlo cuando los charlatanes o los mesócratas filisteos lanzan una "consigna" dulzona, sino únicamente cuando la clase que dirige la guerra imperialista y está ligada a ella por millones de hilos (incluso de maromas) de carácter económico, es en la realidad derribada y la sustituye en el Poder la clase verdaderamente revolucionaria, el proleta riado. De otro modo es imposible librarse de una guerra imperialista, así como de una paz imperialista, rapaz.
 
Al aprobar la política exterior de los mencheviques, al calificarla de internacionalista y zimmerwaldiana, Kautsky pone al descubierto en primer lugar toda la podredumbre de la mayoría oportunista de Zimmerwald (¡no sin razón nosotros, la izquierda de Zimmerwald[24], nos separamos inmediatamente de tal mayoría!), y en segundo lugar -- y esto es lo más importante --, pasa del punto de vista proletario al pequeñoburgués, de la posición revolucionaria a la reformista.
 
El proletariado lucha para derribar a la burguesía imperialista mediante la revolucion; la pequeña burguesía propugna el "perfeccionamiento" reformista del imperialismo, la adaptación a él, sometiéndose a él. Cuando Kautsky era todavía marxista, por ejemplo en 1909, al escribir El camino del Poder, defendía precisamente la idea de que la revolución era inevitable en caso de guerra, hablaba de la proximidad de una era de revoluciones. El Manifiesto de Basilea de 1912, habla clara y terminantemente de la revolución proletaria derivada de la guerra imperialista entre los grupos alemán e inglés, que fue precisamente la que estalló en 1914. Y en 1918, cuando han comenzado las revoluciones derivadas de la guerra, en vez de explicar su carácter inevitable, en vez de meditar y concebir hasta el fin la táctica revolucionaria, los medios y los procedimientos de prepararse para la revolución, Kautsky se dedica a llamar internacionalismo a la táctica reformista de los mencheviques. ¿No es esto una apostasía?
Línea 539:
Kautsky elogia a los mencheviques porque insistieron en que se mantuviera el ejército en disposición de combate. A los bolcheviques les censura el haber aumentado la "desorganización del ejército", que ya de por sí era grande. Esto significa elogiar el reformismo y la subordinación a la burguesía imperialista, censurar la revolución y renegar de ella, porque mantener bajo Kerenski la disposición de combate significaba y era conservar el ejército con los mandos burgueses (aun cuando republicanos). Todo el mundo sabe -- y el curso de los acontecimientos lo ha demostrado con evidencia -- que el ejército republicano conservaba el espíritu kornilovista, pues los mandos eran kornilovistas. La oficialidad burguesa no podía menos de ser kornilovista, de inclinarse hacia el imperialismo, hacia el sojuzgamiento violento del proletariado. La táctica de los mencheviques se reducía de hecho a dejar intactas todas las bases de la guerra imperialista, todas las bases de la dictadura burguesa, arreglando detalles de poca monta y componiendo pequeños defectos ("reformas").
 
Y a la inversa. Sin "desorganización" del ejército no se ha producido ni puede producirse ninguna gran revolución. Porque el ejército es el instrumento más fosilizado en que se apoya el viejo régimen, el baluarte más pétreo de la disciplina burguesa y de la dominación del capital, del mantenimiento y la formación de la mansedumbre servil y la sumisión de los trabajadores ante el capital. La contrarrevolución no ha tolerado ni pudo tolerar jamás que junto al ejército existieran obreros armados. En Francia -- escribía Engels --, después de cada revolución estaban aún armados los obreros "por eso, el desarme de los obreros era el primer mandamiento de los burgueses que se hallaban al frente del Estado"[25]. Los obreros armados eran germen de un ejército nuevo, la célula orgánica de un nuevo régimen social. Aplastar esta célula, impedir su crecimiento, era el primer mandamiento de la burguesía. El primer mandamiento de toda revolución triunfante -- Marx y Engels lo han subrayado muchas veces -- ha sido deshacer el viejo ejército, disolverlo y reemplazarlo por un ejército nuevo[26]. La clase social nueva que se alza a la conquista del Poder, no ha podido nunca ni ahora puede conseguir ese Poder ni afianzarse en él sin destrozar por completo el antiguo ejército ("desorganización", claman con este motivo los mesócratas reaccionarios o sencillamente cobardes); sin pasar por un período sembrado de dificultades y de pruebas, falto de todo ejército (la gran revolución francesa pasó también por este terrible período); sin formar poco a poco, en dura guerra civil, el nuevo ejército, la nueva disciplina, la nueva organización militar de una nueva clase. El historiador Kautsky lo comprendía antes. El renegado Kautsky lo ha olvidado.
 
¿Con qué derecho llama Kautsky a los Scheidemann "socialistas gubernamentales", cuando él mismo aprueba la táctica de los mencheviques en la revolución rusa? Los mencheviques, que apoyaban a Kerenski y entraron a formar parte de su ministerio, eran igualmente socialistas gubernamentales. Kautsky no podrá rehuir en modo alguno esta conclusión, si es que intenta referirse a la clase dominante que hace la guerra imperialista. Pero Kautsky rehuye hablar de la clase dominante, problema obligatorio para un marxista, porque sólo el plantearlo bastaría para desenmascarar a un renegado.
Línea 601:
Acusar de traición a los proletarios de Europa -- escribe Kautsky -- es acusar a desconocidos.
 
¡Se equivoca usted, señor Kautsky! ¡Mírese al espejo y verá a los "desconocidos" contra quienes va dirigida la acusación! Kautsky se hace el ingenuo, finge no comprender quién lanza la acusación y qué sentido tiene. En realidad, sabe perfectamente que esta acusación la han lanzado y la lanzan los "izquierdistas" alemanes, los espartaquistas[27], Liebknecht y sus amigos. Esta acusación expresa la clara conciencia de que el proletariado alemán incurrió en una traición con respecto a la revolución rusa (e internacional) al aplastar a Finlandia, Ucrania, Letonia y Estonia. Esta acusación va dirigida, ante todo y sobre todo, no contra la masa, siempre oprimida, sino contra los jefes que, como Scheidemann y Kautsky, no han cumplido su deber de agitación revolucionaria, de propaganda revolucionaria, de trabajo revolucionario entre las masas para superar la rutina de éstas; contra los jefes cuya actuación ha contrarrestado de hecho los instintos y aspiraciones revolucionarios siempre latentes en el fondo de la masa de una clase oprimida. Los Scheidemann han traicionado franca, grosera y cínicamente al proletariado, la mayor parte de las veces por motivos egoístas, y se han pasado al campo de la burguesía. Los kautskianos y longuetistas han hecho lo mismo titubeando, vacilando, mirando cobardemente a los que eran en aquel momento fuertes. Durante la guerra, Kautsky, con todos sus escritos, no ha hecho más que apagar el espíritu revolucionario en vez de fomentarlo y desarrollarlo.
 
¡Como un monumento de la estupidez pequeñoburguesa del jefe "medio" de la socialdemocracia oficial alemana quedará en la historia el que Kautsky no comprenda siquiera el gigantesco valor teórico y la importancia aún más grande que para la agitación y la propaganda tiene esta "acusación" de que los proletarios de Europa han traicionado a la revolución rusa! ¡Kautsky no comprende que esta "acusación", bajo el régimen de censura del "imperio" alemán, es casi la única forma en que los socialistas alemanes que no han traicionado al socialismo, Liebknecht y sus amigos, expresan su llamamiento a los obreros alemanes para que derriben a los Scheide mann y a los Kautsky, aparten a tales "jefes" y se desem baracen de sus prédicas, que les embotan y envilecen; para que se levanten a pesar de ellos, sin ellos y por encima de ellos, hacia la revolución, a la revolución !
Línea 628:
Kautsky tomó indirectamente parte en esta discusión en 1905, cuando, consultado por Plejánov, entonces menchevique, se pronunció en el fondo contra él, lo que originó entonces extraordinarias burlas de la prensa bolchevique. Ahora no dice Kautsky ni una palabra de los antiguos debates (¡teme que lo desenmascaren sus propias manifestaciones!). Y así deja al lector alemán absolutamente imposibilitado para comprender el fondo del problema. El señor Kautsky no podía decir a los obreros alemanes en 1918 que en 1905 él era partidario de la alianza de los obreros con los campesinos, y no con la burguesía liberal, no podía decirles en qué condiciones propugnaba esta alianza, ni el programa que él proycctaba para esta alianza.
 
Kautsky da marcha atrás, y so pretexto de un "análisis económico", con frases altaneras sobre el "materialismo histórico", propugna ahora la subordinación de los obreros a la burguesía, rumiando, con ayuda de citas del menchevique Máslov, las viejas concepciones liberales de los mencheviques; ¡estas citas le sirven para demostrar una idea nueva sobre el atraso de Rusia, de cuya idea nueva se saca una conclusión vieja, diciendo, poco más o menos, que en una revolución burguesa no se puede ir más lejos que la burguesía! ¡Y esto a pesar de todo lo que tienen dicho Marx y Engels al comparar la revolución burguesa de 1789-1793 en Francia con la revolución burguesa de Alemania en 1848![28]
 
Antes de pasar al "argumento" de más peso y a lo principal del "análisis económico" de Kautsky, observemos la curiosa confusión de ideas o la ligereza del autor que denotan ya las primeras frases:
 
"El fundamento económico de Rusia -- afirma nuestro "teórico" -- es hasta ahora la agricultura, y concretamente la pequeña producción campesina. De ella viven cerca de las cuatro quintas partes, quizá hasta las cinco sextas partes de la población" (pág. 45). En primer lugar, ¿ha pensado usted, respetable teórico, cuántos explotadores puede haber entre esta masa de pequeños productores? Naturalmente, todo lo más una décima parte, y en las ciudades aún menos, porque allí está más desarrollada la gran producción. Ponga usted incluso una cifra inverosímilmente elevada, suponga usted que una quinta parte de los pequeños productores son explotadores que pierden el derecho electoral. Y aun así verá usted que ese 66% de bolcheviques del V Congreso de los Soviets representaba a la mayoría de la población. A ella debe añadirse, además, que un número muy importante de eseristas de izquierda fueron siempre partidarios del Poder soviético, es decir, en principio, todos los eseristas de izquierda estaban por el Poder soviético, y cuando una parte de ellos se lanzó a la aventurera revuelta de julio de 1918, de su antiguo partido se separaron dos partidos nuevos, el de los "comunistas populistas" y el de los "comunistas revolucionarios"[29] (constituidos por destacados eseristas de izquierda, a los que ya el antiguo partido había elevado a los puestos más importantes del Estado, perteneciendo al primero, por ejemplo, Zax y al segundo Kolegáev). Por consiguiente, el mismo Kautsky ha refutado -- ¡sin querer! -- la ridícula leyenda de que con los bolcheviques está la minoría de la población.
 
En segundo lugar: ¿Ha pensado usted, gentil teórico, que el pequeño productor campesino vacila inevitablemente entre el proletariado y la burguesía? ¡Esta verdad marxista, que confirma la historia entera de la Europa contemporánea, la "ha olvidado" Kautsky muy a tiempo, porque reduce a polvo toda la "teoría" menchevique que él reproduce! Sin "olvidarla", no habría podido negar la necesidad de la dictadura del proletariado en un país en que predominan los pequeños productores campesinos. -- -- --
Línea 660:
Naturalmente, el socialista y marxista Kautsky se indigna profundamente ante la idea de que tal medida pueda rebasar los alrededores de las grandes ciudades (y en Rusia se extiende por todo el país). El socialista y marxista Kautsky observa sentenciosamente, con inimitable, con incomparable, con admirable flema (o necedad) de filisteo: . . ."Estas (expropiaciones de campesinos acomodados) introducen un nuevo elemento de perturbación y de guerra civil en el proceso de la producción". . . (¡la guerra civil trasplantada al "proceso de la producción" es ya una cosa sobrenatural!). . . "que para su saneamiento necesita imperiosamente de tranquilidad y seguridad" (49).
 
Sí, sí, la tranquilidad y seguridad de los explotadores y de los que especulan con los cereales, esconden sus sobrantes, sabotean la ley sobre el monopolio de los cereales y condenan al hambre a la población de las ciudades, debe, naturalmente, arrancar suspiros y lágrimas al marxista y socialista Kautsky. Todos nosotros somos socialistas y marxistas e internaciona listas, gritan a coro los señores Kautsky, Enrique Weber[30] (Viena), Longuet (París), MacDonald (Londres), etc.; todos estamos por la revolución de la clase obrera, pero. . . ¡pero a condición de no turbar la tranquilidad ni la seguridad de los especuladores de cereales! Y esta inmunda obsequiosidad ante los capitalistas la encubrimos con alusiones "marxistas" al "proceso de la producción". . . Si esto es marxismo ¿qué será servilismo ante la burguesía?
 
Veamos lo que le resulta a nuestro teórico. Acusa a los bolcheviques de hacer pasar una dictadura de los campesinos por la dictadura del proletariado. Al mismo tiempo nos acusa de llevar la guerra civil al campo (nosotros consideramos que esto es un mérito nuestro), de enviar al campo destacamentos de obreros armados los cuales proclaman francamente que ejercen "la dictadura del proletariado y de los campesinos pobres", ayudan a éstos, expropian a los especuladores, a los campesinos ricos, los sobrantes de grano que ocultan en violación de la ley sobre el monopolio de cereales.
Línea 674:
Ocurrió, en efecto, tal y como nosotros dijimos. La mar cha de la revolución ha confirmado el acierto de nuestro razonamiento. Al principio, del brazo de "todos" los cam pesinos contra la monarquía, contra los terratenientes, contra el medievalismo (y en este sentido, la revolución sigue siendo burguesa, democrático-burguesa). Después, del brazo de los campesinos pobres, del brazo del semiproletariado, del brazo de todos los explotados contra el capitalismo, incluyendo los ricachos del campo, los kulaks, los especuladores, y en este sentido, la revolución se convierte en socialista. Querer levantar una muralla china artificial entre ambas revoluciones, separar la una de la otra por algo que no sea el grado de preparación del proletariado y el grado de su unión con los campesinos pobres, es la mayor tergiversación del marxismo, es adocenarlo, reemplazarlo por el liberalismo. Sería hacer pasar de contrabando, mediante citas seudocientíficas sobre el carácter progresivo de la burguesía en comparación con el medievalismo, una defensa reaccionaria de la burguesía frente al proletariado socialista.
 
Por cierto que los Soviets son un tipo y una forma muy superior de democracia porque, aunando e incorporando a la política a la masa de obreros y campesinos, son el barómetro más próximo al "pueblo" (en el sentido en que Marx hablaba en 187I de verdadera revolución popular)[31], el barómetro más sensible del desarrollo y aumento de la madurez política y de clase de las masas. La Constitución soviética no se ha escrito según un "plan", no ha sido compuesta en despachos ni impuesta a los trabajadores por los juristas burgueses. No, esa Constitución ha surgido del proceso de desarrollo de la lucha de clases, a medida que maduraban las contradicciones de clase. Así lo demuestran hechos que Kautsky se ve obligado a reconocer.
 
Al principio, los Soviets agrupaban a los campesinos en su totalidad. La falta de desarrollo, el atraso y la ignorancia de los campesinos pobres ponían la dirección en manos de los kulaks, de los ricos, de los capitalistas y de los intelectuales pequcñoburgueses. Fue la época de hegemonía de la p.queña burguesía, de los mencheviques y ]os socialistas revolucionarios (sólo bobos o renegados como Kautsky pueden creer que unos u otros sean socialistas). La pequeña burguesía, inevitable e imprescindiblemente oscilaba entre la dictadura de la burguesía (Kerenski, Kornílov, Sávinkov) y la dictadura del proletariado, porque la pequeña burguesía es incapaz de nada independiente atendidos los caracteres esenciales de su situación económica. Dicho sea de paso, Kautsky reniega totalmente del marxismo cuando en su análisis de la revolución rusa sale del paso con la noción jurídica y formal de "democracia", que sirve a la burguesía para disimular su dominación y engañar a las masas, olvidando que "democracia" quiere decir de hecho unas veces dictadura de la burguesía, y otras impotente reformismo de la mesocracia que se somete a esa dictadura, etc. Según Kautsky, resulta que en un país capitalista había partidos burgueses, había un partido proletario (los bolcheviques), que llevaba tras de sí a la mayoría del proletariado, a su masa, pero, ¡no había partidos pequeñoburgueses! ¡Los mencheviques y eseristas no tenían raíces de clase, raíces pequeñoburguesas!
Línea 692:
En cambio, el Estado del tipo de la Comuna, el Estado soviético dice franca y honradamente la verdad al pueblo, declarando que es la dictadura del proletariado y de los campesinos pobres, atrayéndose con esta verdad a decenas y decenas de millones de nuevos ciudadanos mantenidos en la ignorancia dentro de cualquier república democrática, incorporándolos a la política, a la democracia, a la administración del Estado, de los Soviets. La República Soviética envía al campo destacamentos de obreros armados, en primer lugar a los más avanzados, a los de las capitales. Estos obreros llevan el socialismo al campo, ponen de su lado a los campesinos pobres, los organizan e instruyen y les ayudan a aplastar la resistencia de la burguesia.
 
Todos los que están al corriente de la situación y han visitado el campo dicen que solamente en el verano y el otoño de 1918 ha llegado a éste la Revolución de "Octubre" (es decir, la revolución proletaria). Se produce el viraje. A la ola de revueltas de kulaks sigue un movimiento ascensional de los campesinos pobres, el incremento de los "Comités de campesinos pobres". En el ejército aumenta el número de comisariGs que proceden de la clase obrera, el número de oficiales y de comandantes de división y de ejército que proceden de la clase obrera. Mientras que el imbécil de Kautsky, asustado por la crisis de julio (de 1918)[32] y los alaridos de la burguesía, corre tras ella como un "polluelo" y escribe todo un folleto del que emana la convicción de que los campesinos están a punto de derribar a los bolcheviques, mientras que este imbécil ve en la defección de los eseristas de izquierda una "reducción" (pág. 37) del círculo de los que sostienen a los bolcheviques, en ese momento, se extiende inmensamente el círculo verdadero de los partidarios del bolchevismo, porque decenas y decenas de millones de campesinos pobres despiertan a una vida política independiente, emancipándose de la tutela e influencia de los kulaks y de la burguesía rural.
 
Hemos perdido unos centenares de eseristas de izquierda, de invertebrados intelectuales y de campesinos kulaks, pero hemos conquistado a millones de campesinos pobres<ref>En el VI Congreso de los Soviets (del 6 al 9 de noviembre de 1918) hubo 967 delegados con voz y voto, 950 de los cuales eran bolcheviques, y 351 con voz y sin voto, de los cuales 335 eran bolcheviques. Por tanto, un 97% de bolcheviques.</ref>.
Línea 702:
Si el proletariado bolchevique de las capitales y de los grandes centros industriales no hubiera sabido agrupar alrededor suyo a los campesinos pobres contra los campesinos ricos, habríase demostrado que Rusia "no estaba madura" para la revolución socialista: el campesinado habría seguido siendo "un todo", es decir, habría seguido sujeto a la dirección económica, política y espiritual de los kulaks, los ricachos y la burguesía, y no se habría ido más allá de una revolución democrático-burguesa. (Pero ni aun esto, dicho sea entre paréntesis, habría demostrado que el proletariado no debía tomar el Poder, porque sólo él ha llevado efectivamente a término la revolución democrático-burguesa, sólo él ha hecho algo serio para acercar la revolución proletaria mundial, sólo él ha creado el Estado soviético, que es, después de la Comuna, el segundo paso hacia el Estado socialista.)
 
Por otra parte, si el proletariado bolchevique, inmediatamente, en octubre o noviembre de 1917, sin haber sabido aguardar la diferenciación de clases en el campo, sin haber sabido prepararla ni realizarla, hubiera intentado "decretar" la guerra civil o la "instauración del socialismo" en el campo, si hubiese intentado prescindir del bloque (alianza) temporal con los campesinos en general, sin hacer ciertas concesiones al campesino medio, etc., esto habría sido una desnaturalización blanquista [33] del marxismo; una minoría habría intentado imponer su voluntad a la mayoría, se habría llegado a un absurdo teórico, a no comprender que la revolución de todos los campesinos es todavía una revolución burguesa y que sin una serie de transiciones, de etapas transitorias, no se puede hacer de ella una revolución socialista en un país atrasado.
 
En un problema político y teórico de la mayor trascendencia, Kautsky lo ha confundido todo, y en la práctica ha demostrado ser un simple lacayo de la burguesía que clama contra la dictadura del proletariado.
Línea 709:
Idéntica o mayor es la confusión que Kautsky ha armado en otro problema de capital interés e importancia: el de si ha sido bien planteada en principio y luego convenientemente llevada a la práctica la labor legislativa de la República Soviética en cuanto a la transformación agraria, transformación socialista dificilísima y de máxima importancia al mismo tiempo. Le quedaríamos infinitamente agradecidos a todo marxista del occidente de Europa que, después de leer aunque sólo fuera los documentos más importantes, hiciera la crítica de nuestra política, porque de este modo nos ayudaría extraordinariamente y ayudaría a la revolución que está madurando en todo el mundo. Pero en lugar de crítica, Kautsky nos ofrece una confusión teórica increíble, que convierte el marxismo en liberalismo, y que de hecho es un conjunto de invectivas pequeñoburguesas, vacías y venenosas, contra los bolcheviques. Que el lector juzgue:
 
"No se podía mantener la gran propiedad territorial a causa de la revolución. Esto se vio claro desde el primer instante. No había más remedio que entregarla a la población campesina". . . (No es exacto, señor Kautsky; usted ponc lo que está "claro" para usted en lugar de la actitud de las diversas clases frente al problema. La historia de la revolución ha demostrado que el gobierno de coalición de burgueses con pequeñoburgueses, mencheviques y eseristas seguía una política dirigida a mantener la gran propiedad agraria. La mejor prueba está en la ley de S. Máslov y en las detenciones de los miembros de los Comités agrarios[34]. Sin la dictadura del proletariado la "población campesina" no habría vencido al terrateniente unido al capitalista.)
 
. . . "Pero en cuanto a las formas en que esto se había de hacer, no existía unidad de criterio. Eran concebibles diferentes soluciones". . . (Kautsky se preocupa, ante todo, de la "unidad" de los "socialistas", sean quienes sean los que se llamen así. Pero olvida que las clases fundamentales de la sociedad capitalista deben llegar a soluciones diferentes.) . . . "Desde el punto de vista del socialismo, la solución más racional hubiera sido transformar las grandes empresas en propiedades del Estado y confiar a los campesinos, que hasta entonces habían estado trabajando en ellas como obreros asalariados, el cultivo de las grandes propiedades agrícolas en forma cooperativa. Pero esta solución supone la existencia de un tipo de trabajador agrícola que no existe en Rusia. Otra solución hubiera sido transferir al Estado la gran propiedad agraria dividiéndola en pequeños lotes, que se concederían en arriendo a los campesinos con pocas tierras. De esta manera se habría realizado algo de socialismo". . .
Línea 811:
En efecto, ¿por qué hacer propiedad del Estado únicamente las grandes fincas y no todas las tierras? La burguesía liberal llega así al máximo en el mantenimiento de lo viejo (es decir, una revolución de mínima consecuencia) y deja en pie las máximas facilidades para volver a ello. La burguesía radical, es decir, la que quiere llevar a término la revolución burguesa, propone la consigna de nacionalización de la tierra.
 
Kautsky, que en tiempos muy remotos, hace casi veinte años, escribió una obra marxista admirable sobre el problema agrario, no puede ignorar lo que ha indicado Marx: La nacionalización de la tierra es una consigna consecuentemente burguesa [35]. Kautsky no puede ignorar la polémica entre Marx y Rodbertus y las notables explicaciones de Marx en Teorías de la plusvalía, donde muestra con particular evidencia el valor revolucionario que la nacionalización de la tierra tiene desde el punto de vista democrático-burgues.
 
El menchevique P. Máslov, a quien con tan mala fortuna ha elegido Kautsky para consejero, negaba que los campesinos rusos pudieran aceptar la nacionalización de toda la tierra (incluyendo la de ellos). Este punto de vista estaba relacionado en cierto grado con su "original" teoría (repetición de lo dicho por los críticos burgueses de Marx), que negaba la renta absoluta y aceptaba la "ley" (o el "hecho", según decía Máslov) "de la fertilidad decreciente del suelo".
Línea 983:
2. La separación del Estado órgano de autoridad, del Estado órgano de administración, o, empleando la expresión de Saint-Simon, la dirección de los hombres de la administración de las cosas" (89).
 
Esto lo escribe Vandervelde en cursiva, subrayando especialmente la importancia de tales principios. ¡Pero esto no es sino el más puro embrollo ecléctico, una ruptura completa con el marxismo! Porque el "Estado popular del trabajo" no es más que una paráfrasis del viejo "Estado popular libre" de que hacían gala los socialdemócratas alemanes en la década del 70 y que Engels condenaba como un absurdo[36]. La expresión "Estado popular del trabajo" es una frase digna de un demócrata pequeñoburgués (por el estilo de nuestros eseristas de izquierda), una frase que sustituye los conceptos de clase por conceptos al margen de las clases. Vandervelde coloca la conquista del Poder estatal por el proletariado (por una clase ) al lado del Estado "popular", sin ver la confusión que de ello resulta. A Kautsky, con su "democracia pura", le sale la misma confusión, el mismo desconocimiento antirrevolucionario y pequeñoburgués de las tareas de la revolución de clase, de la dictadura de clase, proletaria, del Estado de clase (proletario).
 
Prosigamos. El gobierno de los hombres desaparecerá y cederá su puesto a la administración de las cosas tan sólo cuando se haya extinguido todo Estado. Con este porvenir relativamente lejano, Vandervelde vela, deja en la sombra la tarea inmediata: el derrocamiento de la burguesía.
Línea 991:
El socialismo contra el Estado. Esto es una reverencia de Vandervelde al proletariado. No es difícil inclinarse en un saludo, todo político "demócrata" sabe inclinarse ante sus electores. Pero tras la "reverencia" viene el contenido antirrevolucionario y antiproletario.
 
Vandervelde parafrasea detalladamente a Ostrogorski[37] acerca del sinfín de engaños, violencias, sobornos, mentiras, hipocresías y opresión de los pobres que encubre la fachada civilizada, pulida y alisada de la democracia burguesa contemporánea. Pero de ello no saca consecuencia alguna, no advierte que la democracia burguesa aplasta a las masas trabajadoras y explotadas, mientras que la democracia proletaria tendrá que aplastar a la burguesía. Kautsky y Vandervelde son ciegos ante ello. El interés de clase de la burguesía, tras la que se arrastran estos pequeñoburgueses traidores al marxismo, exige que se evite este problema, que se calle o se niegue francamente la necesidad de tal represión. xtinción del Estado"). ¡El eclecticismo y la sofistería de los Kautsky y Vandervelde, para complacer a la burguesía, borran todo lo concreto y exacto de la lucha de clases, sustituyéndolo por el concepto general de "tránsito", en el que puede esconderse (y en el que las nueve décimas partes de los socialdemócratas oficiales de nuestra época esconden ) la renuncia a la revolución!
 
Eclecticismo pequeñoburgués contra marxismo, sofistería contra dialéctica, reformismo filisteo contra revolución proletaria. Así debería titularse el libro de Vandervelde.