Diferencia entre revisiones de «La Eneida (traducción verbum ad verbum)/Libro II»
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Línea 409:
{{Vers|2|399}} Huyen otros hacia las naves, y en su carrera unos litorales
{{Vers|2|400}} seguros buscan; una parte (de ellos) el ingente caballo con temblor vergonzoso
{{Vers|2|401}} escalan de
{{Vers|2|402}} ¡Ay-que no es sagrado/lícito (fas) que nadie confíe
{{Vers|2|403}} He-aquí-que era
{{Vers|2|404}} sus cabellos, desde el templo y (desde) los sagrarios de Minerva,
{{Vers|2|405}} hacia el cielo tendiendo sus ardientes ojos (luces), en
{{Vers|2|406}} sus ojos (luces), pues unas ataduras impedían/ataban sus tiernas (=adolescentes) palmas.
{{Vers|2|407}} No soportó esta visión/imagen Corebo, enloquecida su mente,
{{Vers|2|408}} y se lanzó
{{Vers|2|409}} Lo seguimos todos y corrimos
{{Vers|2|410}} Aquí, por primera vez, desde el alto culmen del santuario, por los dardos
{{Vers|2|411}} de los nuestros somos
{{Vers|2|412}}
{{Vers|2|413}} Entonces los dánaos, por su gemido, y por la ira ''(de los troyanos por)''/de la raptada virgen,
{{Vers|2|414}} reunidos/recolectados desde-todos-lados
{{Vers|2|415}} y ''ambos'' Atridas (los geminados Atridas, Agamenón y Menelao), y el ejército entero de los dólopes:
{{Vers|2|416}} como (''ceu'') alguna-vez, en un roto torbellino, los vientos adversos/contrarios
Línea 431:
{{Vers|2|421}} dispersamos/difundimos con insidias y por toda la urbe los agitamos/acosamos,
{{Vers|2|422}} (re)aparecen; ellos-los-primeros reconocen los escudos y los mentidos/fingidos dardos,
{{Vers|2|423}} y
{{Vers|2|424}} En-el-mismo-lugar/instante, somos ar'''ruina'''dos /destruidos por su número; y el primero Corebo
{{Vers|2|425}}
{{Vers|2|426}} cae también Ripeo,
{{Vers|2|427}} que existió entre los Teucros, y el más preservador de lo
{{Vers|2|428}} (para los dioses de otro modo visto [fue]). Perecen Hípanis y Dimante,
{{Vers|2|429}} fijados/atravesados por sus socios; y ni a ti tu mucha piedad, Panto (voc.sg.m),
Línea 442:
{{Vers|2|432}} (os) pongo-por-testigo(s), (de-que) en el ocaso vuestro ni los dardos ni ningunas
{{Vers|2|433}} fortunas/azares (''vices'') de los dánaos yo evité, y, si los hados hubiesen sido
{{Vers|2|434}} que yo cayera-muerto, lo habría merecido/pagado por mi mano. Nos arrancamos de allí ('''inde'''),
{{Vers|2|435}} Ífito y Pelias conmigo (de los cuales Ífito por la edad
{{Vers|2|436}} ya más pesado/grave [era], y Pelias lento/tardo por la herida de Ulises;
{{Vers|2|437}} directamente
{{Vers|2|438}} Aquí en
{{Vers|2|439}} hubieran existido, (y) ningunos/nadie en toda la urbe se
{{Vers|2|440}} Así, a Marte indómito, y a los dánaos precipitándose a los techos
{{Vers|2|441}}
{{Vers|2|442}} Se adhieren a las paredes las escalas y bajo los propios postes
{{Vers|2|443}} se apoyan con escalones/pasos siniestros, y,
{{Vers|2|444}}
{{Vers|2|445}} Los dardánidas,
{{Vers|2|446}} de las casas arrancan; con estos dardos, a
{{Vers|2|447}} ya en la extrema muerte se preparan para defender(se)
{{Vers|2|448}} y las áureas vigas, altos decorados/ornatos de sus vetustos padres,
{{Vers|2|449}} hacen rodar; los otros, con sus espadas estrechadas,
{{Vers|2|450}}
{{Vers|2|451}}
{{Vers|2|452}} y
{{Vers|2|453}} Un umbral había, y unas ciegas puertas, y un uso transitable,
{{Vers|2|454}} de los techos/palacios
{{Vers|2|455}} a la espalda (había), por donde, mientras se mantenían
{{Vers|2|456}}
{{Vers|2|457}} hacia sus suegros, y a su
{{Vers|2|458}} Me
{{Vers|2|459}} sus dardos, inútiles, con su mano, lanzaban los míseros teucros.
{{Vers|2|460}} '''Una torre''', que-estaba-en-pie, hacia lo alto, bajo los sumos techos,
{{Vers|2|461}} y que (estaba) elevada hacia los astros, desde donde toda Troya (solía) ser vista,
{{Vers|2|462}} y las naves de los dánaos
{{Vers|2|463}} aproximándonos alrededor, con hierro, por donde
{{Vers|2|464}}
{{Vers|2|465}} sedes, y la empujamos; '''ella''', caída de repente, su ruina
{{Vers|2|466}} con sonido/ruido arrastra, y sobre las formaciones de los dánaos, anchamente,
{{Vers|2|467}} incidió/se-cayó.
{{Vers|2|268}} ni ningún género de dardos.
{{Vers|2|469}} Ante el mismo vestíbulo y en el primer umbral, Pirro
{{Vers|2|470}} exulta, brillante por sus dardos y por una luz broncínea;
{{Vers|2|471}} cual una '''culebra''', cuando hacia la luz
{{Vers|2|472}}
{{Vers|2|473}} ahora, dejadas sus pieles (mudas, exuvias), y nueva y nítida con una juventud
{{Vers|2|474}} lúbrica, alta/erguida (arduus), contorsiona sus espaldas, con su pecho elevado
{{Vers|2|475}} hacia el sol, y brilla
{{Vers|2|476}} A
{{Vers|2|477}} su escudero Automedonte, a
{{Vers|2|478}}
{{Vers|2|479}} Él
{{Vers|2|480}} rompe los duros umbrales y los postes
{{Vers|2|481}} arranca; y ya, cortada la viga, cavó las maderas firmes,
{{Vers|2|482}} y dio/dejó una ingente ventana con una amplia boca.
{{Vers|2|483}} Aparece/se-ve la casa por dentro y los atrios largos se abren,
{{Vers|2|484}} aparecen(se-ven los interiores (penetrales) de Príamo y de los viejos reyes,
{{Vers|2|485}} y ('''los de dentro, los troyanos''') ven a los armados que-están en el primer umbral.
{{Vers|2|486}}
{{Vers|2|487}} se mezcla
{{Vers|2|488}} con duelos femeninos; el clamor hiere los astros áureos.
{{Vers|2|489}} Entonces las
{{Vers|2|490}} y, abrazadas-a-ellos, (sos)tienen los postes y les fijan besos.
{{Vers|2|491}} Insta Pirro, con su violencia paternal (propia de Aquiles); y ni los claustros
{{Vers|2|492}} ni los custodios valen/tienen-fuerza para soportarlo; se tambalea la puerta
{{Vers|2|493}} a-golpe-
{{Vers|2|494}} Se-hace la vía con la violencia; rompen las entradas y a los primeros asesinan
{{Vers|2|495}} los dánaos enviados/que-habían-entrado, y ampliamente llenan con soldado los lugares.
{{Vers|2|496}} '''No así''', habiendose-roto sus cauces, cuando el espumoso río
{{Vers|2|497}} se-
{{Vers|2|498}} es llevado (se lanza) enloquecido contra los sembrados en cúmulo, y por todos los campos
{{Vers|2|499}} arrastra
{{Vers|2|500}}
{{Vers|2|501}} vi a Hécuba, y a sus cien nueras, y a Príamo por las aras,
{{Vers|2|502}} manchando con sangre los fuegos que él mismo había consagrado.
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