Diferencia entre revisiones de «El caudillo»

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La leyenda atribuye a todas las grandes personas que ha tenido la humanidad en forma de conquistadores, aventureros, políticos, genios de la guerra, tiranos de pueblos o asesinos sueltos, la característica de la mirada: aguda, acerada, punzante, fría, sórdida, escrutadora, de águila, en fin. Las pobres águilas pueden estar tranquilas esta vez. João Francisco no tiene mirada de águila. Sólo debe tener mirada de João Francisco o de alguna fabulosa ave de garra; y decimos debe, porque, en realidad, no la pudimos ver bien: cada vez que nos ha mirado desde adentro de sus ojos, hemos bajado los nuestros, sintiendo la piel erizada y no pocas tentaciones de llevar la mano al cuello. Se diría que mira con el filo de un facón.
 
No tiene biografía, precisamente. Ninguna escuela, ninguna academia, ningún Saint-Cyr ha botado a las fronteras brasileñas este extraño militar. Un gauchito ladino, merodeador, oficial de preboste, justicia de partido, tropero de votos electorales, contrabandista, jefe de gavilla en sus mocedades; no se le conoce ni aun nacionalidad exacta, pues hay quien asegura que es uruguayo y da visos de certidumbre a esta afirmación el hecho de que sus padres han estado y están radicados en tierra oriental. Por lo demás, es común que los hijos de brasileños nacidos en el Uruguay, cerca de las fronteras, se consideren brasileños, si ya sus genitores no los han nacionalizado, cristianándolos en el Brasil.