Diferencia entre revisiones de «La Eneida (traducción verbum ad verbum)/Libro I»
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{{Vers|1|90}} Tronaron los polos y el éter destella con incesantes fuegos
{{Vers|1|91}} y todas las cosas apuntan a la muerte, presente para los hombres.
{{Vers|1|92}}
{{Vers|1|93}} gime, y tendiendo hacia las estrellas
{{Vers|1|94}} tales cosas con su voz refiere: "¡Oh, tres y cuatro veces felices
{{Vers|1|95}}
{{Vers|1|96}} ante los rostros de sus padres! ¡Oh el más fuerte del pueblo de los Dánaos,
{{Vers|1|97}} Tidida! ¿No haber podido yo caer en los campos ilíacos (de Ilión)
{{Vers|1|98}} y no
{{Vers|1|99}} donde yace el fiero Héctor por la lanza del Eácida, donde el ingente
{{Vers|1|100}} Sarpedón, donde el Simunte
{{Vers|1|101}} tantos escudos de los hombres y yelmos y fuertes cuerpos?"
{{Vers|1|102}} Al que tales cosas decía, una ventisca, estridente por causa del Aquilón,
{{Vers|1|103}} vuelta
{{Vers|1|104}} Se
{{Vers|1|105}} su costado; le sigue, en-forma-de-cúmulo, un monte de agua rompiente
{{Vers|1|106}}
{{Vers|1|107}} les muestra (abre) la tierra entre las marejadas; el torbellino enloquece con (por, desde) las arenas.
{{Vers|1|108}} A tres (naves), arrastradas, el Noto las retuerce hacia las
{{Vers|1|109}} (a las
{{Vers|1|110}} dorso monustruoso para (
{{Vers|1|111}} las empuja desde el alto mar hacia los bajíos y a las Sirtes, deplorable de ver,
{{Vers|1|112}} y las golpea contra los vados y las ciñe con
{{Vers|1|113}} A una sola, la que llevaba a los licios y al fiel Orontes,
{{Vers|1|114}} ante sus propios ojos un mar ingente desde su vértice
{{Vers|1|115}} la hiere hacia la popa: sale sacudida(o), y el maestro (piloto),
{{Vers|1|116}} cae
{{Vers|1|117}} la retuerce moviéndola en círculo y la devora un rápido vórtice en
{{Vers|1|118}} Aparecen en el vasto torbellino unos pocos (''rari'', escasos), nadando,
{{Vers|1|119}} armas de hombres, y tablas, y el tesoro troyano por las olas.
{{Vers|1|120}} Ya la vigorosa nave de Ilioneo, ya la del fuerte Acates,
{{Vers|1|121}} y en la que va Abante, y en la que va el anciano Aletes,
{{Vers|1|122}} las venció la tempestad; por las laxas (abiertas) junturas de los lados
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