Diferencia entre revisiones de «Las mil y una noches:0917»

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Línea 10:
"Helo aquí:
 
::Sí, ya sé que, vestido de negro, vengo a turbar, con mi grito importuno, lo más puro, y a hacer amargo lo más dulce.
 
::Lo mismo al salir la aurora que a la noche, me dirijo a los campamentos primaverales y los excito a la separación.
 
::Si veo una dicha completa, proclamo su próximo fin; si diviso un palacio magnífico, anuncio su ruina inminente.
 
::Sí, ya sé que me reprochan todo eso, y que soy de peor agüero que Kascher y más siniestro que Jader.
 
::Pero ¡oh tú que cesuras mi conducta! si conocieras tu verdadera dicha como conozco yo la mía, no vacilarías en cubrirte, como yo, con una vestidura negra; y a todas horas me contestarías con lamentaciones.
 
::Pero vanos placeres ocupan tus momentos, y tu vanidad te retiene alejado de los senderos de la sabiduría.
 
::Olvidas que el amigo sincero es el que te habla con franqueza y no el que te oculta tus errores; que es el que te reprende y no el que te disculpa; que es el que te enseña la verdad y no el que venga sus injurias.
 
::Porque quien te amonesta despierta en ti la virtud cuando duerme, y te pone en guardia inspirándote temores saludables.
 
::Por lo que a mí respecta, vestido de luto, lloro por la vida fugitiva que se nos escapa, y no puedo por menos de gemir cuantas veces columbro una caravana cuyo conductor acelera la marcha.
 
::Por tanto, soy semejante al predicador de la mezquita, y no es cosa nueva que los predicadores vayan vestidos de negro.
 
::Pero ¡ay! que sólo objetos mudos e inanimados responden a mi voz profética.
 
::¡Oh tú, que tan duro tienes el oído! despiértate por fin, y comprende lo que indica la niebla matinal: ¡no hay en la tierra nadie que no deba esforzarse por entrever algo del mundo invisible!
 
::¡Pero no me oyes, no me oyes! ¡Y por fin me doy cuenta de que estoy hablando con un muerto!
 
::"Y ahora, si queréis, ¡oh señores míos y señoras mías! os diré el Canto de la Abubilla. Helo aquí:
 
::Cuando vine de Saba, como mensajera de amor, entregué al rey dorado la carta de la reina de rasgados ojos cerúleos.
 
::Y me dijo Soleimán: "¡Oh abubilla! me has traído de Saba una noticia que hace bailar mi corazón".
 
::Y me colmó de favores, y me puso a la cabeza esta corona encantadora que llevo desde entonces.
 
::Y me enseñó la sabiduría. Por eso vuelvo con frecuencia a la soledad de mis pensamientos, y recuerdo su enseñanza tal como me la facilitó.
 
::Me dijo: "Has de saber ¡oh abubilla! que si el corazón tuviera cuidado de instruirse, la inteligencia penetraría el sentido de las cosas; si el espíritu fuera bueno, vería los signos de la verdad; si la conciencia supiera comprender, se enteraría sin dificultad de las buenas noticias;
 
::"Si el alma se abriera a las influencias místicas, recibiría luces sobrenaturales; si el interior fuese puro, quedarían al descubierto los misterios de las cosas, y la Dueña Divina se dejaría ver.
 
::"Si nos despojáramos de la vestidura del amor propio, no existirían ya en la vida obstáculos, y el espíritu no segregaría ya pensamientos helados.
 
::"De tal suerte tu temperamento podría adquirir el grado de equilibrio que constituye la salud espiritual, y serías tu propio médico.
 
::"Sabrías refrescarte con el abanico de la esperanza y prepararte tú misma el mirabolano del refugio, la besetén de la corrección, la azufaifa de la solicitud y el tamarindo de la dirección.
 
::"Sabrías molerte en el mortero de la paciencia, tamizarte por el tamiz de la humanidad, y administrarte los remedios espirituales, después de la vigilia nocturna, en la soledad de la mañana, frente a frente de la Divina Amiga.
 
::"Porque quien no sabe extraer un sentido alegórico del chirrido agrio de la puerta, del ronroneo de la mosca y del movimiento de los insectos que se deslizan por el polvo;
 
::"quien no sabe comprender lo que indican la marcha de la nube, el resplandor del espejismo y el color de la niebla, no se cuenta en el número de las personas inteligentes".
 
Y tras de recitar así estos versos de flores y de aves, la joven Tohfa se calló.