Diferencia entre revisiones de «El Uruguay - Población e historia»
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Bien puede asegurarse que para el Uruguay ha terminado definitivamente la era de las revoluciones, reduciéndose hoy todo el empeño de sus gobernantes a procurar la difusión y elevación de la instrucción pública, favorecer las obras de utilidad general y abrir nuevas fuentes al desenvolvimiento del país mediante la construcción de puertos, vías férreas, etc., a lo cual, por triste que sea tener que reconocerlo, contribuyen en primer término los capitales ingleses.
Aparte de esto, el Uruguay es una república representativa de verdad, siendo de desear que, imitando sus presidentes la conducta del general Tajes, se limiten a desempeñar su cometido sin anular la soberanía popular, como con tan lamentable frecuencia sucede en otras partes.
La República Oriental no ha escapado a la fiebre de la especulación, que tantos estragos hizo en 1890 en la Argentina; pero, en fin, no fue de gran consideración precisamente por el santo horror con que miran los orientales el papel moneda. El general Lorenzo Batlle, estrechado en 1870 para que firmase el decreto ordenando la circulación forzosa, dijo que antes se cortaría la mano que decretar la ruina del pueblo. Ese instintivo desapego del Uruguay hacia los billetes y láminas le ha salvado de un crack como el de la república de la otra parte del Plata. En fin, ya se va pasando; y así como en los primeros meses del año 1890 los empleados no veían sus pagas, hoy cobran todos a toca teja.
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