Diferencia entre revisiones de «El sabueso de los Baskerville (Wikisource tr.)/II»

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:Así que los escuderos borrachos insultaron al pastor y cabalgaron hacia adelante. Pero pronto sintieron escalofríos, porque llegó un sonido de galope a través del páramo, y la yegua negra, manchada de espuma blanca, arrastrando las riendas y con la montura vacía. Entonces los jinetes cabalgaron juntos, porque un gran temor estaba en ellos, pero siguieron galopando por el páramo, aunque cada uno, si hubiera estado solo, estaría muy contento de haber dado vuelta la cabeza de su caballo. Andando lentamente de esta manera, llegaron por fin a los sabuesos. Estos, aunque conocidos por su valor y su raza, estaban ahora apelotonados y gimoteando en el páramo, algunos se escapaban y otros con los pelos erizados y los ojos fijos mirando hacia el estrecho valle delante de ellos.
 
:El grupo se había detenido, ya más sobrios, como puede suponerse, que cuando comenzaron. La mayor parte de ellos no avanzarían en absoluto, pero tres de ellos, los más audaces, o quizás los más borrachos, cabalgaron cuesta bajo. Se habría en un amplio espacio, en el que se encontraban dos de esas grandes piedras, que aún hoy se ven allí, y que fueron asentadas donde están por ciertos pueblos olvidados que hubo hace muchísimo tiempo. La luna brillaba sobre el claro, y allí en el centro estaba la desdichada doncella donde había caído, muerta de miedo y de fatiga. Pero no era la visión de su cuerpo, ni tampoco era el del cuerpo de Hugo Baskerville que yacía cerca de ella, lo que erizaba el cabello de las cabezas de estos tres oscuros diablos, era que, apoyado sobre Hugo, y forcejeando, con los dientes clavados en su cuello, había una cosa inmunda, una gran bestia negra, en forma de perro de caza, pero más grande que cualquier perro que jamás haya visto ojo mortal.
 
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