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y desordenadamente el Almirante, no teniendo jurisdicción alguna sobre ellos, ni alguna justa causa, antes siendo él subdito de ellos por estar en sus tierras, reinos y señoríos, no con mucha dificultad ni aun con
y desordenadamente el Almirante, no te-
demasiada temeridad podrá sentir, que todos estos infortunios y adversidades, angustias y penalidades, fueron de aquellas culpas el pago y castigo. Porque ¿quién puede pensar que cayese tan gran señal, y obra de
niendo jurisdicción alguna sobre ellos, ni
ingratitud en tan reales y cristianísimos ánimos como eran los de los Reyes Católicos, que á un tan nuevo y tan señalado y singular y único servicio, no tal otro hecho á rey alguno en el mundo, fuesen ingratos, y de las palabras y promesas reales, hechas y afirmadas muchas veces por dicho y por escrito, faltos? No es, cierto, creíble, que no cumplirle sus privilegios y mercedes por ellos debidamente prometidas y concedidas
alguna justa causa, antes siendo él subdito
por sus tan señalados servicios por falta de los Reyes quedase, sino solamente por la Divina voluntad, que determinó, que de cosa dello en esta vida no gozase, y así, no movía á los Reyes á que lo galardonasen, antes los impidió, sin los Reyes incurrir en mácula de ingratitud, y sin otro defecto que
de ellos por estar en sus tierras, reinos y se-
ñoríos, no con mucha dificultad ni aun con
demasiada temeridad podrá sentir, que to-
dos estos infortunios y adversidades, angus-
tias y penalidades, fueron de aquellas cul-
pas el pago y castigo. Porque ¿quién puede
pensar que cayese tan gran señal, y obra de
ingratitud en tan reales y cristianísimos áni-
mos como eran los de los Reyes Católicos,
que á un tan nuevo y tan señalado y singu-
lar y único servicio, no tal otro hecho á rey
alguno en el mundo, fuesen ingratos, y de
las palabras y promesas reales, hechas y
afirmadas muchas veces por dicho y por es-
crito, faltos? No es, cierto, creíble, que no
cumplirle sus privilegios y mercedes por
ellos debidamente prometidas y concedidas
por sus tan señalados servicios por falta de
los Reyes quedase, sino solamente por la
Divina voluntad, que determinó, que de co-
sa dello en esta vida no gozase, y así, no
movía á los Reyes á que lo galardonasen,
antes los impidió, sin los Reyes incurrir en
mácula de ingratitud, y sin otro defecto que