Diferencia entre revisiones de «El gran poder de Dios»
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Línea 3:
Cuando era yo muchacho oí, como frase corriente entre doncellas de malandanza, que, cuando querían deprimir el mérito O precio de una alhaja, exclamaban haciendo un mohín nada mono:
— iQuiá! Si este anillo se parece á los
Así me ocupé yo por entonces en profundizar el concepto, como me ocupo hogaño en averiguar de qué madera se fabrican las tablas de logaritmos; pero, cuando menos lo pensaba, saltó la liebre, o lo que es lo mismo, el origen de la antedicha frase. Ahí va sin más perfiles.
Línea 17:
Entre los pasajeros de la embarcación vino un comerciante pacotillero, malagueño por más señas, conductor de una gran caja que encerraba aretes y sortijas, las que, en vez de piedras fínas, lucían cristal de Bohemia imitando el rubí, el zafiro y el brillante.
El pacotillero era hombre simpático y de letra muy menuda; y las alhajas, aunque hechizas, no carecían de forma artística. Poquito á poquito, y de casa en casa,
Con la bodega ya escueta, zarpó el bergantín en Mayo con rumbo á Guayaquil, donde, como cargamento de retorno, debía embarcar competente cantidad de sacos de cacao. Terminada la operación, en la mañana del 20 de Junio dejó la ría de Guayaquil, y el 21, á poco de haber perdido de vista la
El Gran poder de Dios no estuvo á la altura fanfarrónica de su nombre, pues se rindió sin oponer más resistencia que la que opone una pulga á los dedos pulgares.
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