Diferencia entre revisiones de «El libro (Howard Phillips Lovecraft)»

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{{gota|M}}is recuerdos son muy confusos. Hay incluso mucha duda en cuanto a dónde comienzan; pues a veces siento aterradoras vistas de años que se extienden detrás de mí, mientras que otras veces parece como si el momento presente fuera un punto aislado en una infinidad gris, sin forma. Ni siquiera estoy seguro de cómo estoy comunicando este mensaje. Aunque sé que estoy hablando, tengo la vaga impresión de que se necesitará una mediación extraña y tal vez terrible para soportar lo que digo a los puntos en los que deseo ser escuchado. Mi identidad, también, está desconcertantemente nublada. Parece que he sufrido una gran conmoción, quizás de algún resultado totalmente monstruoso de mis ciclos de experiencia única e increíble.
 
Estos ciclos de experiencia, por supuesto, provienen del agusanado libro. Recuerdo cuando lo encontré, en un lugar poco iluminado, cerca de un río negro y contaminado, donde siempre hay neblina. Ese lugar era muy antiguo, y los estantes llegaban al techo, llenos de libros podridos sin fin en todo el interior de las habitaciones y alcobas desprovistas de ventanas. Había, además, grandes montones amorfos de libros en el suelo y en compartimientos improvisados; y fue en uno de estos montones que encontré la cosa. Nunca conocí el título, porque las primeras páginas estaban desaparecidas; pero cayó abierto por el final y me dio una visión de algo que envió mis sentidos titubiando.
 
Había una fórmula –una especie de lista de cosas que decir y hacer– que reconocí como algo oscuro y prohibido; Algo que había leído antes en párrafos furtivos de mezcla de aborrecimiento y fascinación encerrados por esos extraños y antiguos ''delvers'' en los secretos guardados del universo cuyos textos decadentes me gustaba absorber. Era una llave -una guía- para ciertas puertas de entrada y transiciones, las que los místicos han soñado y susurrado desde que la raza era joven y que conducen a libertades y descubrimientos más allá de las tres dimensiones y reinos de la vida y la materia que conocemos. Durante siglos, ningún hombre había recordado su sustancia vital o sabido dónde encontrarla, pero este libro era muy antiguo. Ninguna imprenta, sino la mano de un monje medio enloquecido, había trazado estas ominosas frases latinas en caligrafía uncial<ref>Tipo de escritura en el que todo el texto se escribía en letras mayúsculas. Fue de uso común entre los siglos III y VII. </ref> de una antigüedad impresionante