Diferencia entre revisiones de «La Eneida (traducción verbum ad verbum)/Libro I»
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{{Vers|1|462}} son lágrimas de las cosas (desgracias) y las cosas mortales tocan (conmueven) la mente.
{{Vers|1|463}} Suelta los miedos; esta fama alguna salvación te traerá.”
{{Vers|1|464}} Así dice, y
{{Vers|1|465}} muchas cosas gimiendo, y humedece su rostro con un largo río.
{{Vers|1|466}} Pues veía cómo los griegos, guerreando alrededor de los Pérgamos,
Línea 484:
{{Vers|1|474}} En otra parte, huyendo, Troilo, perdidas sus armas,
{{Vers|1|475}} infeliz niño y desigual contienda para Aquiles,
{{Vers|1|476}} es llevado por los caballos y en el carro inane (vacío) cuelga, tendido boca arriba,
{{Vers|1|477}} pero sosteniendo las riendas, aun así; su cerviz (la cerviz para él) y sus cabellos
{{Vers|1|478}} son arrastrados por tierra y el polvo es inscrito (por su)
{{Vers|1|479}} Entre tanto, hacia el templo de la no ecuánime Palas iban
{{Vers|1|480}} las Ilíades (las troyanas), con los cabellos sueltos, y un peplo llevaban,
{{Vers|1|481}}
{{Vers|1|482}} la divina, adversa, tenía los ojos fijos en el suelo.
{{Vers|1|483}} Tres veces alrededor de los muros troyanos había raptado
{{Vers|1|484}}
{{Vers|1|485}} Entonces, en verdad, un gran gemido da desde lo más hondo del pecho,
{{Vers|1|486}} cuando los despojos, cuando los carros, y cuando el propio cuerpo de su amigo,
Línea 498:
{{Vers|1|488}} También se reconoció a sí mismo, mezclado entre los príncipes aqueos,
{{Vers|1|489}} y las filas (ejércitos) orientales, y las armas del negro Memnón.
{{Vers|1|490}}
{{Vers|1|491}} Pentesilea furente (enloquecida), y en medio de miles arde,
{{Vers|1|492}} llevando
{{Vers|1|493}} la guerrera, y se atreve contra los hombres a luchar la virgen.
{{Vers|1|494}} Mientras estas cosas parecen dignas de admiración para el dardanio Eneas,
{{Vers|1|495}} mientras se queda
{{Vers|1|496}} la reina hacia el templo, por su forma bellísima, Dido,
{{Vers|1|497}} avanza, rodeándola una gran caterva de jóvenes.
{{Vers|1|498}} Cual en las riberas del Eurotas o por los montes (yugos) del Cinto
{{Vers|1|499}} ejercita (fatiga) Diana a sus coros, a la cual mil Oréades siguen (siguiéndola)
{{Vers|1|500}} de aquí y de allí,
{{Vers|1|501}} lleva al hombro, y avanzando sobrepasa (en altura) a todas las diosas:
{{Vers|1|502}} los gozos conmueven (pertientan) el tácito pecho de Latona:
{{Vers|1|503}} tal estaba Dido, se llevaba tal a sí misma (avanzaba), alegre
{{Vers|1|504}} por en medio-de-ellos, instando a las obras (dt) y a los reinos futuros (dt).
{{Vers|1|505}} Entonces (Dido), a las puertas de la divina (Juno), en medio de la concha del templo,
{{Vers|1|506}} rodeada por
{{Vers|1|507}} Derechos daba y leyes a los hombres, e igualaba la labor de las obras
{{Vers|1|508}} en partes justas (distribuía los trabajos con justicia), o a suerte los echaba (traía),
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{{Vers|1|512}} por la superficie y los había alejado mucho (profundamente) a otras orillas.
{{Vers|1|513}} Quedó-pasmado a la vez él mismo (y) a la vez conmovido Acates,
{{Vers|1|514}} de alegría y de miedo
{{Vers|1|515}} sus diestras
{{Vers|1|516}} Disimulan, y observan (espían), cubiertos por su cóncava nube,
{{Vers|1|517}} cuál (sea) la fortuna para estos hombres, en qué litoral la flota hayan dejado,
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