Diferencia entre revisiones de «Aita Tettauen»

Contenido eliminado Contenido añadido
ATW-KOD (Discusión | contribs.)
mSin resumen de edición
Lingrey (Discusión | contribs.)
Sin resumen de edición
Línea 2:
== Primera parte - Capítulo I ==
 
 
Línea 27:
 
 
== Primera parte - Capítulo II ==
 
 
Línea 62:
 
 
== Primera parte - Capítulo III ==
 
 
Línea 137:
 
 
== Primera parte - Capítulo IV ==
 
 
Vibraban todos los presentes al son de estos roncos trompetazos. Lucila, sin poder impedir que se le saltaran las lágrimas, decía: «Este Juan es un loco, que dice tonterías bonitas». Halconero, deshaciéndose en entusiasmo que le mantenía rebelde al sueño, mandó traer Jerez para festejar al trompista y regalarse todos. Cogiéndole un momento aparte, Lucila dijo a Santiuste: «Hágame el favor, Juanito, de no contar estas cosas tan rimbombéricas cuando esté mi niño delante. Yo quise acostarle; pero cualquiera le arranca de aquí cuando viene usted con estas tocatas. Mírele allí junto a su padre, comiéndosele a usted con los ojos... Se trastorna, se desvela, y luego las malas noches me tocan a mí: no es usted quien las pasa. Ya tenemos jaqueca para toda la noche con lo que usted ha dicho del Cid, de Cortés, de Pizarro y del Gran Capitán o del Gran Teniente... Buena la hemos hecho. Acostadito el niño y sin poder dormir, empiezan las preguntas; y yo, que soy tan ignorante, me veo negra para responderle. Con que hágame el favor de dejar la trompa cuando esté aquí mi hijo; coja el flautín o la zambomba, y cuéntenos algo que nos entretenga y nos haga reír».
 
El buen Jerez prodigado por Halconero avivó los fuegos patrióticos de la tertulia, cuidando el amo de la casa de ser el primero en las alegres expansiones. Alborotadamente trataron de diversos puntos relacionados con la guerra, y Carrasco y Santiuste afirmaron que Moros y Cristianos son en alma y cuerpo diferentes, como el día y la noche. Ansúrez, cuya natural capacidad ilustraba todas las cuestiones, sostuvo que las apariencias de desemejanza las daba, más que la religión y el lenguaje, el hecho de no existir en la Morería lo que aquí llamamos modas. El moro no sabe lo que es esto. Sus armas, sus vestidos, sus hábitos, sus alimentos, se perpetúan al través de los siglos, y lo mismo se eternizan sus modos de sentir y de pensar. Aquí, por el contrario, tenemos la continua mudanza en todo: modas en el vestir, modas de política, modas de religión, modas de filosofía, modas de poesía. Ideas y artes sufren los efectos del delirio de variedad... Hoy se llevan estas corbatas; mañana serán otras. Hoy se gobierna por este sistema; mañana será por el contrario. Filósofos y sombrereros, poetas y peinadoras, tienen su figurín distinto para cada quince años. Al otro lado del Estrecho les dura un figurín, para todo, la friolera de diez o doce siglos... Y así, hemos dado en creer que esta permanencia es señal de poca o ninguna civilización, lo cual no es justo, pues ni ellos son bárbaros por no conocer las modas, ni nosotros civilizados por tenerlas y seguirlas tan locamente. La civilización consiste en ser buenos, humanos y tolerantes, en hacer buenas leyes y en cumplirlas...
 
No expresó el agudo celtíbero estas ideas en la forma que aquí se les da, sino con la frase seca, desnuda y categórica que usar solía. Las presentes páginas sólo transmiten textualmente el final, que fue de este modo: «Entre las cosas santas y buenas que nos recomendó Jesucristo al fundar nuestra doctrina, yo no he podido encontrar nada que sea recomendación de las modas. Dijo: «amaos los unos a los otros»; pero no dijo: «sed veletas en el pensar y en el vestir, en el comer y en el edificar». Y aunque nada dijo de estas veleidades de los hombres, entiendo que las condenó en el Desierto cuando el Demonio quiso tentarle. Sabéis que le llevó a un alto, y mostrándole toda la tierra, se la ofreció en dominio si le adoraba. Para mí que le dijo: «Ahí tienes el mundo de las modas: adórame y será tuyo». El Señor, a mi parecer, contestó: «Vete al infierno tú y tus modas, y no tientes al Señor tu Dios».
Línea 184:
 
 
== Primera parte - Capítulo V ==
 
 
Línea 216:
 
 
== Primera parte - Capítulo VI ==
 
 
Línea 254:
 
 
== Primera parte - Capítulo VII ==
 
 
Línea 290:
 
 
== Segunda parte - Capítulo I ==
 
 
África.- De Ceuta al Valle de Tetuán: Noviembre y Diciembre de
1859.- Enero de 1860
 
 
Línea 339 ⟶ 340:
 
 
== Segunda parte - Capítulo II ==
 
 
Línea 368 ⟶ 369:
 
 
== Segunda parte - Capítulo III ==
 
 
Línea 420 ⟶ 421:
 
 
== Segunda parte - Capítulo IV ==
 
 
Línea 485 ⟶ 486:
 
 
== Segunda parte - Capítulo V ==
 
 
Línea 517 ⟶ 518:
 
 
== Segunda parte - Capítulo VI ==
 
 
Línea 550 ⟶ 551:
 
 
== Segunda parte - Capítulo VII ==
 
 
Línea 623 ⟶ 624:
 
 
== Segunda parte - Capítulo VIII ==
 
 
Línea 662 ⟶ 663:
 
 
== Segunda parte - Capítulo IX ==
 
 
Línea 691 ⟶ 692:
 
 
== Segunda parte - Capítulo X ==
 
 
Línea 713 ⟶ 714:
 
 
== Segunda parte - Capítulo XI ==
 
 
Línea 738 ⟶ 739:
 
 
== Segunda parte - Capítulo XII ==
 
 
Línea 778 ⟶ 779:
 
 
== Segunda parte - Capítulo XIII ==
 
 
Línea 807 ⟶ 808:
 
 
== Tercera parte - Capítulo I ==