Diferencia entre revisiones de «Página:El Tratado de la Pintura.djvu/358»

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local que he sacado yo del natural, para que se vea la moderación con que es preciso valerse de ellos. El hombre, según he observado, en todas sus actitudes pone siempre el tronco del cuerpo perpendicularmente debajo de la cabeza, que es lo que pesa mas en todo él. Siempre que un hombre planta sobre un pie solo, queda el pie sirviendo de basa perpendicular á la cabeza, y casi siempre se endereza el rostro hacia donde vuelve la punta del tal pie. En cuanto á los movimientos de la cabeza nunca son de modo que no tenga debajo de sí, vuélvase al lado que se vuelva, alguna parte del cuerpo que la sostenga, á menos que no extienda el un brazo á la parte opuesta, para que sirva de contrapeso. Vemos por experiencia que cuando un hombre con el brazo extendido sostiene en la mano algún peso, retira atrás el pie para que contrapese, y caiga sobre él todo el cuerpo para que no falsee. Un hombre puesto de pie derecho no puede levantar la cabeza mas que para mirar la mitad del cielo; ni puede volverse al un lado, sino hasta tocar con la barba en el hombro. Tampoco podemos volvernos por la cintura hasta que quede el hombro perpendicular con el ombligo, sino algo menos. Los movimientos de las piernas y de los brazos son mas libres, con tal que con su postura no ofendan al pudor: por lo regular las manos nunca se levantan mas que la cabeza, ni el codo mas que los hombros, ni el pie mas que la rodilla, ni tampoco se aparta del otro mas distancia que su longitud. He observado que cuando levantamos un brazo, todas las partes del cuerpo de aquel lado siguen el mismo movimiento, pues hasta el talón del pie correspondiente se levanta del suelo por el movimiento del brazo. A este tenor hay muchas cosas que deberá advertir y notar el curioso y diligente; y rezelo que las que hasta aqui he apuntado sean tan manifiestas y
local que he sacado yo del natural, para que se vea la moderación con que es preciso valerse de ellos. El hombre, según he observado, en todas sus actitudes pone siempre el tronco del cuerpo perpendicularmente debajo de la cabeza, que es lo que pesa mas en todo él. Siempre que un hombre planta sobre un pie solo, queda el pie sirviendo de basa perpendicular á la cabeza, y casi siempre se endereza el rostro hacia donde vuelve la punta del tal pie. En cuanto á los movimientos de la cabeza nunca son de modo que no tenga debajo de sí, vuélvase al lado que se vuelva, alguna parte del cuerpo que la sostenga, á menos que no extienda el un brazo á la parte opuesta, para que sirva de contrapeso. Vemos por experiencia que cuando un hombre con el brazo extendido sostiene en la mano algún peso, retira atrás el pie para que contrapese, y caiga sobre él todo el cuerpo para que no falsee. Un hombre puesto de pie derecho no puede levantar la cabeza mas que para mirar la mitad del cielo; ni puede volverse al un lado, sino hasta tocar con la barba en el hombro. Tampoco podemos volvernos por la cintura hasta que quede el hombro perpendicular con el ombligo, sino algo menos. Los movimientos de las piernas y de los brazos son mas libres, con tal que con su postura no ofendan al pudor: por lo regular las manos nunca se levantan mas que la cabeza, ni el codo mas que los hombros, ni el pie mas que la rodilla, ni tampoco se aparta del otro mas distancia que su longitud. He observado que cuando levantamos un brazo, todas las partes del cuerpo de aquel lado siguen el mismo movimiento, pues hasta el talón del pie correspondiente se levanta del suelo por el movimiento del brazo. A este tenor hay muchas cosas que deberá advertir y notar el curioso y diligente; y rezelo que las que hasta aqui he apuntado sean tan manifiestas y