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{{guion|sión|}} de Conde<ref>''Historia de la dominación de los árabes'', tomo {{may|ii}}, capítulo 41.</ref>, que era quien las tenía ocupadas hacía algún tiempo. Á lo último de su vida pensó en pasar á España á la guerra santa, y juntó para ello grandísima armada y ejército innumerable de africanos; pero la muerte atajó sus propósitos.
{{guion|sión|}} de Conde<ref>''Historia de la dominación de los árabes'', tomo {{may|ii}}, capítulo 41.</ref>, que era quien las tenía ocupadas hacía algún tiempo. Á lo último de su vida pensó en pasar á España á la guerra santa, y juntó para ello grandísima armada y ejército innumerable de africanos; pero la muerte atajó sus propósitos.


{{brecha}}Realizólos su hijo Yusuf, apellidado Abu-Yacub, que le heredó en el trono, el cual ganó muchas victorias, plantando por mucho tiempo la silla de su imperio en la ciudad de Sevilla, donde edificó gran mezquita y puente de barcas y otras obras de no menor alteza. Éste logró dominar la tierra de España desde el Mediterráneo hasta el Océano, hallando sólo valladar su valentía en los muros de Tarragona, Toledo y Santarén. Hallábase delante de la última plaza cuando sus capitanes, equivocando una orden suya, ordenaron cierta noche la retirada del ejército y tomaron el camino de Sevilla. Despertó Yusuf al amanecer y se encontró sin ejército, con pocos guardas etiopes y andaluces, y algunos servidores en su compañía. Mandó entonces levantar precipitadamente las tiendas, y ya iba á ponerse en marcha, cuando los guerreros de Santarén, apercibidos del caso, abrieron las puertas, y saliendo contra él, le rodearon y acometieron por todas partes. Con todo eso no se amilanó el rey; antes, puesto delante de las mujeres que como concubinas le seguían, y alentando con la voz y con el ejemplo á los suyos, se defendió bravamente hasta obligar á los cristianos á volverse á la ciudad. La ira de ellos fué tanta, que mataron á los pies del príncipe á tres de sus mujeres; y
{{brecha}}Realizólos su hijo Yusuf, apellidado Abu-Yacub, que le heredó en el trono, el cual ganó muchas victorias, plantando por mucho tiempo la silla de su imperio en la ciudad de Sevilla, donde edificó gran mezquita y puente de barcas y otras obras de no menor alteza. Éste logró dominar la tierra de España desde el Mediterráneo hasta el Océano, hallando sólo valladar su valentía en los muros de Tarragona, Toledo y Santarén. Hallábase delante de la última plaza cuando sus capitanes, equivocando una orden suya, ordenaron cierta noche la retirada del ejército y tomaron el camino de Sevilla. Despertó Yusuf al amanecer y se encontró sin ejército, con pocos guardas etiopes y andaluces, y algunos servidores en su compañía. Mandó entonces levantar precipitadamente las tiendas, y ya iba á ponerse en marcha, cuando los guerreros de Santarén, apercibidos del caso, abrieron las puertas, y saliendo contra él, le rodearon y acometieron por todas partes. Con todo eso no se amilanó el rey; antes, puesto delante de las mujeres que como concubinas le seguían, y alentando con la voz y con el ejemplo á los suyos, se defendió bravamente hasta obligar á los cristianos á volverse á la ciudad. La ira de ellos fué tanta, que mataron á los pies del príncipe á tres de sus mujeres; y