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Han abandonado el uso del poncho, y en este aspecto, dicen que están delante de las familias de Concepción, que lo llevan en todas las ocasiones; y probablemente tienen toda la razón, pues, con respecto al bienestar, hay mucho que admirar en el poncho, que, de todos los mantos, es el más conveniente en general, y el mejor adaptado para proteger a una persona, especialmente a caballo, donde es indispensable: su uso, sin embargo, ofrece al usuario la oportunidad de descuidar las otras partes de su vestimenta, la que oculta eficazmente, y que a veces, debajo del poncho, el cuerpo está muy mal vestido.

El traje de los hombres en las clases sociales más bajas, consiste en un par de pantalones, y una camisa, sobre la cual se coloca el poncho que tapa todo. Las mujeres están vestidas más ligeramente; ya que en lugar de un poncho, llevan un rebozo, o chal, del cual, sin embargo, muchas veces prescinden, y sus personas quedan demasiado expuestas.

Estas clases más bajas, o indios, como ellos, con mucha razón, se denominan, son apenas superiores a los salvajes incivilizados de las costas del sur; y viven principalmente de los mariscos, que con lo poco que son capaces de adquirir con la venta de unos pocos cerdos, aves de corral, que ellos crian con la insuficiente cantidad de papas y trigo, que les queda hasta que la nueva cosecha llega a su madurez. Un techo refugia a toda una familia. Padre y madre, hijos e hijas, perros y cerdos, todos viven y duermen en una sola pieza, en medio de la cual, se hace una fogata; de donde el humo escapa por numerosas aberturas en el techo y costados de la vivienda.

En cuanto a la moral, dentro de los límites de sus habitaciones, tengo razones para creer que no tienen mucho de que vanagloriarse; aunque son descritos, por Agüeros y otros escritores, como los más inocentes, y de buena conducta. Agüeros habla muy bien de su carácter, y cita al padre Ovalle, quien, escribiendo sobre Chiloé, entre los años 1629 y 1636, dice: “Los nativos de estas islas son los más dóciles y nobles (dóciles y nobles) de todo Chile, y son los menos dado al alcoholismo y otros vicios; por lo que ellos son los más dispuestos de ser instruidos por la luz del evangelio.”

Desde que la provincia pasó a depender de la república chilena,