Diferencia entre revisiones de «Página:Camana pedagogia social.djvu/219»

Feminaria (Discusión | contribs.)
Bot: Creando página con texto extraído de DjVu
 
Estado de la páginaEstado de la página
-
No corregido
+
Corregido
Cuerpo de la página (para ser transcluido):Cuerpo de la página (para ser transcluido):
Línea 1: Línea 1:
energía, cuya síntesis más elevada es la que mue-
energía, cuya síntesis más elevada es la que mueve al hombre.
ve al hombre.
El genio es genio, nos decía, porque descendió,
buceando en su propio ser, hasta ciar con la veta
humana común a todo lo creado y, al reflejar lo
ííntimo de él mismo en la obra maestra, refleja a
todo y a cada uno de nosotros.
Con cuánto carino recogía hasta el más humilde
producto de cada inteligencia... — Si Vd. pien-
sa, siente o quiere así, nos decía, convénzanos...
Y se dejaba convencer con humildad dc sabio.
En su Escuela no se recitaba ni se repetía: Sc
comentaba, se criticaba, se descubría. Con pro-
fundo respeto a la verdad, aprovechaba toda oca-
sión de propio error para ponerlo cn evidencia
y hacernos comprobar cuán poco valor merece
una a6rmación si no le atribuímos más mérito que
el fundado en la autoridad adquirida por quien Ia
sustenta. — La verdad es verdad ante la propia
razón, nos decía. No acepten dogmas. Pregúnten-
se, si esa verdad creen, porque 'la creen. Y criti-
caba con nosotros los autores predilectos. Hacía-
nos constatar las fallas, los defectos ; hacísnos sen-
tir que los grandes eran humanos, eran débiles,
como. nosotros, y que, en cambio, nosotros, si a la
obra nos poníamos, debíamos llegar, en el campo
de la propia actividad, a ser grandes como ellos
lo fueron.
Genial maestra, la vida emanaba de su enseIian-
za. Exigía mucho de cada uno y, cuanto más exi-
gía más acrecía nuestro orgullo de vivir. Sabía-


El genio es genio, nos decía, porque descendió, buceando en su propio ser, hasta dar con la veta humana común a todo lo creado y, al reflejar lo íntimo de él mismo en la obra maestra, refleja a todo y a cada uno de nosotros.


Con cuánto cariño recogía hasta el más humilde producto de cada inteligencia... — Si Vd. piensa, siente o quiere así, nos decía, convénzanos... Y se dejaba convencer con humildad de sabio.

En su Escuela no se recitaba ni se repetía: Se comentaba, se criticaba, se descubría. Con profundo respeto a la verdad, aprovechaba toda ocasión de propio error para ponerlo en evidencia y hacernos comprobar cuán poco valor merece una afirmación si no le atribuimos más mérito que el fundado en la autoridad adquirida por quien la sustenta. — La verdad es verdad ante la propia razón, nos decía. No acepten dogmas. Pregúntense, si esa verdad creen, porque la creen. Y criticaba con nosotros los autores predilectos. Hacíanos constatar las fallas, los defectos; hacíanos sentir que los grandes eran humanos, eran débiles, como nosotros, y que, en cambio, nosotros, si a la obra nos poníamos, debíamos llegar, en el campo de la propia actividad, a ser grandes como ellos lo fueron.

Genial maestra, la vida emanaba de su enseñanza. Exigía mucho de cada uno y, cuanto más exigía más acrecía nuestro orgullo de vivir. Sabía-