Diferencia entre revisiones de «Las mil y una noches:316»
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Línea 9:
El terrible kurdo Djiwán se echó de nuevo a cuestas a la joven, y siguió corriendo hasta una caverna oculta entre rocas, donde habían establecido su domicilio la gavilla de los cuarenta y su jefe. Arreglaba allí la casa de los ladrones y les preparaba la comida una vieja, que era precisamente la madre del raptor de Zumurrud. Ella fue la que al oír la seña convenida salió a la entrada de la caverna a recibir a su hijo con la capturada. Djiwán entregó la persona de Zumurrud a su madre, y le dijo: "Cuida bien de esta gacela hasta mi regreso, pues voy a buscar a mis compañeros para que la cabalguen conmigo. Pero como no hemos de volver hasta mañana a mediodía, porque tenemos que realizar algunas proezas, te ruego que la alimentes bien, para que pueda soportar nuestras cargas y nuestros asaltos". Y se fue.
Entonces la vieja se acercó a Zumurrud y le dio de beber,
La noche la había hecho reflexionar, cobró ánimos y dijo para sí: "¿En qué indiferencia condenable caigo al presente? ¿Voy a aguardar sin moverme la llegada de esos cuarenta bandoleros perforadores, que me estropearán al taladrarme y me llenarán como el agua llena un buque hasta hundirlo en el fondo del mar? ¡No, por Alah! ¡Salvaré mi alma y no les entregaré mi cuerpo!"
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