Diferencia entre revisiones de «Comentarios reales (Segunda parte)/XIV»

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LOS DECURIONES DABAN CUENTA DE LOS QUE NACIAN Y MORIAN

VOLVIENDO a los caporales o decuriones, decimos que, demás de los dos oficios que hacían de protector y fiscal, tenían cuidado de dar cuenta a sus superiores, de grado en grado, de los que morían y nacían cada mes de ambos sexos, y por consiguiente al fin de cada año se la daba (n) al Rey de los que habían muerto y nacido en aquel año y de los que habían ido a la guerra y muerto en ella. La misma ley y orden había, en la guerra, de los cabos de escuadra, alférez, capitanes y maeses de campo y el general, subiendo de grado en grado: hacían los mismos oficios de acusador y protector con sus soldados, y de aquí nacía andar tan ajustados en la mayor furia de la guerra como en la tranquilidad de la paz y en medio de la corte. Nunca permitieron saquear los pueblos que ganaban, aunque los ganasen por fuerza de armas.
Decían los indios que por el mucho cuidado que había de castigar los primeros delictos, se escusaban los segundos y terceros y los infinitos que en cada república se hacían donde no había diligencia de arrancar la mala yerba en asomando a nacer, y que no era buen gobierno ni deseo de atajar males aguardar que hubiese quejosos para castigar los malhechores, que muchos ofendidos no querían quejar por no publicar sus infamias y que aguardaban a vengarse por sus manos, de lo cual nacía grandes escándalos en la república, los cuales se escusaban con velar la justicia sobre cada vecino y castigar los delictos de oficio, sin guardar parte quejosa.
Llamaban a estos decuriones por el número de sus decurias: a los primeros llamaban Chunca Camayu, que quiere decir que tiene cargo de diez, nombre compuesto de chunca, que es diez, y de camayu, el que tiene cargo, y por el semejante con los demás números, que por escusar prolijidad no los decimos todos en la misma lengua, que para los curiosos fuera cosa agradable ver dos y tres números puestos en multiplicación, compuestos con el nombre camayu, el cual nombre sirve también en otras muchas significaciones, recibiendo composición con otro nombre o verbo que signifique de qué es el cargo, y el mismo nombre chunca camayu, en otra significación, quiere decir perpetuo tahur, el que trae los naipes en la capilla de la capa, como dice el refrán, porque llaman chunca a cualquier juego, porque todos se cuentan por números; y porque todos los números van a parar al deceno, tomaron el número diez por el juego, y para decir juguemos dicen chuncásum, que en ripor de propria significación podría decir: contemos por dieces o por números, que es jugar. Esto he dicho para que vea en cuán diversas significaciones se sirven aquellos indios de un mismo vocablo, por lo cual es muy dificultoso alcanzar de raíz las propriedades de aquel lenguaje.
Por la vía destos decuriones sabía el Inca y sus virreyes y gobernadores de cada provincia y reino cuántos vasalllos había en cada pueblo, para repartir sin agravio las contribuciones de las obras públicas que en común estaban obligados a hacer por sus provincias, como puentes, caminos, calzadas y los edificios reales y otros servicios semejantes, y también para enviar gente a la guerra, así soldados como bagajeros. Si alguno se volvía de la guerra sin licencia, lo acusaba su capitán o su alférez o su cabo de escuadra, y en su pueblo su decurión, y era castigado con pena de muerte por la traición y alevosía de haber desamparado en la guerra a sus compañeros y parientes y a su capitán, y últimamente al Inca o al general que representaba su persona. Para otro efecto, sin el de las contribuciones y el repartimiento de la gente de guerra, mandaba el Inca que se supiese cada año el número de los vasallos que de todas edades había en cada provincia y en cada pueblo, y que también se supiese la esterilidad o abundancia de la tal provincia, lo cual era para que estuviese sabida y prevenida la cantidad de bastimento que era menester para socorrerlos en años estériles y faltos de cosecha, y también para saber de lana y de algodón necesaria para darles de vestir a sus tiempos, como en otra parte diremos. Todo lo cual mandaba el Inca que estuviese sabido y prevenido para cuando fuese menester, porque no hubiese dilación en el socorro de los vasallos cuando tuviesen necesidad. Por este cuidado tan anticipado que los Incas en el beneficio de sus vasallos tenían, dice muchas veces el Padre Blas Valera que en ninguna manera los debían llamar Reyes, sino muy prudentes y diligentes tutores de pupilos. Y los indios, por decirlo todo en una palabra, los llamaban amador de pobres.
Para que los gobernadores y jueces no se descuidasen en sus oficios, ni cualesquiera otros ministros menores, ni los de la hacienda del Sol o del Inca en los suyos, había veedores y pesquisadores que de secreto andaban en sus distritos viendo o pesquisando lo que mal hacían los tales oficiales, y daban cuenta de ello a los superiores a quien tocaba el castigo de sus inferiores para que lo castigasen. Llamábanse Túcuy rícoc, que quiere decir el que lo mira todo. Estos oficiales y cualesquiera otros que tocaban al gobierno de la república o al ministerio de la hacienda real o cualquier otro ministerio, todos eran subordenados de mayores a menores porque nadie se descuidase en su oficio. Cualquiera juez o gobernador u otro ministro que se hallase no haber guardado justicia en su judicatura o que hubiese hecho cualquier otro delicto, era castigado más rigurosamente que cualquiera otro común en igual delicto, y tanto más rigurosamente cuanto más superior era su ministerio, porque decían que no se podía sufrir que el que había sido escogido para hacer justicia hiciese maldad, ni que hiciese delictos el que estaba puesto para castigarlos, que era ofender al Sol y al Inca que le había elegido para que fuese mejor que todos sus súbditos.

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