Diferencia entre revisiones de «Autor:Martin Luther King»

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=== Discursos Políticos ===
* [[Discurso de Martin Luther King "Tengo un sueño"]]
Dr. Martin Luther King, Jr. dio este discurso el 3 de Abril de 1968 Un día antes de su asesinato.
 
“He Estado En La Cima De La Montaña”
 
Dr. Martin Luther King, Jr. dio este discurso en apoyo a los trabajadores sanitarios que estaban en huelga en Memphis, Tenessee. El 3 de Abril de 1968 — Un día antes de su asesinato.
 
Les agradezco muy bondadosamente, amigos míos. A medida que escuchaba a Ralph Abernathy en su elocuente y generosa introducción, y luego pensé en mí, y me pregunté de quién estaría ablando. Siempre es bueno tener tu mejor amigo y socio decir algo bueno acerca de tí, y Ralph Abernathy es el mejor amigo que tengo en el mundo.
 
Me deleito ver a cada uno de ustedes aquí esta noche a pesar de la advertencia de una tormenta. Han revelado que están determinados a seguir de cualquier manera. Algo está pasando en Memphis, algo está pasando en nuestro mundo. Y saben, si estuviera parado al comienzo de la era, con la posibilidad de echarle una mirada general tipo panorámica a toda la historia humana hasta ahora, y el Todopoderoso me dijera, “Martin Luther King, ¿En que era te gustaría vivir?” Yo tomaría mi vuelo mental por Egipto, y vería a los hijos de Dios en su magnífica jornada, desde los oscuros calabozos de Egipto a través, mejor dicho cruzando el Mar Rojo, a través del desierto, hacia la tierra prometida. Y a pesar de su magnificencia, no pararía ahí.
 
Me iría a Grecia, y llevaría mi mente al Monte Olimpo. Y vería a Platón, Aristóteles, Sócrates, Eurípides, y Aristófenes, reunidos en el Partenón, y los vería en el Partenón habando de los grandes y eternos asuntos de la realidad. Pero no me detendría ahí.
 
Incluso iría a los tiempos de auge del Imperio Romano, y vería los desarrollos ahí, a través de diversos emperadores y líderes. Pero no me detendría ahí.
 
Incluso aparecería el día del Renacimiento y echaría una mirada rápida a todo lo que el Renacimiento hizo por la cultura y la estética en la vida del hombre. Pero no me detendría ahí.
 
Incuso iría por los caminos del hombre por quién yo he sido nombrado, cómo tiene su hábitat, y miraría a Martín Lutero como pegaba sus noventa y cinco tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg. Pero no me detendría ahí.
 
Incluso llegaría a 1863 y vería a un vacilante presidente llamado Abrahán Lincoln finalmente llegar a la conclusión que tenía que firmar la Proclamación de la Emancipación. Pero no me detendría ahí.
 
Incluso llegaría a los primeros años de los treintas y vería a un hombre luchando con los problemas de bancarrota de su país, y llegar con un grito elocuente que “No tenemos que temerle a nada pero al temor mismo.” Pero no me detendría ahí.
 
Extrañamente, me daría vuelta hacia el Todopoderoso y le diría: -Si me permitieras vivir solo unos cuantos años en esta segunda parte del siglo veinte, seré feliz.
 
Ahora esto es hacer una extraña declaración porque el mundo está todo trastornado. La nación está enferma, el problema está en la tierra, confusión en todas partes. Pero yo se que de alguna manera, que solamente cuando está lo suficientemente oscuro puedes ver las estrellas. Y veo a Dios obrando en este periodo del siglo veinte en una manera que los hombres en alguna extraña manera están respondiendo. Algo está pasando en nuestro mundo. Las masas de gentes se están levantando. Y donde quiera que hoy estén reunidos, ya sea que estén en Johannesburg, en Sudáfrica; Nairobi, Kenia; Accra, en Ghana; La ciudad de Nueva York, Atlanta, Georgia; Jackson, en Mississippi; o en Menphis, Tennessee, el grito es siempre el mismo: “Queremos ser libres.”
 
Y otra razón de la que estoy feliz de vivir en este período, es que hemos sido forzados al punto donde vamos a tener que luchar con los problemas que el hombre ha tratado de luchar a través de la historia, pero las exigencias no lo forzaron a hacerlo. La sobrevivencia exige que luchemos con ellos. Ahora, el hombre por años ha hablado de paz y Guerra. Pero ahora ya no pueden tan solo hablar acerca de ello. Ya no es una opción entre la violencia y la no-violencia en este mundo; es no-violencia o no-existencia. Ahí es donde estamos hoy.
 
Y también, en la revolución de los derechos humanos, si algo no se ha hecho, y hecho de prisa para llevar a las personas de colores del mundo fuera de sus largos días de pobreza, sus largos años de dolor y negligencia, el mundo entero está condenado a muerte. Pues ahora, solo estoy feliz que Dios me ha permitido vivir en este período, para ver lo que se está desenvolviendo. Y me siento feliz que me haya permitido estar en Menphis.
 
Puedo acordarme, Puedo acordarme cuando los negros iban por ahí, como a menudo ha dicho Ralph, rascándose donde no les pica y riéndose cuando no les hacen cosquillas. Pero ese día se ha terminado. Ahora estamos en serio y estamos determinados a ganar nuestro justo lugar en el mundo de Dios. Y eso es todo de lo que se trata esto. No estamos ocupados en una protesta negativa y discusiones negativas con nadie. Estamos diciendo que estamos determinados a ser hombres; estamos determinados a ser personas. Estamos diciendo… estamos diciendo que somos hijos de Dios. Y si somos hijos de Dios, no tenemos que vivir de la manera que estamos forzados a vivir.
 
Pues ahora, ¿Qué es lo que significa todo esto en este gran período en la historia? Significa que debemos estar unidos. Debemos estar unidos y mantener la unidad. Ustedes saben, siempre cuando el faraón deseaba prolongar el período de la esclavitud en Egipto, él tenía una fórmula favorita para hacer esto. ¿Cuál era esa? Él mantenía a los esclavos peleando entre ellos mismos. Pero siempre que los esclavos se unían, algo pasaba en la corte del faraón, y él no podía mantener a los esclavos en esclavitud. Cuando los esclavos se unen, ese es el comienzo de salir de la esclavitud. Pues ahora permitamos mantener esa unidad.
 
En segundo lugar, permitamos mantener los asuntos donde estén. El asunto es justicia. El asunto es el rechazamiento de Menphis de ser justo y honesto en sus tratos con sus servidores públicos, que vienen siendo los trabajadores sanitarios. Pues ahora, hemos conseguido mantener la atención en ello. Que es siempre el problema con un poco de violencia. Ustedes saben lo que pasó el otro día, y la prensa trató solamente con el quebradero de ventanas. Yo leí los artículos. Muy pocas veces llegaron a mencionar el hecho que mil trescientos trabajadores sanitarios están en huelga, y que Menphis no está siendo justo con ellos, y que el alcalde Loeb tiene una terrible necesidad de un doctor. No llegaron a mencionar eso.
 
Pues ahora vamos a marchar nuevamente, y tenemos que marchar nuevamente, para poner este asunto donde está supuesto estar y obligar a ver a todos que hay mil trescientos hijos de Dios aquí sufriendo, hay veces que pasan hambre, pasan a través de las oscuras y tristes noches preguntándose cómo va a salir esta cosa. Ese es el asunto. Y tenemos que decirle a la nación, que sabemos como está saliendo. Para cuando las personas quedan agarradas de eso lo cual es lo correcto, y están dispuestos a sacrificarse por eso. No hay un punto de parada corto de la victoria.
 
No vamos a permitir que algún mazo nos detenga. Somos maestros en nuestro movimiento de la No-violencia en desarmar fuerzas policiales; no saben que hacer. Los he visto muy a menudo. Yo me acuerdo que en Birmingham, Alabama, cuando estábamos ahí en esa majestuosa lucha, día tras día salíamos de la iglesia bautista de la 16ta Calle. Salíamos de a cientos, y el “Toro” Connor decía que les enviaran los perros, y ahí venían. Pero solamente fuimos en frente de los perros cantando “No voy a dejar que nadie me mande de vuelta.” Después el “Toro” Connor decía: -Abran las mangueras de incendio. Y como les dije a ustedes la otra noche, el “Toro” Connor no sabía de historia. Él sabía un tipo de física que de alguna forma no se relacionaba a la trans-física que nosotros sabíamos. Y que fue el hecho de que había un cierto tipo de fuego que ninguna agua lo podía apagar. Y nos fuimos en frente de las mangueras de incendio. Ya conocíamos el agua. Y si éramos bautistas o de alguna otra denominación, hemos sido sumergidos. Y si fuéramos metodistas, o de alguna otra, hemos sido rociados. Pero conocíamos el agua. Eso no nos pudo detener.
 
Y nosotros solo fuimos adelante en frente de los perros y los mirábamos, y proseguíamos adelante en frente de las mangueras del agua y las mirábamos. Y solo seguimos adelante cantando, “Sobre mi cabeza, veo la libertad en el aire.” Y luego nos metían en los furgones, y a veces nos amontonaban ahí adentro como sardinas en lata. Y nos metían adentro y el viejo “Toro” decía: -¡Llévenselos! Y lo hacían, y nosotros íbamos en el furgón cantando, “Debemos Vencer.” Y de vez en cuando estábamos en la cárcel, y veíamos a los carceleros mirando a través de las ventanillas conmovidos por nuestras oraciones, y conmovidos por nuestras palabras y nuestras canciones. Y había un poder ahí el cual el “Toro” Connor no se pudo ajustar, así que terminamos transformando Al “Toro” en un buey, y ganamos nuestra lucha en Birmingham.
 
Ahora tenemos que continuar en Memphis tal cual. Los llamo para que estén con nosotros cuando salgamos el Lunes. Ahora acerca de los mandatos. Tenemos un mandato y vamos a ir a la corte mañana a pelear este ilegal, inconstitucional mandato. Todo lo que le decimos a América es que sea verdad lo que dicen en papel. Si yo viviera en China, o incluso Rusia, o cualquier país totalitario, tal vez podría entender algunos de estos ilegales mandatos. Tal vez podría entender la denegación de ciertos privilegios básicos de la Primera Enmienda, porque no se han comprometido a eso allá. Pero en alguna parte leí acerca de la libertad de asamblea. En alguna parte leí acerca de la libertad de expresión. En alguna parte leí acerca de la libertad de prensa. En alguna parte leí que la grandeza de América es el derecho de protestar por los derechos. Y así que es justo cuando digo que no vamos a dejar que ningún perro o mangueras de agua nos manden de vuelta, no vamos a dejar que ningún mandato nos eche de vuelta. Vamos a seguir. Los necesitamos a todos ustedes.
 
Saben, lo que es hermoso para mí es ver todos estos ministros de los evangelios. Es un maravilloso retrato. ¿Quién es el que está supuesto a articular los anhelos y las aspiraciones de las personas más que el predicador? De alguna manera el predicador debe tener un tipo de fuego cerrado en sus huesos, y donde quiera que esté la injusticia él debe decirla. De alguna manera el predicador debe ser un Amos, quien dice: “Cuando Dios habla, ¿quién puede sino que profetizar? Gana con Amos, deja que la justicia corra como las aguas y la honradez como un fuerte río. De alguna manera el predicador debe decir con Jesús, “el espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido, y Él me ha ungido para tratar con los problemas de los pobres.
 
Deseo encomendar los predicadores, bajo el mando de estos nobles hombres: James Lawson, quien ha estado es esta lucha por muchos años. Él ha estado en la cárcel por luchar; ha sido expulsado de la Universidad de Vanderbilt por esta lucha; pero él sigue adelante, luchando por los derechos de su gente. El reverendo Ralph Jackson, Billy Kiles; solo podría seguir leyendo la lista pero el tiempo no lo permitirá. Pero quiero agradecerles a todos ellos, y quiero que ustedes les agradezcan, porque muchas veces los predicadores no están preocupados de nada sino que ellos mismos. Y siempre estoy feliz de ver un ministerio pertinente.
 
Está bien hablar de las largas túnicas blancas del más allá, en todos su simbolismo, pero últimamente la gente quiere ternos, y vestidos, y zapatos para vestirse aquí abajo. Está bien hablar de las calles chorreando con leche y miel, pero el Señor nos ha mandado a preocuparnos de los barrios bajos aquí abajo y sus hijos quienes no pueden comer las tres comidas del día. Está bien hablar de la nueva Jerusalén, pero algún día el predicador de Dios debe hablar acerca de la nueva Nueva York, de la nueva Atlanta, la nueva Filadelfia, el nuevo Los Ángeles, el nuevo Memphis, Tennessee. Esto es lo que tenemos que hacer.
 
Pues ahora, la otra cosa que tendremos que hacer es esta: Siempre sujetemos nuestra directa acción externa con el poder del retiro económico. Ahora somos individualmente pobres, somos pobres cuando nos comparan con la sociedad blanca en América. Somos pobres. Nunca pares y olvides que colectivamente, eso significa todos juntos, colectivamente somos más ricos que todas las naciones del mundo, con la excepción de nueve. ¿Han pensado acerca de eso? Una vez que te vayas de los Estados Unidos, Soviética, Rusia, Gran Bretaña, el Poniente Alemán, Francia, y podría nombrar otros, colectivamente el negro americano es más rico que la mayoría de las naciones del mundo. Tenemos una ganancia anual de más de treinta billones de dólares al año. El cual es más que todas las exportaciones de los Estados unidos y más que el presupuesto nacional de Canadá. ¿Sabían eso ustedes? Ese es poder ahí mismo, si sabemos como hacer un fondo común.
 
No tenemos que alegar con nadie. No tenemos que echar garabatos y andar actuando mal con nuestras palabras. No necesitamos ningún ladrillo o botellas de vidrio; no necesitamos ninguna bomba molotov. Necesitamos ir alrededor de estas tiendas, y estas masivas industrias en nuestro país, y decir: -Dios nos envió aquí para decirles a ustedes que no están tratando bien sus hijos. Y hemos venido aquí para pedirles que hagan el primer ítem es su agenda un trato justo donde concierna a los hijos de Dios. Pues ahora si ustedes no están preparados para hacer eso, nosotros sí tenemos una agenda que debemos seguir. Y nuestra agenda pide por el retiro del soporte económico de ustedes.
 
Y así, que el resultado de esto, esta noche les estamos pidiendo que salgan y les digan a sus vecinos que no compren Coca-Cola en Menphis. Vayan y díganles que no compren la leche Sealtest. Díganles que no compren, ¿Cuál es el otro pan? – el pan Wonder. ¿Y cuál es la otra compañía de pan, Jesse? Diganles que no compren el pan de Hart’s. Como ha dicho Jesse Jackson, hasta ahora solos los hombres de la basura han sentido el dolor. Ahora tenemos como que distribuir el dolor. Estamos eligiendo estas compañías porque no han sido justas en la póliza de empleos, y las estamos eligiendo porque pueden comenzar el proceso de decir que van a soportar las necesidades y los derechos de estos hombres que están en huelga. Y luego pueden ir al centro de la ciudad y decirle al alcalde que haga lo que es correcto.
 
Ahora no solo eso, tenemos que fortalecer las instituciones negras. Les hago este llamado para que retiren su dinero de los bancos del centro y depositen su dinero en el banco Tri-State. Queremos un movimiento bancario en Memphis. Vayan a la asociación de ahorros y préstamos. No estoy pidiéndoles algo que no hacemos nosotros mismos en SCLC. El juez Hooks y otros pueden decirles que tenemos una cuenta aquí en esta asociación de ahorros y préstamos de la Conferencia Cristiana de Mando Meridional. Estamos pidiéndoles que sigan lo que estamos haciendo, pongan su dinero ahí. Tienen seis o siete compañías de seguros negras aquí en la ciudad de Memphis. Saquen su seguro ahí. Queremos tener una aseguradora. Pues ahora éstas son algunas cosas prácticas que podemos hacer. Comenzamos el proceso de construir una base económica más grande. Y al mismo tiempo, estamos poniéndole presión donde realmente duele, y les pido seguirlo aquí hasta el final.
 
Ahora déjenme decir mientras me muevo hacia mi conclusión que tenemos que entregarnos a esta lucha hasta el final. Nada podría ser más trágico que detenerse en este punto en Memphis. Tenemos que verlo terminado. Cuando hagamos nuestra marcha, tenemos que estar ahí. Si significa salir del trabajo, si quiere decir que salgas de la escuela, estén ahí. Preocúpate por tu hermano. Puede que tú no estés en huelga, pero cualquiera de las dos cosas, vamos para arriba juntos, o nos vamos para abajo juntos. Dejemos que se desarrolle algo así como una peligrosa generosidad.
 
Un día un hombre vino a Jesús y quería hacerle algunas preguntas de unos temas vitales de la vida. Al cabo que él quería engañar a Jesús y mostrarle que él sabía un poquito más de lo que Jesús sabía y echarlo fuera de la base. Ahora esa pregunta pudo fácilmente haber terminado en un debate filosófico y teológico. Pero Jesús inmediatamente sacó esa pregunta del aire y la puso en las peligrosas curvas entre Jerusalén y Jericó. Y habló de cierto hombre que cayó en manos de ladrones. Se acuerdan que un Levita y un sacerdote pasaban por el otro lado; no se detuvieron a ayudarlo. Finalmente vino un hombre de otra raza. Se bajó de su bestia, decidió no ser compasivo por poder. Se bajó hasta con él, le administró primeros auxilios, y ayudó a ese hombre necesitado. Jesús terminó diciendo que éste fue un buen hombre, éste fue un gran hombre, porque tenía la capacidad de proyectar el “Yo” en el “Tú,” y estar preocupado por su hermano.
 
Ahora saben, nosotros usamos bastante nuestra imaginación para tratar de determinar por qué el sacerdote y el Levita no se detuvieron. Hay veces que decimos que ellos estaban apurados yendo a una reunión de la iglesia, una junta eclesiástica y tenían que ir allá abajo a Jerusalén para no llegar tarde a la reunión. En otras veces especulábamos que había una ley religiosa que si uno estaba comprometido en ceremonias religiosas no podía tocar un cuerpo humano veinticuatro horas antes de la ceremonia. Y de vez en cuando comenzamos a preguntarnos si tal vez no iban para Jerusalén, o para Jericó, mejor dicho, para organizar una asociación de mejoramiento para las calles de Jericó. Esa es una posibilidad. Talvez sintieron que era mejor tratar con el problema causante de raíz, en vez de quedar atascado en un efecto individual.
 
Pero les voy a decir qué es lo que mi imaginación me dice. Es posible que esos hombres tuvieran miedo. Ven, la calle a Jericó es una calle peligrosa. Me acuerdo cuando la Sra. King y yo estuvimos primero en Jerusalén. Rentamos un vehiculo y manejamos de Jerusalén hasta Jericó. Y tan pronto estuvimos en esa calle le dije a mi señora, “me doy cuenta porque Jesús usaba esta escena para sus parábolas.” Es una calle sinuosa, culebrera. Es realmente conducente para una emboscada. Comienzas en Jerusalén, que está más o menos a 1200 millas, o mejor dicho, 1200 pies sobre el nivel del mar. Y a la hora que se llega a Jericó, quince o veinte minutos después, estás más o menos a 2200 pies bajo el nivel del mar. Esa es una calle peligrosa. En los días de Jesús se vino a conocer como el “Sendero Sangriento.” Y sabes que es posible que el sacerdote y el Levita miraran al hombre en el suelo y se preguntaron si los ladrones aun estaban por ahí. O es posible que ellos sintieran que el hombre en el suelo estaba meramente fingiendo. Y estaba actuando como si le hubieran robado y herido, para agarrarlos ahí, para atraerlos ahí para un ataque fácil y rápido. Así que la primera pregunta que hizo el sacerdote, la primera pregunta que el Levita hizo. “Si me detengo a ayudar e este hombre, ¿Qué me va a pasar a mí?
 
Pero luego vino el buen Samaritano, y él cambió la pregunta: “Si no me detengo a ayudar a este hombre, ¿Qué es lo que le va a pasar a él? Esa es la pregunta en frente de ustedes esta noche. No, si me detengo a ayudar a los trabajadores sanitarios, ¿Qué es lo que le pasará a mi trabajo? No, si me detengo a ayudar a los trabajadores sanitarios, ¿Qué es lo que le pasará a todas esas horas que usualmente estoy en la oficina todos los días y todas las semanas como pastor? La pregunta no es, si me detengo a ayudar a este hombre necesitado, ¿Qué es lo que me va a pasar a mí? La Pregunta es, Si no me detengo a ayudar a los trabajadores sanitarios, ¿Qué es lo que les va a pasar a ellos? Esa es la Pregunta.
 
Levantémonos esta noche con una gran prontitud. Parémoslos con una gran determinación. Y movámonos en estos poderosos días, estos días de desafío, para hacer de América lo que debe ser. Tenemos una oportunidad de hacer América una mejor nación.
 
Y quiero agradecerle a Dios una vez mas, por permitirme estar aquí con ustedes. Saben, varios años atrás estaba en la ciudad de Nueva York, autografiando el primer libro que había escrito. Y mientras estaba ahí sentado autografiando libros, vino una mujer demente negra. La única pregunta que escuché de ella fue, ¿Es usted Martin Luther King? Y yo estaba mirando hacia abajo y le dije, “Sí.”
 
El próximo minuto sentí algo golpeando mi pecho. Antes que me diera cuenta, había sido apuñalado por esta mujer demente. Me llevaron rápido al hospital de Harlem. Era un oscuro Sábado por la tarde. Y la navaja se había enterrado, y los rayos x revelaron que la punta de la navaja estaba en la orilla de mi aorta, la arteria principal, y una vez que esté perforada te ahogas en tu propia sangre; ese es tu final. El día siguiente salió en el New York Times, que si nada mas hubiera estornudado, me hubiera muerto.
 
Bien, después de cuatro días, me permitieron, después de la operación, después de que mi pecho había sido abierto y la navaja había sido removida, moverme en una silla de ruedas en el hospital. Me permitieron leer algo de mi correspondencia que había llegado, y de todas partes de los estados y del mundo, me llegaron cartas bondadosas. Leí unas cuantas, pero una de ellas nunca me olvidaré. He recibido una del presidente y el vice-presidente; se me ha olvidado lo que decían esos telegramas. Recibí una visita y una carta del gobernador de Nueva York, pero se me ha olvidado lo que decía esa carta.
 
Pero había otra carta que vino de una niña pequeña, una niña joven que era una estudiante en la escuela secundaria de White Planes. Y vi la carta y nunca me olvidaré. Simplemente decía, Querido Dr. King: Soy una estudiante del noveno grado en la escuela secundaria de White Planes. Ella decía, -A pesar que no interesa, me gustaría mencionar que soy una niña blanca. Leí en el diario de su desgracia y su sufrimiento. Y leí que si hubiera estornudado, se hubiera muerto. Y simplemente le estoy escribiendo para decirle que estoy muy feliz que no estornudó.
 
Y quiero decir esta noche, y quiero decir esta noche que Yo, también estoy feliz que no estornudé. Porque si hubiera estornudado, no hubiese estado aquí en 1960, cuando los estudiantes en todas partes del sur comenzaron sentándose sobre los mesones del almuerzo. Y supe que mientras ellos participan sentándose, realmente ellos estaban levantándose por lo mejor en el sueño americano y tomando toda la nación de regreso a esos grandes pozos de democracia, los cuales fueron cavados a profundidad por nuestros padres fundadores en la Declaración de la Independencia y la Constitución.
 
Si hubiera estornudado, no hubiera estado por aquí en 1961, cuando decidimos tomar un viaje por la libertad y terminamos la segregación en los viajes interestatales.
 
Si hubiera estornudado, no hubiera estado por aquí en 1962, cuando los negros en Albany, Georgia, decidieron enderezar sus espaldas. Y cuando sea que los hombres y las mujeres enderecen sus espaldas, ellos van a algún lado, porque un hombre no puede subirse a tu espalda a no ser que esté doblada.
 
Si hubiera estornudado, no hubiera estado por aquí en 1963, cuando la gente negra de Birmingham, Alabama, elevó la conciencia de esta nación y le dio existencia al proyecto ley de los derechos humanos.
 
Si hubiera estornudado, no hubiera tenido la oportunidad tarde ese año, en Agosto, para tratar de contarle a América de un sueño que yo había tenido.
 
Si hubiera estornudado, no hubiera estado allá abajo en Selma, Alabama, para ver el gran movimiento ahí.
 
Si hubiera estornudado, no hubiera estado en memphis para ver una comunidad unirse a esos hermanos y hermanas que estaban sufriendo. Estoy muy feliz que no estornudé.
 
Y me estaban diciendo. Pues ahora ya no importa ahora. No importa lo que pase ahora. Partí de Atlanta esta mañana y mientras estábamos listos en el avión – éramos seis. El piloto dijo por el sistema de comunicación, -Perdonen por el atraso, pero tenemos al Dr. Martin Luther King en el avión. Y para asegurar que todos los bolsones fueran revisados y asegurar que nada estuviera mal en el avión, tuvimos que revisar todo cuidadosamente. Y tuvimos el avión protegido, y con guardia toda la noche.
 
 
Y luego llegué a memphis. Y algunos comenzaron a decir amenazas, o hablar acerca de las amenazas que decían, o lo que me pasaría con algunos de nuestros hermanos blancos enfermos.
 
Pues bien, no sé lo que pasará ahora; tenemos días difíciles más adelante. Pero realmente ahora no me importa, porque he estado en la cima de la montaña. Y no lo tomo en cuenta, como cualquiera persona me gustaría vivir una larga vida-la longevidad tiene su lugar. Pero eso no me concierne ahora. Yo solo quiero hacer la voluntad de Dios. Y Él me ha permitido subir a la montaña. Y he mirado, y he visto la tierra prometida. Puede que no llegue allá con ustedes. Pero quiero que ustedes sepan esta noche, que nosotros, como personas, llegaremos a la tierra prometida.
 
Así que esta noche estoy feliz;
 
no me preocupa ninguna cosa;
 
¡No le temo a ningún hombre!!
 
¡Los ojos míos han visto la gloria de la venida del Señor!!!
 
Martin Luther King Jr. - Memphis, TN on April 3, 1968
 
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