Diferencia entre revisiones de «Los siete contra Tebas»
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== Personajes==
<poem>'''ETEOCLES'''.
'''UN MENSAJERO o NUNCIO'''.
'''CORO DE DONCELLAS TEBANAS'''.
'''ANTÍGONA'''.
'''ISMENE o ISMENIA'''.
'''UN HERALDO o PREGONERO'''.</poem>
== Eteocles: vv. 1 - 38 ==
ETEOCLES
<poem>Ciudadanos cadmeos: el que rige,
Sentado en la alta popa, el gobernalle
De este pueblo, y no sufre que sus ojos
El sueño oprima, la verdad os debe
Siempre decir. La próspera fortuna
Se atribuye a los dioses; mas la adversa
A nosotros se achaca. Si contraria
(¡Ojalá no!) la suerte se mostrare,
Execrarán mi nombre los tebanos
En rítmicas, ruidosas cantilenas,
Por toda la ciudad. Ora conviene
Que todos a la lid nos aprestemos,
Aun el joven imberbe, aun el anciano,
Por defender la patria y los altares
De los dioses indígenas, que nunca
Profane el vencedor; y por los hijos,
Y por la dulce tierra, engendradora
Y nodriza común, la que en su seno
Blando os recibió, cuando arrastrabais
Los perezosos infantiles miembros,
Y entre acerbas molestias educados,
Fuertes os hizo, armígeros, robustos,
Para que a vuestra madre defendieseis.
Ni es enemigo hasta el presente día
A nosotros el hado; la victoria
Más de una vez logramos, aunque asedie
Enemiga falange nuestros muros.
Ora el augur, que por la sacra llama
No vaticina (pues sus ojos cubre
Opaca niebla), mas pastor de aves,
La fatídica voz atento escucha
Y sabe interpretar, de los agüeros
Déspota y rey, me anuncia que esta noche
Dar el asalto piensan los Argivos
En cerrado escuadrón. A las murallas
Todos volad; las puertas y las torres
Armados ocupad, con las lorigas
El cuerpo defendido. No os aterre
Su inmensa y poderosa muchedumbre.
¡Buen ánimo, que suerte en el combate
Un dios os la dará! Ya mis espías
Han de volver de la enemiga hueste.
Ni en vano tornarán. Algo sabremos.
Quizá se logre prevenir el dolo.</poem>
== El mensajero: vv. 39 - 68 ==
EL MENSAJERO
<poem>¡Buen Eteocles! ¡Rey de los Tebanos!
Nuevas te traigo de la hostil falange.
Todo lo presencié. Siete caudillos
En ancho y negro escudo recogían
La sangre de los bueyes inmolados,
Y en la sangre sus manos empapando,
Por Ares, por Belona y por el Miedo,
Ávidos de matanza, ellos juraron
La Acrópolis hundir de los Cadmeos,
Y el pueblo desolar, o en propia sangre
Esta tierra bañar, muriendo todos.
De Adrasto el carro con los tristes dones,
== Eteocles: vv. 69 - 77 ==
ETEOCLES
<poem>¡Oh Zeus, oh Tierra, oh Dioses tutelares
De nuestro pueblo! ¡Oh Furia prepotente
De mi padre! ¡no hagáis que se hunda y caiga
Esta ciudad do el habla doria suena,
Ni que el fuego doméstico se apague,
Ni que yugo servil sufra de Cadmo
La libre tierra! Vuestra ayuda imploro;
útil será a vosotros la victoria;
Pues siempre las ciudades bienhadadas
== El coro: vv. 78 - 180 ==
EL CORO
<poem>¡Qué de dolores el temor me anuncia!...
Sus reales deja la enemiga hueste;
Ved cuál cabalgan y se acercan ya...
Muda señal, pero veraz, segura,
Es la nube de polvo que levantan
Sus rápidos corceles, con los cascos
La tierra sacudiendo estremecida...
El estrépito crece,
Y ya se acerca más...
Es cual torrente que del monte baja,
Invencible corriendo a la llanura.
¡Piedad, celestes dioses;
Grandes diosas, piedad!
Con un clamor que hasta los muros se alza,
Ataca la ciudad la muchedumbre,
De escudos refulgentes adornada.
¿Quién nos defenderá? ¿Quién de los dioses
Lidiará en mi favor? ¿De qué demonio
Abrazaré la veneranda estatua?
¡Vuestras sedes espléndidas,
Oh dioses, proteged!
Mas ¡oh lamentos vanos!
¿El ruido no escucháis de astas y escudos?
Acudamos con peplos y coronas,
Las aras de los dioses a ceñir.
¡Oh dios del áureo yelmo,
Ares, señor antiguo de esta tierra,
Defiende la ciudad que tanto amaste.
Venid todos, ¡oh dioses tutelares!
Las vírgenes tebanas os imploran,
De fiera servidumbre amenazadas.
En torno a la ciudad muge una ola,
Por el soplo de Ares encrespada,
Una turba guerrera,
De empenachada y hórrida cimera.
¡Oh Zeus, Padre del éxito felice!
Ahuyenta al enemigo.
Mira cercada la ciudad de Cadmo
Por el terror de las hostiles armas
Del iracundo Argivo;
Los frenos aligados
De sus bridones a la horrenda boca,
Gimen en son de muerte;
Y los siete caudillos
Soberbios con espléndida armadura,
Van a las siete puertas,
Do su lugar les señaló la suerte.
¡Defiende la ciudad, hija de Zeus,
Palas, en los combates vigorosa!
¡y tú, Poseidón, que corceles domas,
En los mares potente,
Defiéndanos tu diestra y tu tridente!
De Cadmo el nombre y la progenie clara,
¡Ares, Ares!, protege.
Y a ti, Cipria, también, pues de tu sangre
La nuestra ha procedido,
Nuestros fervientes ruegos dirijamos;
Y a ti, rey del Liceo,
Porque cual lobo rujas
Contra la hueste aquea,
Y a ti, Latonia virgen,
Del arco y las saetas decorada.
¡Ay! ¡Ay qué ruido siento, oh alma Juno,
De carros y caballos
En torno a la ciudad!...
¡Cómo los ejes so la carga gimen!
¡Cómo rechinan las veloces ruedas!
Cúbrese el aire de volantes dardos.
¿Qué suerte nos amaga? ¿Qué destino
Nos guarda Dios? En las almenas llueve
Piedras, y de los cóncavos escudos
Resuena el bronce. A ti concedió el Padre
El santo oficio de la justa guerra,
¡Oh reina Onca! La ciudad ampara
De siete puertas. ¡Prepotentes dioses,
Supremos de esta tierra tutelares!
No entreguéis la ciudad a gente dura
Y de extranjera lengua. Oíd el ruego
De las castas doncellas, y propicios
Este pueblo mirad, que en las orgías
Honró con muchas víctimas las aras.</poem>
== Eteocles y el coro: vv. 181 - 263 ==
<poem>ETEOCLES
Yo os pregunto, intolerables bestias,
¿Es éste el modo de alentar al pueblo?
¿De unas aras correr en otras aras,
Gemir, vociferar?... ¡Infame sexo
Que los prudentes odian! Ni en los males
Ni en la prosperidad, con las mujeres
Quiero habitar. Si la fortuna ríe,
¿Quién tolera su audacia? ¿Quién su miedo
Si el peligro se acerca? Vuestra fuga
Y loco clamoreo al ciudadano
Terror infunden y ánimo cobarde,
Y acrecientan su fuerza al enemigo.
Contra nosotros mismos peleamos,
Y somos destruídos. Las mujeres,
¿Qué ayuda nos darán ni qué consuelo?
Mas si alguno a mi imperio se resiste,
Sea varón o mujer, anciano o niño,
Negros sufragios rodará la urna,
Y será por las calles lapidado.
En casa, las mujeres; los varones,
En la muralla velen; que las hembras
No harán daño en sus lares encerradas.
¿Me habéis oído, o no?
EL CORO
¡Sangre de Edipo!
Temblamos al oír ruido de carros,
Y de volubles, estridentes ruedas;
Y en las bocas sonar de los corceles
Inquietos frenos, que engendrara el fuego.
ETEOCLES
¿Y qué? ¿Si se refugia en la alta popa,
Se salvará en el mar tímido nauta,
Cuando su leño el aquilón sacude?
EL CORO
Corrimos a los viejos simulacros,
La celestial ayuda suplicando,
Cuando sonó en las puertas un estruendo,
Cual de nevosa, rápida tormenta;
De terror agitadas, a los dioses
Pedimos que amparasen estos muros...
ETEOCLES
Rogadles sólo que baluarte sean
A la furia enemiga. Después nada...
Es fama que los dioses abandonan
La vencida ciudad.
EL CORO
¡Nunca la dejen
Mientras respire yo! ¡Nunca se vea
Correr la llama hostil por nuestros muros,
Ni abrasados huir los ciudadanos!
ETEOCLES
Nace de la obediencia la fortuna
Cual hija salvadora. ¡Obedecedme!
EL CORO
Ella levanta entre apiñadas nubes,
Que a los mortales ojos oscurecen,
A quien del mal en las tinieblas gime.
ETEOCLES
Toca al varón, en la ciudad sitiada,
Víctimas ofrecer y sacrificios;
Silencio y casa a la mujer.
EL CORO
Invicta
Es Tebas, por merced de las deidades;
Todo enemigo se estrelló en sus muros.
¿Por qué te ofenden nuestras justas preces?
ETEOCLES
Invocar a los númenes es justo;
Pero no detener en los guerreros
El bélico furor. Adora, y calla.
EL CORO
A esta sagrada Acrópolis huimos,
Al resonar el pavoroso estruendo.
ETEOCLES
No recibáis con lágrimas y voces
A los muertos y heridos; en su sangre
Ares se goza y se apacienta ledo.
EL CORO
Oigo de los caballos el relincho.
ETEOCLES
Haz que no le oyes.
EL CORO
Las murallas gimen,
Del peso de enemigos combatidas.
ETEOCLES
A mí me toca defenderlas.
EL CORO
Tiemblo,
El ruido crece en torno de las puertas.
ETEOCLES
EL CORO
¡No entreguéis nuestras torres, Inmortales!
ETEOCLES
¿Aún no calláis, malvadas?
¡De nosotras,
Oh dioses, apartad la servidumbre!
ETEOCLES
A mí y a Tebas por vosotras viene.
EL CORO
¡Contra los enemigos lanza el dardo,
Oh Zeus omnipotente!
ETEOCLES
Por qué creaste, omnipotente Zeus?
EL CORO
¿Por qué creaste a los varones fuertes,
Para que su ciudad vencida sea?
ETEOCLES
¿De nuevo nos aterras con presagios,
Abrazando las aras?
Nuestra lengua
Hiela el temor.
ETEOCLES
Tebanas, otorgadme
Esta sola merced...
EL CORO
Dílo en seguida,
Porque se fije luego en nuestras mentes.
ETEOCLES
Callad, y no aterréis a los amigos.
EL CORO
Padeceré con ellos en silencio.</poem>
== Eteocles: vv. 264 - 287 ==
ETEOCLES
<poem>Grata por fin sonó vuestra palabra.
Dejad los simulacros, y mejores
Votos alzad, porque los dioses sean
Propicios al tebano en la batalla.
Y si son nuestros votos escuchados,
El festivo Peán al modo griego
Entonaréis, cuando el altar humee,
Y las solemnes voces se levanten,
Para infundir terror al adversario,
Confianza al vencedor. Después (lo juro
A los dioses custodios de esta tierra
Y del foro y del campo tutelares,
De la fuente de Dirce y del Ismeno)
De ovejas y de toros en sus aras
La sangre correrá. Ricos despojos,
Trofeos y armaduras enemigas,
En la cruenta lid arrebatados,
Exornarán los postes de sus templos.
¡Sin lágrimas alzad esta plegaria,
Sin mujeriles, flébiles sollozos!
¿Quién vencerá del hado los decretos?
Yo seis escogeré, fuertes varones;
Seré el séptimo yo... Ninguno teme
Lanza enemiga... Y en las siete puertas
La resistencia ordenaré, primero
Que lleguen los fatídicos rumores,
Que en su camino sin cesar se acrecen.</poem>
== El coro: vv. 288 - 374 ==
<poem>EL CORO
¡Oh rey! Te obedecemos;
¡Mas nuestro pecho de temor se agita,
Y un punto no sosiega,
Ni cesan los cuidados veladores
De presentarnos la tremenda imagen
De la hueste enemiga
Que nuestros muros cerca!
Temblamos como tiembla la paloma
En el caliente nido, por su prole,
Cuando el dragón insidias le prepara.
¿Qué suerte nos espera?
Unos atacan las erguidas torres
En escuadrón cerrado;
Otros, de piedras áspero granizo
A la ciudad arrojan.
¡Dioses nacidos de Saturnia estirpe,
El pueblo proteged de los Cadmeos!
¿Qué suelo encontraréis como el de Tebas,
Si abandonáis a los hostiles dioses
Esta región frugífera,
Y de Dircea las salubres ondas,
Cuales nunca Poseidón,
El que la tierra abraza,
Ni las hijas sin número de Tetis,
Arrojan de sus urnas,
Para calmar la sed de los mortales?
¡Oh tutelares númenes!
¡Al enemigo bando
Lanzad la destrucción: Ate funesta,
La lanza matadora de varones,
La que sus armas rompe y desbarata!
De gloria coronad a los tebanos,
Presidio sed de vuestros templos y aras,
Inmóviles en ellos.
¡Cuán triste es ver a la ciudad Ogigia,
Despojo de la lanza,
Sepultada en el Orco,
O a triste servidumbre reducida;
Sin gloria devastada
Por el furor aqueo;
Aventadas las sórdidas cenizas,
Y madres y doncellas,
Rotas las vestes, los cabellos sueltos,
Cual yegua por las crines arrastrada!
¡Moribundos cautivos
Llenan con su clamor los anchos foros
De la ciudad saqueada!
¡Cuán triste es ver a la violada virgen,
Que aún no probó de Himene los halagos,
Apenas de los brazos
Sale de sus injustos forzadores,
Que el fruto sin sazón arrebataron,
Dejar la tierra y la paterna casa!
¡Oh mil veces feliz la que antes muera
De ver miseria tanta!
Rapiña y destrucción, muerte e incendio,
Humo que el aire turba y ennegrece;
Y Ares en tanto, de piedad desnudo,
De pueblos domador, la llama atiza.
Clamor confuso en la ciudad resuena;
Fuera de la ciudad, los enemigos
Forman vallado cual de fuertes torres,
Lanza con lanza, escudo con escudo;
Sucumben los varones,
Y los lactantes niños
Lanzan vagidos de su sangre llenos.
En medio a la rapiña,
Los fieros vencedores
Se estorban mutuamente y se sofocan,
O se juntan tal vez por ayudarse;
Mas luego se dividen,
Cada cual mayor presa ambicionando.
Yacen en el camino
Las esperanzas de la mies perdidas,
Los frutos arrancados,
Y acerbo llanto el labrador derrama.
Van en turbios raudales
De la tierra los dones más preciosos,
Y las dorias esclavas,
Con llantos y gemidos,
El tálamo nefando
A voluntad del vencedor, esperan.
¡Sólo la eterna noche
Podrá acabar su poderosa vida!
SEMICORO
Mirad, amigas, ya del campo viene
El fiel explorador; nos traerá nuevas;
Presuroso hacia aquí sus pasos guía.
SEMICORO 2º
Pues también nuestro rey, hijo de Edipo,
Se dirige hacia acá por escucharle,
Y no es menos veloz el paso suyo.
EL MENSAJERO
Y qué caudillo destinó la suerte
A cada puerta. En la de Preto brama
Tideo; porque, infaustos los augurios,
Del Ismeno le aparta el sacro vate.
Pero él, furioso y anhelando lucha,
Ruge como el león al mediodía,
Y de Éclides, profeta venerando,
Adulador del miedo y de la muerte.
Los tres penachos del radiante yelmo
Feroz sacude, y del broncíneo escudo
Las sonantes, espléndidas labores
Lleva en su escudo, por soberbia insignia,
El espléndido cielo coronado
De innúmeras estrellas, y la luna
En medio del broquel, la luna llena,
Ojo y señora del horror nocturno.
Así, adornado de fulgentes armas,
En la ribera del sagrado río,
Clama por arrojarse a la pelea,
Como fiero corcel que muerde el freno,
Si de bélica trompa el son escucha.
¿Quién le opondrás? ¿Quién de valor tan grande
Que la Prétida puerta le defienda,
Si sus canceles impetuoso rompe?
ETEOCLES
Nunca temí la pompa de Tideo;
No hieren las empresas del escudo,
Ni del yelmo penachos y cimeras,
Sino la aguda lanza. Y esa noche
Que me dices que lleva en el escudo,
Con rutilantes astros adornada,
Agüero podrá ser de su destino;
Si cerrare sus ojos moribundos
La negra noche, ese blasón fastuoso
Responderá muy bien a lo que ostenta,
Él mismo contra sí profetizando.
Enfrente de Tideo, al sabio hijo
Pondré de Astaco, el de progenie clara,
De insolencia odiador; tardo y certero;
El que a la honra como a un Dios venera.
Es hijo de la tierra Menalipo,
De los sembrados héroes descendiente
Que Marte perdonó. Juzgará Marte
La incierta lid. A Menalipo mueve
Filial amor, para romper osado
Lanza enemiga del materno suelo.
EL CORO
Dad a mi defensor, propicios dioses,
Ayuda en la pelea,
Pues tan justo campeón cual Menalipo
Defiende nuestra tierra.
Mas ¡ay! yo temo ver de mis amigos
La destrucción sangrienta.</poem>
== El mensajero: vv. 375 - 396 ==
EL MENSAJERO
Hubo por suerte la Electraia puerta.
Más que el otro feroz, más arrogante
Que hombre nacido, maldiciones lanza
Contra los muros. ¡Ojalá se frustren!
Quiéranlo o no los Inmortales, dice
Que la ciudad asolará, ni teme
De Zeus la ira, que a la tierra baja
En inflamados rayos y centellas,
Que estima cual calor del mediodía
Que arde, pero no abrasa. Por enseña
Lleva un varón ignífero y desnudo,
Con un hacha en las manos, y repite
En áureas letras: «Quemaré la tierra.»
¿Quién le resistirá? ¿Quién será osado
A detener sus ímpetus soberbios?</poem>
== Eteocles: vv. 397 - 416 ==
ETEOCLES
<poem>Mejor; al temerario le condena
Su propia lengua acusadora siempre.
Si amenaza insolente Capaneo,
Y desprecia a los númenes, y mueve
Lengua mortal, en vanas alegrías,
Contra Zeus que escucha desde el cielo
Sus soberbias palabras tempestuosas,
Espero que sobre él de la justicia
El rayo caiga ignífero, potente,
En nada a los calores semejante
Del mediodía. A él opondré un guerrero
Corto en palabras, pero de alma ardida,
El fuerte Polifón, seguro amparo,
Si la virgen Artemis le protege.</poem>
== El coro: vv. 417 - 421 ==
EL CORO
<poem>Quien amenaza a la ciudad, perezca,
El rayo le separe de sus muros;
No profane mi lar,
Ni con soberbia lanza me arrebate
Del lecho virginal.</poem>
== El mensajero: vv. 422 - 436 ==
EL MENSAJERO
<poem>Salió a Eteocles la tercera suerte
Del fondo de la cóncava celada.
Va a la puerta de Neita con sus hombres.
Él rige ferocísimos bridones,
Que anhelosos de lid tascan el freno;
Resuena en modo bárbaro el bocado,
Del soplo henchido, que animoso humea
Por la abierta nariz. El ancho escudo,
No de vulgar manera blasonado,
Muestra un varón de poderosas armas,
Que el pie en la escala afirma, y a la torre
Del enemigo asciende, y esta letra:
«Ni Marte de los muros me arrojara.»
Opónme a este varón otro más fuerte,
Que de Tebas aparte el servil yugo.</poem>
== Eteocles: vv. 437 - 451 ==
ETEOCLES
<poem>Ya le hay si la fortuna le protege,
En manos, no en palabras poderoso;
El hijo de Creonte, megareo,
De aquellos autóctonos descendiente,
Que sembró Cadmo en el terrón beocio;
Ni el fiero resoplar de los caballos
Le hará cejar un punto en la defensa;
Y la ciudad pintada por despojos,
Alaba a otro caudillo; di su nombre.</poem>
== El coro: vv. 452 - 456 ==
EL CORO
<poem>Grata la suerte al defensor ayude
De mi casa y ciudad,
Y Zeus al insolente y temerario
Le mire sin piedad.</poem>
== El mensajero: vv. 457 - 471 ==
EL MENSAJERO
<poem>El cuarto, que a la puerta se avecina
De la Onca Atene, Hipomedón se llama,
De cuerpo ingente y ánimo robusto;
Temblé del cerco grande de su escudo,
Al agitarle él. Sagaz artífice
Allí esculpió a Tifón, por su ígnea boca
Humo negro exhalando, de la llama
Versicolor hermano, y las serpientes
En complicados giros que circundan
Toda la cavidad del hondo escudo.
Va con él el terror, y cual bacante
Del numen agitada, arde y delira.
¡Resiste bien su belicosa furia,
Que ya en las puertas el tumulto suena!</poem>
== Eteocles: vv. 472 - 480 ==
ETEOCLES
<poem>Palas Onkea, suburbana diosa,
A esa puerta vecina, sus polluelos
Defenderá de ese dragón argivo.
Hiperbio, el esforzado hijo de Enopo,
De varón a varón, con él pelee,
Que ni en fuerzas, ni en ánimo, ni en armas
Le es inferior. Mercurio los ha unido.
Lidiarán dos gigantes; sus escudos
Ornan dioses hostiles: si a Tifeo
El uno lleva, vomitando llamas,
Zeus padre, en el broquel del fuerte Hiperbio,
Sentado lidiador, el rayo vibra.
¿Cuándo el Saturnio se miró rendido?
Tal se odian estos númenes; nosotros
Al vencedor seguimos, mas por ellos
El vencido combate. ¡Triunfe Zeus
Otra vez de Tifón! Al adversario
La misma suerte que a su dios alcance,
Por Zeus salvador, triunfante sea.</poem>
== El coro: vv. 481 - 485 ==
EL CORO
<poem>¡Estréllese en las puertas la cabeza
De un demonio terrígena, que odian
Númenes y mortales juntamente!</poem>
== El mensajero: vv. 486 - 500 ==
EL MENSAJERO
<poem>Así se cumpla; el quinto, colocado
En la puerta del Bóreas, do la tumba
Por la lanza que vibra, y le es más cara
Que sus ojos, más santa que los dioses,
A Tebas destruir, aunque se oponga
El Saturnio, promete... Es un mancebo
De varonil esfuerzo; en la hermosura
De su madre Atalanta la serrana,
Imagen es. Y su infantil semblante
Apenas cubre el delicado bozo,
Indicio ya de pubertad naciente.
Su nombre es virginal: Partenopeo;
Pero su alma cruel, torva mirada,
No son de virgen. Su redondo escudo
De cincelado bronce afrenta a Tebas,
Allí clavada la voraz esfinge
Sostiene entre sus garras a un cadmeo,
Cual blanco a las saetas. ¿Desde Arcadia
Por tan largo camino habrá venido
Para manchar sin honra su linaje?
Huésped en Argos, su hospedaje quiere
Pagar en estos muros con afrenta...
¡Ojalá que los dioses le desoigan!</poem>
== Eteocles: vv. 501 - 520 ==
ETEOCLES
Humille sus soberbias vanidades,
Y muerte y destrucción caiga sobre ellos
Cual ellos la provocan sobre Tebas!
A ese niño de Arcadia, Actor, hermano
De Hiperbio, yo opondré, que no con voces,
Mas con potente diestra le resista,
Y a esa lengua sin obras ponga freno,
Y pasar de las puertas no tolere
A quien tiene del monstruo, horror de Tebas,
La imagen por empresa en el escudo.
Ella se volverá contra su dueño,
Cuando los dardos bajo el muro lluevan,
Y confirmen los dioses este augurio.</poem>
== El coro: vv. 521 - 525 ==
EL CORO
<poem>De terror tu oración nos penetra,
Al soberbio los dioses confundan,
Que tan grande impiedad pronunció.</poem>
== El mensajero: vv. 526 - 549 ==
EL MENSAJERO
<poem>El sexto es tan valiente como sabio;
El augur Anfiarao, que se coloca
En la Homoloide puerta, interpelando
Con acerbas palabras a Tideo,
Turbador de los pueblos, homicida,
Causa y maestro de los males de Argos,
Evocador de furias, y ministro
De mal consejo a Adrasto. Y a tu hermano,
Desdichado Polínice, en dos partes
Su cizañero nombre dividiendo,
Iracundo lanzó tales palabras:
«Por cierto te será de mucha gloria,
Y ante los Inmortales muy acepto,
El destruir con peregrina hueste
Patria ciudad e indígenas deidades.
¿Cómo tu patria en guerra domeñada
Te ha de ser nunca voluntaria sierva?
¿Quién de tu madre atajará las voces
Que acusadora contra ti levante?
Fiel agorero de mi propia suerte,
El suelo hostil fecundaré con sangre.
Lidiemos, que gloriosa muerte espero.»
Así diciendo, sacudió el escudo,
Que es blanco, sin emblema ni divisa.
Más quiere bueno ser que parecerlo;
Y de su alma en el profundo surco,
Frutos recoge de prudencia mucha
Y buen consejo. Oponle un adversario
Tan sabio como él. Que es muy temible
El justo que a los númenes venera.</poem>
== Eteocles: vv. 550 - 562 ==
ETEOCLES
<poem>¡Suerte infeliz la que enlazó a ese justo
Con hombres tan impíos! Siempre daña
Tratar con el inicuo; de su campo
Siempre se recogió fruto de muerte.
¡Oh! ¡Cuántas veces ascendió a la nave
Varón piadoso entre profanos nautas,
Inicua turba que se arroja a todo,
Y pereció con ellos! ¡Cuántas veces,
Ciudad impía que olvidó a los dioses,
Hospeda a un justo, que en la ruina se hunde,
Cuando el azote de los dioses llega!
Así de Eclis el hijo, augur piadoso,
Prudente, justo, venerable, santo,
Y sublime profeta, por mezclarse
Con los impíos, soberbios, jactanciosos,
Que tan largo camino hacen en balde,
Si Zeus nos ampara, en la derrota
Será con los restantes confundido.
Mas que ataque la puerta, no lo esperes,
Ni le tengo por tímido o cobarde;
Mas sabe que su muerte se avecina,
Si es veraz el oráculo de Loxias;
Y Loxias calla, o la verdad revela.
Inhospital custodio le reciba
En la puerta el fortísimo Lasthenes,
Viejo en prudencia, vigoroso en cuerpo,
Largo en la vista, de ligeras manos;
Que con la izquierda al enemigo arranca
El hierro de la lanza. La victoria
En manos de los númenes consiste.</poem>
== El coro: vv. 563 - 567 ==
EL CORO
<poem>Nuestros ruegos oíd, Inmortales;
Buena suerte otorgad a este pueblo,
Y los males que trajo la guerra
El extraño tan sólo reciba;
De los muros el rayo los lance,
Que fulmine la diestra de Zeus.</poem>
== El mensajero: vv. 568 - 596 ==
EL MENSAJERO
<poem>El séptimo... ¿dirélo?... es él... tu hermano,
Que a la ciudad impreca y la maldice,
Y jura hundir sus torres, y aclamado
Con festivo Peán, canto de triunfo,
Ir a encontrarte y pelear contigo,
Y matarte o morir. Y si la vida
Te perdonare, con destierro largo
Vengar la afrenta que le hiciste un día.
Y porque cumplan sus fervientes votos,
A la patria y los dioses gentilicios
invoca el esforzado Polinice
Lleva un reciente bien labrado escudo,
Con dos figuras cinceladas de oro;
Una mujer que por la mano guía
A un armado campeón: es la Justicia;
Así la misma letra lo declara:
«Volveré este hombre a su perdida Tebas
Y a dominar en la paterna casa.»
Mira quién le opondrás...</poem>
== Eteocles: vv. 597 - 625 ==
ETEOCLES
<poem>¡Raza de Edipo
Maldita, por las Furias perseguida,
Odiada por los dioses! Ya se cumple
La maldición terrible de mi padre.
Mas no gemir ni lamentarme debo.
¡No suenen otra vez vuestros sollozos!
Es digno de su nombre Polinice;
Mas de esa audaz divisa de su escudo
Los áureos rutilantes caracteres,
Que cual su mente bullen y deliran,
Presto veréis si a Tebas le conducen.
Si la virgen Justicia, hija de Zeus,
Sus obras y consejos inspirara,
Conseguirlo podría. Pero nunca
Le saludó ni penetró en su techo,
Ni cuando abandonaba las tinieblas
Del seno maternal; ni cuando niño,
Ni en su primera juventud, ni cuando
Ornó su barba innumerable pelo.
Y hora que aflige a su nativa tierra,
¿Le ayudará? ¿Merecerá su nombre
Si a tan audaz varón une su esfuerzo?
Iré confiado a la batalla. ¿Qué otro
Con más razón que yo debe matarle?
Rey contra Rey, hermano contra hermano,
Enemigo a enemigo lidiaremos;
Pronto... lanza y escudo... y armadura.</poem>
== El coro: vv. 626 - 630 ==
EL CORO
<poem>¡Oh el más amado de los hombres todos,
Hijo de Edipo! en su furor no imites
A tu iracundo hermano. Que combatan
Entre sí los argivos y cadmeos.
Su sangre es expiable. Mas no hay siglos
Que basten a lavar la negra mancha
De un doble fratricidio.</poem>
EL MENSAJERO
<poem>¿Quién tolera
Sin honra ni venganza la victoria?
Yo prefiero la muerte, Los cobardes,
¿Qué gloria dejan tras su torpe vida?</poem>
EL CORO
<poem>¡Hijo! ¿En qué piensas? El furor te ciega,
Ávido de combate. Esa iracundia
Aún puedes refrenar.</poem>
ETEOCLES
<poem>Un dios me arrastra...
¡Vete a surcar las ondas del Cocito,
Con favorable viento, maldecida
Raza de Layo, que aborrece Febo!</poem>
EL CORO
<poem>Ciego furor a derramar te impele
¡Fruto nefando! la fraterna sangre.</poem>
ETEOCLES
<poem>Ved... de mi padre la enemiga sombra
Ya con los ojos secos se levanta;
Ella me manda consumar el crimen,
Y vengarme y morir...</poem>
EL CORO
<poem>Tú no la invoques,
Que no es cobarde quien justicia guarda;
Si los dioses tus víctimas aceptan,
Nunca la negra Erinia vengadora
Afirmará sus plantas en tu techo.</poem>
ETEOCLES
<poem>Los dioses... ¡Cuánto tiempo ha que dejaron
Del todo nuestra casa! En nuestra ruina
Ellos se aplacen. No aduléis al hado.</poem>
EL CORO
<poem>Aún es tiempo... Si un numen se aplacase,
En favorable viento se tornara
El soplo abrasador que te consume.</poem>
ETEOCLES
<poem>¡Aún arde más la imprecación de Edipo,
Y nocturna visión veraz me dice
Cuál serán divididos los tesoros
De mi padre infeliz!...</poem>
EL CORO
<poem>A las mujeres
Oye, aunque las desprecies.</poem>
ETEOCLES
<poem>Es inútil...
Decidlo, pero en breve...</poem>
EL CORO
<poem>No combatas
En la séptima puerta.</poem>
ETEOCLES
<poem>¿Con palabras
Doblegarme queréis? ¡Empeño vano!</poem>
EL CORO
<poem>Honran también los dioses la victoria
Que sin lidiar se alcanza.</poem>
ETEOCLES
<poem>De un guerrero
Tal palabra es indigna...</poem>
EL CORO
<poem>¿Y en la sangre
Quieres bañarte de tu hermano?</poem>
ETEOCLES
<poem>Quiero;
Y no se salvará, si un dios me ayuda.</poem>
EL CORO
<poem>¡Ay de nosotras, si la horrenda Erinnis,
No a los dioses igual, devastadora
De pueblos, y de males adivina,
Viene a cumplir la imprecación del padre,
Y a saciarse en la sangre de los hijos,
Cuyo ciego furor arde y atiza. ''(Se va ETEOCLES.)''</poem>
<poem>EL CORO
'''Antiestrofa 1ª'''
'''Estrofa
'''Antiestrofa
'''Estrofa
'''Antiestrofa
'''Estrofa
'''Antiestrofa
'''Estrofa
'''Antiestrofa
EL MENSAJERO
<poem>¡Buen ánimo! Alentad, tiernas alumnas
De vuestras madres. Ya está libre Tebas
De yugo y servidumbre; ya perece
De esos varones la jactancia altiva.
En calma la ciudad... Y no se ha abierto
La nave contrastada por las olas;
Las torres nos protegen; cada puerta
Tiene un guerrero de pujante brío;
En las seis puertas la victoria es nuestra;
La séptima domina el rey Apolo,
Quiere tomar de la impiedad de Layo.</poem>
EL CORO
<poem>¿A la ciudad qué nueva desventura?...</poem>
EL MENSAJERO
Los de una misma sangre procedidos...</poem>
EL CORO
<poem>¿Qué dices? A escucharte ni aun me atrevo.</poem>
EL MENSAJERO
<poem>Los hijos ¡ay! del infeliz Edipo...
Oye tranquila.</poem>
EL CORO
<poem>¡Mísera! Adivino EL MENSAJERO
<poem>Los dos cayeron,
Y con mutuas heridas traspasados...</poem>
EL CORO
<poem>¿A tal punto llegaron?</poem> <poem>Y de entrambos
Bebió la tierra la caliente sangre.</poem>
EL CORO
<poem>¿Entre sí los hermanos combatieron?</poem> EL MENSAJERO
<poem>Entrambos en el polvo se revuelcan.</poem>
EL CORO
<poem>¡A entrambos ha cabido igual fortuna!</poem> EL MENSAJERO
<poem>Muertos quedan los dos; el hado quiere
Exterminar de Edipo la progenie.
¡Lagrimas y alegría juntas llegan!
En salvo la ciudad, mas sus caudillos,
Con el hierro en Escitia martillado,
Quisieron dividirse los despojos
La tierra poseerán que sus cadáveres
Pueda cubrir, tras de la horrenda liza;
Cumplida está la maldición del padre.</poem>
EL CORO
<poem>¡Júpiter grande, tutelares dioses ''(Traen a la escena los cuerpos de ETEOCLES y
SEMICORO 1.º
<poem>¡Hermanas infelices, más que cuantas SEMICORO 2.º
<poem>¡Insanos campeones! SEMICORO 1.º
<poem>Acerba muerte y destrucción trajisteis SEMICORO 2.º
<poem>Ya la casa paterna es allanada, SEMICORO 1.º
<poem>Ya fieras las Euménides SEMICORO 2.º
<poem>Por el siniestro lado SEMICORO 1.º
<poem>Al par de reino les privó y de vida SEMICORO 2.º
<poem>En la ciudad resuenan los lamentos SEMICORO 1.º
<poem>Furiosos dividieron, SEMICORO 2.º
<poem>El hierro los inmola, SEMICORO 1.º
<poem>Hasta su casa llegarán mis ayes, SEMICORO 2.º
<poem>Por ellos, ¡qué de males SEMICORO 1.º
<poem>¡Oh madre desdichada SEMICORO 2.º
<poem>Furibunda discordia SEMICORO 1.º
<poem>Su enemistad reposa; SEMICORO 2.º
<poem>Igual porción, ¡oh míseros! SEMICORO 1.º
<poem>Al fin entonan victorioso canto ANTÍGONA
<poem>¡Herido heriste!</poem>
<poem>¡Tú, al morir, mataste!</poem> ANTÍGONA
<poem>¡Con hierro matas!</poem> <poem>Y con hierro mueres!</poem>
ANTÍGONA
<poem>¡Fin miserable!</poem> <poem>¡Desdichada suerte!</poem>
ANTÍGONA
<poem>¡Gemidos... id!</poem> <poem>¡Brotad, lágrimas mías!</poem> ANTÍGONA
<poem>Yaces.</poem>
<poem>No sin venganza.</poem>
ANTÍGONA
<poem>Mi alma loca. <poem>El corazón estalla.</poem> ANTÍGONA
<poem>¡Oh hermano, digno de perpetuo lloro!</poem> <poem>¡Oh mi hermano infeliz!</poem> ANTÍGONA
<poem>Muerte al amigo <poem>Y él te mató.</poem>
ANTÍGONA
<poem>Doble al oído <poem>Y a la vista doble.</poem> ANTÍGONA
<poem>¡Cuán cerca están los males!</poem> <poem>¡Las hermanas, CORO
<poem>¡Cuán grande es tu poder, luctuosa Erinnis,
Sombra de Edipo, formidable Parca!</poem>
ANTÍGONA
<poem>¡Grave dolor!</poem> <poem>¡No vuelve del destierro!</poem> ANTÍGONA
<poem>No volverá, que ha muerto.</poem> <poem>También muere ANTÍGONA
<poem>Si muere, mata.</poem> <poem>Él a Eteocles arrancó la vida.</poem> ANTÍGONA
<poem>¡Cuánto padezco!</poem> <poem>¡Mísero linaje!</poem>
ANTÍGONA
<poem>¡Llanto doblado por los dos hermanos!</poem> <poem>Y doble llanto por las rotas lanzas.</poem> EL CORO
<poem>¡Cuán grande es tu poder, luctuosa Erinnis,
Sombra de Edipo, formidable Parca!</poem>
ANTÍGONA
<poem>Tú lo supiste al asaltar a Tebas.</poem> <poem>Y en la defensa tú.</poem> ANTÍGONA
<poem>La misma Furia <poem>Ella te armaba ANTÍGONA
<poem>¡Triste de mirarse!</poem> <poem>¡Triste de oírse!</poem> ANTÍGONA
<poem>¡Oh males!</poem> <poem>¡Oh fatiga!</poem>
ANTÍGONA
<poem>A la casa y la tierra.</poem> <poem>Sobre todos ANTÍGONA
<poem>Y aún más a mí.</poem> <poem>¡Rey Eteocles, ANTÍGONA
<poem>¡Locos hermanos, <poem>¿Dó los sepultaremos?</poem> ANTÍGONA
<poem>Do más digno <poem>Junto al padre reposen.</poem> EL
<poem>Los decretos ANTÍGONA
<poem>Yo a su edicto respondo. Si a mi hermano EL HERALDO
<poem>No opongas a las leyes
Inútil resistencia.</poem>
ANTÍGONA
<poem>Tal decreto
No vuelvas a intimarme.</poem>
EL HERALDO
<poem>Si el peligro
Vence, es la plebe en su furor tremenda.</poem>
ANTÍGONA
<poem>Alaba su rigor; sin sepultura
No quedará mi hermano.</poem>
EL HERALDO
<poem>¿Y a enterrarle
Te atreverás, si el pueblo le aborrece?</poem>
ANTÍGONA
<poem>No le han marcado aún los inmortales
Con el sello de gloria o de anatema.</poem>
EL HERALDO
<poem>Trajo a Tebas la guerra.</poem>
ANTÍGONA
<poem>Devolvía
Mal por mal.</poem>
EL HERALDO
<poem>Uno solo le ofendiera,
y él atacaba a todos.</poem>
ANTÍGONA
<poem>De las diosas,
La postrera que calla es la Disputa.
Yo le sepultaré; no más palabras.</poem>
EL HERALDO
<poem>Será tu voluntad; mas te lo vedo.</poem>
EL CORO
<poem>¡Oh Furias, alegraos,
Del humano linaje destructoras!
¡Ya la raza de Edipo es acabada!
¿Qué haré? ¿Qué pensaré? ¿Ni a Polinice
Puedo llorar, ni su mortal despojo
Conducir a la tumba? Pero temo
De la ciudad el riguroso fallo.
Muchos te lloraran, rey Eteocles;
Mas sólo el llanto de su triste hermana
Polinice tendrá. ¿Quién obedece
Tan dura ley?</poem>
SEMICORO
<poem>Nosotras seguiremos
De Polinice el funeral, castigue
Tebas o no tan generosa audacia.
Mañana de otro modo la justicia
Mirarán los cadmeos.</poem>
SEMICORO
<poem>Mas nosotras
A Eteocles seguimos, cual las leyes
Y la ciudad lo mandan. Estos muros
Con el favor de Zeus ha defendido
Y de los otros númenes, rompiendo
Hinchadas olas de enemiga gente
Que nuestras torres allanar pensaba.</poem>
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[[Categoría:Odas, epístolas y tragedias]]
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