Diferencia entre revisiones de «Prometeo encadenado»

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{{encabezado con notas|''Prometeo encadenado''|Esquilo|Traducción de [[Marcelino Menéndez y Pelayo]] (Santander, 19 de julio de 1879) incluída en su libro ''[[Odas, epístolas y tragedias]]''.}}
 
== Personajes ==
LA FUERZA&ensp;&mdash;&ensp; Al remoto confín hemos venido<br>
De la tierra, a los yermos inaccesos<br>
De la Escitia. Tú, Hefesto, los mandatos<br>
Del Padre cumplirás, y a Prometeo<br>
Maléfico atarás a la alta roca,<br>
De adamantinos lazos con cadena,<br>
Pues la llama, flor tuya, y de todo arte<br>
Fácil materia, arrebató a los cielos,<br>
Y a los hombres la dio. Por tal delito<br>
Justo es que pague merecida pena,<br>
Para que aprenda a respetar de Zeus<br>
La alta deidad, y a no endiosar al hombre.<br>
 
<poem>'''LA FUERZA'''.
HEFESTO&ensp;&mdash;&ensp;Fuerza y Poder, vosotros ya cumplisteis<br>
'''HEFESTO'''.
La voz de Zeus; pero no me atrevo<br>
'''PROMETEO'''.
A encadenar en proceloso risco<br>
'''CORO DE NINFAS OCEÁNIDES'''.
A un dios de mi linaje. Dura fuerza<br>
'''OCÉANO'''
Es la necesidad; cumplirse debe<br>
'''ÍO'''</poem>
La voluntad del Padre. ¡Excelso hijo<br>
De la divina Temis consejera!<br>
A mi pesar, con lazo indisoluble,<br>
Te sujeto a esta peña, nunca hollada<br>
De humanas plantas, do ni forma veas<br>
Ni voz escuches de mortal alguno,<br>
Mas la llama del sol lenta te abrase<br>
Y mude tu color. Cuando estrellada<br>
La noche oculte el esplendor del día,<br>
O el sol disipe el oriental rocío,<br>
Siempre tu mal te aquejará presente.<br>
Aún no nació quien libertarte pueda.<br>
¡Tal premio por tu amor a los mortales!<br>
¡Tú, siendo dios, las iras de los dioses,<br>
Por honrar a los hombres, te atrajiste!<br>
Injusto fue tu afán. Y por castigo<br>
Este peñasco sostendrás enorme,<br>
Estando en pie, sin que tus ojos cierre<br>
El sueño, sin que doble tus rodillas<br>
Larga fatiga, con lamento mucho<br>
E inútil llanto; que de Zeus la cólera<br>
Es dura de aplacar, y siempre recia<br>
Es de nuevo señor la tiranía.<br>
 
== Prólogo: vv. 1 - 127 ==
LA FUERZA&ensp;&mdash;&ensp; ¿Por qué le compadeces y te paras?<br>
¿No le aborreces cual los otros dioses,<br>
Ya que entregó tu don a los mortales?<br>
 
=== La fuerza: vv. 1 - 11 ===
HEFESTO&ensp;&mdash;&ensp;La sangre y la amistad son fuertes nudos.<br>
 
LA FUERZA
LA FUERZA&ensp;&mdash;&ensp; ¿Despreciarás las órdenes del Padre?<br>
<poem>Al remoto confín hemos venido
¿No temes esto más?<br>
De la tierra, a los yermos inaccesos
De la Escitia. Tú, Hefesto, los mandatos
Del Padre cumplirás, y a Prometeo
Maléfico atarás a la alta roca,
De adamantinos lazos con cadena,
Pues la llama, flor tuya, y de todo arte
Fácil materia, arrebató a los cielos,
Y a los hombres la dio. Por tal delito
Justo es que pague merecida pena,
Para que aprenda a respetar de Zeus
La alta deidad, y a no endiosar al hombre.</poem>
 
=== Hefesto: vv. 12 - 35 ===
HEFESTO&ensp;&mdash;&ensp;Siempre eres cruda<br>
Y por extremo audaz.<br>
 
HEFESTO
LA FUERZA&ensp;&mdash;&ensp; Vano remedio<br>
<poem>Fuerza y Poder, vosotros ya cumplisteis
Es llorarle; lo inútil abandona.<br>
La voz de Zeus; pero no me atrevo
A encadenar en proceloso risco
A un dios de mi linaje. Dura fuerza
Es la necesidad; cumplirse debe
La voluntad del Padre. ¡Excelso hijo
De la divina Temis consejera!
A mi pesar, con lazo indisoluble,
Te sujeto a esta peña, nunca hollada
De humanas plantas, do ni forma veas
Ni voz escuches de mortal alguno,
Mas la llama del sol lenta te abrase
Y mude tu color. Cuando estrellada
La noche oculte el esplendor del día,
O el sol disipe el oriental rocío,
Siempre tu mal te aquejará presente.
Aún no nació quien libertarte pueda.
¡Tal premio por tu amor a los mortales!
¡Tú, siendo dios, las iras de los dioses,
Por honrar a los hombres, te atrajiste!
Injusto fue tu afán. Y por castigo
Este peñasco sostendrás enorme,
Estando en pie, sin que tus ojos cierre
El sueño, sin que doble tus rodillas
Larga fatiga, con lamento mucho
E inútil llanto; que de Zeus la cólera
Es dura de aplacar, y siempre recia
Es de nuevo señor la tiranía.</poem>
 
=== La fuerza y Hefesto: vv. 36 - 81 ===
HEFESTO&ensp;&mdash;&ensp;¡Malditas sean mis manos y su oficio!<br>
 
LA FUERZA
LA FUERZA&ensp;&mdash;&ensp; No las detestes; que de tantos males<br>
<poem>¿Por qué le compadeces y te paras?
No es la causa tu arte.<br>
¿No le aborreces cual los otros dioses,
Ya que entregó tu don a los mortales?</poem>
 
HEFESTO
HEFESTO&ensp;&mdash;&ensp;¡Oh si este arte<br>
<poem>La sangre y la amistad son fuertes nudos.</poem>
Algún otro supiera!<br>
 
LA FUERZA
LA FUERZA&ensp;&mdash;&ensp; Nadie es libre,<br>
<poem>¿Despreciarás las órdenes del Padre?<br>
Fuera de Zeus; los dioses alcanzaron<br>
¿No temes esto más?</poem>
Todo, menos imperio.<br>
 
HEFESTO
HEFESTO&ensp;&mdash;&ensp;No lo ignoro.<br>
<poem>Siempre eres cruda
Y por extremo audaz.</poem>
 
LA FUERZA
LA FUERZA No tardes, pues, en circundar de lazos<br>
<poem>Vano remedio
A Prometeo. No te mire el Padre<br>
Es llorarle; lo inútil abandona.</poem>
Temer y vacilar.<br>
 
HEFESTO
HEFESTO&ensp;&mdash;&ensp; ¿Dó están los hierros?<br>
<poem>¡Malditas sean mis manos y su oficio!</poem>
 
LA FUERZA
LA FUERZA Tómalos, y en las manos el martillo<br>
<poem>No las detestes; que de tantos males
Alza y sacude, y clávale a la piedra.<br>
No es la causa tu arte.</poem>
 
HEFESTO Ya diligente voy,<br>
<poem>¡Oh si este arte
Algún otro supiera!</poem>
 
LA FUERZA
LA FUERZA&ensp;&mdash;&ensp;Hiere más fuerte.<br>
<poem>Nadie es libre,
Remáchale, que es diestro, y hallaría<br>
Fuera de Zeus; los dioses alcanzaron
Manera de escapar...<br>
Todo, menos imperio.</poem>
 
HEFESTO
HEFESTO&ensp;&mdash;&ensp; Ya de este brazo<br>
<poem>No selo desclavaráignoro.<br/poem>
 
LA FUERZA
LA FUERZA&ensp;&mdash;&ensp;Pues clava el otro;<br>
<poem>No tardes, pues, en circundar de lazos
Y entenderá que es inferior a Zeus<br>
A Prometeo. No te mire el Padre
En industria y saber. Su pecho pase<br>
Temer y vacilar.</poem>
Adamantina cuña...<br>
 
HEFESTO
HEFESTO&ensp;&mdash;&ensp; ¡Ay, Prometeo!<br>
<poem>¿Dó están los hierros?</poem>
Gimo al ver tu dolor.<br>
 
LA FUERZA&ensp;&mdash;&ensp;¿Tornas ahora<br>
<poem>Tómalos, y en las manos el martillo
A detenerte con gemidos vanos?<br>
Alza y sacude, y clávale a la piedra.</poem>
No te pese quizá,<br>
 
HEFESTO
HEFESTO&ensp;&mdash;&ensp; ¿No ves presente<br>
<poem>Ya diligente voy.</poem>
Espectáculo atroz?<br>
 
LA FUERZA&ensp;&mdash;&ensp;Miro la pena<br>
<poem>Hiere más fuerte.
Al delito seguir. En las axilas<br>
Remáchale, que es diestro, y hallaría
Clávale pronto.<br>
Manera de escapar...</poem>
 
HEFESTO
HEFESTO&ensp;&mdash;&ensp; Ya sé que he de hacerlo;<br>
<poem>Ya de este brazo
No me lo mandes más.<br>
No se desclavará.</poem>
 
LA FUERZA
LA FUERZA&ensp;&mdash;&ensp;Quiero apremiarte,<br>
<poem>Pues clava el otro;
Y tu ardor excitar. Traba sus piernas<br>
Y entenderá que es inferior a Zeus
Con ferrados anillos...<br>
En industria y saber. Su pecho pase
Adamantina cuña...</poem>
 
HEFESTO
HEFESTO&ensp;&mdash;&ensp; Ya acabamos.<br>
<poem>¡Ay, Prometeo!
Gimo al ver tu dolor.</poem>
 
LA FUERZA
LA FUERZA Y con grillos sus pies ora entrelaza,<br>
<poem>¿Tornas ahora
Pues en obras de hierro es eminente.<br>
A detenerte con gemidos vanos?
No te pese quizá.</poem>
 
HEFESTO
HEFESTO Son fieras tus palabras cual tu rostro.<br>
<poem>¿No ves presente
Espectáculo atroz?</poem>
 
LA FUERZA
LA FUERZA Sé dulce en hora buena; mas no taches<br>
<poem>Miro la pena
Mi firme condición y áspero genio.<br>
Al delito seguir. En las axilas
Clávale pronto.</poem>
 
HEFESTO
HEFESTO Encadenado está; quédese solo.<br>
<poem>Ya sé que he de hacerlo;
No me lo mandes más.</poem>
 
LA FUERZA
LA FUERZA Torna ¡oh Titán! a tu insolencia antigua;<br>
<poem>Quiero apremiarte,
Divinos dones para el hombre roba.<br>
Y tu ardor excitar. Traba sus piernas
¡Que los hombres te quiten esos lazos!<br>
Con ferrados anillos...</poem>
En vano te llamaron el prudente;<br>
Hoy otro Prometeo necesitas,<br>
Que de tal artificio te desate.<br>
 
HEFESTO
PROMETEO Éter divino, voladores vientos,<br>
<poem>Ya acabamos.</poem>
Fuentes y ríos; de marinas ondas<br>
Risa perpetua; omniparente tierra,<br>
Yo os invoco.<br>
¡Sol que en tu lumbre lo penetras todo:<br>
Mira a los dioses afligir a un dios!<br>
Mira que debo innumerables años<br>
Aquí lidiar con el suplicio atroz.<br>
Tales cadenas contra mí ha forjado<br>
El nuevo rey de la mansión feliz.<br>
¡Ay! ¡ay! Lamento mi dolor presente.<br>
¿Cuándo el futuro llegará a su fin?<br>
Pero ¿qué digo? adivinelo todo,<br>
Y ninguna desdicha inopinada<br>
Puede llegar a mí. Conviene ahora<br>
Esta suerte fatal sufrir constante,<br>
Ya que la ley del hado es invencible;<br>
Duro es callar, y es el hablar más duro,<br>
En tan negra fortuna, que padezco<br>
Por haber conducido a los mortales,<br>
De leve caña en el recinto hueco,<br>
Una centella de furtiva llama<br>
Con que las artes y los bienes crecen.<br>
Por tal delito suspendido quedo<br>
Con clavos a este monte. ¡Ay me cuitado!<br>
¿Qué ruido de alas? ¿Qué perfume siento?<br>
¿Es mortal o divino? ¿Quién se acerca<br>
A la remota cima a contemplarme?<br>
¿Venís a ver a un dios aborrecido<br>
De Jove y de los otros inmortales<br>
Que sus atrios frecuentan, porque he amado<br>
Mucho a los hombres? ¡Ay! Más cerca siento<br>
El batir de las plumas; se estremece<br>
El éter sacudido por las alas.<br>
Cuanto se acerca a mí, terror me infunde.<br>
 
LA FUERZA
CORO DE NINFAS OCEÁNIDAS Nada receles; con ligero vuelo<br>
<poem>Y con grillos sus pies ora entrelaza,
Alegres ninfas a esta roca llegan,<br>
Pues en obras de hierro es eminente.</poem>
No sin vencer la voluntad de nuestro<br>
Padre Oceano.<br>
Nos condujeron las veloces auras,<br>
Cuando el estruendo del herido bronce<br>
De nuestros antros penetró el recinto,<br>
Ronco gimiendo.<br>
Luego vencimos virginal vergüenza,<br>
Y por el éter, en alado carro,<br>
Los pies descalzos, acudimos todas.<br>
A consolarte.<br>
 
HEFESTO
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp;¡Ay! ¡ay! de Tetis<br>
<poem>Son fieras tus palabras cual tu rostro.</poem>
Fecunda, prole,<br>
Y del ingente<br>
Padre Oceano<br>
Que en giro eterno<br>
Circunda el orbe:<br>
Vedme en las peñas<br>
Encadenado,<br>
Como custodio<br>
Del alto monte.<br>
 
LA FUERZA
CORO&ensp;&mdash;&ensp; Nube de llanto<br>
<poem>Sé dulce en hora buena; mas no taches
Vino a los ojos,<br>
Mi firme condición y áspero genio.</poem>
Desde que vimos<br>
Pender tu cuerpo<br>
De agudas piedras,<br>
Con fiera llaga;<br>
Nuevos señores<br>
Tiene el Olimpo;<br>
Con ley despótica<br>
Cronios impera.<br>
La ley antigua<br>
Él abolió.<br>
 
HEFESTO
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp;¡Oh si en el Orco,<br>
<poem>Encadenado está; quédese solo.</poem>
Bajo la tierra,<br>
En el profundo<br>
Tártaro inmenso,<br>
Yaciera atado,<br>
Sin que a los dioses<br>
Ni a los mortales<br>
Contento diera<br>
Con mis dolores!<br>
Ora ludibrio<br>
Soy de los vientos;<br>
Mis enemigos<br>
Mofan de mí.<br>
 
=== La fuerza: vv. 82 - 87 ===
CORO&ensp;&mdash;&ensp; ¿Quién de los dioses<br>
Se alegraría?<br>
¿Quién de tus males<br>
No se indignara,<br>
Fuera de Zeus,<br>
Siempre iracundo,<br>
El que inflexible<br>
La estirpe célica<br>
Hoy tiraniza,<br>
Y no desiste<br>
De su venganza<br>
Hasta que logra<br>
Saciar sus iras,<br>
Sin que perdone<br>
Dolo ni afán?<br>
 
LA FUERZA
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp;Aunque mis plantas<br>
<poem>Torna ¡oh Titán! a tu insolencia antigua;
Con ignominia<br>
Divinos dones para el hombre roba.
Sujete el hierro,<br>
¡Que los hombres te quiten esos lazos!
Vendrá algún día<br>
En quevano te llamaron el monarca<br>prudente;
Hoy otro Prometeo necesitas,
De los felices<br>
Que de tal artificio te desate.</poem>
Saber pretenda<br>
Lo que yo oculto:<br>
Quién de su trono<br>
honores sacros<br>
Le arrojará.<br>
Ni me persuadan<br>
Melosas voces,<br>
Ni la amenaza<br>
Logre aterrarme,<br>
Porque el secreto<br>
Yo le revele,<br>
Hasta que rompa<br>
Mis duros lazos,<br>
Y el crimen pague<br>
Que cometió.<br>
 
=== Prometeo: vv. 88 - 127 ===
CORO&ensp;&mdash;&ensp; Ni la desdicha<br>
Rinde tu audacia;<br>
Libre y altivo<br>
Hablas aún;<br>
En nuestras almas<br>
Penetra el miedo;<br>
Por tu fortuna<br>
Tememos todas.<br>
¿Cuál de estos males<br>
El fin será?<br>
Que inexorable<br>
Es del Saturnio<br>
La voluntad.<br>
 
PROMETEO
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp;Ya sé que Zeus,<br>
<poem>Éter divino, voladores vientos,
Áspero y duro,<br>
Fuentes y ríos; de marinas ondas
Bajo su arbitrio<br>
Risa perpetua; omniparente tierra,
Pone la ley;<br>
Yo os invoco.
Mas cuando sienta<br>
¡Sol que en tu lumbre lo penetras todo:
Cerca el peligro,<br>
Mira a los dioses afligir a un dios!
La ira venciendo,<br>
Mira que debo innumerables años
Hará conmigo<br>
Aquí lidiar con el suplicio atroz.
Fiel amistad;<br>
Tales cadenas contra mí ha forjado
Yo la deseo,<br>
El nuevo rey de la mansión feliz.
Querrala él.<br>
¡Ay! ¡ay! Lamento mi dolor presente.
¿Cuándo el futuro llegará a su fin?
Pero ¿qué digo? adivinelo todo,
Y ninguna desdicha inopinada
Puede llegar a mí. Conviene ahora
Esta suerte fatal sufrir constante,
Ya que la ley del hado es invencible;
Duro es callar, y es el hablar más duro,
En tan negra fortuna, que padezco
Por haber conducido a los mortales,
De leve caña en el recinto hueco,
Una centella de furtiva llama
Con que las artes y los bienes crecen.
Por tal delito suspendido quedo
Con clavos a este monte. ¡Ay me cuitado!
¿Qué ruido de alas? ¿Qué perfume siento?
¿Es mortal o divino? ¿Quién se acerca
A la remota cima a contemplarme?
¿Venís a ver a un dios aborrecido
De Jove y de los otros inmortales
Que sus atrios frecuentan, porque he amado
Mucho a los hombres? ¡Ay! Más cerca siento
El batir de las plumas; se estremece
El éter sacudido por las alas.
Cuanto se acerca a mí, terror me infunde.</poem>
 
== Párodo: vv. 128 - 192 ==
CORO Cuéntanos, pues, por qué delito Jove,<br>
Con tal afrenta y crueldad te hiere,<br>
Si no te ofende el recordar tus males.<br>
 
EL CORO
PROMETEO Acerbo es el contarlos; más acerbo<br>
<poem>Nada receles; con ligero vuelo
Es aún el callar; todo me aflige.<br>
Alegres ninfas a esta roca llegan,
La vez primera que encendió la ira<br>
No sin vencer la voluntad de nuestro
Los pechos inmortales, anhelando<br>
Padre Oceano.
Unos lanzar a Cronos de su sede,<br>
Nos condujeron las veloces auras,
Porque reinase Zeus; no queriendo otros<br>
Cuando el estruendo del herido bronce
Que a las deidades imperase Jove;<br>
De nuestros antros penetró el recinto,
Yo intenté persuadir a los Titanes,<br>
Ronco gimiendo.
Hijos del cielo y de la tierra; en vano.<br>
Luego vencimos virginal vergüenza,
Violentos despreciaron mis razones,<br>
Y por el éter, en alado carro,
Ganosos de reinar a viva fuerza.<br>
Los pies descalzos, acudimos todas.
¡Cuántas veces mi sacra madre Temis<br>
A consolarte.</poem>
El futuro suceso me anunciara!<br>
¡Cuántas veces la Tierra, única forma<br>
De nombres mil, me dio a entender bien claro<br>
Que quien prevaleciese a los Titanes,<br>
No por la fuerza, mas por arte y dolo,<br>
Su victoria final conseguiría!<br>
Enojosa les era mi presencia,<br>
Cuando hablé de esa suerte a mis hermanos:<br>
Yo juzgaba prudente en tal conflicto,<br>
Dar nuestra ayuda y la de nuestra madre<br>
A Zeus vencedor. Por mi consejo,<br>
En el profundo Tártaro sumiose<br>
Cronos antiguo con la gente suya.<br>
Por tales beneficios, el tirano<br>
Este premio me dio; que a los amigos<br>
Nunca guardó su fe la tiranía.<br>
¿Queréis saber la causa de su enojo?<br>
Cuando asentado en la paterna sede,<br>
Distribuyó los dones y el imperio<br>
Entre los inmortales, con los hombres<br>
Ninguna cuenta tuvo; exterminarlos<br>
Quiso más bien, y procrear de nuevo<br>
El linaje mortal; nadie se opuso.<br>
Yo solo intercedí por los humanos<br>
Para que no del Orco descendieran<br>
A la negra mansión. Tal es mi crimen,<br>
Con horrendo suplicio castigado;<br>
Indulgencia logré para los hombres,<br>
No para mí; la crueldad de Zeus<br>
Me puso en espectáculo afrentoso.<br>
 
PROMETEO
CORO Quien no se compadezca, ¡oh Prometeo!<br>
<poem>¡Ay! ¡ay! de Tetis
De tu infando dolor, tendrá de piedra<br>
Fecunda, prole,
O hierro el corazón. Nunca quisiéramos<br>
Y del ingente
Tal desdicha haber visto; al contemplarla,<br>
Padre Océano
El dolor nuestras almas ha afligido.<br>
Que en giro eterno
Circunda el orbe:
Vedme en las peñas
Encadenado,
Como custodio
Del alto monte.</poem>
 
EL CORO
PROMETEO Digno de compasión y miserable<br>
<poem>Nube de llanto
Es mi aspecto.<br>
Vino a los ojos,
Desde que vimos
Pender tu cuerpo
De agudas piedras,
Con fiera llaga;
Nuevos señores
Tiene el Olimpo;
Con ley despótica
Cronios impera.
La ley antigua
Él abolió.</poem>
 
PROMETEO
CORO&ensp;&mdash;&ensp; ¿Qué más narrarnos puedes?<br>
<poem>¡Oh si en el Orco,
Bajo la tierra,
En el profundo
Tártaro inmenso,
Yaciera atado,
Sin que a los dioses
Ni a los mortales
Contento diera
Con mis dolores!
Ora ludibrio
Soy de los vientos;
Mis enemigos
Mofan de mí.</poem>
 
EL CORO
PROMETEO Quité a los hombres el temor del hado.<br>
<poem>¿Quién de los dioses
Se alegraría?
¿Quién de tus males
No se indignara,
Fuera de Zeus,
Siempre iracundo,
El que inflexible
La estirpe célica
Hoy tiraniza,
Y no desiste
De su venganza
Hasta que logra
Saciar sus iras,
Sin que perdone
Dolo ni afán?</poem>
 
PROMETEO
CORO ¿Qué medicina hallaste a tal dolencia?<br>
<poem>Aunque mis plantas
Con ignominia
Sujete el hierro,
Vendrá algún día
En que el monarca
De los felices
Saber pretenda
Lo que yo oculto:
Quién de su trono
honores sacros
Le arrojará.
Ni me persuadan
Melosas voces,
Ni la amenaza
Logre aterrarme,
Porque el secreto
Yo le revele,
Hasta que rompa
Mis duros lazos,
Y el crimen pague
Que cometió.</poem>
 
EL CORO
PROMETEO Sembré en su mente ciegas esperanzas.<br>
<poem>Ni la desdicha
Rinde tu audacia;
Libre y altivo
Hablas aún;
En nuestras almas
Penetra el miedo;
Por tu fortuna
Tememos todas.
¿Cuál de estos males
El fin será?
Que inexorable
Es del Saturnio
La voluntad.<poem>
 
PROMETEO
CORO Gran beneficio diste a los mortales.<br>
<poem>Ya sé que Zeus,
Áspero y duro,
Bajo su arbitrio
Pone la ley;
Mas cuando sienta
Cerca el peligro,
La ira venciendo,
Hará conmigo
Fiel amistad;
Yo la deseo,
Querrála él.</poem>
 
== Episodio 1º: vv. 193 - 396 ==
PROMETEO Diles también el fuego.<br>
 
=== El coro y Prometeo: vv. 193 - 276 ===
CORO&ensp;&mdash;&ensp; ¿Con que el fuego<br>
Esos seres efímeros poseen?<br>
 
EL CORO
PROMETEO Con él a muchas artes se aplicaron.<br>
<poem>Cuéntanos, pues, por qué delito Jove,
Con tal afrenta y crueldad te hiere,
Si no te ofende el recordar tus males.</poem>
 
PROMETEO
CORO ¿Por tal pecado te atormenta Zeus,<br>
<poem>Acerbo es el contarlos; más acerbo
Sin dar intermisión a tus dolores?<br>
Es aún el callar; todo me aflige.
¿Y término les puso?...<br>
La vez primera que encendió la ira
Los pechos inmortales, anhelando
Unos lanzar a Cronos de su sede,
Porque reinase Zeus; no queriendo otros
Que a las deidades imperase Jove;
Yo intenté persuadir a los Titanes,
Hijos del cielo y de la tierra; en vano.
Violentos despreciaron mis razones,
Ganosos de reinar a viva fuerza.
¡Cuántas veces mi sacra madre Temis
El futuro suceso me anunciara!
¡Cuántas veces la Tierra, única forma
De nombres mil, me dio a entender bien claro
Que quien prevaleciese a los Titanes,
No por la fuerza, mas por arte y dolo,
Su victoria final conseguiría!
Enojosa les era mi presencia,
Cuando hablé de esa suerte a mis hermanos:
Yo juzgaba prudente en tal conflicto,
Dar nuestra ayuda y la de nuestra madre
A Zeus vencedor. Por mi consejo,
En el profundo Tártaro sumiose
Cronos antiguo con la gente suya.
Por tales beneficios, el tirano
Este premio me dio; que a los amigos
Nunca guardó su fe la tiranía.
¿Queréis saber la causa de su enojo?
Cuando asentado en la paterna sede,
Distribuyó los dones y el imperio
Entre los inmortales, con los hombres
Ninguna cuenta tuvo; exterminarlos
Quiso más bien, y procrear de nuevo
El linaje mortal; nadie se opuso.
Yo solo intercedí por los humanos
Para que no del Orco descendieran
A la negra mansión. Tal es mi crimen,
Con horrendo suplicio castigado;
Indulgencia logré para los hombres,
No para mí; la crueldad de Zeus
Me puso en espectáculo afrentoso.</poem>
 
EL CORO
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp;No, ninguno,<br>
<poem>Quien no se compadezca, ¡oh Prometeo!
Sino cuando le plazca...<br>
De tu infando dolor, tendrá de piedra
O hierro el corazón. Nunca quisiéramos
Tal desdicha haber visto; al contemplarla,
El dolor nuestras almas ha afligido.</poem>
 
PROMETEO
CORO&ensp;&mdash;&ensp; ¿Y ya qué esperas?<br>
<poem>Digno de compasión y miserable
¿No ves que le ofendiste? De qué modo,<br>
Es mi aspecto.</poem>
Ni decirlo queremos, ni te place.<br>
Esto olvidando, a tu aflicción busquemos<br>
Algún remedio.<br>
 
EL CORO
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp;No es difícil cosa<br>
<poem>¿Qué más narrarnos puedes?</poem>
En quien tiene su pie libre de males,<br>
A otros amonestar y dar consejo.<br>
Nada de eso ignoraba, cuando quise<br>
Gustoso delinquir, y por los hombres<br>
Ofrecerme cual víctima. Mas ¿cómo<br>
Pensar que en esta roca solitaria,<br>
En la desierta cumbre de este monte,<br>
Habría de yacer y consumirme?<br>
No mi calamidad lloréis presente;<br>
A tierra descended, y oídlo todo<br>
Hasta el fin. Persuadidme, consoladme<br>
En mi nuevo dolor. ¡Cómo los males<br>
Unos con otros, ciegos, se eslabonan!<br>
 
PROMETEO
CORO&ensp;&mdash;&ensp; ¡Oh, Prometeo!<br>
<poem>Quité a los hombres el temor del hado.</poem>
Ya te escuchamos;<br>
Con pies ligeros,<br>
Dejando el carro,<br>
Y el aire puro,<br>
Senda del pájaro,<br>
A este fragoso<br>
Suelo bajamos;<br>
Cuenta tus nuevos<br>
Duros trabajos.<br>
 
EL CORO
OCÉANO A término llegué del largo viaje,<br>
<poem>¿Qué medicina hallaste a tal dolencia?</poem>
Gobernando sin freno, a mi albedrío,<br>
Este alado corcel. ¡Oh, Prometeo!<br>
Me mueven a dolerme de tus males<br>
Nuestra sangre común, y mi cariño.<br>
Dime en qué puedo socorrerte, y presto<br>
Verás que no son vanas mis palabras,<br>
Y que amigo más firme que el Océano<br>
No le tendrás jamás.<br>
 
PROMETEO
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp;¿Y tú viniste<br>
<poem>Sembré en su mente ciegas esperanzas.</poem>
También a contemplar mi dura pena?<br>
¿Cómo dejando el mar que te da nombre,<br>
Y tus nativos peñascosos antros,<br>
Has venido a la tierra ferri-madre?<br>
¿Apiádaste de mí? ¿Y a verme vienes?<br>
¡Mira cuál trata Zeus a su amigo,<br>
A quien con él fundó la tiranía!<br>
 
EL CORO
OCÉANO Lo miro, ¡oh Prometeo! y yo quisiera<br>
<poem>Gran beneficio diste a los mortales.</poem>
Aconsejarte bien. Eres prudente;<br>
Conócete a ti mismo, y tus costumbres<br>
Amolda al tiempo, pues monarca nuevo<br>
A los dioses impera. No pronuncies<br>
Esas palabras duras y punzantes,<br>
Porque Zeus te oirá desde la altura,<br>
Y su ira de hoy parecerate juego,<br>
Si de nuevo se indigna. Esa altiveza<br>
Destierra de tu mente, y a los males<br>
Algún remedio busca. Mis consejos<br>
Quizá parezcan viles y abatidos;<br>
Mas ya ves, Prometeo, qué mercedes<br>
A la soberbia lengua galardonan.<br>
No eres humilde, y a tus penas quieres<br>
Otras nuevas juntar. Si tú me oyeras,<br>
No contra el aguijón te moverías,<br>
Pues sabes que el tirano es inclemente,<br>
Ni se rinde a razones. Quizá pueda<br>
Yo persuadirle a que tus lazos rompa,<br>
Si cesas en tus voces insolentes.<br>
Eres muy sabio. ¿Por ventura ignoras<br>
Que marca el hierro a temeraria lengua?<br>
 
PROMETEO
PROMETEO ¡Dichoso tú que habiendo sido parte<br>
<poem>Diles también el fuego.</poem>
Y cómplice de todas mis empresas,<br>
Impune estás! Mas no vayas a Jove;<br>
Mira por ti; desiste de ayudarme;<br>
Ni le supliques nada; no se ablanda.<br>
No te pase algún mal en el camino.<br>
 
EL CORO
OCÉANO Según son tus palabras, mejor sabes<br>
<poem>¿Con que el fuego
A otros aconsejar que aconsejarte.<br>
Esos seres efímeros poseen?</poem>
No me detengas más; tengo esperanza<br>
Que Zeus, a mis ruegos accediendo,<br>
Del suplicio te libre...<br>
 
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp;Te agradezco<br>
<poem>Con él a muchas artes se aplicaron.</poem>
Tan buena voluntad, y agradecido<br>
Siempre estaré; pero no intentes nada;<br>
Será fatiga inútil, aunque quieras<br>
Algo intentar. Descansa, y del peligro<br>
Guárdate bien. No quiero que mis daños,<br>
Ya que soy infeliz, a otros alcancen.<br>
 
EL CORO
OCÉANO A otros alcanzan, sí; también me aflige<br>
<poem>¿Por tal pecado te atormenta Zeus,
La suerte de Atlas, el hermano nuestro,<br>
Sin dar intermisión a tus dolores?
En las hesperias playas sustentando<br>
¿Y término les puso?...</poem>
¡Enorme peso! con robustos hombros<br>
Las columnas del cielo y de la tierra.<br>
Y miré con dolor al de los antros<br>
De Cilicia, terrígena habitante,<br>
Guerrero monstruo de cabezas ciento,<br>
Contra todos los dioses rebelado;<br>
Impetuoso Tifón, que el exterminio<br>
Por las horrendas fauces eructaba,<br>
Y gorgóneo fulgor daban sus ojos<br>
Amenazando destronar a Jove.<br>
Pero cayó sobre él el vigilante<br>
Rayo de Zeus, que llamas espiraba,<br>
Grandisonando al descender del nimbo,<br>
Y le hirió en las entrañas, y abrasado<br>
Por el rayo, oprimido por el trueno,<br>
Perdió las fuerzas, y cual cuerpo inútil<br>
En la tierra cayó, junto al estrecho<br>
Del siciliano mar, so las raíces<br>
Del Etna. Y en su cumbre más erguida<br>
Hefesto forja las candentes masas,<br>
Que un tiempo bajarán en ígneo río<br>
A devorar con ásperas mandíbulas<br>
Las opulentas sicilianas mieses.<br>
Entonces lanzará Tifón ignívomo,<br>
Aun calcinado por celeste llama,<br>
De hirvientes dardos, recio torbellino.<br>
 
PROMETEO
PROMETEO Eres prudente, ni de mi consejo<br>
<poem>No, ninguno,
Necesitas. Defiéndete, si puedes,<br>
Sino cuando le plazca...</poem>
De la común desgracia. Yo, constante,<br>
Padeceré la mía, hasta que Jove<br>
Su ira deponga.<br>
 
EL CORO
OCÉANO&ensp;&mdash;&ensp; ¿Piensas, Prometeo,<br>
<poem>¿Y ya qué esperas?
Como yo, que de un ánimo irritado<br>
¿No ves que le ofendiste? De qué modo,
El médico mejor son las palabras<br>
Ni decirlo queremos, ni te place.
Del amigo?<br>
Esto olvidando, a tu aflicción busquemos
Algún remedio.</poem>
 
PROMETEO
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp;Sí; cuando oportunas<br>
<poem>No es difícil cosa
No oprimen con violencia, por curarle,<br>
En quien tiene su pie libre de males,
El pecho do la cólera rebosa.<br>
A otros amonestar y dar consejo.
Nada de eso ignoraba, cuando quise
Gustoso delinquir, y por los hombres
Ofrecerme cual víctima. Mas ¿cómo
Pensar que en esta roca solitaria,
En la desierta cumbre de este monte,
Habría de yacer y consumirme?
No mi calamidad lloréis presente;
A tierra descended, y oídlo todo
Hasta el fin. Persuadidme, consoladme
En mi nuevo dolor. ¡Cómo los males
Unos con otros, ciegos, se eslabonan!</poem>
 
=== El coro: vv. 277 - 283 ===
OCÉANO ¿Y encuentras algún mal en intentarlo?<br>
 
EL CORO
PROMETEO Vana molestia, y necedad insigne.<br>
<poem>¡Oh, Prometeo!
Ya te escuchamos;
Con pies ligeros,
Dejando el carro,
Y el aire puro,
Senda del pájaro,
A este fragoso
Suelo bajamos;
Cuenta tus nuevos
Duros trabajos.</poem>
 
=== Océano y Prometeo: vv. 284 - 396 ===
OCÉANO Déjame adolecer de tal achaque,<br>
Ya que siempre es fructuoso para el sabio<br>
Su saber ocultar.<br>
 
OCÉANO
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp;Que yo me humillo<br>
<poem>A término llegué del largo viaje,
A suplicar dirán.<br>
Gobernando sin freno, a mi albedrío,
Este alado corcel. ¡Oh, Prometeo!
Me mueven a dolerme de tus males
Nuestra sangre común, y mi cariño.
Dime en qué puedo socorrerte, y presto
Verás que no son vanas mis palabras,
Y que amigo más firme que el Océano
No le tendrás jamás.</poem>
 
PROMETEO
OCÉANO&ensp;&mdash;&ensp; Vuélvome a casa,<br>
<poem>¿Y tú viniste
Sin nada conseguir.<br>
También a contemplar mi dura pena?
¿Cómo dejando el mar que te da nombre,
Y tus nativos peñascosos antros,
Has venido a la tierra ferri-madre?
¿Apiádaste de mí? ¿Y a verme vienes?
¡Mira cuál trata Zeus a su amigo,
A quien con él fundó la tiranía!</poem>
 
OCÉANO
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp;Tal vez funesta<br>
<poem>Lo miro, ¡oh Prometeo! y yo quisiera
Te será tu piedad para conmigo...<br>
Aconsejarte bien. Eres prudente;
Conócete a ti mismo, y tus costumbres
Amolda al tiempo, pues monarca nuevo
A los dioses impera. No pronuncies
Esas palabras duras y punzantes,
Porque Zeus te oirá desde la altura,
Y su ira de hoy parecerate juego,
Si de nuevo se indigna. Esa altiveza
Destierra de tu mente, y a los males
Algún remedio busca. Mis consejos
Quizá parezcan viles y abatidos;
Mas ya ves, Prometeo, qué mercedes
A la soberbia lengua galardonan.
No eres humilde, y a tus penas quieres
Otras nuevas juntar. Si tú me oyeras,
No contra el aguijón te moverías,
Pues sabes que el tirano es inclemente,
Ni se rinde a razones. Quizá pueda
Yo persuadirle a que tus lazos rompa,
Si cesas en tus voces insolentes.
Eres muy sabio. ¿Por ventura ignoras
Que marca el hierro a temeraria lengua?</poem>
 
PROMETEO
OCÉANO ¿En el odio de Zeus omnipotente<br>
<poem>¡Dichoso tú que habiendo sido parte
He de incurrir?<br>
Y cómplice de todas mis empresas,
Impune estás! Mas no vayas a Jove;
Mira por ti; desiste de ayudarme;
Ni le supliques nada; no se ablanda.
No te pase algún mal en el camino.</poem>
 
OCÉANO
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp;Pues no le ofendas nunca.<br>
<poem>Según son tus palabras, mejor sabes
A otros aconsejar que aconsejarte.
No me detengas más; tengo esperanza
Que Zeus, a mis ruegos accediendo,
Del suplicio te libre...</poem>
 
PROMETEO
OCÉANO Aprenderé en tu daño, ¡oh Prometeo!<br>
<poem>Te agradezco
Tan buena voluntad, y agradecido
Siempre estaré; pero no intentes nada;
Será fatiga inútil, aunque quieras
Algo intentar. Descansa, y del peligro
Guárdate bien. No quiero que mis daños,
Ya que soy infeliz, a otros alcancen.</poem>
 
OCÉANO
PROMETEO Vete, y conserva tu presente calma.<br>
<poem>A otros alcanzan, sí; también me aflige
La suerte de Atlas, el hermano nuestro,
En las hesperias playas sustentando
¡Enorme peso! con robustos hombros
Las columnas del cielo y de la tierra.
Y miré con dolor al de los antros
De Cilicia, terrígena habitante,
Guerrero monstruo de cabezas ciento,
Contra todos los dioses rebelado;
Impetuoso Tifón, que el exterminio
Por las horrendas fauces eructaba,
Y gorgóneo fulgor daban sus ojos
Amenazando destronar a Jove.
Pero cayó sobre él el vigilante
Rayo de Zeus, que llamas espiraba,
Grandisonando al descender del nimbo,
Y le hirió en las entrañas, y abrasado
Por el rayo, oprimido por el trueno,
Perdió las fuerzas, y cual cuerpo inútil
En la tierra cayó, junto al estrecho
Del siciliano mar, so las raíces
Del Etna. Y en su cumbre más erguida
Hefesto forja las candentes masas,
Que un tiempo bajarán en ígneo río
A devorar con ásperas mandíbulas
Las opulentas sicilianas mieses.
Entonces lanzará Tifón ignívomo,
Aun calcinado por celeste llama,
De hirvientes dardos, recio torbellino.</poem>
 
PROMETEO
OCÉANO Bien has dicho; ya hiere con sus plumas<br>
<poem>Eres prudente, ni de mi consejo
Este alado cuadrúpedo la vía<br>
Necesitas. Defiéndete, si puedes,
Inmensa de los aires; ¡con qué gusto<br>
De la común desgracia. Yo, constante,
Doblará la rodilla en mis establos!<br>
Padeceré la mía, hasta que Jove
Su ira deponga.</poem>
 
OCÉANO
CORO ¡Oh Prometeo! Tu exicial fortuna<br>
<poem>¿Piensas, Prometeo,
Todas lloramos; de los ojos brota<br>
Como yo, que de un ánimo irritado
húmeda fuente de copioso llanto<br>
El médico mejor son las palabras
A las mejillas.<br>
Del amigo?</poem>
Cronios dispone tan acerbos males,<br>
Con propias leyes oprimiendo el mundo,<br>
Y la funesta a los antiguos dioses<br>
Lanza, sacude.<br>
Lúgubre gime la anchurosa tierra,<br>
Y tu grandeza y la de tus hermanos<br>
Lloran caída, los que habitan l'Asia<br>
De templos rica;<br>
Las amazonas en batalla fuertes,<br>
Y los de Colcos, y el inmenso pueblo<br>
De los escitas, cabe el lago Meotis,<br>
Término al orbe;<br>
De Marte flor, los árabes ligeros,<br>
Y los que moran la Caucasia roca,<br>
Rugiente, belicosa muchedumbre,<br>
De agudas flechas.<br>
Sólo a otro dios en tal desdicha vimos,<br>
A Atlas tu hermano, que el enorme peso<br>
De la tierra y del cielo, en sus espaldas<br>
Firme sostiene.<br>
En él se estrellan las marinas ondas,<br>
Treme el abismo, y so la tierra gime<br>
El Orco negro. Su miseria lloran<br>
Las sacras fuentes.<br>
 
PROMETEO
PROMETEO No atribuyáis a hastío ni a soberbia<br>
<poem>Sí; cuando oportunas
Este silencio mío. Los pesares,<br>
No oprimen con violencia, por curarle,
La ingrata afrenta, el corazón me muerden.<br>
El pecho do la cólera rebosa.</poem>
¿No me deben su imperio y su grandeza<br>
Esas nuevas deidades? Pero callo,<br>
Pues que ya lo sabéis. Deciros quiero<br>
Cómo al hombre ignorante he conducido<br>
A prudencia y razón. Ojos tenían,<br>
Pero sin ver; oyendo, no escuchaban;<br>
A las sombras, de un sueño semejantes,<br>
Siempre al acaso obraban. Ni en el suelo<br>
Con ladrillo o con piedra construían<br>
Sus fábricas; moraban so la tierra,<br>
Escondidos en antros tenebrosos,<br>
Cual ágiles hormigas. Del invierno,<br>
Primavera florida, o del estío<br>
Frugífero, las señas no alcanzaban.<br>
Todo les era igual. Mas yo enseñeles<br>
A distinguir el orto y el ocaso<br>
De las estrellas; inventé los números,<br>
Arte divina; les mostré las letras,<br>
Y la memoria, madre de las musas,<br>
Su mente iluminó. Sujeté al yugo<br>
Las bestias, que el trabajo de los hombres<br>
Mucho aliviaron; antepuse al carro<br>
Frenígeros corceles, de pomposo<br>
Ornamento arreados. Lancé al ponto<br>
Las velívolas naves con remeros.<br>
¡Yo, que inventé las artes para el hombre,<br>
No encuentro hoy arte alguna que me salve!<br>
 
OCÉANO
CORO Cual trastornada por dolor insano<br>
<poem>¿Y encuentras algún mal en intentarlo?</poem>
Vaga tu mente. Médico imperito,<br>
Tu mal acreces, ni remedio encuentras<br>
Que te consuele.<br>
 
PROMETEO
PROMETEO Si oyéndome seguís, han de admiraros<br>
<poem>Vana molestia, y necedad insigne.</poem>
Mis artes, invenciones, beneficios.<br>
Antes de mí, no la dolencia hallaba<br>
Medicina; mas yo enseñé a los hombres<br>
De muchas plantas la virtud salubre.<br>
De la adivinación diles la ciencia,<br>
Interpreté los sueños el primero,<br>
Y las voces obscuras; del camino,<br>
Los fatales encuentros; de las aves<br>
De aduncas uñas el volar siniestro,<br>
O a la diestra volar, y sus costumbres,<br>
Odios y amores. Y de sus entrañas,<br>
La forma y el color, y cómo aceptos<br>
Son a los dioses hígados y hieles,<br>
Y lomos y grosura. Los presagios<br>
Del cielo declaré, velados antes.<br>
¿Quién primero que yo, bajo la tierra,<br>
Descubrió el bronce, hierro, plata y oro,<br>
Riqueza que ignoraban los mortales?<br>
Oídlo en suma: cuantas artes tienen,<br>
Al solo Prometeo las debieron.<br>
 
OCÉANO
CORO Demasiado te cuidas de los hombres,<br>
<poem>Déjame adolecer de tal achaque,
Y te olvidas de ti. Quizá algún día,<br>
Ya que siempre es fructuoso para el sabio
De Zeus a pesar, rompas el lazo<br>
Su saber ocultar.</poem>
Que hoy te encadena.<br>
 
PROMETEO
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp; Mas la Parca quiere<br>
<poem>Que yo me humillo
Que sólo tras innúmeras miserias<br>
A suplicar dirán.</poem>
Esta lazada quiebre, y contra el Hado<br>
No hay arte valedera.<br>
 
OCÉANO
CORO&ensp;&mdash;&ensp; ¿Quién le rige?<br>
<poem>Vuélvome a casa,
Sin nada conseguir.</poem>
 
PROMETEO
PROMETEO La memoriosa Erinnys y las Parcas<br>
<poem>Tal vez funesta
Triformes.<br>
Te será tu piedad para conmigo...</poem>
 
OCÉANO
CORO&ensp;&mdash;&ensp; ¿Es más débil que ellas Zeus?<br>
<poem>¿En el odio de Zeus omnipotente<br>
He de incurrir?</poem>
 
PROMETEO
PROMETEO De la fatalidad ni aun él se libra.<br>
<poem>Pues no le ofendas nunca.</poem>
 
OCÉANO
CORO ¿Qué otro destino que perpetuo imperio<br>
<poem>Aprenderé en tu daño, ¡oh Prometeo!</poem>
Pudo tocar a Zeus?<br>
 
PROMETEO
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp; No preguntes;<br>
<poem>Véte, y conserva tu presente calma.</poem>
Que no lo has de saber.<br>
 
OCÉANO
CORO&ensp;&mdash;&ensp; Algún sagrado<br>
<poem>Bien has dicho; ya hiere con sus plumas
Misterio ocultas.<br>
Este alado cuadrúpedo la vía
Inmensa de los aires; ¡con qué gusto
Doblará la rodilla en mis establos!</poem>
 
== Estásimo 1º: 397 - 435 ==
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp; Y ocultarle quiero,<br>
Ni es tiempo de decirle. Si le escondo,<br>
Me salvaré de males y cadenas.<br>
 
EL CORO
CORO&ensp;&mdash;&ensp; ¡Ojalá nunca Zeus,<br>
<poem>¡Oh Prometeo! Tu exicial fortuna
Universal monarca,<br>
Todas lloramos; de los ojos brota
Su potestad oponga a mi querer!<br>
húmeda fuente de copioso llanto
Sacrificados bueyes<br>
A las mejillas.
Conduciré a sus aras;<br>
Cronios dispone tan acerbos males,
Ni en acción ni en palabra pecaré.<br>
Con propias leyes oprimiendo el mundo,
¡Cuán grato es larga vida<br>
Y la funesta a los antiguos dioses
Pasar entre esperanzas<br>
Lanza, sacude.
Que al alma prestan luz e hilaridad!<br>
Lúgubre gime la anchurosa tierra,
¡Cuán tristes, Prometeo,<br>
Y tu grandeza y la de tus hermanos
Tus infinitos males;<br>
Lloran caída, los que habitan l'Asia
En vez de Zeus, honrastes al mortal!<br>
De templos rica;
¿Qué ayuda puede darte<br>
Las amazonas en batalla fuertes,
Ese linaje efímero<br>
Y los de Colcos, y el inmenso pueblo
A quien la ley constriñe del morir?<br>
De los escitas, cabe el lago Meotis,
Que pasa como sombra,<br>
Término al orbe;
Y nunca lograría<br>
De JoveMarte flor, los decretosárabes destruir.<br>ligeros,
Y los que moran la Caucasia roca,
Mas un cantar lejano<br>
Rugiente, belicosa muchedumbre,
Penetra mis oídos,<br>
De agudas flechas.
Como aquél que en tus nupcias resonó,<br>
Sólo a otro dios en tal desdicha vimos,
Junto a tu baño y lecho,<br>
A Atlas tu hermano, que el enorme peso
Cuando llevaste al tálamo,<br>
De la tierra y del cielo, en sus espaldas
Con muchos dones, a mi hermana Hesión.<br>
Firme sostiene.
En él se estrellan las marinas ondas,
Treme el abismo, y so la tierra gime
El Orco negro. Su miseria lloran
Las sacras fuentes.</poem>
 
== Episodio 2º: 436 - 525 ==
IO ¿Qué tierra? ¿Dónde estoy?... ¿Quién es este hombre<br>
Clavado en la alta peña?<br>
Algún delito espía... ¿Entre qué gentes<br>
Mi fortuna me lleva?<br>
Punza de nuevo el tábano mi rostro,<br>
Y el Argos terrígena,<br>
Aquel pastor de innumerables ojos,<br>
Mirándome me aterra.<br>
Clava en mí siempre su dolosa vista,<br>
Que ni aun la muerte vela,<br>
Y torna del infierno, y me persigue<br>
Como sombra funesta.<br>
Y mientras huyo por desiertos montes,<br>
Por la abrasada arena,<br>
Suena incesante su encerada caña<br>
Canciones soñolientas.<br>
¡Ay! ¡ay! ¿Cuándo terminas mis dolores?<br>
¿Por qué así me atormentas,<br>
Hijo de Cronos, y en delirio insano<br>
Se agita mi cabeza?<br>
Abráseme tu llama, o en su centro<br>
Sepúlteme la tierra;<br>
Oye mis ruegos, dame como pasto<br>
A las marinas bestias.<br>
Harto he vagado; ni reposo encuentro,<br>
Ni se alivia mi pena.<br>
Oye, Saturnio; tu clemencia invoca<br>
La virgen que astas lleva.<br>
 
PROMETEO
PROMETEO Ésta es la hija de Inaco, por quién Zeus<br>
<poem>No atribuyáis a hastío ni a soberbia
Ardió en amor; la que persigue Juno;<br>
Este silencio mío. Los pesares,
La que el tábano hiere peregrina.<br>
La ingrata afrenta, el corazón me muerden.
¿No me deben su imperio y su grandeza
Esas nuevas deidades? Pero callo,
Pues que ya lo sabéis. Deciros quiero
Cómo al hombre ignorante he conducido
A prudencia y razón. Ojos tenían,
Pero sin ver; oyendo, no escuchaban;
A las sombras, de un sueño semejantes,
Siempre al acaso obraban. Ni en el suelo
Con ladrillo o con piedra construían
Sus fábricas; moraban so la tierra,
Escondidos en antros tenebrosos,
Cual ágiles hormigas. Del invierno,
Primavera florida, o del estío
Frugífero, las señas no alcanzaban.
Todo les era igual. Mas yo enseñeles
A distinguir el orto y el ocaso
De las estrellas; inventé los números,
Arte divina; les mostré las letras,
Y la memoria, madre de las musas,
Su mente iluminó. Sujeté al yugo
Las bestias, que el trabajo de los hombres
Mucho aliviaron; antepuse al carro
Frenígeros corceles, de pomposo
Ornamento arreados. Lancé al ponto
Las velívolas naves con remeros.
¡Yo, que inventé las artes para el hombre,
No encuentro hoy arte alguna que me salve!</poem>
 
EL CORO
IO ¿Tú el nombre de mi padre pronunciaste?<br>
<poem>Cual trastornada por dolor insano
¿Quién eres, infeliz? ¿Tú me conoces?<br>
Vaga tu mente. Médico imperito,
¿Sabes que un monstruo sin cesar me punza?<br>
Tu mal acreces, ni remedio encuentras
De su ardiente aguijón y de sus saltos<br>
Que te consuele.</poem>
Huyendo voy; la cólera me sigue<br>
De la implacable Juno. ¿Quién padece<br>
Lo que padezco yo? Dime, si sabes,<br>
Cuándo este mal acabará prolijo;<br>
La virgen vagabunda te lo ruega.<br>
 
PROMETEO
PROMETEO Yo te diré cuanto saber ansías,<br>
<poem>Si oyéndome seguís, han de admiraros
No por enigmas, mas en frase clara,<br>
Mis artes, invenciones, beneficios.
Como siempre al amigo hablarse debe.<br>
Antes de mí, no la dolencia hallaba
Soy Prometeo, robador del fuego.<br>
Medicina; mas yo enseñé a los hombres
De muchas plantas la virtud salubre.
De la adivinación diles la ciencia,
Interpreté los sueños el primero,
Y las voces obscuras; del camino,
Los fatales encuentros; de las aves
De aduncas uñas el volar siniestro,
O a la diestra volar, y sus costumbres,
Odios y amores. Y de sus entrañas,
La forma y el color, y cómo aceptos
Son a los dioses hígados y hieles,
Y lomos y grosura. Los presagios
Del cielo declaré, velados antes.
¿Quién primero que yo, bajo la tierra,
Descubrió el bronce, hierro, plata y oro,
Riqueza que ignoraban los mortales?
Oídlo en suma: cuantas artes tienen,
Al solo Prometeo las debieron.<poem>
 
EL CORO
IO ¡Oh! Tú que tanto bien al hombre diste,<br>
<poem>Demasiado te cuidas de los hombres,
¿Por qué causa padeces?<br>
Y te olvidas de ti. Quizá algún día,
De Zeus a pesar, rompas el lazo
Que hoy te encadena.</poem>
 
PROMETEO
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp; No sin llanto<br>
<poem>Mas la Parca quiere
Acabo de narrar mis infortunios.<br>
Que sólo tras innúmeras miserias
Esta lazada quiebre, y contra el Hado
No hay arte valedera.</poem>
 
EL CORO
IO ¿Y a mí no los dirás? ¿Quién a esa roca<br>
<poem>¿Quién le rige?</poem>
Aguda te clavó?<br>
 
PROMETEO
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp; Del Padre Zeus<br>
<poem>La memoriosa Erinnys y las Parcas
La voluntad; el arte de Vulcano.<br>
Triformes.</poem>
 
EL CORO
IO ¿Y qué delito espías?<br>
<poem>¿Es más débil que ellas Zeus?</poem>
 
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp; Harto sabes.<br>
<poem>De la fatalidad ni aun él se libra.</poem>
 
EL CORO
IO ¿Y mi errante correr, cuándo termina?<br>
<poem>¿Qué otro destino que perpetuo imperio
Pudo tocar a Zeus?</poem>
 
PROMETEO
PROMETEO Más te vale ignorarlo que saberlo.<br>
<poem>No preguntes;
Que no lo has de saber.</poem>
 
EL CORO
IO Lo que he de padecer, no me lo ocultes.<br>
<poem>Algún sagrado
Misterio ocultas.</poem>
 
PROMETEO
PROMETEO No te lo ocultaré. Mas no te envidio.<br>
<poem>Y ocultarle quiero,
Ni es tiempo de decirle. Si le escondo,
Me salvaré de males y cadenas.</poem>
 
== Estásimo 2º: vv. 526 - 560 ==
IO Dímelo todo pronto.<br>
 
EL CORO
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp; Pero temo<br>
<poem>¡Ojalá nunca Zeus,
Tu ánimo perturbar...<br>
Universal monarca,
Su potestad oponga a mi querer!
Sacrificados bueyes
Conduciré a sus aras;
Ni en acción ni en palabra pecaré.
¡Cuán grato es larga vida
Pasar entre esperanzas
Que al alma prestan luz e hilaridad!
¡Cuán tristes, Prometeo,
Tus infinitos males;
En vez de Zeus, honrastes al mortal!
¿Qué ayuda puede darte
Ese linaje efímero
A quien la ley constriñe del morir?
Que pasa como sombra,
Y nunca lograría
De Jove los decretos destruir.
Mas un cantar lejano
Penetra mis oídos,
Como aquél que en tus nupcias resonó,
Junto a tu baño y lecho,
Cuando llevaste al tálamo,
Con muchos dones, a mi hermana Hesión.</poem>
 
== Episodio 3º: vv. 451 - 886 ==
IO&ensp;&mdash;&ensp;&ensp;&mdash;&ensp; Nada receles;<br>
Me es grato oírte.<br>
 
=== Ío y Prometeo: vv. 451 - 630 ===
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp; Pues decirlo es fuerza<br>
Y lo quieres, escucha.<br>
 
ÍO
CORO&ensp;&mdash;&ensp; Mas nosotras<br>
<poem>¿Qué tierra? ¿Dónde estoy?... ¿Quién es este hombre
La causa de su mal saber queremos;<br>
Clavado en la alta peña?
Ella debe contar sus desventuras;<br>
Algún delito espía... ¿Entre qué gentes
Tú anunciarás más tarde su destino.<br>
Mi fortuna me lleva?
Punza de nuevo el tábano mi rostro,
Y el Argos terrígena,
Aquel pastor de innumerables ojos,
Mirándome me aterra.
Clava en mí siempre su dolosa vista,
Que ni aun la muerte vela,
Y torna del infierno, y me persigue
Como sombra funesta.
Y mientras huyo por desiertos montes,
Por la abrasada arena,
Suena incesante su encerada caña
Canciones soñolientas.
¡Ay! ¡ay! ¿Cuándo terminas mis dolores?
¿Por qué así me atormentas,
Hijo de Cronos, y en delirio insano
Se agita mi cabeza?
Abráseme tu llama, o en su centro
Sepúlteme la tierra;
Oye mis ruegos, dame como pasto
A las marinas bestias.
Harto he vagado; ni reposo encuentro,
Ni se alivia mi pena.
Oye, Saturnio; tu clemencia invoca
La virgen que astas lleva.</poem>
 
PROMETEO Cumple su voluntad, sagrada Io;<br>
<poem>Ésta es la hija de Inaco, por quién Zeus
Son de tu padre hermanas. Y es muy dulce<br>
Ardió en amor; la que persigue Juno;
Contar nuestras desdichas do podemos<br>
La que el tábano hiere peregrina.</poem>
Lágrimas arrancar de quien escucha.<br>
 
ÍO
IO&ensp;&mdash;&ensp;&ensp;&mdash;&ensp; Nada puedo<br>
<poem>¿Tú el nombre de mi padre pronunciaste?
A vosotras negar. Y claramente<br>
¿Quién eres, infeliz? ¿Tú me conoces?
Contaros he por qué suceso triste<br>
¿Sabes que un monstruo sin cesar me punza?
Mi mente se turbó, troqué mi forma;<br>
De su ardiente aguijón y de sus saltos
De nocturnas visiones agitada,<br>
Huyendo voy; la cólera me sigue
Siempre en mi lecho resonar oía<br>
De la implacable Juno. ¿Quién padece
Estas voces de amor: «Virgen dichosa,<br>
Lo que padezco yo? Dime, si sabes,
¿Por qué tu doncellez guardas avara,<br>
Cuándo este mal acabará prolijo;
Si tálamo celeste te convida?<br>
La virgen vagabunda te lo ruega.</poem>
A Jove hirió la flecha del deseo;<br>
Quiere gozar de ti. Sal a los valles<br>
Hondos de Lerna, a los establos ricos<br>
De tu padre, y recibe la mirada<br>
Amorosa del Dios.» Tales ensueños<br>
Mis noches ocupaban. A mi padre<br>
Osé narrar lo que en el sueño oyera.<br>
Él de Pitho y Dodona a los oráculos<br>
Mensajeros envió, que preguntasen<br>
Cómo a los dioses aplacar podría.<br>
Con ambigua respuesta se tornaron;<br>
Mas al fin manifiesto vaticinio<br>
A Inaco ordenó que me arrojara<br>
De su casa y familia, y que vagase<br>
Yo desterrada hasta el confín del orbe,<br>
Y que, no obedeciendo, Zeus el rayo<br>
Contra nuestra progenie vibraría.<br>
A la voz del oráculo sumisos,<br>
Triste mi padre y triste yo, su casa<br>
Abandoné. Mi ánimo y mi forma<br>
Mudáronse a la vez. Yo deliraba.<br>
De cuernos erizose mi cabeza;<br>
El tábano voraz en mí sus dientes<br>
Clavaba, y yo con salto furibundo<br>
Por la mansa corriente del Cencrea<br>
Y el collado de Lerna discurría,<br>
Siempre tras mí con infinitos ojos,<br>
Argos, pastor de bueyes, mis pisadas<br>
Iba siguiendo. Inopinado caso<br>
Le privó de la vida. Arrebatada<br>
Yo de furor; por el sagrado azote<br>
Perseguida, vagué de tierra en tierra.<br>
Ya mi historia sabéis; si puedes algo<br>
De mi futura suerte revelarme,<br>
No me halagues con voces engañosas;<br>
Nada más torpe que razón fingida.<br>
 
PROMETEO
CORO&ensp;&mdash;&ensp; ¡Ay, ay! Nunca pensé que tales nuevas<br>
<poem>Yo te diré cuanto saber ansías,
Insólitas sonaran en mi oído,<br>
No por enigmas, mas en frase clara,
Y que tan triste y lúgubre espectáculo<br>
Como siempre al amigo hablarse debe.
Mi ánimo vacilante aterraría.<br>
Soy Prometeo, robador del fuego.</poem>
¡Ay, ay! Suerte fatal, fortuna de Io,<br>
Horror causa tu vista.<br>
 
ÍO
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp; ¿Ora te espantas<br>
<poem>¡Oh! Tú que tanto bien al hombre diste,
Y llenas de temor? Pues aún espera<br>
¿Por qué causa padeces?</poem>
Lo que falta sufrir.<br>
 
PROMETEO
CORO&ensp;&mdash;&ensp;&ensp;&mdash;&ensp;Dilo, que es grato<br>
<poem>No sin llanto
Al que padece conocer primero<br>
Acabo de narrar mis infortunios.</poem>
El término fatal de sus dolores.<br>
 
ÍO
PROMETEO Ya la oísteis narrar sus propias cuitas.<br>
<poem>¿Y a mí no los dirás? ¿Quién a esa roca
Ora sabed qué males le reserva<br>
Aguda te clavó?</poem>
La indignación de Juno. ¡Hija de Inaco,<br>
Fija bien en tu mente mis palabras!<br>
Caminarás primero hacia el Oriente,<br>
Por campos que aún no ha roto el corvo arado,<br>
Verás a los escíticos pastores<br>
Que lanzan diestros voladoras flechas,<br>
Y conducen en carros sus moradas;<br>
No te acerques a ellos; por la orilla<br>
Del mar camina, mas las rocas huye.<br>
La gente inhospital de los Calybes,<br>
Forjando el hierro, a la siniestra habitan;<br>
Guárdate de ellos. Llegarás a un río<br>
Que no sin causa llaman el Soberbio,<br>
No le pases; su tránsito es difícil;<br>
Mas por otro camino te endereza<br>
A la cima del Cáucaso, eminente<br>
Sobre todos los montes; de su cumbre<br>
Desciende de agua poderosa vena,<br>
Y a los cielos su frente se avecina.<br>
Llegarás por la vía meridiana<br>
Al pueblo que aborrece a los varones:<br>
Las Amazonas. Morarán un día<br>
En Temiscyra, cabe el Termodonte,<br>
En las fauces del Ponto, en Salmydesia,<br>
Escollo a naos, madrastra a navegantes.<br>
Ellas te mostrarán por qué camino<br>
Puedes llegar a las estrechas bocas<br>
De la laguna, al Bósforo Cimmerio,<br>
Que así han de apellidarle los mortales,<br>
Cuando con pecho audaz e ingente gloria<br>
Las Meóticas fauces atravieses.<br>
Dejando entonces de la Europa el suelo,<br>
Del Asia tocarás el continente.<br>
¿No os parece que el tirano Jove<br>
Es en todo violento? Porque quiso<br>
De esta mortal gozar, a tal carrera<br>
Luego la expuso. Ingrato amante, Io,<br>
La suerte te otorgó. Lo que he narrado<br>
Es tan sólo el proemio de tus males.<br>
 
PROMETEO
IO ¡Ay, ay de mí!<br>
<poem>Del Padre Zeus
La voluntad; el arte de Vulcano.</poem>
 
ÍO
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp; ¿Y lloras y suspiras<br>
<poem>¿Y qué delito espías?</poem>
Otra vez? ¿Qué será cuando conozcas<br>
Lo que te resta aún?<br>
 
PROMETEO
CORO&ensp;&mdash;&ensp;&ensp;&mdash;&ensp;¿Y aún resta algo?<br>
<poem>Harto sabes.</poem>
 
ÍO
PROMETEO Un tempestuoso piélago de horrores.<br>
<poem>¿Y mi errante correr, cuándo termina?</poem>
 
PROMETEO
IO ¿Para qué he de vivir? ¿Por qué del risco<br>
<poem>Más te vale ignorarlo que saberlo.</poem>
No me despeño súbito? Acabaran<br>
Entonces en la tierra mis trabajos;<br>
Más vale morir presto, que la vida<br>
Pasar lidiando con fortuna adversa.<br>
 
ÍO
PROMETEO Mas yo soy inmortal; ni ese refugio<br>
<poem>Lo que he de padecer, no me lo ocultes.</poem>
Me queda, y durarán mis aflicciones<br>
Hasta que Jove de su solio caiga.<br>
 
PROMETEO
IO ¿Y alguna vez caerá?<br>
<poem>No te lo ocultaré. Mas no te envidio.</poem>
 
ÍO
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp; ¿Te alegrarías<br>
<poem>Dímelo todo pronto.</poem>
Si destronado vieras al tirano?<br>
 
PROMETEO
IO ¿Cómo no, cuando tanto me ha afligido?<br>
<poem>Pero temo
Tu ánimo perturbar...</poem>
 
ÍO
PROMETEO Sabe que ha de cumplirse; es ley del Hado.<br>
<poem>Nada receles;
Me es grato oírte.</poem>
 
PROMETEO
IO ¿Y quién del regio cetro ha de privarle?<br>
<poem>Pues decirlo es fuerza
Y lo quieres, escucha.</poem>
 
=== El coro: vv. 631 - 634 ===
PROMETEO Sus mismas imprudentes voluntades.<br>
 
EL CORO
IO ¿De qué modo?<br>
<poem>Mas nosotras
La causa de su mal saber queremos;
Ella debe contar sus desventuras;
Tú anunciarás más tarde su destino.</poem>
 
=== Prometeo: vv. 635 - 639 ===
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp; Él hará tal matrimonio,<br>
Que le pese después.<br>
 
PROMETEO
IO&ensp;&mdash;&ensp;&ensp;&mdash;&ensp; ¿Divino? ¿Humano?<br>
<poem>Cumple su voluntad, sagrada Ío;
Son de tu padre hermanas. Y es muy dulce
Contar nuestras desdichas do podemos
Lágrimas arrancar de quien escucha.</poem>
 
=== Ío: vv. 640 - 686 ===
PROMETEO No es lícito decirlo.<br>
 
ÍO
IO&ensp;&mdash;&ensp;&ensp;&mdash;&ensp; ¿Por la esposa<br>
<poem>Nada puedo
El reino ha de acabar?<br>
A vosotras negar. Y claramente
Contaros he por qué suceso triste
Mi mente se turbó, troqué mi forma;
De nocturnas visiones agitada,
Siempre en mi lecho resonar oía
Estas voces de amor: «Virgen dichosa,
¿Por qué tu doncellez guardas avara,
Si tálamo celeste te convida?
A Jove hirió la flecha del deseo;
Quiere gozar de ti. Sal a los valles
Hondos de Lerna, a los establos ricos
De tu padre, y recibe la mirada
Amorosa del Dios.» Tales ensueños
Mis noches ocupaban. A mi padre
Osé narrar lo que en el sueño oyera.
Él de Pitho y Dodona a los oráculos
Mensajeros envió, que preguntasen
Cómo a los dioses aplacar podría.
Con ambigua respuesta se tornaron;
Mas al fin manifiesto vaticinio
A Inaco ordenó que me arrojara
De su casa y familia, y que vagase
Yo desterrada hasta el confín del orbe,
Y que, no obedeciendo, Zeus el rayo
Contra nuestra progenie vibraría.
A la voz del oráculo sumisos,
Triste mi padre y triste yo, su casa
Abandoné. Mi ánimo y mi forma
Mudáronse a la vez. Yo deliraba.
De cuernos erizose mi cabeza;
El tábano voraz en mí sus dientes
Clavaba, y yo con salto furibundo
Por la mansa corriente del Cencrea
Y el collado de Lerna discurría,
Siempre tras mí con infinitos ojos,
Argos, pastor de bueyes, mis pisadas
Iba siguiendo. Inopinado caso
Le privó de la vida. Arrebatada
Yo de furor; por el sagrado azote
Perseguida, vagué de tierra en tierra.
Ya mi historia sabéis; si puedes algo
De mi futura suerte revelarme,
No me halagues con voces engañosas;
Nada más torpe que razón fingida.</poem>
 
=== El coro y Prometeo: vv. 687 - 741 ===
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp; Parirá un hijo<br>
Más fuerte que su padre.<br>
 
EL CORO
IO&ensp;&mdash;&ensp;&ensp;&mdash;&ensp; ¿A tal fortuna<br>
<poem>¡Ay, ay! Nunca pensé que tales nuevas
Ningún remedio encontrará?<br>
Insólitas sonaran en mi oído,
Y que tan triste y lúgubre espectáculo
Mi ánimo vacilante aterraría.
¡Ay, ay! Suerte fatal, fortuna de Io,
Horror causa tu vista.</poem>
 
PROMETEO
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp; Ninguno,<br>
<poem>¿Ora te espantas
Hasta que libre yo de estas cadenas....<br>
Y llenas de temor? Pues aún espera
Lo que falta sufrir.</poem>
 
EL CORO
IO Contra el querer de Zeus, ¿quién librarte<br>
<poem>Dílo, que es grato
Podrá?<br>
Al que padece conocer primero
El término fatal de sus dolores.</poem>
 
PROMETEO
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp; Quieren los hados que tu estirpe<br>
<poem>Ya la oísteis narrar sus propias cuitas.
Produzca al vengador.<br>
Ora sabed qué males le reserva
La indignación de Juno. ¡Hija de Inaco,
Fija bien en tu mente mis palabras!
Caminarás primero hacia el Oriente,
Por campos que aún no ha roto el corvo arado,
Verás a los escíticos pastores
Que lanzan diestros voladoras flechas,
Y conducen en carros sus moradas;
No te acerques a ellos; por la orilla
Del mar camina, mas las rocas huye.
La gente inhospital de los Calybes,
Forjando el hierro, a la siniestra habitan;
Guárdate de ellos. Llegarás a un río
Que no sin causa llaman el Soberbio,
No le pases; su tránsito es difícil;
Mas por otro camino te endereza
A la cima del Cáucaso, eminente
Sobre todos los montes; de su cumbre
Desciende de agua poderosa vena,
Y a los cielos su frente se avecina.
Llegarás por la vía meridiana
Al pueblo que aborrece a los varones:
Las Amazonas. Morarán un día
En Temiscyra, cabe el Termodonte,
En las fauces del Ponto, en Salmydesia,
Escollo a naos, madrastra a navegantes.
Ellas te mostrarán por qué camino
Puedes llegar a las estrechas bocas
De la laguna, al Bósforo Cimmerio,
Que así han de apellidarle los mortales,
Cuando con pecho audaz e ingente gloria
Las Meóticas fauces atravieses.
Dejando entonces de la Europa el suelo,
Del Asia tocarás el continente.
¿No os parece que el tirano Jove
Es en todo violento? Porque quiso
De esta mortal gozar, a tal carrera
Luego la expuso. Ingrato amante, Io,
La suerte te otorgó. Lo que he narrado
Es tan sólo el proemio de tus males.</poem>
 
=== Ío: v. 742 ===
IO&ensp;&mdash;&ensp;&ensp;&mdash;&ensp; ¿Un hijo mío<br>
Te librará?<br>
 
ÍO
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp; Generaciones trece<br>
Antes<poem>¡Ay, hanay de pasar.mí!<br/poem>
 
=== Prometeo: vv. 743 y 744 ===
IO&ensp;&mdash;&ensp;&ensp;&mdash;&ensp; ¡Presagio obscuro!<br>
 
PROMETEO
PROMETEO No me preguntes más de tu destino.<br>
<poem>¿Y lloras y suspiras
Otra vez? ¿Qué será cuando conozcas
Lo que te resta aún?</poem>
 
=== El coro: v. 745 ===
IO Antes me lo ofreciste; ora lo niegas.<br>
 
EL CORO
PROMETEO La narración es doble; elegir puedes.<br>
<poem>¿Y aún resta algo?</poem>
 
=== Prometeo e Ío: vv. 746 - 781 ===
IO ¿Qué narraciones son?<br>
 
PROMETEO
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp; De tus trabajos<br>
<poem>Un tempestuoso piélago de horrores.</poem>
Te diré el fin, o quién estas cadenas<br>
Ha de romper.<br>
 
ÍO
CORO&ensp;&mdash;&ensp;&ensp;&mdash;&ensp;Refiere lo primero,<br>
<poem>¿Para qué he de vivir? ¿Por qué del risco
En gracia a Io, y a nosotras habla<br>
No me despeño súbito? Acabaran
De tu libertador. Lo deseamos.<br>
Entonces en la tierra mis trabajos;
Más vale morir presto, que la vida
Pasar lidiando con fortuna adversa.</poem>
 
PROMETEO
PROMETEO No lo quiero negar; graba, ¡oh Io!<br>
<poem>Mas yo soy inmortal; ni ese refugio
De tu memoria en las tablillas esto:<br>
Me queda, y durarán mis aflicciones
Cuando el río atravieses que separa<br>
Hasta que Jove de su solio caiga.</poem>
Entrambos continentes, hacia el orto<br>
Y la cuna del sol tu paso guía,<br>
A los campos gorgóneos de Cisthene<br>
Llegarás, de las Fórcides ancianas,<br>
Tres, cygniformes, con un ojo solo<br>
Y un solo diente, habitan, ni reciben<br>
La luz del sol, ni de la tibia luna,<br>
No lejos, las alígeras hermanas<br>
Con sierpes por cabellos; las Gorgonas<br>
Enemigas del hombre, que no puede<br>
Su vista resistir, sin que se apague<br>
El aliento vital. De tales sitios<br>
Huye veloz; más monstruos aún te esperan.<br>
Verás los grifos, los de agudas garras<br>
Mudos perros de Jove, y los jinetes<br>
Arimaspos, monóculos, que habitan<br>
Del aurifluo Plutón en las riberas.<br>
Guárdate, no te acerques. Aún más lejos<br>
Verás el negro pueblo que las fuentes<br>
Del sol conoce y del etíope río.<br>
Seguirás por su orilla, hasta que llegues<br>
A los biblinos montes, de do el Nilo<br>
Su veneranda y fecundante linfa<br>
Manda a la triangular tierra egipcíaca.<br>
Allí es donde los hados te conceden<br>
Fundar colonia. Imperarán tus hijos<br>
En remotas edades. Si algo obscuro<br>
El vaticinio fuere, a declararlo<br>
Estoy pronto; pregunta; que más ocio<br>
Del que quisiera tengo.<br>
 
ÍO
CORO&ensp;&mdash;&ensp;&ensp;&mdash;&ensp;Decir puedes<br>
<poem>¿Y alguna vez caerá?</poem>
Lo que te reste; mas si ya expusiste<br>
Su peregrinación, cuéntanos hora<br>
Lo prometido.<br>
 
PROMETEO
PROMETEO&ensp;&mdash;&ensp; De sus viajes todos<br>
<poem>¿Te alegrarías
Ya sabe el fin. Y para que comprenda<br>
Si destronado vieras al tirano?</poem>
Que mi adivinación no es ciencia vana,<br>
Brevemente diré lo que ha pasado<br>
Antes de aquí llegar. Fuiste primero<br>
A los molosios campos y a la excelsa<br>
Dodona, en que el oráculo y la sede<br>
De Zeus Tesfroto está; do las encinas<br>
Fatídicas esposa te llamaron<br>
De Jove, si algún día la fortuna<br>
Propicia se mostrare. Arrebatada<br>
De súbito furor, por la marina<br>
Al seno ingente de la madre Rea<br>
Viniste; mas de nuevo te llevaron<br>
Tus pasos hacia atrás. El mar de Jonia<br>
Tu nombre llevará, cual monumento<br>
Que denuncie tu paso a los mortales.<br>
Ya ves que lo pasado yo conozco<br>
Como lo porvenir, en vista clara.<br>
Ora escuchadme todas; en Egipto<br>
Canopo está como ciudad extrema,<br>
En las bocas del Nilo; fuerte dique<br>
A las marinas ondas. Allí Jove<br>
Tu mente calmará, con suave diestra<br>
Halagándote. Y luego al negro Epafo<br>
Parirás. Cuanto riega el Nilo undoso,<br>
Suyo será. Mas vírgenes cincuenta<br>
De su quinta progenie, al suelo de Argos<br>
Bien a disgusto tornarán, huyendo<br>
Las nupcias de sus primos. Como sigue<br>
El gavilán a tímida paloma,<br>
Tal ellos correrán por alcanzarlas;<br>
Pero sin fruto. La pelasga tierra<br>
Recibirá sus cuerpos, cuando caigan<br>
Bajo el hierro cruel de sus esposas,<br>
En una misma noche atravesados.<br>
¡Para mis enemigos, tales bodas!<br>
Moverase a piedad una tan sólo,<br>
Y a su consorte salvará, queriendo<br>
Antes tímida ser que sanguinaria.<br>
De ella procederá la estirpe de Argos,<br>
Y de esa estirpe el fuerte saetero<br>
Que estos lazos me quite. Tal oráculo<br>
Me dio mi madre, la titania Temis.<br>
 
ÍO
IO&ensp;&mdash;&ensp; ¡Ay! ¡ay! convulsión súbita<br>
<poem>¿Cómo no, cuando tanto me ha afligido?</poem>
De nuevo me arrebata;<br>
 
Mi mente se enloquece<br>
PROMETEO
Furiosa e inflamada;<br>
<poem>Sabe que ha de cumplirse; es ley del Hado.</poem>
El tábano me punza,<br>
 
Se agitan mis entrañas;<br>
ÍO
Los ojos ya sin rumbo<br>
<poem>¿Y quién del regio cetro ha de privarle?</poem>
Se retuercen y vagan;<br>
 
Me lanzo a la carrera,<br>
PROMETEO
Frenética de rabia.<br>
<poem>Sus mismas imprudentes voluntades.</poem>
La lengua no obedece;<br>
 
Mis confusas palabras<br>
ÍO
Estréllanse en las ondas<br>
<poem>¿De qué modo?</poem>
De mi horrenda desgracia. <br>
 
PROMETEO
<poem>Él hará tal matrimonio,
Que le pese después.</poem>
 
ÍO
<poem>¿Divino? ¿Humano?</poem>
 
PROMETEO
<poem>No es lícito decirlo.<poem>
 
ÍO
<poem>¿Por la esposa
El reino ha de acabar?</poem>
 
PROMETEO
<poem>Parirá un hijo
Más fuerte que su padre.</poem>
 
ÍO
<poem>¿A tal fortuna
Ningún remedio encontrará?</poem>
 
PROMETEO
<poem>Ninguno,
Hasta que libre yo de estas cadenas....</poem>
 
ÍO
<poem>Contra el querer de Zeus, ¿quién librarte<br>
Podrá?</poem>
 
PROMETEO
<poem>Quieren los hados que tu estirpe
Produzca al vengador.</poem>
 
ÍO
<poem>¿Un hijo mío
Te librará?</poem>
 
PROMETEO
<poem>Generaciones trece
Antes han de pasar.</poem>
 
ÍO
<poem>¡Presagio obscuro!</poem>
 
PROMETEO
<poem>No me preguntes más de tu destino.</poem>
 
ÍO
<poem>Antes me lo ofreciste; ora lo niegas.</poem>
 
PROMETEO
<poem>La narración es doble; elegir puedes.</poem>
 
ÍO
<poem>¿Qué narraciones son?</poem>
 
PROMETEO
<poem>De tus trabajos
Te diré el fin, o quién estas cadenas
Ha de romper.</poem>
 
CORO
<poem>Refiere lo primero,
En gracia a Io, y a nosotras habla
De tu libertador. Lo deseamos.</poem>
 
PROMETEO
<poem>No lo quiero negar; graba, ¡oh Io!
De tu memoria en las tablillas esto:
Cuando el río atravieses que separa
Entrambos continentes, hacia el orto
Y la cuna del sol tu paso guía,
A los campos gorgóneos de Cisthene
Llegarás, de las Fórcides ancianas,
Tres, cygniformes, con un ojo solo
Y un solo diente, habitan, ni reciben
La luz del sol, ni de la tibia luna,
No lejos, las alígeras hermanas
Con sierpes por cabellos; las Gorgonas
Enemigas del hombre, que no puede
Su vista resistir, sin que se apague
El aliento vital. De tales sitios
Huye veloz; más monstruos aún te esperan.
Verás los grifos, los de agudas garras
Mudos perros de Jove, y los jinetes
Arimaspos, monóculos, que habitan
Del aurifluo Plutón en las riberas.
Guárdate, no te acerques. Aún más lejos
Verás el negro pueblo que las fuentes
Del sol conoce y del etíope río.
Seguirás por su orilla, hasta que llegues
A los biblinos montes, de do el Nilo
Su veneranda y fecundante linfa
Manda a la triangular tierra egipcíaca.
Allí es donde los hados te conceden
Fundar colonia. Imperarán tus hijos
En remotas edades. Si algo obscuro
El vaticinio fuere, a declararlo
Estoy pronto; pregunta; que más ocio
Del que quisiera tengo.</poem>
 
EL CORO
<poem>Decir puedes
Lo que te reste; mas si ya expusiste
Su peregrinación, cuéntanos hora
Lo prometido.</poem>
 
 
 
PROMETEO
<poem>De sus viajes todos
Ya sabe el fin. Y para que comprenda
Que mi adivinación no es ciencia vana,
Brevemente diré lo que ha pasado
Antes de aquí llegar. Fuiste primero
A los molosios campos y a la excelsa
Dodona, en que el oráculo y la sede
De Zeus Tesfroto está; do las encinas
Fatídicas esposa te llamaron
De Jove, si algún día la fortuna
Propicia se mostrare. Arrebatada
De súbito furor, por la marina
Al seno ingente de la madre Rea
Viniste; mas de nuevo te llevaron
Tus pasos hacia atrás. El mar de Jonia
Tu nombre llevará, cual monumento
Que denuncie tu paso a los mortales.
Ya ves que lo pasado yo conozco
Como lo porvenir, en vista clara.
Ora escuchadme todas; en Egipto
Canopo está como ciudad extrema,
En las bocas del Nilo; fuerte dique
A las marinas ondas. Allí Jove
Tu mente calmará, con suave diestra
Halagándote. Y luego al negro Epafo
Parirás. Cuanto riega el Nilo undoso,
Suyo será. Mas vírgenes cincuenta
De su quinta progenie, al suelo de Argos
Bien a disgusto tornarán, huyendo
Las nupcias de sus primos. Como sigue
El gavilán a tímida paloma,
Tal ellos correrán por alcanzarlas;
Pero sin fruto. La pelasga tierra
Recibirá sus cuerpos, cuando caigan
Bajo el hierro cruel de sus esposas,
En una misma noche atravesados.
¡Para mis enemigos, tales bodas!
Moveráse a piedad una tan sólo,
Y a su consorte salvará, queriendo
Antes tímida ser que sanguinaria.
De ella procederá la estirpe de Argos,
Y de esa estirpe el fuerte saetero
Que estos lazos me quite. Tal oráculo
Me dio mi madre, la titania Temis.</poem>
 
 
 
EL CORO
<poem>¡Ay! ¡ay! convulsión súbita
De nuevo me arrebata;
Mi mente se enloquece
Furiosa e inflamada;
El tábano me punza,
Se agitan mis entrañas;
Los ojos ya sin rumbo
Se retuercen y vagan;
Me lanzo a la carrera,
Frenética de rabia.
La lengua no obedece;
Mis confusas palabras
Estréllanse en las ondas
De mi horrenda desgracia.</poem>
 
CORO&ensp;&mdash;&ensp;Por cierto que fue sabio<br>