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{{guión|pública|}} Milan, á la otra parte de la Ciudad, en cuyas aguas, que toma del rio Tesino, se navega hasta Milan, y con ellas se riega toda la campiña. Venció Leonardo todas las dificultades que se suscitaron, y por medio de muchas esclusas hizo navegar con toda seguridad los barcos por montes y valles.
{{Guion|pública|}} Milan, á la otra parte de la Ciudad, en cuyas aguas, que toma del rio Tesino, se navega hasta Milan, y con ellas se riega toda la campiña. Venció Leonardo todas las dificultades que se suscitaron, y por medio de muchas esclusas hizo navegar con toda seguridad los barcos por montes y valles.


{{brecha}}No contento el Príncipe con los beneficios que hizo al Estado Leonardo como Arquitecto y como Ingeniero, quiso tambien que lo adornase como Pintor con alguna obra primorosa de su mano. Mandóle, pues, que en el refectorio de los PP. Dominicos de Sta. María de Gracia pintase la Cena de Jesucristo con los Apóstoles, cuyo asunto desempeñó Leonardo con tanta excelencia, que se miró luego como un milagro del arte. En efecto apuró en esta pintura los primores del pincel de tal modo, que todos á una voz confiesan que nada puede aventajarla ni en dibujo, ni en expresion, ni en diligencia, ni en colorido. Y en especial pintó con tanta belleza las cabezas de los Apóstoles, particularmente la de ambos Jacobos, que al llegar á la de Jesucristo, viendo que no era posible darla mayor perfeccion, enfadado la dejó en bosquejo.
{{brecha}}No contento el Príncipe con los beneficios que hizo al Estado Leonardo como Arquitecto y como Ingeniero, quiso tambien que lo adornase como Pintor con alguna obra primorosa de su mano. Mandóle, pues, que en el refectorio de los PP. Dominicos de Sta. María de Gracia pintase la Cena de Jesucristo con los Apóstoles, cuyo asunto desempeñó Leonardo con tanta excelencia, que se miró luego como un milagro del arte. En efecto apuró en esta pintura los primores del pincel de tal modo, que todos á una voz confiesan que nada puede aventajarla ni en dibujo, ni en expresion, ni en diligencia, ni en colorido. Y en especial pintó con tanta belleza las cabezas de los Apóstoles, particularmente la de ambos Jacobos, que al llegar á la de Jesucristo, viendo que no era posible darla mayor perfeccion, enfadado la dejó en bosquejo.