Diferencia entre revisiones de «Ovidio Metamorfosis II»

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Línea 545:
y no piedra blanca era: su mente la había inficionado a ella.
 
===== Júpiter y Europa ===== Cuando estos castigos de sus palabras y de su mente profana cobró el Atlantíada, dichas por Palas esas tierras abandona e ingresa sacudiendo en el éter sus alas. 835 Lo llama aparte a él su padre y la causa sin confesar de su amor 'Fiel ministro' dice 'de las órdenes, hijo, mías, rechaza la demora y raudo con tu acostumbrada desciende carrera, y la que a tu madre tierra por la parte siniestra contempla (sus nativos Sidónide por nombre le dicen), 840 esa busca, y el que, lejos, de montana grama apacentarse ganado real ves, a los litorales torna.' Dijo, y expulsados al instante del monte los novillos, los litorales ordenados buscan, donde la hija del gran rey jugar, de las vírgenes tirias acompañada, solía. 845 No bien se avienen ni en una misma sede moran la majestad y el amor: del cetro la gravedad abandonada aquel padre y regidor de los dioses, cuya diestra de los trisulcos fuegos armada está, quien con un ademán sacude el orbe, se viste de la faz de un toro y mezclado con los novillos 850 muge, y entre las tiernas hermoso deambula hierbas. Cierto que su color el de la nieve es, que ni las plantas de duro pie han hollado ni ha disuelto el acuático austro. En su cuello tueros se marcan, por sus brazos las papadas penden; sus cuernos pequeños, ciertamente, pero cuales contender 855 podrías que hechos a mano, y que una pura más perlúcidos gema. Ningunas en su frente amenazas, ni formidable su luz: paz su rostro tiene. Se admira de Agenor la nacida porque tan hermoso, porque combates ningunos amenace; pero aunque tuvo miedo, manso, de tocarlo a lo primero, 860 pronto se acerca y flores a su cándida boca alarga. Goza el amante, y mientras llegue el esperado placer, besos da a sus manos; apenas ya, apenas lo demás difiere, y ahora al lado juega y salta en la verde hierba, ahora su costado en las doradas níveo depone arenas. 865 Y poco a poco, el miedo arrancado, ora sus pechos le presta para que con su virgínea mano los palme, ora los cuernos, para que guirnaldas los impidan nuevas. Osó también la regia virgen, ignorante de a quién montaba, en la espalda sentarse del toro: cuando el dios, de la tierra y del seco litoral, insensiblemente, 870 las falsas de sus pies plantas pone en las primeras ondas; de allí se va más lejos, y por las superficies de mitad del ponto se lleva su botín. Se llena ella de pavor y arrancada de su litoral abandonado hacia atrás mira, y con la diestra un cuerno tiene, la otra al dorso impuesta está; trémulas ondulan con la brisa sus ropas. 875
===== Júpiter y Europa =====
<poem> Cuando estos castigos de sus palabras y de su mente profana
cobró el Atlantíada, dichas por Palas esas tierras
abandona e ingresa sacudiendo en el éter sus alas. 835
Lo llama aparte a él su padre y la causa sin confesar de su amor
'Fiel ministro' dice 'de las órdenes, hijo, mías,
rechaza la demora y raudo con tu acostumbrada desciende carrera,
y la que a tu madre tierra por la parte siniestra
contempla (sus nativos Sidónide por nombre le dicen), 840
esa busca, y el que, lejos, de montana grama apacentarse
ganado real ves, a los litorales torna.'
Dijo, y expulsados al instante del monte los novillos,
los litorales ordenados buscan, donde la hija del gran rey
jugar, de las vírgenes tirias acompañada, solía. 845
No bien se avienen ni en una misma sede moran
la majestad y el amor: del cetro la gravedad abandonada
aquel padre y regidor de los dioses, cuya diestra de los trisulcos
fuegos armada está, quien con un ademán sacude el orbe,
se viste de la faz de un toro y mezclado con los novillos 850
muge, y entre las tiernas hermoso deambula hierbas.
Cierto que su color el de la nieve es, que ni las plantas
de duro pie han hollado ni ha disuelto el acuático austro.
En su cuello tueros se marcan, por sus brazos las papadas penden;
sus cuernos pequeños, ciertamente, pero cuales contender 855
podrías que hechos a mano, y que una pura más perlúcidos gema.
Ningunas en su frente amenazas, ni formidable su luz:
paz su rostro tiene. Se admira de Agenor la nacida
porque tan hermoso, porque combates ningunos amenace;
pero aunque tuvo miedo, manso, de tocarlo a lo primero, 860
pronto se acerca y flores a su cándida boca alarga.
Goza el amante, y mientras llegue el esperado placer,
besos da a sus manos; apenas ya, apenas lo demás difiere,
y ahora al lado juega y salta en la verde hierba,
ahora su costado en las doradas níveo depone arenas. 865
Y poco a poco, el miedo arrancado, ora sus pechos le presta
para que con su virgínea mano los palme, ora los cuernos, para que guirnaldas
los impidan nuevas. Osó también la regia virgen,
ignorante de a quién montaba, en la espalda sentarse del toro:
cuando el dios, de la tierra y del seco litoral, insensiblemente, 870
las falsas de sus pies plantas pone en las primeras ondas;
de allí se va más lejos, y por las superficies de mitad del ponto
se lleva su botín. Se llena ella de pavor y arrancada de su litoral abandonado
hacia atrás mira, y con la diestra un cuerno tiene, la otra al dorso
impuesta está; trémulas ondulan con la brisa sus ropas. 875 </poem>
 
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