Diferencia entre revisiones de «Ovidio Metamorfosis II»

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===== Las hijas de Cécrope ===== y a vírgenes tres, del geminado Cécrope nacidas, 555 con la ley lo había entregado de que sus secretos no vieran. Escondida en su fronda leve oteaba yo desde un denso olmo qué hicieran: sus encomiendas dos sin fraude guardan, Pándrosos y Herse; miedosas llama sola a sus hermanas Áglauros y los nudos con su mano deshace, y dentro 560 no solo al pequeño ven sino al lado extendido un dragón. Los hechos a la diosa refiero, a cambio de lo cual a mí con gracia tal se me paga, que se me diga de la guardia expulsada de Minerva, y se me ponga por detrás del ave de la noche. Mi castigo a las aves advertir puede de que con su voz peligros no busquen. 565 Mas, pienso yo, no voluntariamente ni que algo tal pedía a mí acudió. Lo puedes a la misma Palas preguntar: aunque iracunda está, no esto iracunda negará. Pues a mí en la focaica tierra el claro Coroneo (cosas conocidas digo) me engendró, y había sido yo una regia virgen 570 y por ricos pretendientes, no me desprecies, era pretendida. Mi hermosura me dañó. Pues, cuando por las playas con lentos pasos, como suelo, por la superficie caminaba de la arena, me vio y se encendió del piélago el dios, y como suplicando con blandas palabras tiempos inanes consumió, 575 la fuerza dispone y me sigue. Huyo y el denso litoral dejo, y en vano me fatigo en la mullida arena. Después a dioses y hombres llamo, y no alcanza la voz mía a algún mortal: conmoviose por una virgen la Virgen y auxilio me prestó. Tendía los brazos al cielo: 580 mis brazos empezaron con leves a ennegrecer plumas; por rechazar de mis hombros esa veste pugnaba, mas ella pluma era y en mi piel raíces había hecho hondas; golpes de duelo dar en mis desnudos pechos intentaba con mis palmas, pero ni ya palmas ni pechos desnudos llevaba; 585 corría, y no como antes mis pies retenía la arena, sino que de lo alto de la tierra me elevaba; luego alta por las auras avanzo y dada soy de acompañante, inculpada, a Minerva. ¿De qué, en cambio, esto me sirve, si, hecha ave por un siniestro crimen, Nictímene nos sucedió en nuestro honor? 590 ¿O acaso la que cosa es conocidísima por toda Lesbos, no oída para ti es, de que el patrio dormitorio profanó Nictímene? Ave ella, ciertamente, pero sabedora de su culpa, de la vista y la luz huye, y en las tinieblas su pudor esconde y expulsada es por los demás del éter todo.' 595
 
===== Apolo y Coronis (II) ===== A quien tal decía: 'Para tu mal' dice el cuervo 'las disuasiones estas sean, suplico: nos el vano agüero despreciamos,' y no el cogido camino suelta y a su dueño, que yaciendo con un joven hemonio había visto a Coronis narra. La láurea se resbaló, oído el crimen, al amante, 600 y al par su expresión, del dios, y su plectro y su color, se desprendió, y según su ánimo hervía de henchida ira, sus armas acostumbradas coge y doblado por sus cuernos el arco tiende, y aquel, tantas veces con su pecho unido, con una inevitada flecha atravesó, su pecho. 605 Golpeada dio un gemido, y al ser sacado de su cuerpo el hierro sus cándidos miembros regó de crúor carmesí, y dijo: 'Pude mis castigos para ti, Febo, haber cumplido, pero haber parido antes; dos ahora moriremos en una.' Hasta aquí, y al par su vida con su sangre vertió. 610 A su cuerpo, inane de aliento, un frío letal siguió. Le pesa, ay, tarde de su castigo cruel al amante, y a sí mismo, porque oyera, porque así ardiera se odia; odia al ave por la cual el crimen y la causa de su dolor a saber obligado fue, y no menos su arco y su mano odia, 615 y, con su mano, temerarios dardos, sus flechas, y a la abatida conforta, y con tardía ayuda por vencer esos hados se afana, y ejerce vanamente sus médicas artes. Lo cual, después de que en vano intentarse, y la pira aprestarse vio, y que arderían en los supremos fuegos sus miembros, 620 entonces en verdad gemidos (ya que no las celestes caras bañarse pueden en lágrimas), de su alto corazón sacados, dio, no de otro modo que cuando, viéndolo la novilla, de su lactante becerrito, balanceado desde la diestra oreja, las sienes cóncavas destrozó el mazo con un claro golpe. 625 Sin embargo, cuando sobre su pecho derramó los ingratos aromas y le dio abrazos, y con lo injustamente justo cumplió, no soportó Febo que a las cenizas cayeran mismas sus simientes, sino que a su hijo de las llamas y del útero de su madre arrancó, y lo llevó del geminado Quirón al antro, 630 y al que esperaba para sí los premios de su no falsa lengua, entre las aves blancas vetó sentarse, al cuervo.
===== Apolo y Coronis (II) =====
 
<poem> A quien tal decía: 'Para tu mal' dice el cuervo
'las disuasiones estas sean, suplico: nos el vano agüero despreciamos,'
y no el cogido camino suelta y a su dueño, que yaciendo
con un joven hemonio había visto a Coronis narra.
La láurea se resbaló, oído el crimen, al amante, 600
y al par su expresión, del dios, y su plectro y su color,
se desprendió, y según su ánimo hervía de henchida ira,
sus armas acostumbradas coge y doblado por sus cuernos el arco
tiende, y aquel, tantas veces con su pecho unido,
con una inevitada flecha atravesó, su pecho. 605
Golpeada dio un gemido, y al ser sacado de su cuerpo el hierro
sus cándidos miembros regó de crúor carmesí,
y dijo: 'Pude mis castigos para ti, Febo, haber cumplido,
pero haber parido antes; dos ahora moriremos en una.'
Hasta aquí, y al par su vida con su sangre vertió. 610
A su cuerpo, inane de aliento, un frío letal siguió.
Le pesa, ay, tarde de su castigo cruel al amante,
y a sí mismo, porque oyera, porque así ardiera se odia;
odia al ave por la cual el crimen y la causa de su dolor
a saber obligado fue, y no menos su arco y su mano odia, 615
y, con su mano, temerarios dardos, sus flechas,
y a la abatida conforta, y con tardía ayuda por vencer esos hados
se afana, y ejerce vanamente sus médicas artes.
Lo cual, después de que en vano intentarse, y la pira aprestarse
vio, y que arderían en los supremos fuegos sus miembros, 620
entonces en verdad gemidos (ya que no las celestes caras
bañarse pueden en lágrimas), de su alto corazón sacados,
dio, no de otro modo que cuando, viéndolo la novilla,
de su lactante becerrito, balanceado desde la diestra oreja,
las sienes cóncavas destrozó el mazo con un claro golpe. 625
Sin embargo, cuando sobre su pecho derramó los ingratos aromas
y le dio abrazos, y con lo injustamente justo cumplió,
no soportó Febo que a las cenizas cayeran mismas
sus simientes, sino que a su hijo de las llamas y del útero de su madre
arrancó, y lo llevó del geminado Quirón al antro, 630
y al que esperaba para sí los premios de su no falsa lengua,
entre las aves blancas vetó sentarse, al cuervo. </poem>
===== Ocírroe =====
<poem> El mediofiera, entre tanto, de su ahijado de divina estirpe