Diferencia entre revisiones de «Un poco de crematística»

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En esta misma cuestión de si los metales preciosos, el oro y la plata, son mejores que los bueyes para moneda, ocurren dificultades y contradicciones imprevistas. Sirva de muestra lo siguiente. Si la deuda que el Estado español ha contraído y sigue contrayendo se estimase en bueyes, no se podría rebajar en un 5 por 100, en una vigésima parte, á no ser que las siete vacas flacas del sueño de Faraón procreasen infinitamente y llenasen el mundo todo de bueyes cacoquimios y encanijados; pero estimada la deuda en pesetas, se ha hecho la rebaja con la mayor suavidad, de una sola plumada, y casi sin que nadie se percate de ello. Los bueyes, chico con grande, á no ser hijos de las vacas flacas, siempre serían bueyes; pero las pesetas nuevas no son como las antiguas, y el día en que la acuñación de la nueva moneda esté terminada, podremos asegurar que en vez de deber, por ejemplo, 20.000 millones de reales, deberemos 19.000, á no ser que la alteración de la moneda no rece con los acreedores del Estado, y les sigamos pagando los intereses con arreglo á la ley antigua.
 
Pero dejando á un lado esta cuestión, conste que, si bien aquí usamos de la palabra dinero en la acepción de capital ó de riqueza, hacemos perfectamente la distinción de estas cosas, como la han hecho todos los hombres de todos los siglos, sin necesidad de que los economistas los adoctrinen. La razón que nos lleva á llamar dinero á toda riqueza, es que el dinero es una riqueza sin la que no se puede pasar. El dinero es además un valor que circula más fácilmente que todos los demás valores, y que los representa y los mide. El dinero no es toda la riqueza, sino la parte móvil, líquida y más circulante de la riqueza. La sangre no es toda la vida en el cuerpo, y sin embargo, no viviríamos si la sangre no circulara ó si toda la sangre se nos escapase; aunque no es completamente exacta la comparación, porque no hay comparación completamente exacta. Nada hay en el cuerpo que pueda reemplazar á la sangre; pero en la sociedad hay algo que puede reemplazar al dinero, y este algo es el crédito, el cual no crea un átomo más de riqueza, pero pone en circulación y presta movilidad y casi ubicuidad á mucha parte de la riqueza que está parada é inerte. En suma, el dinero, aunque reemplazable por el crédito, es una parte de la riqueza; y así por esto, como por ser la parte más viva, más enérgica y más circulante, es un dolor que se pierda. La sociedad que no tiene dinero, ó el individuo que no tiene dinero, ya están aviados. Después de largos estudios han deducido, pues, los economistas que el dinero es indispensable al hombre desde el momento que el hombre vive en sociedad; aguda sentencia, cuya verdad resplandece más que la luz del mediodía.
 
 
 
 
 
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