Diferencia entre revisiones de «Las metamorfosis: Libro XIV»

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Y ya, arrojado dentro de unas fauces de Gigante al Etna,

transformada hubiera sido: su peña también el navegante evita.

 

 

 

A ella cuando a remos, y a la ávida Caribdis, 75

situadas las Pitecusas, de sus habitantes con el nombre dichas. 90

 

 

 

Como que de los dioses el padre, el fraude y los perjurios de los Cércopes

El poder lamentarse sólo con un ronco chirrido les dejó. 100

 

 

 

Cuando éstas hubo preterido y a la diestra de Parténope

por mi voz, aun así, se me conocerá. La voz a mí los hados me dejarán».

 

 

 

Mientras tales cosas a través del convexo camino mencionaba la Sibila,

y los del jefe y la multitud que contigo se confió al ponto».

 

 

 

Que Éolo, él le cuenta, reinaba en el profundo etrusco,

dicho hubimos que las que nos atestiguaban agradecidos.

 

 

 

De un año allí nos detuvo la demora, y muchas cosas, presente,

a los jóvenes vienen: a ninguno le permaneció su imagen. 415

 

 

 

Había asperjado caduco Febo los litorales de Tartesos

Muchó temí, lo confieso, y al hallar este litoral, a él me aferré». 440

 

 

 

Había acabado Macareo, y en una urna de mármol la nodriza

mas Vénulo en vano a la ciudad del prófugo Diomedes había ido.

 

 

 

Él ciertamente bajo el Iápige Dauno unas muy grandes

del Iápige Dauno soy dueño, con esta mínima parte de los míos».

 

 

 

Hasta aquí el Enida; Vénulo los calidonios reinos, y las

exhibe: la aspereza de sus palabras pasó a ellas.

 

 

 

De ahí cuando los legados volvieron, las a ellos negadas

de Etolia aportando, los rútulos sin las fuerzas esas

de Alcínoo, con sus rostros, y que roca por dentro crecía de la madera.

 

 

 

Esperanza había, en ninfas al haberse animado la flota marinas, 565

de esa ciudad, y ella misma se plañe, la árdea, el alcaraván, con sus propias alas.

 

 

 

Y ya a los dioses todos y a la misma Juno la virtud 580

nombra Índiges y en un templo y en aras lo ha acogido.

 

 

 

Después, bajo el dominio de Ascanio, el de dos nombres, Alba

en ese mismo monte yace depositado y atribuyó su vocablo a ese monte. 620

 

 

 

Y ya de la palatina gente el mando Proca tenía.

unos hechos con que virar fácilmente y enternecerte puedas.

 

 

 

«Había visto, generosa de la sangre del viejo Teucro,

frutos, ni los abatan florecientes, robadores, los vientos».

 

 

 

Ello una vez que para nada el dios, apto a la figura de vieja,

del dios cautivada la ninfa fue, y mutuas heridas sintió. 770

 

 

 

El próximo, el soldado del injusto Amulio, de Ausonia