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IV — GIBRALTAR ABIERTO I27
IV — GIBRALTAR ABIERTO I25


Ya ä sus entrahas dirijo mi pluma para escribir en ellas la
Ya á sus entrañas dirijo mi pluma para escribir en ellas la sentencia del pueblo que se tuvo por sempiterno: cesad, Atlantes, de batiros; Hespérides, de solazaros; á la gloria, ángeles de pureza; hijos de Neptuno, al infierno.
sentencia del pueblo que se tuvo por sempiterno : cesad,
Atlantes, de batiros; Hesperides de solazaros; d la gloria,
ängeles de pureza, hijos de Neptuno, al infierno.


Tu clava, Alcides, será su azada enterradora; por eso yo, sepulturero de mundos y de pueblos, aquí te conduzco; y, á fin de no desgarrar tu corazón, borré de él, para reproducirla ahora, la imagen de tu amada.


Tú del África arrancaste la Europa; yo arrancaré á ambas de los brazos de la Atlántida y echaré esta carcoma, y á sus desnudos hijos, por forraje de los potros del Dios á quien adora.


Mas ¿no percibes? Para sepultarla ya se entreabre la tierra; ¡oh! mírala rodar despeñada desde la cúspida; de grado ó mal su grado, ha de apurar vuelta de arriba abajo, las amargas escurrimbres de la ira divina.
Tu clava, Alcides, serd su azada enterradora; por eso yo,
sepulturero de mundos y de pueblos, aqui te conduzco; y, ä
fin de no desgarrar tu corazon, borre de el, para repin-
tarla ahora, la imägen de tu amada.


No estamos solos en la grande era á trillar este trigo; mira el Simoún ensanchado allí sus alas; el torbellino del Equinoccio asoma en lontananza á combatir, y el mar se sobrecoge de verse encima de otro mar.


Tu, del Äfrica arrancaste la Europa, yo arrancar^ las
dos d la vez de los brazos de la Atlantida y echare esta car-
coma de la tierra y a sus desnudos hijos, por forraje, d los
potros del Dios d quien adora.



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tierra, {oh! mfrala rodar despeiiada desde la cüspide; de su
grado 6 mal su grado , ha de apurar , vuelta lo de arriba
abajo, las escurritnbres del amargor de la ira divina.



No estamos solos en la grande era d trillar este trigo;
mira el Simoun ensanchando alK sus alas, el torbellino del
Elquinoccio asoma en lontananza d combatir, y el mar se
sobrecoge de verse encima de otro mar.