Diferencia entre revisiones de «Página:El tamaño del espacio.djvu/14»

Caronte10 (Discusión | contribs.)
mSin resumen de edición
Homero (Discusión | contribs.)
Estado de la páginaEstado de la página
-
Corregido
+
Validado
Cuerpo de la página (para ser transcluido):Cuerpo de la página (para ser transcluido):
Línea 3: Línea 3:
Ahora bien: la intuición es una facultad muy sospechosa para la ciencia, y sobre todo para la ciencia matemática, puesto que esencialmente significa adivinación. No puede negarse que constituye un don
Ahora bien: la intuición es una facultad muy sospechosa para la ciencia, y sobre todo para la ciencia matemática, puesto que esencialmente significa adivinación. No puede negarse que constituye un don
del genio, cuando éste se adelanta con alguna conclusión prematura respecto a la ciencia contemporánea. Es así una manifestación de la capacidad genial, que
del genio, cuando éste se adelanta con alguna conclusión prematura respecto a la ciencia contemporánea. Es así una manifestación de la capacidad genial, que
consiste en comprender simultáneamente mucho más que las inteligencias comunes. Pero por lo mismo, no es habitual a estas últimas, ni aceptable normalmente en la especulación intelectual. El abuso que
consiste en comprender simultáneamente mucho más que las inteligencias comunes. Pero por lo mismo, no es habitual a estas últimas, ni aceptable normalmente en la especulación intelectual. El abuso que se hace de la intuición, es casi siempre una evasiva de la vanidad y un subterfugio de la haraganería. Nadie se declara adivino sin ridiculez; pero podrá llamarse intuitivo con aparente modestia y elegante abandono. La verdad es que, probablemente, nunca se adivina o intuye nada, y que seguramente ello no sucede jamás en el estado de ignorancia. La intuición así concebida es una falacia mística, y basta haber practicado la aritmética elemental para comprenderlo.
se hace de la intuición, es casi siempre una evasiva de la vanidad y un subterfugio de la haraganería. Nadie se declara adivino sin ridiculez; pero podrá
llamarse intuitivo con aparente modestia y elegante abandono. La verdad es que, probablemente, nunca se adivina o intuye nada, y que seguramente ello no sucede jamás en el estado de ignorancia. La intuición así concebida es una falacia mística, y basta haber practicado la aritmética elemental para comprenderlo.


Pero la incrustación dogmática es tan profunda en las mentes subordinadas durante siglos a la imposición del absurdo y del milagro, que la idea de adivinación y las nociones de absoluto ejercen aún grande imperio. Así, en el prefacio de su admirable libro sobre los átomos (''Les Atomes,'' 1914) Mr. Jean Perrin nos dice: "''Adivinar'' la existencia o las propiedades
Pero la incrustación dogmática es tan profunda en las mentes subordinadas durante siglos a la imposición del absurdo y del milagro, que la idea de adivinación y las nociones de absoluto ejercen aún grande imperio. Así, en el prefacio de su admirable libro sobre los átomos (''Les Atomes,'' 1914) Mr. Jean Perrin nos dice: "''Adivinar'' la existencia o las propiedades