Diferencia entre revisiones de «Epístolas del Caballero de la Tenaza»

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<div class=Parrafo>¿Ventanicas para ver toros y cañas, mi vida? ¿Qué más toros y cañas que vernos a ti pedir y a mí negar? ¿Que piensas que se saca de una fiesta destas? Cansancio y modorra y falta de dinero al que paga los balcones. Dala al diablo, que es fiesta de gentiles, y todo es ver morir hombres que son como bestias, y bestias que son como maridos. Yo, por mí, bien te alquilara dos altos, mas mi dinero es el diablo. Quítate de ruidos, y haz cuenta que los has visto, y verás qué tarde que nos pasamos, tú sin ventana y yo con dineros.</div>
 
 
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<center>'''-X-'''<br>DE LA ATENAZADORA</center>
 
DE LA ATENAZADORA</center>
 
 
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<center>'''-XI-'''<br>RESPUESTA</center>
 
RESPUESTA</center>
 
 
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<center>'''-XVI-'''</center>
_XVI¬
 
 
<div class=Parrafo>No es posible sino que cuando vuesa merced me empezó a querer me contó el dinero, porque a la propia hora que se acabó la bolsa expiraron las finezas. No me ha querido un real más mi alma. ¡Honrado terminillo ha tenido! Y ya que el diablo le ha dicho a vuesa merced que se acabó la mosca, quiérame sobre prendas, hasta que me deje en carnes, y favorézcame unos días sobre la capa, calzones y el jubón.</div>
 
 
<center>'''-XVII-'''</center>
 
 
<div class=Parrafo>Ahora es, y aún no acabo de santiguarme de la nota del billetico de esta mañana. Mujer que tal piensa y tal escribe, ¿qué aguarda para asir de un garabato y andarse a hurtar almas del peso de San Miguel? Concertadme esas razones. Después de haberme mondado el cuerpo, y roídome los güesos, chupándome la bolsa, desparecídome la honra, desainádome la hacienda: «El tiempo es santo, esto se había de acabar algún día la vecindad tiene que decir, mi tía gruñe de día y de noche; no puedo sufrir la soberbia de mi hermana; por vida tuya que excuses el verme y pasar por esta calle, y que demos a Dios alguna parte de nuestra vida». ¡A buen tiempo se arremangó Celestina a remedar la nota de fray Luis! Ingierna hembra, diabla afeitada, mientras que tuve que dar y me duró el granillo, el tiempo fue pecador, no hubo vecinas, tu maldita y descomulgada tía que ahora gruñe de día y de noche, entonces de día me comía y de noche me cenaba, y con aquellos dos colmillos que sirven de muletas a sus quijadas, pedía casi tanto como tú, con más dientes que treinta mastines.</div>
 
<div class=Parrafo>¿Qué diré de la bendita de tu hermana? Que en viéndome se volvía campana y no se le oía otra cosa que dan, dan. Bellaconas, ¿qué ha sido esto? Yo echo de ver que para convertiros no hay otra cosa como sacaros un gastado. Todas os habéis vuelto a Dios en viéndome sin blanca. Cosa devotísima debe ser un pobre, y vuestra calavera es bolsa vacía. En gracia me cae lo de que demos a Dios parte de nuestra vida; y ¿qué vida, para dar parte della sino a Lucifer? ¡Y aún (con vergüenza y hablando con perdón) quitas a los hombres lo que han menester y das a Dios lo que no es para su Divina Majestad! La tacaña se quiere hacer dadivosa de la otra vida. Sin duda te pusieron a depender conciencia en casa de algún sastre.</div>
 
<div class=Parrafo>Digo que no pasaré por tu calle, ni menos por estafa tan desvergonzada, sino que nos convirtamos a medias: yo me arrepentiré de lo que te he dado, para salvarme y tú me lo restituirás, para que Dios te perdone; lo demás sea pleito pendiente para el purgatorio, sí cuando desta vida vayas se te hiciere camino por allí; porque si vas al infierno, yo desisto, que no me está bien ponerte demanda en casa de tu tía,</div>
 
 
<center>'''-XVIII-'''</center>
 
 
<div class=Parrafo>Estando pensando qué respondería a las cosas que vuesa merced me pide, se me vinieron a la memoria aquellas inefables palabras, que a los pobres se dicen con lástima y a las mujeres con razón: «No hay qué dar». Señora mía yo bien entendía que había órdenes mendicantes, pero no niñas mendicantes sin orden. Quien me quisiere hacer casto, pídame algo. Y si el diablo es tan interesado como su carne, no dude vuesa merced que me procuraré salvar de puro miserable. ¿Es posible que no se persuadirán a creer que, si no es dando, y no pidiendo, no pueden ser bienquistas? Miren qué cara les hace un pobre hombre cuando oye: «Darne, traeme, cómprame, envía, muestra». Deja palabras mayores, y que en el duelo de la bolsa afrentan hasta el ánimo. Estése quedo el pedir, y anden los billetes por alto: que yo ofrezco escribir más que el Tostado.</div>
 
<div class=Parrafo>Nuestro Señor la guarde a vuesa merced, aunque temo que es tan enemiga de guardosos, que aun Dios no querrá que la guarde.</div>
 
 
<center>'''-XIX-'''</center>
 
 
<div class=Parrafo>¡Bueno me hallo yo, que había escrito a mi tierra a un amigo cómo me había encontrado mi ventura en Madrid con una muchacha tan hermosa y tan linda, que no había más que pedir; y ahora he descubierto en su condición que cada día hay que pedir mucho más! Yo, señora, me hallo tan bien con mi dinero, que no sé por dónde ni cómo echarle de mí, y me aplico más a tomar que a repartir, Advierta vuesa merced que lleva camino de sacarme de pecado, porque estoy resuelto antes de salvarme de balde que condenarme a puro dinero. Y bien mirado, todo el infierno no vale nada; y vuesa merced lo encarece como si faltaran, demonios a quien los quisiere Vuesa merced vuelva los dientes y las uñas a otra parte, porque yo tengo la castidad por logro, y soy pecador de lance. Y lo mío fuera suyo, si no tuviera una lujuria que se precia de miserable.</div>
No es posible sino que cuando vuesa merced me empezó a querer me contó el dinero, porque a la propia hora que se acabó la bolsa expiraron las finezas. No me ha querido un real más mi alma. ¡Honrado terminillo ha tenido! Y ya que el diablo le ha dicho a vuesa merced que se acabó la mosca, quiérame sobre prendas, hasta que me deje en carnes, y favorézcame unos días sobre la capa, calzones y el jubón.
 
<div class=Parrafo>Doyme por respondido, y a más ver y menos pedir.</div>
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Ahora es, y aún no acabo de santiguarme de la nota del billetico de esta mañana. Mujer que tal piensa y tal escribe, ¿qué aguarda para asir de un garabato y andarse a hurtar almas del peso de San Miguel? Concertadme esas razones. Después de haberme mondado el cuerpo, y roídome los güesos, chupándome la bolsa, desparecídome la honra, desainádome la hacienda: «El tiempo es santo, esto se había de acabar algún día la vecindad tiene que decir, mi tía gruñe de día y de noche; no puedo sufrir la soberbia de mi hermana; por vida tuya que excuses el verme y pasar por esta calle, y que demos a Dios alguna parte de nuestra vida». ¡A buen tiempo se arremangó Celestina a remedar la nota de fray Luis! Ingierna hembra, diabla afeitada, mientras que tuve que dar y me duró el granillo, el tiempo fue pecador, no hubo vecinas, tu maldita y descomulgada tía que ahora gruñe de día y de noche, entonces de día me comía y de noche me cenaba, y con aquellos dos colmillos que sirven de muletas a sus quijadas, pedía casi tanto como tú, con más dientes que treinta mastines.
 
<center>'''-XX-'''</center>
¿Qué diré de la bendita de tu hermana? Que en viéndome se volvía campana y no se le oía otra cosa que dan, dan. Bellaconas, ¿qué ha sido esto? Yo echo de ver que para convertiros no hay otra cosa como sacaros un gastado. Todas os habéis vuelto a Dios en viéndome sin blanca. Cosa devotísima debe ser un pobre, y vuestra calavera es bolsa vacía. En gracia me cae lo de que demos a Dios parte de nuestra vida; y ¿qué vida, para dar parte della sino a Lucifer? ¡Y aún (con vergüenza y hablando con perdón) quitas a los hombres lo que han menester y das a Dios lo que no es para su Divina Majestad! La tacaña se quiere hacer dadivosa de la otra vida. Sin duda te pusieron a depender conciencia en casa de algún sastre.
 
Digo que no pasaré por tu calle, ni menos por estafa tan desvergonzada, sino que nos convirtamos a medias: yo me arrepentiré de lo que te he dado, para salvarme y tú me lo restituirás, para que Dios te perdone; lo demás sea pleito pendiente para el purgatorio, sí cuando desta vida vayas se te hiciere camino por allí; porque si vas al infierno, yo desisto, que no me está bien ponerte demanda en casa de tu tía,
 
<div class=Parrafo>Díceme vuesa merced que no me ensanche porque me pide y se obliga y me trata como de casa. ¿Eso se teme vuesa merced, reina mía? ¿No aguardará a ver lo que hago? ¿Ensancharme tenía, mi bien? Ahora lo verá, que me he fruncido y reunido de manera, que puedo voltear en un canuto de alfileres de puro angosto. Díceme vuesa merced que se obliga en pedirme. Pedir yo hallo que es obligarse a tomar solamente. ¿Esto es tratarme como de casa, como para su casa? No, hija: yo soy de los de la calle, y he conocido que si sus ojos de vuesa merced son el matadero de las ánimas, son el rastro de las bolsas. Todo se acaba, y el dinero más presto, si no se mira por él. Vuesa merced haga cuenta que no me ha pedido nada; que yo hago la misma; porque no hallo otro camino de guardar los mandamientos y hacerlos guardar, sino guardando mi dinero de vuesa merced.</div>
 
<div class=Parrafo>La bolsa sea sorda desde hoy en adelante.</div>
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Estando pensando qué respondería a las cosas que vuesa merced me pide, se me vinieron a la memoria aquellas inefables palabras, que a los pobres se dicen con lástima y a las mujeres con razón: «No hay qué dar». Señora mía yo bien entendía que había órdenes mendicantes, pero no niñas mendicantes sin orden. Quien me quisiere hacer casto, pídame algo. Y si el diablo es tan interesado como su carne, no dude vuesa merced que me procuraré salvar de puro miserable. ¿Es posible que no se persuadirán a creer que, si no es dando, y no pidiendo, no pueden ser bienquistas? Miren qué cara les hace un pobre hombre cuando oye: «Darne, traeme, cómprame, envía, muestra». Deja palabras mayores, y que en el duelo de la bolsa afrentan hasta el ánimo. Estése quedo el pedir, y anden los billetes por alto: que yo ofrezco escribir más que el Tostado.
 
<center>'''-XXI-'''</center>
Nuestro Señor la guarde a vuesa merced, aunque temo que es tan enemiga de guardosos, que aun Dios no querrá que la guarde.
 
_XIX¬
 
<div class=Parrafo>Peligroso debo de estar de honra y caudal, pues siendo la extremaunción de las pediduras el pedir casamiento, a falta de otra cosa me pide vuesa merced palabra de casamiento. Dígame, reina, ¿qué paciencia o sufrimiento me ha columbrado, que me codicia para marido? Yo tengo cara de soltero y condición de viudo, que no me duran una semana dos pares de mujeres; y es imposible que no sea género de venganza el quererse vuesa merced casar conmigo, conociéndose y conociéndome. Yo no quiero tomar mi matrimonio con mis manos, ni estoy cansado de mí ni enfadado con mis vicios; no quiero dar picón al diablo con vuesa merced. Maride por otra parte; que yo he determinado morir ermitaño de mi rincón, donde son más apacibles telarañas que suegras. Y porque no se suceda lo que a los que se casan, no quiero tener quien me suceda, y perseveraré en este humor hasta que haya órdenes de redimir casados como cautivos.</div>
¡Bueno me hallo yo, que había escrito a mi tierra a un amigo cómo me había encontrado mi ventura en Madrid con una muchacha tan hermosa y tan linda, que no había más que pedir; y ahora he descubierto en su condición que cada día hay que pedir mucho más! Yo, señora, me hallo tan bien con mi dinero, que no sé por dónde ni cómo echarle de mí, y me aplico más a tomar que a repartir, Advierta vuesa merced que lleva camino de sacarme de pecado, porque estoy resuelto antes de salvarme de balde que condenarme a puro dinero. Y bien mirado, todo el infierno no vale nada; y vuesa merced lo encarece como si faltaran, demonios a quien los quisiere Vuesa merced vuelva los dientes y las uñas a otra parte, porque yo tengo la castidad por logro, y soy pecador de lance. Y lo mío fuera suyo, si no tuviera una lujuria que se precia de miserable.
 
<div class=Parrafo>Si vuesa merced me quiere para mientras marida, o como para marido, o para entre marido, aquí me tiene corriente y moliente.</div>
Doyme por respondido, y a más ver y menos pedir.
 
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<center>'''-XXII-'''</center>
Díceme vuesa merced que no me ensanche porque me pide y se obliga y me trata como de casa. ¿Eso se teme vuesa merced, reina mía? ¿No aguardará a ver lo que hago? ¿Ensancharme tenía, mi bien? Ahora lo verá, que me he fruncido y reunido de manera, que puedo voltear en un canuto de alfileres de puro angosto. Díceme vuesa merced que se obliga en pedirme. Pedir yo hallo que es obligarse a tomar solamente. ¿Esto es tratarme como de casa, como para su casa? No, hija: yo soy de los de la calle, y he conocido que si sus ojos de vuesa merced son el matadero de las ánimas, son el rastro de las bolsas. Todo se acaba, y el dinero más presto, si no se mira por él. Vuesa merced haga cuenta que no me ha pedido nada; que yo hago la misma; porque no hallo otro camino de guardar los mandamientos y hacerlos guardar, sino guardando mi dinero de vuesa merced.
 
La bolsa sea sorda desde hoy en adelante.
 
<div class=Parrafo>Doscientos reales me envía vuesa merced a pedir sobre prendas para una necesidad; y aunque me los pidiera para dos, fuera lo mismo. Bien mío y mi señora, mi dinero se halla mejor debajo de llave que sobre prendas; que es humilde, y no es nada altanero ni amigo de andar sobre nada; que, como es de materia grave y no leve, su natural inclinación es bajar y no subir. Vuesa merced me crea que yo no soy de prendas, y que estoy arrepentido de lo que ha dado sobre vuesa merced. ¡Mire que aliño para animarme a dar sobre sus arrancadas! Si vuesa merced da en pedir, yo daré en no dar; y con tanto daremos todos.</div>
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<div class=Parrafo>Guarde Dios a vuesa merced, y a mí de vuesa merced.</div>
Peligroso debo de estar de honra y caudal, pues siendo la extremaunción de las pediduras el pedir casamiento, a falta de otra cosa me pide vuesa merced palabra de casamiento. Dígame, reina, ¿qué paciencia o sufrimiento me ha columbrado, que me codicia para marido? Yo tengo cara de soltero y condición de viudo, que no me duran una semana dos pares de mujeres; y es imposible que no sea género de venganza el quererse vuesa merced casar conmigo, conociéndose y conociéndome. Yo no quiero tomar mi matrimonio con mis manos, ni estoy cansado de mí ni enfadado con mis vicios; no quiero dar picón al diablo con vuesa merced. Maride por otra parte; que yo he determinado morir ermitaño de mi rincón, donde son más apacibles telarañas que suegras. Y porque no se suceda lo que a los que se casan, no quiero tener quien me suceda, y perseveraré en este humor hasta que haya órdenes de redimir casados como cautivos.
 
Si vuesa merced me quiere para mientras marida, o como para marido, o para entre marido, aquí me tiene corriente y moliente.
 
<center>'''-XXIII-'''</center>
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Doscientos reales me envía vuesa merced a pedir sobre prendas para una necesidad; y aunque me los pidiera para dos, fuera lo mismo. Bien mío y mi señora, mi dinero se halla mejor
 
<div class=Parrafo>Díceme vuesa merced que está preñada, y lo creo, porque el ejercicio que vuesa merced tiene no es para menos. Quisiera ser comadre para ofrecerme al parto; que compadres sobrarán en el bautizo mil. Dame vuesa merced a entender que tiene prendas mías en la barriga y podría ser, si no ha digerido los dulces que me ha merendado: que el hijo yo se lo dejo todo entero a quien lo quisiere, no pudiendo ser todo entero de nadie. Señora mía, si yo quisiera ser padre, en mi mano ha estado hacerme fraile o ermitaño: no soy yo ambicioso de crías. Y desengáñese vuesa merced, que yo no he de tragar este hijo, porque no como hijos como Saturno, ni lo permita Dios y antes muera de hambre que tal trague. Lo que importa es empreñarse a diestro y a siniestro, parir a troche y moche y echarlo a Dios y a ventura. Vuesa merced dé con el muchacho en la piedra; que allí se lo criará un capellán, que en los niños de la doctrina sirve de criar a las calaveras.</div>
debajo de llave que sobre prendas; que es humilde, y no es nada altanero ni amigo de andar sobre nada; que, como es de materia
 
<div class=Parrafo>Y alumbre Dios a vuesa merced con bien. Y si se le antojare algo, sea lo primero no acordarse de mí.</div>
grave y no leve, su natural inclinación es bajar y no subir. Vuesa merced me crea que yo no soy de prendas, y que estoy arrepentido de lo que ha dado sobre vuesa merced. ¡Mire que aliño para animarme a dar sobre sus arrancadas! Si vuesa merced da en
 
pedir, yo daré en no dar; y con tanto daremos todos.
 
<center>'''-* * *-'''</center>
Guarde Dios a vuesa merced, y a mí de vuesa merced.
 
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<div class=Parrafo>''Otras cartas halladas en los manuscritos de la Biblioteca Nacional de Madrid, son las siguientes:''</div>
Díceme vuesa merced que está preñada, y lo creo, porque el ejercicio que vuesa merced tiene no es para menos. Quisi
 
<div class=Parrafo>Bueno estuvo el otro día la visita de toda lición: ciegos, cojos, tuertos, jibados; cortejo de imagen de devoción y vuesa merced muy presumida de perfección. Y juro a Dios y a esta cruz, que nos tiene vuesa merced desta manera a todos y que ha sido plaga de estos cuitados. No es nada el negocio: la vista de los cuerpos es gallarda; pero si nos viese las bolsas, no hay a qué comparar su desventura.</div>
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comadre para ofrecerme al parto; que compadres sobrarán en el bautizo mil. Dame vuesa merced a entender que tiene prendas mías en la barriga y podría ser, si no ha digerido los dulces que me ha merendado: que el hijo yo se lo dejo todo entero a quien lo quisiere, no pudiendo ser todo entero de nadie. Señora mía, si yo quisiera ser padre, en mi mano ha estado hacerme fraile o ermitaño: no soy yo ambicioso de crías. Y desengáñese vuesa merced, que yo no he de tragar este hijo, porque no como hijos como Saturno, ni lo permita Dios y antes muera de hambre que tal trague. Lo que importa es empreñarse a diestro y a siniestro, parir a troche y moche y echarlo a Dios y a ventura. Vuesa merced dé con el muchacho en la piedra; que allí se lo criará un capellán, que en los niños de la doctrina sirve de criar a las calaveras.
 
<center>'''-* * *-'''</center>
Y alumbre Dios a vuesa merced con bien. Y si se le antojare algo, sea lo primero no acordarse de mí.
 
* .'
 
<div class=Parrafo>Vuesa merced perdone mi mucha cortedad y encogimiento en escribir este papel y no haber arremetido a vuesa merced en medio de la calle y arremangándola; que según lo bien que me ha parecido en no apresurarme, he ido a la mano; porque se me han revestido los frailes en el cuerpo por hacerlos vuesa merced no se me haga de rogar si quiere gozarme y no diga después que no se lo dije.</div>
Otras cartas halladas en los manuscritos de la Biblioteca Nacional de Madrid, son las siguientes:
 
<div class=Parrafo>De Dios a vuesa merced por todos y salud y vida y qué deseare de esta casa. Entiéndalo vuesa merced por fecha y no por oferta.</div>
Bueno estuvo el otro día la visita de toda lición: ciegos, cojos, tuertos, jibados; cortejo de imagen de devoción y vuesa merced muy presumida de perfección. Y juro a Dios y a esta cruz, que nos tiene vuesa merced desta manera a todos y que ha sido plaga de estos cuitados. No es nada el negocio: la vista de los cuerpos es gallarda; pero si nos viese las bolsas, no hay a qué comparar su desventura.
 
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<center>'''-* * *-'''</center>
1,1
 
Vuesa merced perdone mi mucha cortedad y encogimiento en escribir este papel y no haber arremetido a vuesa merced en medio de la calle y arremangándola; que según lo bien que me ha parecido en no apresurarme, he ido a la mano; porque se
 
<div class=Parrafo>Poco dinero es rey delante y mucho amor, hablando con perdón. Satanás sólo lo puede juntar. Capítulo segundo, yo soy ése. Madrid, a ocho de octubre de 600. Doña, ya se entiende...</div>
me han revestido los frailes en el cuerpo por hacerlos vuesa merced no se me haga de rogar si quiere gozarme y no diga después que no se lo dije.
 
De Dios a vuesa merced por todos y salud y vida y qué deseare de esta casa. Entiéndalo vuesa merced por fecha y no por oferta.
 
<center>'''-* * *-'''<br><br>RESPUESTA DE LA TENAZADORA</center>
IL
 
11 Z~
 
<div class=Parrafo>Poco dinero no me basta, mucho amor, ni lo creo, ni se usa, ni lo he de menester. Si es S., yo soy N., que dos piernas digo que no: vaya noramal y pida limosna y no favores; y por si tomare mi consejo allá va adelantado: no hay que dar, Dios le provea, vaya con Dios, cierto que no tengo, que son todos los modos de despedir vergantes. En Madrid, todos los meses y cada día y cada hora que me hallare. ¿Qué pensaba la pidona que le había de dar lo que pedía?</div>
Poco dinero es rey delante y mucho amor, hablando con perdón. Satanás sólo lo puede juntar. Capítulo segundo, yo soy ése. Madrid, a ocho de octubre de 600. Doña, ya se entiende...
 
RESPUESTA DE LA TENAZADORA
 
<center>'''-* * *-'''</center>
Poco dinero no me basta, mucho amor, ni lo creo, ni se usa, ni lo he de menester. Si es S., yo soy N., que dos piernas digo que no: vaya noramal y pida limosna y no favores; y por si tomare mi consejo allá va adelantado: no hay que dar, Dios le provea, vaya con Dios, cierto que no tengo, que son todos los modos de despedir vergantes. En Madrid, todos los meses y cada día y cada hora que me hallare. ¿Qué pensaba la pidona que le había de dar lo que pedía?
 
+ 2.7
 
<div class=Parrafo>Díceme vuesa merced que en su casa no entran hombres, y entran frailes. Voto a Dios, que deseo saber quién le ha persuadido que los frailes no son hombres; porque ellos no tendrán esta culpa, que persuadirán a que lo son a una serpiente. Querría que vuesa merced me dijera por qué género de animal los tiene, o con qué otro nombre disfraza sus obras.</div>
 
<div class=Parrafo>Los primeros días que fui a recibir merced, me daban susto: porque eran tantos los compañeros que estaban por aquellos corredores, que preguntaba si había difunto. Ahora sé que, aunque no le haya, vienen por cuerpo. No he visto en mi vida hija de tantos padres; y es la cosa peor del mundo para mi humor, que soy amigo de los huérfanos, y a Adán no le envidio otra cosa sino es que tuvo mujer sin madre; que quiero más tratar con la culebra y con el diablo.</div>
 
<div class=Parrafo>Vuesa merced, si no está bien empleada, está bien ocupada; y pues pide iglesia, es razón que le valga; y hábitos de frailes en los muertos dan menos cuidado que en los vivos.</div>
 
<div class=Parrafo>''Deo gratias'', el pecador seglar.</div>
 
 
<center>'''-* * *-'''</center>
Si digo por qué entra en casa el padre fray predicador, me dice vuesa merced que así fueran todos; si el doctor Chaves, que es cosa segura: si don Bernardo, que es de casa; si el capitán, que es deudo; si el licenciado Páez, que es agua limpia y un alma de Dios; si el portugués, que viene a negociar con su cuñado; si Fabio Ricardo, que es amigo de su marido; si Esporciafigo, que es un vecino. Deseo saber qué les dice vuesa merced a ellos cuando preguntan lo mismo de mí.
 
Entendámonos, mi señora doña Isabel todo lo sufriré; pero que me diga gritando y contra el fraile, que así fueran todos, eso no es de sufrir. Cuerpo de Cristo ¿es decir que todos los quisieren frailes? Poca gana tiene vuesa merced de descansar; muy conventual es, hija: en cebándose con los motilones, se comerá las manos tras ellos. Bien sé yo que vuesa merced me ha
 
<div class=Parrafo>Si digo por qué entra en casa el padre fray predicador, me dice vuesa merced que así fueran todos; si el doctor Chaves, que es cosa segura: si don Bernardo, que es de casa; si el capitán, que es deudo; si el licenciado Páez, que es agua limpia y un alma de Dios; si el portugués, que viene a negociar con su cuñado; si Fabio Ricardo, que es amigo de su marido; si Esporciafigo, que es un vecino. Deseo saber qué les dice vuesa merced a ellos cuando preguntan lo mismo de mí.</div>
 
<div class=Parrafo>Entendámonos, mi señora doña Isabel todo lo sufriré; pero que me diga gritando y contra el fraile, que así fueran todos, eso no es de sufrir. Cuerpo de Cristo ¿es decir que todos los quisieren frailes? Poca gana tiene vuesa merced de descansar; muy conventual es, hija: en cebándose con los motilones, se comerá las manos tras ellos. Bien sé yo que vuesa merced me ha de responder que riño y pongo leyes como si gastara y diera; eso, que había de agradecérmelo, la gracia es hacerlo sin blanca. Eso es hablar claro y de una vez. Yo tengo celos, y no dineros; todos juntos somos moneda. Y más parece la lista de cofrades que de galanes. Si vuesa merced los quiere más a ellos que a mí, yo quiero más que vuesa mersa merced mi dinero; y si vuesa merced me quiere más a mí que a ellos, también la quiero más que a ellos.</div>
 
<div class=Parrafo>Sólo hallo un remedio, que es quererme sin dinero y sin competidores; y si así lo hiciere, Dios la ayude, y si no, se lo demande.</div>