Diferencia entre revisiones de «El Discreto/Realce XXIV»

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Línea 27:
Discurría varia la Fama, y muy equívoca la Fortuna, según los tiempos, los usos, y los genios de las gentes, con que cada uno abundaba en su sentir, y nunca se declaraba la victoria. Considerando los varones sabios que el Litigio fue hijo del Caos y parto de la Confusión, propusieron a los demás el llevar esto por tela de juicio y no de la contienda;<ref>El Litigio o Contienda fue engendrado por el Caos gracias a Demogorgón, según cuentan Estacio, Homero o Pérez de Moya.</ref> convinieron todos y remitiéronse al acierto de una sabia, prudente y justísima sentencia. Mas, de una dificultad, como se suele, dieron en otra mayor, y fue a qué tribunal acudirían.
 
Porque Astrea muchos días ha que, desahuciando el mundo, se retiró al cielo.<ref>La fuga de Astrea, identificada con la Justicia, a los cielos, dejando a la Tierra huérfana de virtudes, es relatada por Ovidio (Metamorfosis, I, 1-150)</ref> Ir a Momo era condenarse todos;<ref>Momo, personificación de la murmuración y la maledicencia, ya ha aparecido en <nowiki>[Preliminares]</nowiki>, n. 12 y Realce XVIIXIX, n. 13</ref> porque la murmuración a nadie da justicia, ni aun arbitrio; todo lo condena. Sola quedaba la Verdad, mas ella ha muchos siglos que dio en cuerda, retirándose a su interior, fingiéndose acatarrada, y aun muda. Con todo eso, a ruego de sus amartelados sabios, y pidiendo primero salvoconducto a los reyes, que por esta sola vez se lo concedieron, dejose ver más hermosa cuanto más de cerca, más galante cuanto más desnuda, que tomó de la primavera con el nombre la belleza.<ref>Descompone Gracián, con falsa etimología, en «prima» y «vera» (jugando con el italiano, donde significaría «primera verdad»). Recuérdese que la lengua de Dante es la panlingua de cultura de todo el Siglo de Oro.</ref> Traía poco séquito, pero lucido, y, aunque aborrecida de muchos, fue acatada de todos.
 
Sentose en su tribunal a la luz del mediodía. Comenzaron a informar las partes, haciéndose encomios al modo que quedan referidos. Alabolas a todas, y con tal singularidad a cada una, que parecía decantarse a ella, mas al cabo se declaró, diciendo: «Eminentísimos realces del varón culto, plausibles prendas del varón discreto; confieso ingenuamente que a todos os admiro y a todas os celebro, pero no puedo dejar de decir la verdad, por no faltarme a mí misma. Digo, pues, que brilla un sol de los realces, lucimiento de las prendas, esplendor de la heroicidad y de la discreción complemento. Tiene en vez de esfera, religiosa ara, en aquel cristiano Haro don Luis Méndez,<ref>Luis Méndez de Haro (1598-1661), Conde-Duque sucesor del de Olivares en el valimiento de Felipe IV a su caída en 1643. En la editio princeps (Huesca, 1646), aparece «Aro», con intención de jugar del vocablo en paronomasia y oponerlo a «ara» (altar). Es posible que «aro» se relacione también, metafóricamente, con la Corona de discreción que da título a este realce.</ref> idea mayor de esta primera prenda. Llamola Séneca el único bien del hombre; Aristóteles, su perfección; Salustio, blasón inmortal; Cicerón, causa de la dicha; Apuleyo, semejanza de la divinidad; Sófocles, perpetua y constante riqueza; Eurípides, moneda escondida; Sócrates, basa de la fortuna; Virgilio, hermosura del alma; Catón, fundamento de la autoridad. Llevándola a ella sola, llevaba todo el bien Biante; Isócrates la tuvo por su posesión; Menandro, por su escudo; y por su mejor aljaba, Horacio; Valerio Máximo no la halló precio; Plauto la hizo premio de sí misma, y el plausible César la llamó fin de las demás, y yo, en una palabra, la entereza».</div>
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