Diferencia entre revisiones de «El Discreto/Realce XXIV»

Contenido eliminado Contenido añadido
Escarlati (Discusión | contribs.)
Sin resumen de edición
Escarlati (Discusión | contribs.)
Sin resumen de edición
Línea 11:
Zaherían a la lengua los huesos del cuerpo humano su tan murmurada flaqueza; ponderaban aquella su liviandad, con que no repara en anticiparse al mismo entendimiento, y no acababan de exagerar los vulgares empeños de su ligereza.
 
Pero la lengua, no faltándose a sí misma, defendíase con el corazón, que, siendo principio de la vida y rey de los demás miembros, es también de carne todo él. Excusábase con el cerebro, que, siendo asiento de la sindéresis,<ref>''sindéresis:'' «juicio» (Véanse realce 10, n.3 y 17, n. 3. )</ref> es muy más muelle<ref>''muelle:'' «Delicado, suave, blando.» (''DRAE'').</ref> que ella; pero no le valía, porque respondieron entrambos por sí, el corazón representando su valor y el cerebro apoyando su mucha estabilidad.
 
Viendo la lengua lo que la apuraban, sacando fuerzas de su propia flaqueza, dijo: «¿Qué, tan débil os parezco? Pues advertid que, si yo quiero, soy más fuerte que el más sólido de todos vosotros, y, aquí donde me veis toda de carne, basto yo a quebrantar diamantes, que no digo ya huesos». Riéronlo mucho todos, especialmente los dientes, que hicieron amago de detenerla, como suelen. «Sí, yo lo digo», repitió ella, «y lo probaré con tal evidencia, que todos la confeséis con aclamación. Sabed, y nótelo todo el mundo, que cuando yo digo la verdad, soy lo fuerte de lo fuerte, nadie entonces me puede contrastar, y en fe de ella, todo lo sujeto.
 
»Fuerte es un rey que todo lo acaba; más fuerte es una mujer, que todo lo recaba; fuerte es el vino, que ahoga la razón; pero más fuerte es la verdad, y yo que la mantengo». «Verdad, verdad», exclamaron todos, y diéronse por vencidos. Quedó triunfante la lengua, haciéndose mil en repetir y en celebrar este victorioso suceso.<ref>Como indica Egido en nota a su edición de ''El discreto'' (p.348, n.428), es Arturo del Hoyo quien en su edición (Baltasar Gracián, ''El Discreto'',ed. de Arturo del Hoyo, Madrid, Aguilar, 1963.) relacionó este pasaje con el Libro de Esdras, III, donde el rey Darío preguntó a tres cortesanos qué era la cosa más fuerte. Uno respondió que el vino, otro, el rey y otro, la mujer, pero se dio la palma de la victoria como la mayor fuerza a la Verdad.</ref>
 
Tiene esta gran reina su retiro en el corazón<ref>En los tratados de medicina de la época, la lengua estaba conectada con el corazón.</ref> y su tribunal en la lengua; aquí vienen a parar todas las causas, si no de primera instancia, por apelación de desengaño.
 
Así sucedió en aquella célebre contienda que tuvieron entre sí las más sublimes prendas de un varón consumadamente perfecto, sobre el ya globo de oro, para ápice de su inmortal corona. Contendían la alteza de ánimo, la majestad de espíritu, la autoridad, la estimación, la reputación, la universalidad, la ostentación, la galantería, el despejo, la plausibilidad, el buen gusto, la cultura, la gracia de las gentes, la retentiva, lo noticioso, lo juicioso, lo inapasionable, lo desafectado, la seriedad, el señorío, la espera, lo agudo, el buen modo, lo plático, lo ejecutivo, lo atento, la simpatía sublime, la incomprehensibilidad, la indefinibilidad, con otras muchas de este porte y grandeza.