Diferencia entre revisiones de «El Discreto/Realce XXII»
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Es político adorno de los cetros, esmalte de las coronas; antes bien, en ningún otro empleo es más urgente que en el mandar. Obliga mucho, que los superiores más recaban humanos que despóticos. Ver en un príncipe que, cediendo a la superioridad, se vale de la humanidad, obliga doblado.<ref>''doblado:'' «el doble», pero también juega con las connotaciones de «ceder», «humillarse».</ref> Primero se ha de reinar en las voluntades y después en la posibilidad. Concilia la gracia de las gentes y aun el aplauso, si no por naturaleza, por arte, que el que lo admira no mira si es propio o si es postizo, gózalo con aclamación.
Es tan útil como acepto.<ref>''acepto:'' «ser agradable y bien recibido» ''(Cov.).'' </ref> Cosas hay que valen poco por su ser y se estiman por su modo. Pudo dar novedad a lo pasado y ayudarle a volver, y aun tener vez. Si las circunstancias son a lo plático,<ref>«práctico», como es habitual. Véase anteriormente realce 5, nota 3. </ref> desmienten lo cansado de lo viejo. Siempre va el gusto adelante, nunca vuelve atrás
Vese esto más en los empleos del ingenio, que, aunque sean las cosas muy sabidas, si el modo del decirlas en el retórico y del escribirlas en el historiador fuere nuevo, las hace apetecibles.
Cuando las cosas son selectas
¡Cuántas cosas muy vulgares y ordinarias las pudo realzar a nuevas y excelentes, y las vendió a precio de gusto y de admiración! Y, al contrario, por escogidas que sean, sin este sainete no pican el gusto ni consiguen el agrado.
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