Diferencia entre revisiones de «El Discreto/Realce XXII»

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Línea 25:
Es político adorno de los cetros, esmalte de las coronas; antes bien, en ningún otro empleo es más urgente que en el mandar. Obliga mucho, que los superiores más recaban humanos que despóticos. Ver en un príncipe que, cediendo a la superioridad, se vale de la humanidad, obliga doblado.<ref>''doblado:'' «el doble», pero también juega con las connotaciones de «ceder», «humillarse».</ref> Primero se ha de reinar en las voluntades y después en la posibilidad. Concilia la gracia de las gentes y aun el aplauso, si no por naturaleza, por arte, que el que lo admira no mira si es propio o si es postizo, gózalo con aclamación.
 
Es tan útil como acepto.<ref>''acepto:'' «ser agradable y bien recibido» ''(Cov.).'' </ref> Cosas hay que valen poco por su ser y se estiman por su modo. Pudo dar novedad a lo pasado y ayudarle a volver, y aun tener vez. Si las circunstancias son a lo plático,<ref>«práctico», como es habitual. Véase anteriormente realce 5, nota 3. </ref> desmienten lo cansado de lo viejo. Siempre va el gusto adelante, nunca vuelve atrás,; no se ceba en lo que ya pasó, siempre pica en la novedad, pero puédesele engañar con lo flamante del modillo. Remózanse las cosas con las circunstancias y desmiéntese el asco de lo rancio y el enfado de lo repetido, que suele ser intolerable y más en imitaciones, que nunca pueden llegar ni a la sublimidad ni a la novedad delde primero.
 
Vese esto más en los empleos del ingenio, que, aunque sean las cosas muy sabidas, si el modo del decirlas en el retórico y del escribirlas en el historiador fuere nuevo, las hace apetecibles.
 
Cuando las cosas son selectas, no cansa el repetirlas hasta siete veces;, pero, aunque no enfadan, no admiran, y es menester guisarlas de otra manera para que soliciten la atención; es lisonjera la novedad, hechiza el gusto, y con sólo variar de sainete se renuevan los objetos, que es gran arte de agradar.
 
¡Cuántas cosas muy vulgares y ordinarias las pudo realzar a nuevas y excelentes, y las vendió a precio de gusto y de admiración! Y, al contrario, por escogidas que sean, sin este sainete no pican el gusto ni consiguen el agrado.