Diferencia entre revisiones de «El Discreto/Realce XXI»

Contenido eliminado Contenido añadido
Escarlati (Discusión | contribs.)
Sin resumen de edición
Escarlati (Discusión | contribs.)
Sin resumen de edición
Línea 32:
Pero no es menor infelicidad la de una grande inteligencia sin ejecución; marchítanse en flor sus concebidos aciertos, porque los comprehendió el hielo de una irresolución y, perdida de aquella su fragante esperanza, se malogran con el dejamiento.
 
Resuelven algunos con extremada sindéresis,<ref>Juicio. Reflexión profunda. Véase el realce 17, nota 3.</ref> decretan con plausible elección, y piérdense después en las ejecuciones, malogrando lo excelente de sus dictámenes con la ineficacia de su remisión; arrancan bien y paran mal, porque pararon; discurren mucho, que es lo más; hacen juicio y aun aprecio de lo que conviene y, por una ligera fatiga del ejecutarlo, lo dejan todo perder. Otros hay poco aplicados a lo que más importa, y se apasionan por lo que menos conviene hasta llegar a tener antipatía con su obligación (que no siempre se ajustan el genio y el empleo) y, topando más dificultad en lo que abrazan, el gusto todo lo vence; de suerte que nace la fuga más de horror que de temor, más de enfado que de trabajo. Es don, y grande, la buena aplicación, que no siempre se casa ni con el oficio ni con el cargo, aunque sea soberano. ¡Qué de veces degenera de lo heroico y se destina a una vulgarísima nada!
 
Bien que todos los sabios son detenidos, que del mucho advertir nace el reparar; así como descubren todos los inconvenientes, querrían también prevenir todos los remedios; con esto raras veces recae la diligencia sobre la inteligencia. En los que gobiernan se desea aquella, y esta en los que pelean; y si concurren hacen un prodigio.
Línea 38:
Fue la mayor presteza en Alejandro madre de la mayor ventura. «Conquístolo todo», decía él mismo, «dejando nada para mañana; ¿qué hiciera para otro año?» Pues César, aquel otro ejemplar de héroes, decía que sus increíbles empresas antes las había concluido que consultado, o porque su misma grandeza no le espantase, o porque aun el pensarlas no le detuviese. Gran palabra suya el «vamos», y nunca el «vayan los otros». Basta la presteza a hacer rey de las fieras al león, que, aunque muchas de ellas le ganan, unas en armas, otras en cuerpo y otras en fuerzas, él las vence a todas en fe de su presteza.<ref>Era proverbial la rapidez de ejecución de sus obras de César, como refleja la famosa frase que dijo pasado el Rubicón «''alea jacta est''» (la suerte está echada) o la no menos conocida «''vini, vidi, vinci''» (llegué, vi, vencí).</ref>
 
Este es aquel excedido exceso que entre sí mantienen los valerosos españoles y los belicosos franceses, igualando el cielo la competencia, contrapesando la prudencia española a la presteza francesa. Opuso la detención de aquellos a la cólera de estos; lo que le falta al español de prontitud lo suple con el consejo y, al contrario, la temeridad en el francés es lastre de su increíble diligencia. Con esto andan equivocadas las victorias y paralelos los sucesos, según las contingencias y los tiempos. Tomoles el pulso César a entrambas naciones, y venció a la una previniendo, y a la otra esperando. A entrambas pudiera encargar el grande Augusto su ''Festina lente''<ref>''Festina lente'' es equivalente al «sin prisa pero sin pausa». Literalmente es «apresúrate despacio». Véase el realce 3, nota 16.</ref> en empresas, e hiciera un medio muy acertado.
 
Tiene lo bueno muchos contrarios, porque es raro, y los males muchos: para lo malo todo ayuda. El camino de la verdad y del acierto es único y dificultoso; para la perdición hay muchos medios y pocos remedios. Contra lo conveniente todas las cosas se conjuran, las circunstancias se despintan: la ocasión pasando, el tiempo huyendo, el lugar faltando, la sazón mintiendo y todo desayudando; pero la inteligencia y la diligencia todo lo vencen.