Diferencia entre revisiones de «El Discreto/Realce V»

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Siempre nos lleva a buscar a otro la concupiscencia propia, ya interesal, ya desvanecida; mas aquí gustosa por lo agradable del saber, por lo apetitoso del notar. No seas tú de aquellos que bárbaramente se envidian a sí mismos el gusto del saber, por deslucir al otro el aplauso del enseñar.
 
Vuelven algunos de los emporios del mundo tan a lo bárbaro como se fueron, que quien no llevó la capacidad no la puede traer llena de noticias; llevaron poco caudal,<ref>''caudal:'' juicio, entendimiento. Véase realce II, n.2.</ref> y así hicieron corto empleo de observaciones; mas el discreto, como la gustosa abeja, viene libando el noticioso néctar que entresacó de lo más florido, que es lo más granado. No es la ambrosía para el gusto del necio, ni se hallan estas estimables noticias en gente vulgar, que en estos nunca salen de su rincón ni el gusto ni el conocimiento; no dan ni un paso más adelante de lo que tienen presente.
 
Ponen otros su felicidad en su vientre, sólo toman de la vida el comer, que es lo más vil; de las potencias superiores no se valen ni las emplean; ocioso vive el discurso, desaprovechado muere el entendimiento. De aquí es que muchos de los señores no llevan ventaja a los demás sino en los objetos de los sentidos, que es lo ínfimo del vivir, quedando tan pobres de entendimiento como ricos de pobres bienes. No vive vida de hombre sino el que sabe. La mitad de la vida se pasa conversando. La noticiosa erudición es un delicioso banquete de los entendidos, y destínase este realce de la mayor discreción al mejor gusto del excelentísimo Marqués de Colares, don Jerónimo de Ataide<ref>Jerónimo de Ataide, conde de Castañeira y marqués de Colares, erudito interesado en la historia y la genealogía, era amigo de Uztarroz y Gracián.</ref> pues se ideó de su noticiosa erudición. Será algún día desempeño de mi veneración el docto lucimiento de su asunto, la inmortalidad de sus obras.