Diferencia entre revisiones de «El Discreto/Realce II»

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Es la humana naturaleza aquella que fingió Hesíodo, Pandora. No la dio Palas la sabiduría, ni Venus la hermosura, tampoco Mercurio la elocuencia, y menos Marte el valor, pero sí el arte, con la cuidadosa industria, cada día la van adelantando con una y otra perfección.<ref>Vulcano hizo a Pandora de barro por encargo de Júpiter. Sobre esta figura Palas Atenea le confirió la vida, Venus la belleza y Mercurio la astucia. Gracián niega que los atributos le fueran dados por los dioses y afirma que fue el arte, es decir, la cultura, el aprendizaje; pues el arte es lo que pule a la naturaleza bruta, y compara a Pandora en esto con la naturaleza humana.</ref> No la coronó Júpiter con aquel majestuoso señorío en el hacer y en el decir, que admiramos en algunos; dióselo la autoridad conseguida con el crédito, y el magisterio alcanzado con el ejercicio.
 
Andan los más de los hombres por extremos. Unos, tan desconfiados de sí mismos, o por naturaleza propia o por malicia ajena, que les parece que en nada han de acertar, agraviando su dicha y su caudal,<ref>''caudal:'' capacidad, juicio y entendimiento. (''Aut.'')</ref> siquiera en no probarlo; en todo hallan qué temer, descubriendo antes los topes que las conveniencias, y ríndense tanto a esta demasía de poquedad, que, no atreviéndose a obrar por sí, hacen procura<ref>''hacer procura:'' dar poderes.</ref> a otros de sus acciones y aun quereres. Y son como los que no se osan arrojar al agua sino sostenidos de aquellos instrumentos que comúnmente tienen de viento lo que les falta de sustancia.<ref>Son las calabazas, que se utilizaban como flotadores.</ref>
 
Al contrario, otros tienen una plena satisfacción de sí mismos; viven tan pagados de todas sus acciones, que jamás dudaron, cuanto menos condenaron, alguna. Muy casados con sus dictámenes, y más cuanto más erróneos; enamorados de sus discursos, como hijos, más amados cuanto más feos; y como no saben de recelo, tampoco de descontento. Todo les sale bien, a su entender; con esto viven contentísimos de sí, y mucho tiempo, porque llegaron a una simplicísima felicidad.