Diferencia entre revisiones de «El Discreto/Realce XVII»

Contenido eliminado Contenido añadido
Escarlati (Discusión | contribs.)
Sin resumen de edición
Escarlati (Discusión | contribs.)
Sin resumen de edición
Línea 32:
AUTOR.- Gran médico es el tiempo, por lo viejo y por lo experimentado.
CANÓNIGO.- Él sólo puede curar a uno de mozo, que verdaderamente es achaque. En la mayor edad son ya mayores y más levantados los pensamientos, reálzase el gusto, purifícase el ingenio, sazónase el juicio, defécase<ref>Ver arriba, nota 5.</ref> la voluntad; y al fin, hombre hecho, varón en su punto, es agradable y aun apetecible al comercio de los entendidos. Conforta con sus consejos, calienta con su eficacia, deleita con su discurso, y todo él huele a una muy viril generosidad.
AUTOR.- Pero antes de sazonarse, ¡qué aspereza nos brindan en todo, qué insuavidad en el entendimiento, qué acedíaacedia<ref>''acedia:'' Según Egido (''ob. cit''., pág 297, nota 317) es «acidez», «desabrimiento», «amargura» pues Gracián usa un arcaísmo que registra con esta acepción el ''Diccionario medieval español'' de Martín Alonso. toma una</ref> en el trato, qué desazón en el porte!
CANÓNIGO.- Pero ¡qué tormento es para un hombre ya maduro y cuerdo haberse de ajustar, o por necesidad o por conveniencia, a uno de estos desazonados y no hechos! Bien puede competir, y aun exceder, a aquélaquel de Fálaris,<ref>Fálaris (Creta, 570-554 a. C.), cruel tirano de Sicilia, quemaba a seres humanos dentro de un toro de bronce.</ref> cuando ataba un vivo con un muerto mano a mano y boca a boca, por ser éste<ref>Se sobrentiende «este tormento, esta tortura» y compara al experto y al inmaduro con un compuesto de vivo y muerto. El tormento de Fálaris aquí referido está tomado de Valerio Máximo, que escribió una conocidísima colección de ''Dichos y hechos'' de personajes célebres. En concreto, y según apunta la edición de Romera-Navarro, de Valerio Máximo, ''Dicta e facta'', IX, III, 10. </ref>de las almas donde se apura el entendimiento.
AUTOR.- Revuelve después ya cuerdo sobre sus pasadas imperfecciones, reconoce ya con seso los borrones de su ignorancia o imprudencia, acusa su mal gusto y ríese de sí mismo liviano, ahora gravé, condenando con juiciosa refleja los apasionados desaciertos, en los elementos de su imperfección.