Diferencia entre revisiones de «El Discreto/Realce XIV»

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Línea 23:
Gran superioridad de caudal arguye prevenir su humor y corregirlo, que es indisposición del ánimo; y hase de portar el sabio en ella, como en las del cuerpo, que no condena por amargo el almíbar, por más que el gusto enfermo lo acuse, corrígelo el juicio; así, pues, se ha de proceder en las alteraciones superiores.
 
Hay algunos tan extremados impertinentes, que siempre están de algún humor, siempre cojean de pasión, intolerables a los que los tratan, padrastros de la conversación y enemigos de la afabilidad, que malogran todo rato de buen gusto. Son, de ordinario, grandes contradecidores de todo lo bueno y padrinos de toda la necedad. A cada razón tienen su contra, oponiéndose luego<ref>enseguida. Véase antes el realce XIII, notas 4 y 17.</ref> a lo que el otro dice, no más de porque se adelantó; que si no les hubiera ganado de mano, triunfaran ellos con lo mismo,. yY si el otro, discreto, cede, y aun se hace de su banda, por no ajar el decoro, al punto ellos se pasan a la contraria, con que se halla atajada la mayor discreción. Sin duda que son más irremediables que los verdaderos locos, porque con éstosestos vale el hacerse de su tema,<ref>«Vale también porfía, obstinación o contumacia en un propósito y aprehensión». ''(Aut.)'' De ahí el refrán «cada loco con su tema», que recogen también ''Autoridades'' y ''Tesoro'', estructura de sentido con la que juega Gracián.</ref> pero con aquéllos es peor; ni valen razones, porque, como no la tienen, no la admiten.
 
Quien no tiene usado el genio de esta gente, -que hay naciones enteras tocadas de este achaque-, admírase a los principios de tan exótica monstruosidad, pero, en sondando el extravagante porte, hace graciosísimo deporte,<ref>Placer, esparcimiento, regocijo.</ref> que el cuerdo de todo sale airoso por el atajo de la galantería.
 
Mas cuando dos de una misma malhumorada impertinencia topan y se empeñan, estése a la mira el varón cuerdo, no tercie, que yo le afianzo el mejor rato con tal que asegure su partido y mire desde la talanquera<ref>«Lugar elevado en alto en las orillas de las plazas desde el cual se ven correr los toros». ''(Cov.)''.</ref> de su cordura los toros de la necedad ajena.
 
Que alguna rara vez y con sobra de ocasión se destemple y aun se desazone uno, no será vulgaridad, que el nunca enojarse es querer ser bestia siempre. Pero la perenalperennal destemplanza, y con todo género de personas, es una intolerable grosería. El sinsabor que ocasionó el esclavo no ha de ser desabrimiento de la ingenuidad, mas quien no tiene capacidad para conocerse, menos tendrá valor para enmendarse.
 
De aquí nace que estos tales, muy pagados de su paradojaparadoxia,<ref>Paradoja.</ref> solicitan la ocasión y andan a caza de empeños,; van a la conversación como a contienda, levantan las porfías, y, hechos arpías insufribles del buen gusto, todo lo arañan con sus acciones y todo lo desazonan con sus palabras. Pues ¿qué, si les coge este picante humor algo leídos, aunque sepan las cosas a lo necio, que es mal sabidas? Se pasan luego de bachilleres de presunción a licenciados de malicia, monstruos de la impertinencia.