Diferencia entre revisiones de «El Discreto/Realce XIV»

Contenido eliminado Contenido añadido
Escarlati (Discusión | contribs.)
Sin resumen de edición
Escarlati (Discusión | contribs.)
Sin resumen de edición
Línea 13:
Rey es de los montes el celebrado Olimpo, no porque se descuella sobre los más erguidos, obligación de la superioridad; no porque se ostenta a todas partes, objeto de imitación, la grandeza; no porque es el primero que esplendorizan los solares rayos, centro del lucimiento, la majestad; no porque se corona de estrellas, ápice de la felicidad, la primacía; no porque llega a dar o a tomar nombre al mismo cielo, asunto de la fama, el mando. Sí, empero, porque nunca se sujeta a vulgares peregrinas impresiones; que es el mayor señorío el de sí mismo. Cuando mucho, llegan a besarle el pie los vientos, a ser su alfombra las nubes, y no pasan de ahí; con esto nunca se inmuta, que es una inapasionable eminencia.
 
Una gran capacidad no se rinde a la vulgar alternación de los humores, ni aun de los afectos; siempre se mantiene superior a tan material destemplanza. Es efecto grande de la prudencia de reflexión sobre sí, un reconocer su actual disposición, que es un proceder como señor de su ánimo. Indignamente tiraniza a muchos el humor que reina, ordinaria vulgaridad, y llevados de él dicen y hacen desaciertos. Apoyan hoy lo que ayer contradecían, arriman<ref>''arrimar:'' «Arrimar a uno es como destruirle y dejarle como muerto o desmayado (...)». ''(Cov.)''.</ref> a veces la razón y aun la atropellan, quedando perennales<ref>''perennales:'' locos de remate, sin solución. «El que en ningún tiempo vuelve a su juicio». ''(Aut.)''.</ref> en juicio, que es la más calificada necedad.
 
A estos tales no hay que tomarles en razón la que no tienen, porque de hoy a mañana contradictoriamente se empeñan, y, siendo contrarios primero de sí mismos, contradicen después a cuantos hay; mejor es, conociendo su desalumbramiento, dejarlos en su confusión, que cuanto más empeñan, más se desempeñandespeñan.
 
Todo lo contradicen con Saturno, y todo lo otorgan con Júpiter, sin salir de su casa de la luna. No sólo gasta la voluntad esta civilidad, sino que se atreve al juicio; todo lo altera el querer y el entender, así como toda pasión, si no se previene.<ref>Alude al influjo saturniano, propio de inestables y melancólicos, frente a la benignidad de Júpiter. La luna es también influjo pernicioso sobre la razón, de ahí «lunático».</ref>
 
Importará mucho conocer esta destemplanza de humor para vencerla, y aun entonces convendrá declinar al otro extremo, si ha de dejar alguna vez la acertada medianía para ajustar el fiel de la prudencia.