Diferencia entre revisiones de «El Discreto/Realce XIII»
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»Siempre fue vulgar la ostentación, nace del desvanecimiento, solicita la aversión y con los cuerdos está muy desacreditada. El grave retiro, el prudente encogimiento, el discreto recato, viven a lo seguro, contentándose con satisfacerse a sí mismos; no se pagan de engañosas apariencias, ni las venden. Bástase a sí misma la realidad, no necesita de extrínsecos engañados aplausos. Y, en una palabra, tú eres el símbolo de las riquezas; no es cordura, sino peligro, el publicarlas».
Quedó suspenso el bellísimo Pájaro de Juno y, cuando recordó<ref>''recordar:'' Despertarse. Así en el ''Tesoro'' de Covarrubias, en su primera acepción: «despertar el que duerme». ''(Cov.)''.</ref> de la turbación o de la profundidad, exclamó así: «¡Oh, alabanza, que siempre vienes de los extraños! ¡Oh, desprecio, que siempre llegas de los propios! ¿Es posible que cuando me llevo los ojos de todos tras mi belleza, que eso denotan estos materiales de mis plumas, así ande yo en lenguas de Picazas y Cornejas? ¿Que condenáis en mí la ostentación, y no la hermosura? El cielo, que me concedió ésta, me aventajó con aquella; que cualquiera a solas fuera en balde. ¿De qué sirviera la realidad sin la apariencia? La mayor sabiduría hoy encargan políticos que consiste en hacer parecer. Saber y saberlo mostrar es saber dos veces. De la ostentación diría yo lo que otros de la ventura: que vale más una onza de ella que arrobas de caudal sin ella. ¿Qué aprovecha ser una cosa relevante en sí, si no lo parece?
»Si el sol no amaneciera haciendo lucidísimo alarde de sus rayos; si la rosa, entre las flores, se estuviera siempre encarcelada en su capullo y no desplegara aquella fragante rueda de rosicleres; si el diamante, ayudado del arte, no cambiara sus fondos, visos y reflejos, ¿de qué sirvieran tanta luz, tanto valor y belleza si la ostentación no los realzara? Yo soy el sol alado, yo soy la rosa de pluma, yo soy el joyel de la naturaleza, y pues me dio el
»El mismo Hacedor de todo lo criado, lo primero a que atendió fue al alarde de todas las cosas, pues crió luego<ref>''luego:'' Aquí significa «en primer lugar».</ref> la luz, y con ella el lucimiento, y, si bien se nota, ella fue la que mereció el primer aplauso, y ése, divino; que, pues la luz ostenta todo lo demás, el mismo Criador quiso ostentarla a ella. De esta suerte, tan presto era el lucir en las cosas, como el ser
Y diciendo y haciendo, volvió a desplegar aquélla su gran rodela<ref>''rodela:'' «Escudo redondo y delgado que, embrazado en el brazo izquierdo, cubría el pecho al que se servía de él peleando con espada.» ''(DRAE.)''.</ref> de cambiantes, tan defensiva de su gala cuan ofensiva a la
Aquí la Vulpeja se valió de todo su artificio para cumplir con todos juntamente, lisonjear al León y no descontentar al Águila, hacer justicia y no perder amistades, y así muy a lo sagaz, dijo de esta suerte:
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