Diferencia entre revisiones de «El Discreto/Realce XIII»

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Línea 19:
De esta suerte no paraba de sembrar envidia, y más en pequeños corazones que de todo se llenan fácilmente. Es la envidia pegajosa, siempre halla de qué asir, hasta de lo imaginado. Fiera cruelísima, que con el bien ajeno hace tanto mal a su dueño propio. Comenzó a cebarse en las entrañas, o para mayor tormento o para desterrar de ellas toda humanidad. Conjuráronse todas para oscurecerle, ya que no destruirle, su belleza. Procedieron con astucia, sutilizaron su malicia en no declararse contra su hermosura, sino contra su ufanía. «Porque si esto conseguimos», dijo la Picaza, «que él no pueda hacer aquel odiosísimo alarde de sus plumas, le eclipsamos de todo punto su belleza».
 
Lo que no se ve es como si no fuese, y, como dijo aquel avechucho satírico: «Nada es tu saber, si los demás ignoran que tú sabes».<ref>Persio, ''Sátiras'', I, 27.</ref> Y dense por entendidas todas las demás prendas, aunque hablo de la reina de todas. Las cosas comúnmente no pasan por lo que son, sino por lo que parecen. Son muchos más los necios que los entendidos, páganse aquéllosaquellos de la apariencia, y, aunque atienden estos a la sustancia, prevalece el engaño y estímanse las cosas por de fuera.
'''editado hasta aquí'''
 
 
Fueron a hacerle el cargo de parte de toda la república ligera, el Cuervo, la Corneja y la Picaza, con otras de este porte; que las demás todas se excusaron: el Águila por lo grave; la Fénix por lo retirado; la Paloma por lo sencillo; el Faisán por lo peligroso<ref>Itis, hijo de Tereo y Progne, fue de carácter violento como su padre, que violó a su cuñada Filomela. Progne, al saberlo se vengo de Tereo matando y cocinando a Itis y sirviéndoselo como comida. Itis se convertirá en faisán, como relata Ovidio (''Metamorfosis'', VI).</ref> y el Cisne por lo callado, que piensa siempre, para cantar dulcemente una vez.
 
Volaron en su busca al majestuoso palacio de la Riqueza. Encontraron luego con un Papagayo, que estaba en su balcón y en una jaula, propia esfera de la locuacidad. Díjoles con facilidad grande cuanto supo, que fue cuanto quisieron. Enviáronle un recado con un jimio; holgose mucho el Pavón de su llegada, que logra las ocasiones de ostentarse. Recibiolas en un espacioso patio, teatro augusto de su ostentosa bizarría y paseado palenque de su competencia, galante con el mismo sol, plumas a rayos y rueda a rueda.