Diferencia entre revisiones de «El Discreto/Realce XI»

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Línea 23:
Hay algunos, ni pocos ni cuerdos, sobresalidos, amigos de que todos los llamen y busquen; dejarán el dormir y aun el comer, por no parar; no hay presente para ellos como un negocio, ni mejor día que el más ocupado; y las más veces no aguardan a que los llamen, que ellos se injieren en todo, y, añadiendo al entretenimiento la audacia, que es forrar la necedad, se exponen a grandes empeños; pero, bien o mal, consiguen que todos hablen de sus cabellos, que es lo mismo que quitarlos a la lengua<ref>Alude al conocido dicho de «no tener pelos en la lengua».</ref> para la murmuración y desprecio.
 
Aunque no hubiese otro desaire que aquel continuo topar con ellos, oír siempre hablar de ellos causa un tal enfadoso hartazgo, que vienen a ser después tan aborrecidos como fueron antes deseados.
 
No todo sale de sus manos con igual felicidad, y tal vez la que comenzó a ser una hazañosa vasija, deslizándose la rueda (ya sea la de la suerte), viene a rematar en un vilísimo vaso de su ignominia y descrédito.<ref>Parece referirse con «la hazañosa vasija» a la caja de Pandora, vasija de los males, que con el cambio de la suerte acabó en ignominioso vaso.</ref> Métense a querer dar gusto a todos, que es imposible, y vienen a disgustar a todos, que es más fácil.
 
No escapan los que mucho lucen de envidiados o de odiados, que a más lucimiento, más emulación. Tropiezan todos en el ladrillo que sobresale a los demás, de modo que no es aquélla eminencia, sino tropiezo; así en muchos el querer campear no viene a ser realce, sino tope. Es delicado el decoro, y aun de vidrio, por lo quebradizo, y si muy placeado se expone a más encuentros, mejor se conserva en su retiro, aunque sea en el heno de su humildad.