Diferencia entre revisiones de «El Discreto/Realce X»

Contenido eliminado Contenido añadido
Escarlati (Discusión | contribs.)
Sin resumen de edición
Escarlati (Discusión | contribs.)
Sin resumen de edición
Línea 21:
Es trascendental su importancia, porque no sea menos su extensión que su intensión.<ref>''intensión:'' «intensidad» ''(DRAE).'' Se trata de un latinismo escolástico, de ''intensio,'' que en lógica y filosofía es «actividad, ardor, eficacia y empeño con que obra algún agente necesario o que aplica el agente libre en sus operaciones y afectos». ''(Aut.)''</ref> Solicitan su voto todos los empleos, y los mayores con afectación; porque ella es el complemento de la perfección, origen del acierto, sello de la felicidad, y donde ella falta, aunque sobre el artificio, el trabajo y las cosas, todo se desluce y todo se malogra.
 
Ninguno conseguirá jamás el crédito de consumado en cualquier empleo sin el realce de un plausible gusto. Solo el realce en elegir pudo hacer célebres a muchos reyes eminentes en sus elecciones, así de empresas como de ministros; que un yerro en las llaves de la razón de estado basta a perderlo todo con descrédito, y un acierto a ganarlo todo con inmortal reputación. Erraron unos en el delecto<ref>''delecto:'' «elección» (véase realce I, nota 6).</ref> de los asuntos, y otros en el de los instrumentos, destruyendo todos con tan fatales yerros<ref>Juega con la dilogía yerros (de errar)/hierros y con el oxímoron hierro/oro.</ref> el preciosísimo oro de sus coronas.
 
Hay algunos empleos que su principal ejercicio consiste en el elegir, y en éstos es mayor la dependencia de su dirección. Como son todos aquellos que tienen por asunto el enseñar agradando. Prefiera, pues, el orador los argumentos más plausibles y más graves; atienda el historiador a la dulzura y al provecho; case el filósofo lo especioso con lo sentencioso, y atiendan todos al gusto ajeno universal, que es la norma del elegir, y tal vez se ha de preferir al crítico y singular, o propio o extraño. Porque, en un convite, más querría dar gusto a los convidados que a los sazonadores, dijo el más sabroso de nuestra patria y de la elección.<ref>«El más sabroso de nuestra patria» es Marcial, bilbilitano como Gracián, que en ''Epigrammata'' 9, 82 dice: «Yo más quiero en un banquete dar gusto y satisfacer a los convidados que a los cocineros», tal como lo recoge el jesuita en la ''Agudeza,'' IX, tomado de la traducción de Manuel de Salinas.</ref> ¿Qué importa que sean muy al gusto del orador las cosas si no lo son al del auditorio para quien se sazonan? Preferirá aquel una sutileza y aplaudirá este a una semejanza, o al contrario.