Diferencia entre revisiones de «Franceses, un esfuerzo más si quereis ser republicanos»

Contenido eliminado Contenido añadido
ATW-KOD (Discusión | contribs.)
mSin resumen de edición
ATW-KOD (Discusión | contribs.)
mSin resumen de edición
Línea 19:
Francés, te lo repito, Europa espera de vosotros la entrega a la vez del cetro y el incensario. Piensese que os es imposible liberarla de la tiranía real sin hacerle romper al mismo tiempo los frenos de la superstición religiosa: demasiado íntimamente los vínculos de la una se unen a la otra para que al dejar subsistir una de las dos no vuelvamos a caer pronto bajo el imperio de la que habiais descuidado disolver. No debe un republicano doblar ya ni a las rodillas de un ser imaginario ni a las de un barato impostor; sus únicos dioses deben ser ahora el valor y la libertad. Roma desapareció en cuanto el cristianismo se predicó, y Francia está perdida si consigue regresar.
 
Que se examinen atentamente los dogmas absurdos, los misterios espantosos, las ceremonias monstruosas, la moral imposible de esta que disgusta religión, y se verá si puede convenir a una República. ¿Creen de buena fe que yo me dejaría dominar por la opinión de un hombre a quien acabaríaviniera de ver a los pies del imbécil sacerdote de Jesús? ¡No, no, ¡ciertamente! Este hombre, siempre baratoindigno, tendrátenderá siempre, por la bajeza de sus vistasespectativas, a las atrocidades del antiguo del régimen; en cuanto pudo someterse a las estupideces de una religión tan planasimple que ella que teníamos la locura de admitir, no puede ya ni dictarme leyes ni transmitirme lucesLuces; ya no lo veo más que como un esclavo de los prejuicios y de la superstición.
Fichas los ojos, para convencernos de esta verdad, sobre los pocos individuos que permanecen adjuntos al culto absurdo de nuestros padres; veremos si no son todos enemigos irreconciliables del sistema actual, veremos si no está en su número que se incluye enteramente esta casta, si precisamente despreciada, monárquicos y aristócratas. Que el esclavo de un tunante coronado doble, si lo quiere, a los pies de un ídolo de pasta, se hace tal objeto para su alma de lodo; ¡quién puede servir de los reyes debe adorar a dioses! Pero nosotros, Francés, pero nosotros, mis compatriotas, nosotros, ¿arrastrar aún humildemente bajo frenos tan despreciables? ¡más bien morir mil de veces que nosotros allí de controlar de nuevo! Puesto que creemos un culto necesario, imitemos el de los Romanos: las acciones, las pasiones, los héroes, he aquí cuáles eran los respetables objetos. Tales ídolos elevaban el alma, lo enervaban; hacían más: a quien lo respetó se le comunicaban las virtudes. El admirador de Minerva quería ser prudente. El valor estaba en el corazón de aquél que se veía a los pies de Marzo.
 
FichasMiremos los ojosalrededor, para convencernos de esta verdad, sobre los pocos individuos que permanecen adjuntosaferrados al culto absurdo de nuestros padres; veremos si no son todos enemigos irreconciliables del sistema actual, veremos si no está es en susus númerofilas que se incluye enteramente esta casta, sitan precisamentejustamente despreciada, los monárquicos y aristócratas. Que el esclavo de un tunante coronadose dobleincline, si lo quiere, a los pies de un ídolo de pastabarro, se hace tal objeto para su alma de lodo; ¡quién puede servir dea los reyes debe adorar a dioses! Pero nosotros, Francésfranceses, pero nosotros, mis compatriotas, nosotros, ¿arrastrararrastrarnos aún humildemente bajo frenos tan despreciables? ¡más bien morir mil de veces que nosotros allí deser controlarcontrolados de nuevo! Puesto que creemos necesario un culto necesario, imitemos el de los Romanos: las acciones, las pasiones, los héroes, he aquíahí cuáles eran loslas respetables objetosmetas. Tales ídolos elevaban el alma, lo enervaban; hacían más: a quien lolos respetó se le comunicaban las virtudes. El admirador de Minerva quería ser prudente. El valor estaba en el corazón de aquél que se veía a los pies de Marzo.
No no se veía privado a un único dios de estos grandes hombres de energía; tous faisaient passer le feu dont ils étaient eux-mêmes embrasés dans l'âme de celui qui les vénérait ; y, como esperanza ser adorado se tenía uno mismo un día, se aspiraba a, volver al menos tan grande que aquél que se tomaba para modelo. ¿Pero qué encuentran al contrario en los inútiles dioses del cristianismo? Que ofrecen, lo pido, ¿este imbécil religión [1]? ¿El plato impostor de Nazareth les hace nacer algunas grandes ideas? Su sucia y disgustando a madre, la impudique Marie, ¿les inspira t algunas virtudes? Y encuentran en los santos cuyo se surte a su Elíseo algún modelo de tamaño, o de heroísmo, ¿o de virtudes? Es tan cierto que esta estúpida religión no presta nada a las grandes ideas, que ningún artista puede emplear los atributos en los monumentos que eleva; en Roma propia, la mayoría de los embellecimientos u ornamentos del palacio de los papas tienen sus modelos en el paganismo, y mientras el mundo subsistirá, sólo le recalentará la vivacidad de los grandes hombres.
 
No no se veía privadolimitado ani un únicouno diossolo de estos grandes hombresdioses de energía; toustodos faisaienttrasmitían passerla leesencia feude dontsu ilsdon étaiental eux-mêmes embrasés dans l'âmealma de celuiquienes qui les vénéraitlos veneraban; y, como esperanza ser adorado se tenía uno mismo un día, se tenía y se aspiraba a, volvervolverse al menos tan grande que aquél que se tomaba parapor modelo. ¿Pero qué encuentran alpor contrariocontra en los inútiles dioses del cristianismo? QueQué ofrecen, lo pidopregunto, ¿esteesta imbécil religión [1]? ¿El plato impostor de Nazareth les hace nacer algunas grandes ideas? Su sucia y disgustando a madre, la impudique Marie, ¿les inspira t algunas virtudes? Y encuentran en los santos cuyo se surte a su Elíseo algún modelo de tamaño, o de heroísmo, ¿o de virtudes? Es tan cierto que esta estúpida religión no presta nada a las grandes ideas, que ningún artista puede emplear los atributos en los monumentos que eleva; en Roma propia, la mayoría de los embellecimientos u ornamentos del palacio de los papas tienen sus modelos en el paganismo, y mientras el mundo subsistirá, sólo le recalentará la vivacidad de los grandes hombres.
 
¿Estará en el teísmo puro que encontraremos más motivos de tamaño y subida? Será la adopción de una quimera que, dando a nuestro alma este grado de energía esencial a las virtudes republicanas, ¿llevará el hombre por amarlos o por practicarlos? No se lo imaginan; se volvió de nuevo de este fantasma, y el ateísmo es el único sistema ahora de toda la gente que sabe razonar. A medida que se encendió, se sintió que, el movimiento que es inherente a la materia, el agente necesario para a imprimir este movimiento se convertía en un ser ilusorio y que, todo lo que existía delante de estar en movimiento por gasolina, el motor era inútil; se sintió que este dios quimérico, prudentemente inventado por los primeros legisladores, sólo estaba entre sus manos un medio además para conectarnos, y que, reservándose el derecho a hacer hablar solo este fantasma, sabrían bien no hacerle decir más que lo que vendría en apoyo de las leyes ridículas por las cuales pretendían controlarnos. Lycurgue, Numa, Moïse, Jésus-Christ, Mahomet, todos estos grandes bribones, todos estos grandes déspotas de nuestras ideas, supieron asociar el divinidad que fabricaban a su ambición desproporcionada, y, algunos de cautivar el pueblo con la sanción de estos dioses, tenían, como se sabe, siempre cuidado o de no preguntarlos que importancia, o de no hacerles responder que lo que creían poder servirlos.
Línea 60 ⟶ 61:
Convengo que no se pueden hacer tantas leyes que hay de hombres; pero las leyes pueden ser tan suaves, en tan reducido número, que todos los hombres, de algún carácter que sean, puedan allí fácilmente doblarse. Aún exigiría que este reducido número de leyes barril de especie que deben poderse lo adaptarse fácilmente a a todos los distintos caracteres; el espíritu de el que los dirigiría sería afectar más o menos, debido al individuo quien sería necesario alcanzar. Se demuestra que él allí a tal virtud cuya práctica es imposible a algunos hombres, como él allí a tal remedio que no podría convenir a tal temperamento.
 
[[fr:Français, encore un effort si vous voulez être républicains]]
Ahora bien, ¡qué será la cima de su injusticia si afectan de la ley los a los cuales es imposible doblarse a la ley! ¿La iniquidad que cometerían en eso no sería igual a la de la cual se volverían culpables si quieran forzar a un ciego a distinguir los colores? De estos primeros principios se deriva, se lo siente, la necesidad de hacer leyes suaves, y sobre todo de destruir para nunca la atrocidad de la pena de muerte, porque la ley que atenta a la vida de un hombre es impracticable, injusto, inadmisible. No es, así como lo diré próximamente, que no hay un infinito de caso donde, sin outrager la naturaleza (y es lo que demostraré), los hombres no hayan recibido de esta madre común la entera libertad de atentar a la vida uno, pero es que es imposible que la ley pueda obtener el mismo privilegio, porque la ley, fría por sí mismo, no podría ser accesible a las pasiones que pueden legitimar en el hombre la cruel acción del asesinato; el hombre recibe de la naturaleza las impresiones que pueden hacerle perdonar esta acción, y la ley, al contrario, siempre en oposición a la naturaleza y no recibiendo nada ella, no puede autorizarse a permitirse las mismas divergencias: no teniendo los mismos motivos, es imposible que tenga los mismos derechos. Aquí de estas distinciones sabias y delicadas que escapan a mucha gente, porque muy la poca gente reflexiona; pero se acogerán de la gente informada a quien los dirijo, e influirán, lo espero, sobre el nuevo Código que nosotros se prepara. La segunda razón para la cual se debe destruir la pena de muerte, es que nunca no ha reprimido el crimen, puesto que se lo comete cada día a los pies del andamio. Se debe suprimir este dolor, en una palabra, porque no hay no de más malo cálculo que el de hacer morir un hombre para haber matado otro, puesto que resulta obviamente de este método que en vez de