Diferencia entre revisiones de «El Discreto/Realce VII»

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No se estorban unas a otras las noticias, ni se contradicen los gustos; todas caben en un centro y para todo hay sazón. Algunos no tienen otra hora que la suya y siempre apuntan a su conveniencia. El cuerdo ha de tener hora para sí y muchas para los selectos amigos.
 
Para todo ha de haber tiempo, sino para lo indecente. Ni será bastante excusa la que dio uno en una acción muy liviana, que el que era tenido por cuerdo de día no sería tenido por necio de noche.<ref>Según Aurora Egido, en su edición de ''El Discreto'' (Madrid, Alianza Editorial, 1997), citada en los «criterios de edición» al frente de esta obra, este pasaje alude a la obra de Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo, Don Diego de noche (1623), donde el protagonista, Diego de Salas, estrafalario «figurón» necio e imprudente, aparentaba ser discreto de día y de noche salía a correr aventuras y conquistar damas, que son ensartadas en una endeble trama argumental (de ahí la «acción muy liviana» de la que habla Gracián.</ref>
 
De suerte, mi cultísimo Vincencio, que la vida de cada uno no es otro que una representación trágica y cómica, que si comienza el año por el Aries, también acaba en el Piscis, viniéndose a igualar las dichas con las desdichas, lo cómico con lo trágico. Ha de hacer uno solo todos los personajes a sus tiempos y ocasiones; ya el de risa, ya el de llanto, ya el del cuerdo, y, tal vez,<ref>Entiéndase «en alguna ocasión».</ref> el del necio, con que se viene a acabar con alivio y con aplauso la apariencia.
 
¡Oh discretísimo Proteo! Aquelaquel nuestro gran apasionado, el Excelentísimo Conde de Lemos!,<ref>Francisco Fernández de Castro, (1613-1662) noveno conde de Lemos, virrey de Aragón y capitán general de Aragón entre 1643 y 1652.</ref> en cuyo bien repartido gusto tienen vez todos los liberales empleos, y en cuya heroica universalidad logran ocasión todos los eruditos, cultos y discretos;: el docto y el galante, el religioso y el caballero, el humanista, el historiador, el filósofo, hasta el sutilísimo teólogo. Héroe verdaderamente universal para todo tiempo, para todo gusto y para todo empleo.