Diferencia entre revisiones de «El Discreto/Realce VII»

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Línea 22:
Siempre fue hermosamente agradable la variedad, y aquí lisonjera. Hay algunos, y los más, que para una cosa sola los habéis de buscar, porque no valen para dos; hay otros que siempre se les ha de tocar un punto y hablar de una materia, no saben salir de allí; hombres de un verbo, Sísifos<ref>Sísifo fue castigado por los dioses a empujar una piedra hasta lo alto de una colina, que después se despeñaba y así eternamente.</ref> de la conversación, que apedrean con un tema. Tiembla de ellos con razón todo discreto, que, si se echa un necio de éstos sobre su paciencia, llegará a verter el juicio por los poros, y por temor de contingencia tan penosa, codicia antes la estéril soledad y vive al siglo de oro interiormente.
 
Aborrecible ''ítem''<ref>''ítem:'' «repetición» (como en el ''Quijote'', II, III).</ref> el de algunos, enfadoso macear, que todo buen gusto lo execra, deprecando<ref>''deprecar:'' «pedir con insistencia».</ref> que Dios nos le libre de hombre de un negocio en el hablarlo y en el solicitarlo,. desquítannosDesquítannos de ellos unos amigos universales, de genio y de ingenio, hombre para todas horas, siempre de sazón y de ocasión. Vale uno por muchos, que de los otros, mil no valen por uno, y es menester multiplicarlos, hora por amigo, con enfadosa dependencia.
 
Nace esta universalidad de voluntad y de entendimiento de un espíritu capaz, con ambiciones de infinito; un gran gusto para todo, que no es vulgar arte saber gozar de las cosas y un buen lograr todo lo bueno. Práctico gustar es el de jardines, mejor el de edificios, calificado el de pinturas, singular el de piedras preciosas; la observación de la antigüedad, la erudición y la plausible historia,: mayor que todas la filosofía de los cuerdos; pero todas ellas son eminencias parciales, que una perfecta universalidad ha de adecuarlas todas.
 
No se ha de atar el Discretodiscreto a un empleo solo, ni determinar el gusto a un objeto, que es limitarlo con infelicidad;. hízoloHízolo el Cielocielo indefinidoindefinito,<ref>''indefinito:'' «infinito».</ref> criolo sin términos; no se reduzca él ni se limite.
 
Grandes hombres los indefinibles, por su grande pluralidad de perfecciones, que repite a infinidad. Otros hay tan limitados, que luego se les sabe el gusto, o para prevenirlo o para lisonjearlo, que ni se extiende ni se difunde.
 
Una vez que quiso el Cielocielo dar un plato, sazonó el maná, cifra de todos los sabores, bocado para todos paladares, en cuya universalidad proporcionó la del buen gusto.
 
Siempre hablar atento causa enfado; siempre chancear, desprecio; siempre filosofar, entristece, y siempre satirizar, desazona.
 
Fue el Gran Capitán idea grande de discretos; portábase en el Palaciopalacio como si nunca hubiera cursado las campañas y en campaña como si nunca hubiera cortejado.
 
No así aquel otro, no gran soldado, sino gran necio, que, convidándole una gentil dama a danzar en su ocasión, digo en la de un sarao, excusó su ignorancia y descubrió su tontería, diciendo que él no se entendía de mover los pies en el palacio, sino de menear las manos en la campaña. Acudió ella, que lo era: «Pues señor, paréceme que sería bueno, en tiempo de paz, metido en una funda, colgaros como arnés para su tiempo», y aun le hizo cortesía de otro más vil y más merecido puesto.
Línea 40:
No se estorban unas a otras las noticias, ni se contradicen los gustos; todas caben en un centro y para todo hay sazón. Algunos no tienen otra hora que la suya y siempre apuntan a su conveniencia. El cuerdo ha de tener hora para sí y muchas para los selectos amigos.
 
Para todo ha de haber tiempo, sino para lo indecente;. niNi será bastante excusa la que dio uno en una acción muy liviana, que el que era tenido por cuerdo de día no sería tenido por necio de noche.<ref>Según Aurora Egido, en su edición de ''El Discreto'' (Madrid, Alianza Editorial, 1997) citada en los «criterios de edición» al frente de esta obra, este pasaje alude a la obra de Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo, Don Diego de noche (1623), donde el protagonista, Diego de Salas, estrafalario «figurón» necio e imprudente, aparentaba ser discreto de día y de noche salía a correr aventuras y conquistar damas, que son ensartadas en una endeble trama argumental (de ahí la «acción muy liviana» de la que habla Gracián.</ref>
 
De suerte, mi cultísimo Vincencio, que la vida de cada uno no es otro que una representación trágica y cómica, que si comienza el año por el Aries, también acaba en el Piscis, viniéndose a igualar las dichas con las desdichas, lo cómico con lo trágico. Ha de hacer uno solo todos los personajes a sus tiempos y ocasiones; ya el de risa, ya el de llanto, ya el del cuerdo, y tal vez el del necio, con que se viene a acabar con alivio y con aplauso la apariencia.