Diferencia entre revisiones de «El Discreto/Realce VII»
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Siempre fue hermosamente agradable la variedad, y aquí lisonjera. Hay algunos, y los más, que para una cosa sola los habéis de buscar, porque no valen para dos; hay otros que siempre se les ha de tocar un punto y hablar de una materia, no saben salir de allí; hombres de un verbo, Sísifos<ref>Sísifo fue castigado por los dioses a empujar una piedra hasta lo alto de una colina, que después se despeñaba y así eternamente.</ref> de la conversación, que apedrean con un tema. Tiembla de ellos con razón todo discreto, que, si se echa un necio de éstos sobre su paciencia, llegará a verter el juicio por los poros, y por temor de contingencia tan penosa, codicia antes la estéril soledad y vive al siglo de oro interiormente.
Aborrecible ''ítem''<ref>''ítem:'' «repetición» (como en el ''Quijote'', II, III).</ref> el de algunos, enfadoso macear, que todo buen gusto lo execra, deprecando<ref>''deprecar:'' «pedir con insistencia».</ref> que Dios nos le libre de hombre de un negocio en el hablarlo y en el solicitarlo
Nace esta universalidad de voluntad y de entendimiento de un espíritu capaz
No se ha de atar el
Grandes hombres los indefinibles, por su grande pluralidad de perfecciones, que repite a infinidad. Otros hay tan limitados, que luego se les sabe el gusto, o para prevenirlo o para lisonjearlo, que ni se extiende ni se difunde.
Una vez que quiso el
Siempre hablar atento causa enfado; siempre chancear, desprecio; siempre filosofar, entristece, y siempre satirizar, desazona.
Fue el Gran Capitán idea grande de discretos; portábase en el
No así aquel otro, no gran soldado, sino gran necio, que, convidándole una gentil dama a danzar en su ocasión, digo en la de un sarao, excusó su ignorancia y descubrió su tontería, diciendo que él no se entendía de mover los pies en el palacio, sino de menear las manos en la campaña. Acudió ella, que lo era: «Pues señor, paréceme que sería bueno, en tiempo de paz, metido en una funda, colgaros como arnés para su tiempo», y aun le hizo cortesía de otro más vil y más merecido puesto.
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No se estorban unas a otras las noticias, ni se contradicen los gustos; todas caben en un centro y para todo hay sazón. Algunos no tienen otra hora que la suya y siempre apuntan a su conveniencia. El cuerdo ha de tener hora para sí y muchas para los selectos amigos.
Para todo ha de haber tiempo, sino para lo indecente
De suerte, mi cultísimo Vincencio, que la vida de cada uno no es otro que una representación trágica y cómica, que si comienza el año por el Aries, también acaba en el Piscis, viniéndose a igualar las dichas con las desdichas, lo cómico con lo trágico. Ha de hacer uno solo todos los personajes a sus tiempos y ocasiones; ya el de risa, ya el de llanto, ya el del cuerdo, y tal vez el del necio, con que se viene a acabar con alivio y con aplauso la apariencia.
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